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Por qué los Anarquistas perdieron la Revolución Española

category internacional | historia del anarquismo | opinión / análisis author Monday March 30, 2009 19:34author by Wayne Price - Love and Rage Report this post to the editors

Respuesta a la Tradición Revolucionaria Anarquista

Nota del Traductor: Artículo escrito por Wayne Price en la revista anarquista norteamericana Love and Rage (Amor y Rabia) en respuesta al artículo escrito previamente por Christopher Day "La Tradición Revolucionaria Anarquista" (http://www.anarkismo.net/article/12552) En él se hacen precisiones importantes ante los problemas de la democracia, defensa de la revolución y estrategia libertaria en base a las lecciones de la Revolución Española. Esta discusión sigue siendo tan relevante hoy como entonces.
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POR QUÉ LOS ANARQUISTAS PERDIERON LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA
Respuesta a la Tradición Revolucionaria Anarquista



El artículo de Chris Day “La Tradición Revolucionaria Anarquista”, se refiere a la corriente pro-organizativa en la historia del anarquismo revolucionario. Remarca que ha habido anarquistas que han defendido una mayor coherencia organizativa y un pensamiento teórico y estratégico de mayor seriedad en el movimiento anarquista. En general, concuerdo con él (pese a que ningunea a Malatesta, el gran anarquista revolucionario pro-organización, del cual se puede aprender mucho). Esta es una posición mucho mejor que, por ejemplo, llamar a abandonar el anarquismo en favor de una nueva síntesis dominada por el marxismo. Sin embargo, cuando se propugna por mayor estructura y teoría organizativa, es posible descarriarse y terminar defendiendo un programa autoritario y dictatorial. El peligro de esto, aparece en la discusión de Chris sobre la derrota de los anarquistas en la Revolución/Guerra Civil de España en 1936-39.

LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA

Como dice Chris, en 1936 las fuerzas armadas españolas y los fascistas, liderados por Franco, intentaron tomar el poder mediante un golpe bien planificado. Buscaban derrocar al gobierno del Frente Popular, una coalición administrativa de liberales burgueses y de social-reformistas. Sin casi ayuda del Frente Popular, los obreros se organizaron y derrotaron a los militares en dos tercios de España. En ese momento, los anarquistas (organizados en la FAI) dirigían una federación sindical (la CNT) que agrupaba a la mitad de la clase obrera española y a la mayoría de los obreros en Cataluña –la región más industrializada de España- y tenían gran arraigo en el campesinado. Bajo la inspiración anarquista, los trabajadores se tomaron las fábricas y otras empresas, dirigiéndolas democráticamente. Los campesinos voluntariamente colectivizaron sus tierras. El transporte y las comunicaciones fueron echados a andar por comités obreros. La policía fue reemplazada por patrullas obreras. Gran parte de las fuerzas armadas fueron dirigidas por anarquistas.

Pese a todo esto, los anarquistas terminaron por perder la lucha en contra del fascismo. Abandonaron todos sus principios, uniéndose al gobierno capitalista (incluso llegando a ocupar el Ministerio de Justicia). ¿Cómo es que esto ocurrió?

Como dice Chris, ocurrió un vuelco tempranamente en la Guerra Civil. Luego de inicialmente aplastar a los fascistas en Cataluña, dos dirigentes anarquistas se reunieron con el (impotente) presidente del gobierno regional. Él ofreció su renuncia, pero ofreció, como alternativa, la colaboración. García Oliver, uno de esos anarquistas, explica por qué eligieron la colaboración con el Estado capitalista. “La CNT y la FAI optaron por la colaboración y la democracia, renunciando al totalitarismo revolucionario que hubiera terminado por estrangular la revolución con una dictadura anarquista y confederal (ed., de la CNT)… (eligiendo) entre el Comunismo Libertario, que significaba la dictadura anarquista, y la democracia, que significaba colaboración”.

Entonces, estos dirigentes anarquistas veían tan sólo dos alternativas: (1). La FAI-CNT toma el poder para sí. Pero la FAI era una minoría aún dentro de la CNT; probablemente, la mayoría de los sindicalistas de CNT no eran anarquistas. Había muchos obreros y otros, que no concordaban con el conjunto de las políticas de FAI-CNT. En el resto del país, la mitad de la clase trabajadora se organizaba en el sindicato de los social-reformistas (UGT) y otros no se hallaban sindicalizados. Consecuentemente, si la FAI derrocaba al Estado y se establecía como mandataria, el resultado hubiera sido una dictadura uni-partidista. Hasta ahora, la lógica en este escenario parece ser la correcta. (2). Trabajar conjuntamente con todas las otras fuerzas anti-fascistas, incluyendo no sólo a los social-reformistas, sino también a diversos partidos capitalistas y aceptando la existente hegemonía del Estado capitalista-liberal. Esto los inició en un camino que les llevaría a los ministros anarquistas en un gobierno capitalista, la derrota de la revolución, y la victoria del fascismo en España (poco antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial).

Chris señala que los anarquistas debieron tomar la primera alternativa, pese a que el “apoyo a la CNT no era universal”. Pero los anarquistas estuvieron en lo correcto en este punto: la toma del poder por parte de la FAI-CNT, hubiera creado “totalitarismo revolucionario (y) dictadura anarquista”.

Sin embargo, había una tercera alternativa. Podrían haber llamado a la federación de comités populares y juntas: los comités de fábrica, los pueblos campesinos colectivizados, comités de soldados, patrullas obreras, etc. Federados juntos, éstos se hubieran transformado en un poder alternativo al gobierno catalán –y, extendiéndose nacionalmente, al Estado español-, en una situación de poder dual. Tal estructura federativa, podría haber derrocado al Estado e impulsado una guerra revolucionaria en contra de Franco sin crear una dictadura partidista-estatal.

Esto hubiera sido más democrático que el Estado liberal. Las diferentes tendencias políticas habrían estado representadas de acuerdo a cuán populares eran realmente entre los oprimidos. Los partidos capitalistas habrían tenido representación sólo acorde a su respaldo entre los oprimidos. Las coaliciones (entre anarquistas y social-reformistas) se hubieran basado en el balance real de fuerzas. En la medida en que el pueblo obrero se radicalizaba, sus representantes regionales y nacionales se harían más revolucionarios.

Este programa de una federación de concejos fue sustentado durante la Revolución Española por León Trotsky y sus escasos seguidores españoles. Es cierto que la defensa de Trotsky de los concejos era puramente instrumental –como una herramienta para derrocar al Estado existente, no como la base para una nueva sociedad. Sabemos, por la experiencia de la Revolución Rusa, que él era un entusiasta censurador de los partidos socialistas no bolcheviques en los soviets (concejos) y partidario de transformar a los soviets en meros títeres del partido bolchevique. Pero esto no excusa a los anarquistas de su fracaso en levantar el programa de una federación de concejos como un poder alternativo.

LOS AMIGOS DE DURRUTI

Chris repite el mismo error cuando se refiere a los Amigos de Durruti. Este fue un reagrupamiento de verdaderos anarquistas revolucionarios, en oposición al liderazgo de FAI-CNT. Chris resume su posición: “Los Amigos de Durruti, además, proponían la creación de una Junta Revolucionaria compuesta por ellos mismos y otros grupos opuestos a la participación en el gobierno republicano”. Esto quiere decir, según él, que defendían el gobierno de su organización. En absoluto es éste el caso.

En realidad, proponían un concejo nacional elegido por trabajadores desde sus sindicatos y organizaciones de masas. Su programa, “Hacia una Nueva Revolución”, dice: “Constitución de una Junta Revolucionaria o Consejo Nacional de Defensa… los miembros de la Junta Revolucionaria se elegirán democráticamente en los organismos sindicales”. Esto es similar al programa de concejos obreros y campesinos (si bien no tanto, ya que requería el trabajo a través de las estructuras sindicales existentes). Por cierto, querían ser elegidos ellos mismos y otros afines para el concejo nacional, pero lo que proponían era una estructura democrática popular, no un Estado-partidista. Desafortunadamente, era ya demasiado tarde para salvar la Revolución Española.

LECCIONES PARA LOS ANARQUISTAS

En múltiples ocasiones, las revoluciones han parido concejos populares y estructuras similares, para luego ser destruidas por los “líderes” revolucionarios. Hoy en día, los radicales están divididos entre los social-reformistas (quienes creen que la “democracia” requiere que apoyen los Estados burocrático-militares existentes y al imperialismo occidental), y los “revolucionarios” (mayoritariamente Maoístas, Castristas, o nacionalistas), que desean genuinamente derrocar a los Estados existentes –a fin de reemplazarlos por Estados-partido totalitarios. Visualizan a sus respectivos partidos como el nuevo Estado. El anarquismo (o socialismo anti-autoritario), con todos sus problemas, es único en el sentido que posiciona la auto-organización de los oprimidos en el centro de su programa –el centro tanto de su fin último, como de los medios para alcanzar tal fin.

En el curso de una revolución, será necesario un cierto nivel de centralización y represión (a los contrarrevolucionarios declarados), tal es el punto del artículo de Chris. Pero los anti-autoritarios deben usar conscientemente tanta centralización y represión como sea necesario, mientras deben deliberadamente trabajar por mantener las organizaciones comunales tan descentralizadas y radicalmente democráticas como sea posible. Cómo mantener exactamente este equilibrio es un asunto de juicio político, pero no debemos ser ambiguos en nuestra oposición a los Estados-partidistas.

Wayne Price
(Publicado en Love and Rage, Octubre/Noviembre de 1996)
Traducción de José Antonio Gutiérrez D.

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