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Interrogantes de las Reformas Santistas

category venezuela / colombia | economía | non-anarchist press author Wednesday November 24, 2010 18:15author by ELN Report this post to the editors

Revista Insurrección No. 238 - 18 de octubre de 2.010
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La grave situación de la tenencia de la tierra, es parte nodal del conflicto social y Armado Colombiano. Es apenas natural, que la llamada “Ley de tierras” que impulsa el presidente Santos, despierte toda suerte de expectativas, no solo entre los políticos amigos y enemigos de ella, también entre agudos analistas políticos.

La posibilidad de recuperar las tierras que les fueron robadas, genera altas expectativas en las víctimas, porque la posibilidad de dicho retorno es, como dijo una de ellas, “volver a vivir”

Si bien lo anterior es cierto, el problema es tan grave que resolverlo va mucho más allá de promulgar una Ley, se requiere que en los hechos ella se cumpla.

El delicado asunto ha merecido importantes reflexiones que vale la pena profundizar y aportar nuevos elementos:

El afán de enriquecimiento voraz, propio del Capitalismo, en absoluto se ha modificado, esta realidad amenaza el éxito de dicha Ley porque esa fue la causa del robo de tierras, ¿quién garantiza entonces que ahora la ley tenga éxito?

Se ha dicho que el Ejército debe garantizar la seguridad a quienes se les devuelva la tierra y aquí salta la primera pregunta, ¿no fue a las fuerzas armadas a quienes se las corrompió, así como a los funcionarios públicos para que las tierras pasaran a otros dueños? Es bueno recordar que en el gobierno de Uribe se crearon las leyes 791 de 2002 y la 1182 de 2008 para legalizar el macabro ilícito. No solo macabro por el robo “legalizado”, sino por los asesinatos y desplazamiento de sus verdaderos dueños.

¿Si se piensa que el ejército vele por la seguridad de los verdaderos dueños de la tierra a los que se pretende hacer la devolución, no se está urdiendo un plan de militarización del campo, en zonas neurálgicas del país y darle nuevos ribetes al plan contrainsurgente?

La verdadera reparación de las víctimas, a quienes se les robó la tierra, se les causó muerte, despojo y desolación, no se logra solo con una porción de tierra, pues allí también se perdieron vidas, se truncaron historias, esperanzas y futuros individuales y colectivos. A parte de lo anterior, en muchas de esas tierras hoy se adelantan megaproyectos en sociedad con empresas transnacionales. ¿Será que esas tierras van a devolverse a sus legítimos dueños?

Tomar por separado los problemas nodales del conflicto, o abordar solo algunos, no conduce a soluciones de fondo; por eso el ELN coincide con algunos analistas al considerar que asumir el problema con profundidad requiere ir más allá, y esto implica comprometerse con un verdadero plan de Paz, eso sí sería una verdadera solución.

Claro, esto no es para pedírselo a un gobierno como el de Santos, que lejos de empeñarse en asuntos sociales de mayor calado, solo se limita a tímidas reformas.

Buscar por ejemplo, aumentar el pie de fuerza o sea la represión para contener los problemas de seguridad de Medellín que son auténticos problemas sociales nacidos de la marginalidad, el narcotráfico, la exclusión social, el desempleo, la carencia de vivienda digna, la imposibilidad de estudio para niños y jóvenes, es como buscar el ahogado rio arriba. Es otro capítulo parecido a lo que se hizo en el pasado, aliarse con los paramilitares para doblegar la lucha y resistencia de la población.

Erradicar los cultivos de uso ilícito por la vía violenta sin planes sociales que resuelvan los problemas y ver a los pobladores como delincuentes sin comprender que han llegado a dichos cultivos como manera de sobrevivir, es criminalizar una realidad social que prolongará el siclo de violencia.

Ilegalizar la pequeña minería familiar y de subsistencia para darle paso a la gran minería transnacional, es crear otro flanco de despojo y violencia mientras se entrega la riqueza que debe ser generadora de futuro de todos los colombianos.

Nuevas y huracanadas luchas se anuncian en el panorama social, allí debemos estar los luchadores populares y revolucionarios, para alentarlas y proyectarlas. El futuro de Colombia no se resuelve con tímidas reformas, se requieren luchas de verdaderos alcances sociales que avizoren un mañana de justicia, equidad social, democracia y soberanía. Eso solo lo logra el pueblo en decidida lucha y organización, donde a su fuerza arrolladora se sumen todos los sectores afectados por la voracidad capitalista neoliberal.

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