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La Organización Política Anarquista en el Chile de los '50

category bolivia / peru / ecuador / chile | historia del anarquismo | opinión / análisis author Thursday April 23, 2009 20:20author by Victor Venegas V. Report this post to the editors

En el siguiente artículo pretendemos dar un vistazo a las principales organizaciones anarquistas de la década del 50 que impulsaron una política libertaria, principalmente a través del análisis de algunas de sus declaraciones de principios y de las resoluciones de sus congresos, a los cuales pudimos acceder a partir de la revisión de la poca prensa ácrata de la época.
Ernesto Miranda Rivas
Ernesto Miranda Rivas


ORGANIZACIÓN POLITICA ANARQUISTA EN EL CHILE DE LOS 50[1]


“Llegara el día, dijo un compañero en tierras chilenas, en que por
las alamedas caminara sonriente el hombre nuevo de América.
…ese mismo día bailaremos sobre nuestras banderas negras con el
entusiasmo que guarda la gran festividad humana.”

(Luis Heredia, zapatero, militante anarquista)


1- Introducción

Afortunadamente durante los últimos años ha surgido un gran interés por parte de la historiografía de introducirse al estudio del anarquismo en Chile, cosa que sin duda ha llevado a una revalorización del movimiento libertario, tanto en su teoría como en su práctica.

Durante muchos periodos el anarquismo se ha considerado muerto, no solo en los discursos de la elite, sino que también para el resto de la izquierda chilena, sin embargo la idea libertaria la encontramos desde finales del siglo XIX, hasta el día de hoy, con mayores o menores grados de organización, con mayor o menor influencia en los sectores populares, y esto no hace más que ratificar la importancia de su estudio, cosa que la historiografía actual ha comprendido y valorado.

El movimiento libertario de los años 50, al igual que el de principios de siglo y el de la actualidad, no es un movimiento homogéneo, ya que esta compuesto por una serie de grupos que se diferencian unos de otros principalmente en sus estrategias y tácticas. A grandes rasgos todos estos grupos se pueden encerrar dentro de dos vertientes principales con grandes puntos de divergencia, pero también con posiciones en común. Estas dos corrientes son: el anarquismo de raíz individualista, y el anarquismo societario o social.

Ambas corrientes comparten principalmente el rechazo al Estado, la opresión y la sociedad capitalista y se diferencian en cómo llegar a estos objetivos, acerca del uso o no de la violencia, organización o espontaneidad, el uso del sindicato como herramienta de lucha, entre otros.

Los libertarios del periodo a estudiar en su mayoría se inclinaban a la construcción de organización social, y se agrupaban fundamentalmente en la Federación Anarquista Internacional (FAI-Chile), organización de carácter especifico en donde confluían todas las corrientes que simpatizaban con las ideas libertarias. Al interior de la FAI encontramos individualistas, anarco-comunistas, anarcosindicalistas y sindicalistas revolucionarios.

Al mismo tiempo existían dos organizaciones a nivel sindical, una compuesta por los anarcosindicalistas, que tenían tendencias mas puristas dentro del anarquismo, partidarios de privilegiar la organización y la labor doctrinaria de los libertarios dentro de los sindicatos que debían reivindicarse como anarquistas (reunidos en la Agrupación Anarcosindicalista); y por otro lado los sindicalistas revolucionarios (organizados en torno al Movimiento Sindical Revolucionario), que veían al sindicato como una organización para la acción reivindicativa y revolucionaria contra el capitalismo y el Estado, plantean que los anarquistas deben propiciar al sindicato como la organización revolucionaria por excelencia. Así, asignaban un programa “político” a los sindicatos, fundiendo las labores respectivas de una organización de masas, con las de la organización política. Ambas posturas veían al sindicato como la célula básica sobre la que se construirá la nueva sociedad post-estatal.

En definitiva podemos hablar de un movimiento libertario, que difiere en sus tácticas y en el que se debaten diferentes posturas teóricas, pero que ha sido construido y alimentado por las corrientes sociales a favor de la organización.

El estudio del movimiento libertario de los años 50 y su relación con el movimiento obrero, nos entregan una serie de elementos que creemos importantes rescatar, para contribuir a la búsqueda de estrategias revolucionarias para los desafíos del presente, y es aquí donde radica nuestra principal motivación para realizar la investigación.[2]

Es importante resaltar la importancia que tuvo la práctica política libertaria y las diferentes estrategias desarrolladas por las corrientes que componían el movimiento libertario de los 50, ya que estas sin duda influyen en la mayor autonomía, combatividad y decisión, que caracterizó a gran parte del movimiento obrero de los 50.

La década del 50 estuvo marcada por los intentos de una parte del movimiento obrero, de conducir a los sectores populares hacia el camino de la unidad revolucionaria y a popularizar la idea de la acción directa, optando por el camino de lo que Trotsky definió como la “revolución permanente”, frente a la estrategia de lograr en primer lugar una “revolución democrático-burguesa”, para luego pasar a la “revolución socialista”.

La fundación de la CUT fue un intento concreto de lograr la unidad dentro de una central sindical de carácter revolucionario, la cual estaría caracterizada por la autonomía de clase, libre de toda tutela de los partidos políticos; una declaración de principios de corte anticapitalista; y métodos de lucha abiertamente influenciados por la idea de la acción directa. Si bien se fracaso en este intento, por la hegemonizacion de los partidos políticos, los sectores de intención revolucionaria (anarquistas, trotskistas, y leninistas, principalmente aquellos comunistas y socialistas descolgados de sus partidos) se dieron cuenta que la unidad revolucionaria podía dar resultados tangibles, como lo demostró el paro del 7 de Julio de 1955, en donde se estuvo a un paso de que la CUT tomara el control del país. Sin duda es aquí en donde se inicia un largo camino de unidad revolucionaria que desembocara finalmente en la conformación de instancias como el Movimiento de Fuerzas Revolucionarias (fundado en 1961) o el Movimiento de Izquierda revolucionaria (fundado en 1965).[3]

Creemos fundamental destacar el papel importante que juega el movimiento libertario durante la década del 50, principalmente en lo que respecta a la promoción al interior del movimiento obrero, de los aspectos fundamentales de la cultura política libertaria, principalmente en lo que respecta a la autonomía e independencia de clase y al fomento de la acción directa. Pero por sobre todo le otorgamos un papel preponderante al cambio de estrategia que se da al interior del movimiento libertario a mediados de la década del 40, en donde se busca insertar al anarquismo mucho mas en las masas, a través de una practica política mas pragmática y flexible, que se propone ser constante auspiciador de la unidad de los sectores revolucionarios. Esta nueva estrategia propiciada por los sindicalistas revolucionarios, cuya principal figura era Ernesto Miranda, empieza a dar resultados concretos a partir de la década del 50, lo que veremos a lo largo de la investigación.

Esta estrategia que surge desde el movimiento libertario y que se une a la acción de otras tendencias políticas al interior del movimiento obrero, es lo que hace que la década del 50, esté marcada por el repunte de la acción reivindicativa y revolucionaria de los trabajadores.

En el siguiente artículo pretendemos dar un vistazo a las principales organizaciones anarquistas de la década del 50 que impulsaron una política libertaria, principalmente a través del análisis de algunas de sus declaraciones de principios y de las resoluciones de sus congresos, a los cuales pudimos acceder a partir de la revisión de la poca prensa ácrata de la época.

2- La Federación Anarquista Internacional.

La organización especifica de los libertarios de los 50, era la Federación Anarquista internacional (FAI-Chile). Esta era una organización de corte más bien intelectual, donde primaba la búsqueda de los principios anarquistas, y lo fundamental era la coherencia en relación a los principios.[4] La FAI, fiel a sus postulados libertarios, era capaz de integrar a todas las corrientes libertarias a pesar de sus diferencias estratégicas y tácticas, dando la libertad y el espacio para que cada una de estas defendiera sus posturas teóricas, gracias a su estructura de tipo federativo, bajo el principio de unidad en la acción, pero con libertad de pensamiento.

La FAI nace en el verano de 1942 y esta compuesta en sus inicios por anarquistas específicos, algunos anarcosindicalistas, y por refugiados de la CNT española. Entre los personajes más destacados que componen la FAI encontramos a Félix López, Pedro Nolasco Arratia, Miguel Rojas, Vicencio Cienfuegos, Lain Diez y los españoles Francisco y Cosme Paule.[5]

Durante los años 50, la FAI se convirtió en el lugar de encuentro de la diversidad anarquista, lo que conllevó a que se dieran una serie de pugnas en su interior, reflejando las diferencias que se dan entre las distintas corrientes que componen el movimiento libertario. Por ejemplo, el sector intelectual empezó a ver con recelo a los sindicalistas. Principalmente, los elementos más ortodoxos criticaban la labor de los militantes sindicalistas, porque siempre estaban más pendientes de la labor reivindicativa y economicista, que de la labor doctrinaria al interior de los gremios. Por otro lado, los sindicalistas empezaron a criticar el carácter elitista que empieza a tomar la FAI, la cual pretende conducir a la totalidad del movimiento libertario. “La FAI se había convertido, por condición personal de esta gente, (los intelectuales) en una elite solamente y no tenia ningún accionar. Los gremios por lo menos tenían su lucha reivindicativa, todavía salían a las calles y todavía hacían huelgas (…) eso para mi, era estar mas cerca de lo libertario.”[6]

Por otro lado existen fuertes disputas ideológicas entre los anarcosindicalistas y los sindicalistas revolucionarios. Estas se dan principalmente por la diferente visión que tienen ambas corrientes respecto al rol del sindicato y también por sus diferencias tácticas al interior de la CUT. Esta pugna se identifica claramente a principios de 1955, a raíz del pacto que firma el MSR con el Partido Socialista Popular al interior de la CUT, para acelerar una salida revolucionaria a la crisis económica y social por la que atravesaba el país. Este pacto es inmediatamente criticado por los intelectuales y por los anarcosindicalistas mas dogmáticos, ya que para ellos el grupo cutchista (MSR), había faltado a los principios básicos del anarquismo al firmar un pacto con un partido político, “…todo militante sedicente anarquista que participe en tal pacto político, falta a los principios y a la doctrina del anarquismo y, por lo tanto, se coloca automáticamente fuera del movimiento libertario”[7]. Es interesante el hecho de que a pesar de estas fuertes disputas, la FAI, a través de sus congresos nacionales, dotaba a gran parte del movimiento libertario de una acción común, sustentada en acuerdos y resoluciones que creaban una suerte de plataforma de lucha, la cual era apoyada por las diversas corrientes en la medida de lo posible.

Al respecto tenemos información del segundo congreso nacional en el cual se acuerda, “que los anarcosindicalistas dentro de la CUT, están dentro de esa organización sindical representando a sus respectivos gremios con el propósito de orientarla en una acción revolucionaria, sustrayéndola a la tutela de los partidos políticos de toda especie que la manejan.”[8]“Entre los medios adecuados para promover la causa del anarquismo, debemos recurrir fuera de la propaganda impresa y oral, a los diversos métodos de acción directa, excluyendo la acción parlamentaria y la intervención del Estado. Estos métodos deben incluir los métodos no violentos de la desobediencia civil, como la objeción de conciencia en caso de guerra, la resistencia al servicio militar, etc.”[9]

Mayor información pudimos recabar del Tercer Congreso Nacional de la FAI, realizado el 8. 9 y 10 de abril de 1955 en el local de la FOIC, “…con extraordinaria concurrencia de delegados de diversos puntos del país.”[10] La idea de este congreso era rescatar “el fondo común de intuiciones y experiencias, individuales y colectivas, que bastan para suministrarnos los criterios informativos de nuestras apreciaciones.”[11] Con esto se buscaba crear una acción común del anarquismo para enfrentar el momento histórico que se estaba viviendo, dejando de lado los dogmatismos para darle preferencia al análisis concreto y realista de la realidad, para intentar generar una estrategia conjunta. Sin embargo veremos que esto no fue posible, ya que si bien se coincidía en los temas que tenían que ver con el análisis de la realidad político-social, al momento de plantear estrategias para el momento, era imposible un consenso.

En el proyecto de temario del tercer congreso, se le da gran énfasis a las discusiones que tienen que ver con la evaluación de la actuación del movimiento libertario dentro de los últimos acontecimientos ocurridos dentro del movimiento obrero, especialmente dentro de la CUT. Además se ve la necesidad de analizar el actual momento del movimiento libertario, sobre todo lo que tiene que ver con la crisis que había a nivel de militancia y de influencia política a nivel nacional; y al mismo tiempo con las pugnas en su interior, dadas principalmente por la actuación política dentro de la CUT de las diferentes corrientes libertarias. A continuación presentamos algunos pasajes del Proyecto de Temario del Tercer Congreso, elaborado por el Consejo Nacional provisorio en diciembre de 1954:

"

PROYECTO DE TEMARIO PARA EL CONGRESO



1.- Crisis del movimiento anarquista en Chile.

a) Para el resurgimiento del movimiento anarquista en Chile, ¿cabe la revisión de los principios en que se basan las concepciones del anarquismo? b) En relación al punto anterior, ¿es el anarquismo como concepción filosófica y doctrinaria el que ha hecho crisis o son las tácticas las que lo han desvirtuado en la práctica?

2.- El anarquismo y el movimiento obrero.

a) ¿Qué relación debe guardar el movimiento libertario con el movimiento obrero?

b) ¿Es ventajosa la coexistencia de grupos anarquistas, federados o no, y de organizaciones de composición obrera homogénea de finalidad anarquista? ¿Hay lugar para dos movimientos, uno especifico del anarquismo y otro de tendencia clasista obrera? c) ¿Debe o no la FAI conservar su representación en la Central Única de Trabajadores? ”[12]

En este congreso se aprobaron numerosos acuerdos y resoluciones, siendo los más importantes los que se refieren a política sindical, en donde “El tercer congreso acuerda reiterar una vez mas sus principios y doctrina anarquista contrarios a la intromisión política burocrática en los sindicatos, a los que nuestro movimiento les atribuye la misión de renovar la sociedad, transformándola en el sentido de terminar con las injusticias sociales y establecer un régimen mas justo y humano, que permita a todos los hombres desenvolverse libremente en lo moral, intelectual y económico.”[13]

Además se hace un análisis sobre la situación política que vivía el pais en ese momento, por ejemplo, “a) Que la actual crisis política nacional es propia de la naturaleza del Estado y del capitalismo (…), y afecta al pueblo agravando su explotación y miseria y poniendo en peligro su libertad, como lo demuestran la carestía de la vida, la inflación y las leyes represivas. b) Que la oposición política al gobierno, en la que están coludidos tanto los partidos tradicionales de la derecha como los partidos marxistas, solo pretenden perpetuar el régimen de la propiedad privada, de los medios de producción y de las instituciones autoritarias, el militarismo, la iglesia y la masonería. c) Que el actual gobierno, como todos los gobiernos productos del sufragio universal, para los anarquistas no representa la voluntad popular, sino las maniobras de los partidos políticos, el cohecho, la ignorancia y la subordinación de los votantes a las jerarquías de sus partidos o de las sectas de autoridad nacional o internacional.”[14]

No nos fue posible establecer hasta cuando exactamente duro el trabajo de la FAI. Sabemos que en los 60 siguió teniendo actividad. Incluso en esta década se produce el quiebre definitivo, en donde el sector sindicalista revolucionario opta por alejarse del trabajo de la organización, debido a la segregación hecha por los intelectuales hacia los sindicalistas, como cuenta Jorge Orellana del gremio de la imprenta, “Pero en la FAI ocurrió una situación muy especial. La gente intelectualizada empieza a dejar de lado a los compañeros trabajadores; y yo, siendo uno de los mejores componentes intelectuales de mi gremio por mi formación, me encuentro mas arraigado en este otro extremo, en el lado gremial. Entonces me duele esa situación a mí, porque si nuestro pensamiento es tan libertario y se empieza a cuestionar la formación de la gente; me produjo un trauma bastante fuerte. Entonces yo dije: no, yo vuelvo a los gremios, vacío todas mis fuerzas y energías en los gremios para formar un ente libertario, pero que no esté conducido por la FAI (…) Y nos vinimos de la FAI todos los grandes representantes de los gremios: Ramón Domínguez del estuco, Ernesto Miranda, Madrid de los ladrilleros y el que habla.”
[15]

3- El Sindicalismo Libertario


Existían dos organizaciones que reunían a la gran mayoría de los sindicalistas libertarios, la Agrupación Anarcosindicalista y el MSR.

Sobre la Agrupación Anarcosindicalista no pudimos recabar mayor información de su fundación o participantes, de hecho son nombrados muy pocas veces dentro de la prensa libertaria del momento. Tenemos certeza de su existencia gracias a algunos artículos que son firmados por esta agrupación. Además el militante libertario de la construcción Celso Poblete aparece como orador dentro de la conmemoración de los 20 años de la Revolución Española, a nombre de la Agrupación Anarcosindicalista.[16]

Por su parte, el Movimiento Sindicalista Revolucionario, surge a partir de la necesidad de aglutinar a los elementos sindicales para generar una acción común al interior de la CUT. Entre los personajes más destacados que integraban este movimiento se encontraba Ernesto Miranda, Héctor Duran, Ramón Domínguez, Augusto Zamora, entre otros; en su mayoría integrantes del gremio del cuero y calzado y de la construcción. El planteamiento fundamental de esta organización era, “…trasladar el tipo de administración socio-económica llevada a cabo en sus respectivos gremios, a niveles nacionales, en conjunto con las principales organizaciones industriales del país. Estableciéndose claramente los objetivos finalistas y revolucionarios en una central gremial que encauzara todo este proceso mediante una sólida declaración de principios.”[17]

El sindicalismo libertario durante los 50 tuvo una serie de congresos, en los cuales se planteaban las principales diferencias dentro de su seno. El 21, 22 y 23 de Agosto de 1954, se realiza el Congreso de Trabajadores Sindicalistas, auspiciado principalmente por los sindicalistas revolucionarios. A este congreso adhieren representantes de Arica, Iquique, Antofagasta, Coquimbo, Atacama, Valparaíso, Sn. Fernando, Talca, Chillan, Concepción, Temuco, Osorno y Magallanes. Entre estos se encuentran 70 presidentes de sindicatos, 15 dirigentes de federaciones, 6 dirigentes provinciales y nacionales de la CUT.[18] En este congreso se produce una fuerte pugna entre la FAI y el MSR.

Los temas más controvertidos del congreso giraron en torno a dos puntos, los cuales lograron enardecer los ánimos. El primero se refería al objetivo final de la lucha sindicalista que, para los más, se concentraba en la “toma del poder económico”; el segundo planteaba la conveniencia o inconveniencia de que los militantes anarquistas ejercieran cargos representativos en organismos estatales, por ejemplo en la caja de previsión.[19]

Durante el congreso la parte mayoritaria era representada por los sindicalistas revolucionarios y los demás trabajadores sindicalistas, y la minoritaria por los integrantes anarcosindicalistas de la FAI. Frente al primer punto en discusión, “El punto de vista de la minoría puede resumirse como sigue: el poder económico es inseparable del poder político necesario para defenderlo y consolidarlo. Quien dice poder económico dice por lo tanto dictadura o sea, imposición y violencia. Remplazar la expresión TOMA DEL PODER ECONÓMICO por TOMA DE LA ECONOMÍA, alternativa propuesta por los mayoritarios, no es sino un subterfugio (…) La ADMINISTRACIÓN DE LA ECONOMÍA, alternativa de los minoritarios, se refiere solo al manejo de cosas o al desempeño de funciones y excluye toda idea de gobierno de los hombres.”[20]

A pesar de estas marcadas diferencias, los trabajadores libertarios sabían que solo haciendo causa común al interior del sindicalismo libertario tenían la posibilidad de generar una posición antagónica a la que planteaba el marxismo y el social-cristianismo. Es así como en Julio de 1956 se hace un llamado a un Congreso Nacional del sindicalismo libertario, el cual serviría para estrechar filas y tomar firmes posiciones ante el capitalismo y la política demagógica.[21]La unidad del movimiento libertario, pese a las discrepancias, se aprecia en el hecho de que el congreso es convocado por la FAI, el MSR y la Agrupación Anarcosindicalista, quienes forman un comité pro-congreso, que tiene la misión de coordinar y estudiar la acción y las tácticas del futuro del movimiento, frente a la inflación capitalista, frente a la CUT y a la acción nefasta de los partidos políticos dentro del movimiento sindical del país, como así mismo frente a la persecución gubernamental basadas en leyes represivas.[22] La convocatoria al congreso planteaba lo siguiente: “…hacemos un llamado a lo mas profundo de las conciencias de los trabajadores de pensamiento libertario y simpatizantes del país, para que por sobre todas las cosas estrechen y cohesionen las filas de sus respectivas organizaciones (…), que marcara el principio de una era de mayor entendimiento entre los compañeros de Chile. (…) el momento es propicio para nuestra acción reparadora en todos los aspectos. La corrupción capitalista ya ha llegado a extremos inverosímiles, teniendo como un reflejo fatal el hambre y la miseria entre la clase trabajadora desorientada y traicionada por los partidos políticos llamados de clase (…) que el próximo congreso a realizarse sea todo un exponente del deseo y de la voluntad de todos los sindicalistas libertarios de Chile de fortalecer y engrandecer el movimiento para la consecución de nuestros fines revolucionarios y emancipadores. ¡Compañeros, manos a la obra!"[23]

Este afán unitario se da también luego del retiro de los anarcosindicalistas de la CUT, lo que provoca que el movimiento deba aunar posturas para no caer en el aislacionismo político, fortaleciendo la estrategia de posicionar el sindicalismo libre (de la tutela de los partidos políticos y el Estado) como un referente que uniera y representara a vastos sectores de la clase trabajadora. Es así, como los días 18, 19 y 20 de Noviembre de 1958, se efectúa la primera Conferencia Regional del Movimiento Anarcosindicalista, la cual contó con participantes de Santiago y de provincias.[24] En esta conferencia el movimiento adoptó una posición sindical, la cual se enmarcaba como la táctica a seguir luego de retirarse de la CUT y del intento fallido del Comité de Recuperación Sindical. En este congreso también se efectúa un análisis acabado de la realidad y del contexto que se estaba viviendo. La declaración luego de la conferencia plantea lo siguiente: “Que la organización sindical, siendo una herramienta de defensa de sus intereses inmediatos, es también una herramienta para su propia liberación; y por lo tanto la organización sindical debe ser la expresión social y revolucionaria de los trabajadores.

La Conferencia Regional del Anarcosindicalismo, acuerda:

No respaldar a ninguna de las dos directivas sindicales, CUT y recuperacionistas; y luchar desde el seno de los gremios, defendiendo su unidad interna, a través de una amplia campaña de divulgación de la finalidad revolucionaria y emancipadora del sindicalismo; para que sean los propios trabajadores quienes rectifiquen la desviación sindical, mediante la coordinación de las organizaciones que estén de acuerdo con estos postulados.”
[25]

Esta conferencia tiene la importancia de que se estructura una Dirección Nacional del movimiento que tenia la misión de dar pronto cumplimiento a la organización de las conferencias regionales del norte y del sur, como del próximo Congreso Nacional. Esta directiva quedó conformada por Juan segundo Montoya, Juan Barría, Pedro Nolasco Arratia, Ernesto Miranda, Edmundo Méndez, Celso Poblete y Samuel Vilches.[26]

En general, tanto la Agrupación Anarcosindicalista como el MSR buscaron a pesar de las diferencias tácticas, de privilegiar la unidad del sindicalismo libertario, lo cual era posible gracias a que compartían una cultura política libertaria, que les permitía afrontar de manera conjunta las coyunturas que se iban desarrollando. Si bien al interior del movimiento se producen grandes pugnas, con ataques de uno y otro lado a través de la prensa libertaria, al momento de enfrentarse a las demás tendencias políticas presentes al interior del movimiento obrero, los libertarios buscaban la unidad y la propaganda conjunta, con el fin de propagar las ideas libertarias de la mejor manera, al interior de la clase trabajadora.

4- Conclusión.

Uno de los grandes desafíos actuales del movimiento popular, es la búsqueda de las estrategias adecuadas para poder rearticularse y recuperar su capacidad de movilización. Por un lado la izquierda electoral mantiene su estrategia de crear una fuerza política capaz de entusiasmar a las masas, a través de un discurso de integración a la institucionalidad política, de profundización de la democracia y de justicia social; la cual no ha dado muchos resultados, aunque si se nota un repunte de su acción. Por otro lado la izquierda que sigue optando por la “vía revolucionaria” y por un cambio radical del orden capitalista, no ha sido capaz de instalar en el debate nacional una alternativa viable para lograr sus pretensiones, debido principalmente a la incapacidad de generar una plataforma de lucha que logre reunir a todos los sectores de intención revolucionaria.

Consideramos que es necesario instalar ciertas ideas-fuerza que permitan desarrollar dentro del movimiento popular, aspectos programáticos que sean construidos a partir de las reales necesidades de los sectores populares. Estas ideas-fuerza giran en torno a un proceso de socialización del poder político, y es aquí donde las ideas libertarias toman gran importancia. Es fundamental la esencia libertaria de la construcción política, para que las organizaciones y los partidos que se consideren revolucionarios, tengan como objetivo principal orientar, conducir y educar al movimiento popular, pero no como a una orquesta; las revoluciones las hacen las masas, el papel de las organizaciones políticas esta en orientar la construcción político-programática y dotarla de sustento teórico, si bien es irremplazable en el actual orden de cosas, debe apuntar a elevar los niveles de desarrollo de conciencia para que la implementación del poder popular sea real.

El estudio del movimiento libertario de los años 50 y su relación con el movimiento obrero, nos entregan una serie de elementos que creemos importantes rescatar, para contribuir a la búsqueda de estrategias revolucionarias para los desafíos del presente. Estos elementos serán rescatados en esta conclusión.

A diferencia de lo que postulan la mayoría de los historiadores que han estudiado el anarquismo chileno, los cuales nos hablan de un anarquismo reacio a la organización y sin proyecciones políticas, nuestra investigación pretende romper con este mito. El nivel de seriedad con que los libertarios enfrentaban sus congresos nacionales, dan cuenta del intento de dotar al movimiento de una línea programática común, con estrategias y tácticas que apunten a insertar las ideas libertarias dentro del movimiento obrero, para contrarrestar la hegemonía de los partidos políticos. Este elemento da cuenta de la existencia de un movimiento libertario organizado, con una cultura política libertaria común, con líneas programáticas comunes, con predominio de ideas societales, más que individualista; pero en donde al mismo tiempo, las diferentes corrientes libertarias tenían practicas políticas diferentes, sobre todo a nivel de tácticas, unas con mayor efectividad a nivel político que otras, pero que en definitiva son las que no permiten una acción ciento por ciento conjunta del anarquismo. Podríamos decir que tanto individualistas, como anarcosindicalistas, tienen como objetivo final la sociedad anárquica, pero que sus diferencias giran en torno a como encarar el movimiento y la revolución.

Si bien el movimiento libertario de la década del 50, no logró consolidar el proyecto de sociedad al cual aspiraba, quizás porque sus propuestas requerían altos grados de conciencia y organización, cuestiones que ni el pueblo ni ellos poseían aun, sí logró impregnar con sus principios, que son parte de una cultura política libertaria que se venia desarrollando desde principios del siglo XX, el ideario político del movimiento obrero chileno, sobre todo durante la primera mitad de la década del 50, poniendo de manifiesto una serie de elementos como: autonomía, combatividad, solidaridad y principalmente el énfasis en la gestión sindical basada en la acción directa.

El predominio de las tendencias unitarias al interior del movimiento libertario durante el periodo estudiado, las cuales empiezan a aflorar desde mediados de la década del 40, hacen que el anarquismo salga de la burbuja en que se encontraba luego de la acción de la dictadura de Ibáñez y logre insertarse nuevamente en las masas obreras, quizás no cuantitativamente, pero si en cuanto a la importancia que empiezan a tomar algunas ideas-fuerza del ideario anarquista lo que se materializa por ejemplo en la influencia del anarquismo en el Congreso Constituyente de la CUT. El movimiento libertario logró constituirse en una corriente más menos organizada y con algunos grados de peso social.

En síntesis, podemos concluir que el anarquismo se transformo en una alternativa de politización popular. Fue capaz de formular un discurso propio y supo articularse y organizarse con los sectores de intención revolucionaria que existían dentro del movimiento obrero y popular, siendo un gran aporte en la consolidación de la izquierda revolucionaria.

A nivel interno fue capaz de trazar algunas líneas programáticas comunes caracterizadas por el rechazo a la institucionalidad burguesa, por la negación del Estado y del sistema económico capitalista y por el impulso de la acción directa; elementos que en todo momento se intentó insertar en el ideario del movimiento popular de los 50.

Victor Venegas V.
Noviembre, 2008.




[1] Articulo extraído de Venegas Valdes Víctor, Anarquistas en el Chile de los 50. La política libertaria hacia la unidad revolucionaria. Universidad Arcis, Escuela de Historia y Ciencias Sociales, tesis para optar al titulo de Licenciado en Historia, Santiago, 2008.

[2] Para conocer mas sobre anarquismo en los años 50 recomendamos, Lagos Castillo, Antonio. El anarcosindicalismo en Chile durante la década de 1950. Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Universidad de Chile, Santiago 2001.

[3] Para conocer más sobre estas organizaciones políticas puede consultarse: Ortiz, Oscar. Los secretos de la prehistoria del MIR, en diario El Metropolitano, Santiago 15 Agosto 2000; Naranjo, Pedro; Ahumada, Mauricio; Garcés, Mario; Pinto, Julio. Miguel Enríquez y el proyecto revolucionario en Chile. Lom Ediciones. Santiago. 2004; Vitale, Luis. Contribución a la historia del MIR (1965-1970). Editorial Instituto de investigación de movimientos sociales Pedro Vuskovic.” Santiago. 1999; Vitale, Luis. De Marti a Chiapas, Balance de un siglo. Editorial Instituto de investigación de movimientos sociales Pedro Vuskovic.” Santiago. 1999

[4] Lagos Castillo, Antonio. Op. Cit. Pág. 83.

[5] Entrevista a Hugo Carter, en Lagos Castillo, Antonio. Op. Cit. Pág. 160.

[6] Entrevista a Jorge Orellana, en Lagos Castillo, Antonio. Op. Cit. Pág. 141.

[7] La FAI sección Chile desmiente el pacto político del Partido Socialista Popular con Anarquistas. Publicado en periódico El Libertario N°4, Santiago, Enero de 1955. Pág. 3

[8] Periódico El Libertario N°4, Santiago, Enero de 1955. Pág. 1.

[9] Periódico El Libertario N°2, Santiago, Agosto de 1954. Pág. 1.

[10] Periódico El Libertario N°5, Santiago, Mayo de 1955. Pág. 1

[11] Ibid. Pág. 1

[12] Ibid. Pág. 3

[13] Periódico El Libertario N°5, Santiago, Mayo de 1955. Pág. 1

[14] Periódico El Libertario N°6, Santiago, Julio de 1955. Pág. 5

[15] Entrevista a Jorge Orellana, en Lagos Castillo, Antonio. El anarcosindicalismo…Op. Cit. Pág. 141.

[16] Periódico El Libertario N°8, Santiago, Julio de 1956. Pág. 1.

[17] Lagos Castillo, Antonio. El anarcosindicalismo…Op. Cit. Pág. 77.

[18] Periódico El Libertario N°2, Santiago, Agosto de 1954. Pág. 5.

[19] El Congreso de Trabajadores Sindicalistas. Publicado en periódico El Libertario N°3, Santiago, Noviembre de 1954. Pág. 7.

[20] Id.

[21] El Sindicalismo Libertario del país ira a un Congreso Nacional. Publicado en periódico El Libertario N°8, Santiago, Julio de 1956. Pág. 7

[22] Id.

[23] Id.

[24] Posición sindical adopto Anarcosindicalismo en primera Conferencia Regional. Publicado en periódico El Andamio, Santiago, 26 de Noviembre de 1958

[25] Id.

[26] Id.

author by Gabriel Guzmánpublication date Mon May 14, 2018 10:31author address author phone Report this post to the editors

Hola, disculpa, estoy planeando hacer un trabajo de investigación relacionado a la influencia libertaria dentro de la CUT. Y mi duda es en donde puedo encontrar el periodo "El Libertario".

De ante mano, gracias.

Gabriel Guzmán

 
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Sat 20 Apr, 03:46

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Un fraternal saludo a todos los compañer@s: Somos Ediciones Espíritu Libertario de Santiago de Chile y a través de este deseamos informar que hemos editado recientemente el siguiente libro: "Mujeres y Prensa Anarquista en Chile (1897-1931), compilación realizada por Alejandra Pinto y Adriana Palomera. Salud y anarquia

imageReflexiones sobre veinte años de anarco-comunismo en Chile Jan 24 by José Antonio Gutiérrez D. 0 comments

El 29 de Noviembre de 1999 nacía en el local de la Federación de Trabajadores de la Construcción, Madera y Áridos (FETRACOMA), en la esquina de Almirante Latorre con Claudio Gay, Santiago de Chile, el Congreso de Unificación Anarco-Comunista (CUAC). Este era un intento desde el mundo libertario por dotar al mundo popular en Chile de una organización decididamente anarco-comunista para emprender transformaciones de fondo y de alcance revolucionario en el país. Veinte años después, en el local del Centro Social y Librería Proyección, en la calle San Francisco, algunos de los protagonistas de ese esfuerzo, junto con compañeros que de alguna manera son continuadores de esa tradición, nos reunimos a discutir y evaluar los aciertos y desaciertos, los alcances y falencias de esa experiencia.

imageLa organización anarco-comunista en Chile (4ª Parte): Acerca de la Organización Revolucionaria Anarq... Jul 01 by José Antonio Gutiérrez D. 0 comments

Estos documentos son parte de una serie de entregas a cuentagotas sobre los debates en torno a la organización anarco-comunista que marcaron el período clave para esta corriente en Chile entre 1999 y 2004, de los cuales ya hemos entregado tres: sobre la re-estructuración orgánica del Congreso de Unificación Anarco-Comunista, sobre el Proyecto de Reforma Orgánica de esta organización, y un debate más de fondo sobre su norte político. Con estos dos artículos que ahora damos a conocer como parte de la cuarta entrega de esta serie, damos un paso atrás y volvemos a los momentos de formación del Congreso de Unificación Anarco-Comunista y a las discusiones en torno al por qué de una organización política de los anarquistas. Estos dos artículos, llamados "Acerca de la Organización Revolucionaria Anarquista" (Primera y Segunda Partes) aparecieron originalmente publicados en la Revista Hombre y Sociedad (HyS). El primero, fue publicado en el No.10, Noviembre del 2000, y la segunda parte apareció en el No.13, Agosto del 2001. El primer documento, había sido escrito un año antes, en Octubre de 1999, de cara al Congreso de Unificación Anarco-Comunista que tuvo lugar en la sede sindical de FETRACOMA en la calle Almirante Latorre en el centro de Santiago de Chile el 27 y 28 de Noviembre de ese año. Ese documento fue mi contribución, escrita a título personal, para la discusión sobre organización política, que era el tema clave a discutir en ese Congreso. Ahí, perfilaba la necesidad de una organización política anarquista que se planteara el trabajo popular en el corto plazo, un programa específico de transformaciones a mediano plazo, y objetivos revolucionarios a largo plazo. Esta visión de la organizacion política, estaba en debate con otros modelos de organización que otros participantes llevaban en mente, como establecer una especie de "colectivo" ampliado, o una coordinadora de colectivos (que era la fórmula favorecida por la JA! -Jóvenes Anarquistas- de la Universidad Católica, que estuvieron en el proceso hasta aproximadamente Mayo del 2000, cuando optaron por seguir aparte como colectivo). También estaban en debate las formas específicas que adoptarían los núcleos locales de la organización (organización por frentes, que era lo que favorecíamos quienes veníamos del grupo alrededor de HyS, por comisiones que era favorecido por los militantes del Centro y Sur de Santiago, u organizaciones de carácter territorial, que era lo que planteaba el grupo que venía de Comunitancia, donde estaba Mario Celis, que se inspiraban en el municipalismo libertario de Murray Bookchin). Este articulo dejaba espacio abierto a las variaciones en las formas específicas que adoptaría la organización según las preferencias y las discusiones de los asistentes al Congreso. Sin embargo, era imprescindible para nosotros dejar en claro los principios fundamentales que debía adoptar la organización política -los principios contenidos tanto en la Plataforma del Grupo Dielo Trouda y el Manifiesto Comunista Libertario de Fontenis. Ese era para nosotros el debate central y crucial en ese momento. Cuando uno lee la primera parte del documento, no deja uno de pensar en el estado del movimiento en esa época que se debía discutir de temas tan básicos y de no pocas obviedades, que sin embargo, encendían acaloradas polémicas -como ser la disciplina básica de acatar las decisiones mayoritarias y los mecanismos de toma de decisiones colectivos. Un aspecto clave era para nosotros el mostrar que esto no era una "desviación" provinciana nuestra, sino que éramos parte de algo mucho más grande que estaba creciendo en todo el mundo: esa era la época de auge del "plataformismo", con organizaciones consolidadas en Italia, Irlanda y Francia, y organizaciones emergentes en Suiza, Europa del Este, Sudáfrica, Turquía, etc. Anclar nuestra apuesta organizativa en un movimiento emergente global y en una tradición histórica que hilaba momentos claves de las luchas revolucionarias del siglo XX: Rusia, España y la resistencia anti-fascista, reflejaba nuestra ambición de ser más que un colectivo y de tener raíces profundas en un país donde, salvo nuestro contacto con algunos veteranos del movimiento de décadas pasadas, se había perdido la linea de continuidad del anarquismo militante, existiendo un hiato de casi medio siglo. En el mismo número 10 de HyS, en otro artículo, haciendo una reseña del primer año de vida del C.U.A.C., aclaro esto que para nosotros se había convertido en algo fundamental: no éramos un grupúsculo, sino "un proyecto histórico (...) portador de la herencia legada por toda una vertiente del pensamiento socialista, por generaciones de luchadores y por las esperanzas de igualdad, libertad y fraternidad de todo un pueblo", con la "responsabilidad de situar todo este legado histórico en el presente y proyectarlo hacia el futuro". El segundo documento, fue escrito en el transcurso del 2001, cuando ya se comenzaban a definir las estructuras de la organización, "en torno a la asamblea general, instancia ejecutiva, y a los trabajos prácticos desarrollados por comisiones, áreas en las cuales quienes se encuentran desarrollando alguna experiencia social, pueden abrirla al resto de sus compañeros y trabajar por hacer presentes las líneas de la organziación, decididas por todos en las discusiones de la asamblea" ("Año I del Congreso de Unificación Anarco-Comunista, C.U.A.C., José Antonio Gutiérrez D., HyS No.10, Noviembre 2000). Sin embargo, para entonces nos empezaban a quedar claras las limitaciones tanto de una asamblea en paralelo a la inserción social de la organización, así como de comisiones que en la práctica, funcionaban como colectivos con escasa coordinación. Así, comenzábamos a explorar la necesidad de cualificar la organización y dejar de actuar como un colectivo grande. Buscando debates y referencias en la literatura anarquista clásica, con los cuales fundamentar ideas y posiciones en la discusión de cómo construir organización político-revolucionaria, cuál era su rol, etc. nos encontramos con un gran vacío en la literatura anarquista en cuanto a los fundamentos teóricos de la organización. Notábamos que se hablaba mucho de organización, pero se decía muy poco de cómo construirla, dándosela por sentado. Incluso en la misma "Plataforma" y en el "Manifiesto", se habla de los principios estructuradores de la organización, y de su finalidad, pero -pese a ser dos de los documentos en la tradición libertaria que más desarrollan el tema- no se habla demasiado de su fundamentación -por qué la organización, en que sustrato social se da, cómo interactúa con otras expresiones organizativas, cómo distinguir una organización político-revolucionaria de otras formas orgánicas, etc. En cierto sentido, sentíamos que abordar el tema era un complemento a las propuestas que se venian haciendo desde quienes plantaban la reorganización por Frentes, y los planteamientos de Mario Celis, quien hacía muchas contribuciones sobre la presencia y la inserción social de la organzación, pero tampoco podíamos dejar de lado la organización política. Así nació este documento: como un intento de dar mayor fundamento a la necesidad de la organización político-revolucionaria y entender mejor las bases clasistas en las cuales sustentábamos nuestro proyecto, como un sector específico de un pueblo necesariamente heterogéneo. Si los otros documentos que hacen parte de esta serie de entregas son mucho más contingentes y coyunturales, estos dos artículos forman parte de las ideas centrales que estábamos desarrollando en torno a la cuestión organizativa. Ambos documentos, aunque fueron escritos a título personal, reflejan, en mayor o menor medida, discusiones colectivas que estábamos desarrollando con compañeros en Puente Alto y La Florida, con compañeros que venían de distintas luchas y trayectorias durante todo el período de la llamada "transición democrática" (sic), y de compañeros con quiénes nos encontrábamos en espacios sindicales y estudiantiles. Estas reflexiones informaron muchas de las decisiones políticas que tomaríamos en el transcurso de ese año y que nos llevarían, como sector mayoritario del C.U.A.C., a replantearnos el relacionamiento de nuestra organización con el mundo popular y con las organizaciones sociales en las que actuábamos, en las que teníamos incidencia, y en las que comenzábamos a tener protagonismo e incluso dirigencia -principalmente en los sectores estudiantil y poblacional, pero con algunos intentos cada vez más serios en el plano sindical. Creo que muchas de estas reflexiones son importantísimas hoy, cuando, casi 20 años después de formado el C.U.A.C., el movimiento libertario en Chile ha logrado tener un acumulado de experiencias en luchas y organizaciones populares nada despreciable, pero los intentos de organización politica siguen siendo esquivos, cayéndose frecuentemente en la fragmentación, cuando no en desvaríos autoritarios. Retomar estas discusiones político-teóricas es un primer paso para replantear el debate y seguir con esta deuda pendiente que tenemos los anarco-comunistas criollos con la organización revolucionaria anarquista. José Antonio Gutiérrez D.
1 de Julio, 2019

imageHombre y Sociedad (segunda época) apaga diez velitas [2007] Apr 17 by José Antonio Gutiérrez D. 0 comments

Artículo que apareció originalmente en el número 21 (Primavera 2007) de la publicación comunista-anárquica chilena "Hombre y Sociedad" con motivo del décimo aniversario de esta importante revista, en el que se hace un recuento histórico de su surgimiento, de algunos aspectos del anarquismo en Chile en la década de 1980 y 1990, y una evaluación de su impacto.

imageLa organización anarco-comunista en Chile (3ª Parte): Proyecto para un Nuevo Norte Político al C.U.A... Nov 23 by Frente Estudiantil del C.U.A.C. 0 comments

Después de que comenzara a andar la Reforma Orgánica del C.U.A.C., en Mayo del 2002, las tensiones respecto al curso de la organización, que hasta ese momento habían sido subterráneas, estallaron abiertamente. La reforma orgánica había encontrado la oposición de un sector minoritario en la organización, y solamente fue aceptada de mala gana y a regañadientes por éste, haciendo todo lo posible por poner palos a la rueda y hacerla fracasar. Este sector, a la vez que respetaba formalmente -y sin gran entusiasmo- la nueva estructura, se había planteado como objetivo el lograr una convergencia con otros colectivos anarquistas para ganar en número, a la vez que se daba pie atrás al desarrollo cualitativo de la organización en esos meses. La convergencia con esos colectivos buscaba de alguna manera volver al C.U.A.C. antes de sus orígenes y dar por el traste a la organización en Frentes. Esta convergencia se buscó a través de la creación de un periódico conjunto, llamado "Página Negra" (cuyo primer número apareció en Agosto del 2002, y cuyo segundo y último número aparecería en Enero del 2003), el cual se fue comiendo al propio órgano de la organización, el "ALERTA" (del cual aparecieron cuatro números*). No hubo más trabajo en común que se compartiera aparte de esta publicación, que no fue capaz siquiera de desarrollar una línea editorial coherente.

A la vez que un sector buscaba la unidad con otros anarquistas en base a las afinidades (en circunstancias que uno de los objetivos que habíamos tenido cuando se fundó el C.U.A.C. había sido superar la política de los "grupos de afinidad" y plantearnos como organización político-revolucionaria), en espacios artificiales, desde algunos frentes, pero particularmente desde el estudiantil, estábamos empeñados en crear una política de unidad y convergencia con otros sectores ibertarios, pero asentado en la práctica, en el trabajo de base, en el desarrollo de los frentes como el espacio central de actividad de la organización. Al poco andar, fuimos llamando a esta política de convergencia orgánica "Unidad desde la lucha". Esta consigna se convirtió en el eje que concentró las tesis básicas que sosteníamos en torno a la creación de una organización político-revolucionaria anarco-comunista que tuviera inserción y presencia real en las luchas, y que en un período de reflujo como el que vivía Chile en ese momento (aunque tomábamos nota de todo lo que estaba ocurriendo en el "vecindario", sobre todo en Argentina, con quienes teníamos -y tenemos- sólidos vínculos, y con Bolivia y Perú también), que también pudiera ser una organización que impulsara las luchas y ayudara a dar ese salto cualitativo que creíamos que el pueblo podría dar en ese momento. Tardaría el pueblo aún unos años en dar los primeros pasos en su despertar, pero creemos que mucho del esfuerzo que pusimos en lo estudiantil, sindical y poblacional, fue un aporte muy valioso en este sentido.

El choque entre estas dos concepciones se dio abiertamente después de Septiembre, y hacia Noviembre, la organización estaba llena de maquinaciones intestinas, así como de amenazas de expulsiones proferidas en contra de todos nosotros por el sector que se había enquistado en la asamblea general y se negaba a la reforma. Cuando fue la asamblea de evaluación de la reforma, el 23 de Noviembre, la situación ya era insostenible, con la renuncia del tesorero, amenazas, y cuando se revelaron tentativas de quiebre de la organización. Esta tentativa buscó fortalecerse después, el 29 de Diciembre del 2002, en el Encuentro de Iniciativas Libertarias, organizado desde el espacio de "Página Negra", buscando hacer el quite a todas las estructuras formales que la organización venía trabajando. Esta tentativa no pasó del encuentro. Pero ya para entonces resultaba claro que había que dar un debate político de fondo, y esta comprensión fue la que pavimentó el camino al Congreso Programático de fines del 2003, momento en el cual el C.U.A.C. daría por finalizado un ciclo para convertirse en la Organización Comunista Libertaria de Chile (O.C.L.). En este momento, la crisis era irreversible y este documento, pensado y trabajado desde el Frente Estudiantil del C.U.A.C. en el contexto inmediatamente posterior al encuentro de Evaluación, y mientras se desarrolló el Encuentro de Iniciativas Libertarias, entre los meses de Diciembre y Febrero del 2002 y 2003, reflejó algunos aportes en esa dirección. A mí me tocó redactar el documento, pero sus argumentos fueron todos elaborados colectivamente en varias reuniones y el producto final fue discutido y pulido por todos y todas.

Creo que hubo muchos aportes en ese debate: la necesidad de asentar nuestra práctica en las luchas concretas, utilizar esa práctica como una escuela política, comenzar a pensar sobre qué significa la unidad popular y de los sectores libertarios, convertir nuestras inclinaciones ideológicas en propuestas políticas. Pero quizás el mayor aporte de este debate fue nuestra tentativa de armonizar la idea de una organización unitaria con el principio federativo del anarquismo. Viendo la deriva que posteriormente tendría la O.C.L. creemos que fracasamos en esa apuesta. Sin embargo, la riqueza del debate y las ideas que en ese entonces se defendieron como parte integral del proyecto anarco-comunista en Chile, siguen estando vigentes para la revitalización y el relanzamiento de un proyecto libertario, emancipador, profundamente anti-autoritario, que es tan necesario en un país en el cual el centralismo y el estatlismo son parte del ADN de una izquierda que no ha podido romper el cerco impuesto por el bloque en el poder en el marco de la post-dictadura. Por estas razones publicamos un documento que, hasta este momento, estaba inédito y que hoy, cuando ya ha corrido mucha agua bajo el puente y estamos comenzando a reflexionar de manera más serena pero no menos comprometida en esta trayectoria, puede aportar en la búsqueda de esa alternativa libertaria. José Antonio Gutiérrez D.
23 de Noviembre, 2015 *Aún cuando existieron otros órganos utilizados, como el boletín sindical "Despabila" y el boletín "Unidad". Todos vieron unos tres ó cuatro números cada uno. Sin ser órgano del C.U.A.C., pero muy cercana, editábamos también la revista "Hombre y Sociedad" que tenía una amplia circulación en varios puntos del país.

imageLa organización anarco-comunista en Chile (2ª Parte): Proyecto de Reforma Orgánica del C.U.A.C. (May... Nov 07 by Militantes del C.U.A.C. 0 comments

Cuando se formó el Congreso de Unifiación Anarco-Comunista a finales de 1999, teníamos la visión de pasar de los colectivos (casi todos contra-culturales) a una organización que pudiera converitr el pensamiento libertario en acción política al interior de las masas populares. Así como comprendíamos que el movimiento popular chileno debía re-pensarse y re-crearse, el movimiento libertario también tenía que pasar por el mismo proceso para poder cumplir su rol y aportar en este proceso de levantar nuevos referentes en la lucha por la transformación social en el Chile de la post-dictadura. Hacia finales del 2000 comenzamos a pensar cómo poder convertir nuestro entusiasmo revolucionario en una alternativa libertaria. El primer aporte escrito en esa dirección quedó plasmado en un documento elaborado por Mario Celis, que recogía las discusiones de la Comisión de Propaganda, titulado Reestructuración Orgánica del C.U.A.C. (Marzo 2001). Con esa base, aunque con diferencias metodológicas, comenzamos un proceso de organización en lo poblacional, lo estudiantil y lo sindical. Fue en el plano estudiantil donde, quizás, tuvimos los mayores avances y los que más se sostuvieron en el tiempo, aún cuando en los otros dos frentes tuvimos también importantes logros y ganamos en experiencia. Al poco andar, durante el 2001, comenzó a evidenciarse la inadecuación de las estructuras centrales de la organización en relación a lo que estaba ocurriendo en la "periferia", por así decirlo, del C.U.A.C. Por una parte, algunos frentes, sobre todo en el estudiantil, manteníamos importantes niveles de actividad, inserción y organización. Por otra parte, la estructura central de toma de decisiones, la Asamblea, no reflejaba adecuadamente estos cambios ni los trabajos de base que se realizaban. No todos en la organización tenían trabajo de base ni de inserción social, como lo llamábamos, pero desde el espacio de la Asamblea se podía obstaculizar los avances que estaba haciéndose desde la militancia de base. Al poco tiempo, se hicieron evidentes los peores vicios del asambleísmo: que las decisiones las toman los que tienen el tiempo y el aguante para agotar el debate hasta altas horas de la noche, los que pueden estar en todas las reuniones en el centro de la ciudad (las reuniones de la Asamblea, se realizaban en FETRACOMA, organización sindical que nos acogió y sin cuyo apoyo no habríamos podido existir, pero que estaba físicamente muy alejada de muchos de los espacios de militancia concretos que teníamos), y donde se perdía el impuslo y las propuestas de base. Era evidente que la estructura de la Asamblea, como se estaba dando, desgastaba en lugar de aportar a una organización que estaba en franca expansión. Entendíamos que era necesario conservar los elementos centrales de una apuesta asamblearia, fundada en la democracia directa, pero que había que descentralizar la organización, hacerla más dinámica para que respondiera mejor a las exigencias de la nueva fase a la que entraba la organización en pleno auge de la "inserción social". Debíamos, para este efecto, lograr complementar esta necesidad de la asamblea como un espacio abierto, horizontal, participativo de toma de decisiones, con uno de los principios base de nuestra tradición anarco-comunista, el Federalismo. Es así como, desde el Frente Estudiantil, comenzamos a dar debates para poder hacer una propuesta para la re-estructuración orgánica de la organización. Esto nosotros lo sentimos de manera muy fuerte a comienzos del 2002, cuando las tomas universitarias nos impidieron participar de la Asamblea y fue creciendo la distancia con los Frentes. Este debate fue hecho por partes, hasta que en Mayo del 2002 presentamos este documento titulado "Proyecto de Reforma Orgánica del C.U.A.C.". Este documento fue redactado en el Frente Estudiantil, pero en realidad, habían participado en él otros sectores de la organización, por eso no se presentó como documento de Frente. En él, después de un breve diagnóstico de la crisis de la organización, discutíamos algunas propuestas prácticas para dinamizar la organización y hacerla más adecuada para las exigencias de ese entonces. También adelantamos algunas de las observaciones que se venían haciendo en contra de esta reforma, que buscaba fundamentar la organización en sus frentes, descentralizar y hacer, así, una organización más afín al principio federativo anarquista. Siendo una respuesta de carácter fundamentalmente técnico, sabíamos que había una discusión política muy fuerte que se daría a raíz de esta tentativa de reforma. Así fue y finalmente, a partir de esta propuesta, es que comienza el proceso de polarización de posiciones que llevó finalmente a que un sector se escindiera y a que la organización diera un salto cualitativo durante el 2004, transformándose en lo que originalmente fue la Organización Comunista Libertaria (O.C.L.). José Antonio Gutiérrez D.
7 de Noviembre 2015

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imageNuevo Libro: Mujeres y Prensa Anarquista en Chile (1897-1931) Nov 09 2 comments

Un fraternal saludo a todos los compañer@s: Somos Ediciones Espíritu Libertario de Santiago de Chile y a través de este deseamos informar que hemos editado recientemente el siguiente libro: "Mujeres y Prensa Anarquista en Chile (1897-1931), compilación realizada por Alejandra Pinto y Adriana Palomera. Salud y anarquia

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