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La excusa de Albert Escusa

category venezuela / colombia | la izquierda | non-anarchist press author Friday May 06, 2011 06:29author by Neus Pérez-Vico

Me iba a acostar contenta por haber pegado muchos carteles esta noche, pero, entonces, ojeo la prensa y, qué ven mis ojos: el compañero A. Escusa nos deleita de nuevo con un profundo texto en el que, como es habitual en él, desentraña, sin el menor simplismo, todas las contradicciones de la rica y multipolar realidad.
http://www.kaosenlared.net/noticia/caso-joaquin-perez-b...havez

Así, nos enseña lo siguiente: si te parece mal que Chávez entregue a revolucionarios a Estados policiales para que los metan en la cárcel, eres de la CIA. ¿Por qué? Porque las dos opciones eran las siguientes: o Venezuela entregaba a Pérez Becerra a Colombia, o mañana mismo Colombia invadía Venezuela y se acababa la revolución bolivariana, instaurándose en Venezuela un régimen tan reaccionario como el colombiano. Por tanto, había que colaborar con el Estado colombiano para no acabar siendo como el Estado colombiano. ¡Muy lógico! Y, por supuesto, como suele suceder en los análisis de Escusa, no existía una tercera opción a la que agarrarse. ¡Triste mundo, cuando sólo puedes escoger entre Guatemala y Guatepeor!

¿Debemos poner nuestro orgullo revolucionario, nos inquiere Albert Escusa, por encima de la vida de los miles de niños negritos que morirán si no entregamos a Pérez Becerra a Colombia ahora mismo? ¿No es mucho mejor (sobre todo para el futuro de la humanidad en su lucha secular por liberarse de la opresión) rendirse, vivir de rodillas y permitir así que al menos esta revolución siga viva, antes que morir de pie?

No, compañeros, nos dice Escusa, excusando al gobierno bolivariano, porque, para cierta gente de izquierdas, besarle el culo al dogma es poco menos que una forma de vida, y la autocrítica, sencillamente, no existe. Esto es, nos dice Escusa, igual que cuando Lenin firmó la paz, saliendo de la I Guerra Mundial. Igualito, vamos. Porque, como todo el mundo sabe, salir de una guerra imperialista es igual que entregar a un revolucionario para que lo metan en la cárcel (no, qué digo: lo segundo es más de izquierdas todavía, qué carajo, aunque Cuba nunca lo hiciera en 50 años de Revolución y sobreviviera, a pesar de la imperiosa necesidad que, por lo visto, es de repente hacer eso).

Analogías históricas… sirven para casi todo. Porque es también obvio que la relación actual entre Venezuela y Colombia es igual de violenta que entre los países europeos de la I Guerra Mundial (no, qué digo: más, mucho más). Ya saben: ahí tenemos a las aguerridas tropas colombianas, nos dice Escusa, atrincheradas en la frontera venezolana, esperando con la escopeta cargada a la orden de algún militarte bogotano. “Como Chávez no nos entregue a Pérez Becerra, invadimos el país ahora mismo”. Que no nos falte de na. En suma, leyendo a Escusa asistimos, estupefactos, a la invención de realidades paralelas a ésta que todos estamos viviendo, en la cual Chávez y Santos, desgraciadamente, se llevan de maravilla y en la cual, por otra parte, la indeseable posibilidad de una intervención militar de esas características es prácticamente nula.

Por supuesto, si piensas lo contrario que Escusa eres un “occidental” que, desde su sillón de orejas, pontifica contra las revoluciones del mundo real. ¿Occidental? Ignoro si Albert Escusa habrá decidido dejarse un bigote en plan Fu Manchú, pero, hasta donde yo sé, su crítica (es un decir) es tan occidental como la mía. Pero entonces don Escusa de la Mancha (cuyo nivel, como rimaban los Chikos del Maíz, es tan insultante, que, al igual que el hidalgo de Cervantes, se ve obligado a pelear contra gigantes) desenfunda su piolet. ¡Faltaba más! Señores, esta polémica que estábamos viendo no trata en realidad sobre la actualidad latinoamericana, sino que, por arte de la magia de Escusa, constituye el enésimo remake de la infumable y eterna disputa-entre-Trotsky-y-Stalin. Que dios nos coja confesados. Escusa (orgulloso pioletario donde los haya) le hace un impagable favor al trotskismo (y lo sobredimensiona), cuando establece la siguiente ecuación: si no estás de acuerdo con entregar a revolucionarios a Estados policiales para que los metan en la cárcel, entonces eres un trosko.

También carga Escusa contra Dieterich, cuando, en realidad, ambos están de acuerdo en la disparada tesis de que China es sin duda un modelo encomiable de socialismo, en lugar de la brutal realidad turbo-capitalista que constituye hoy día para cualquiera que no desee vivir de espaldas a la realidad. Dieterich tendrá sus propias motivaciones, pero en el caso de otros la cosa está clara: el dogma es que hay que besarle el culo al dogma, o a la dirección del Partido Comunista Chino en este caso. De modo que, si nunca podemos criticarles porque somos acríticos (lo cual es un rasgo intrínseco a los besadores de posaderas), entonces jamás criticaremos ninguna decisión que tomen; y en cualquier estructura política habida o por haber, sin la debida vigilancia por parte de las masas, llegarán siempre a los puestos de dirección corruptos que deseen acumular prebendas. ¡Qué pena no poder idealizar al ser humano o dar culto a la persona, como tanto le gusta a algunos!

Por ese mismo motivo, Escusa decía hace unos meses que las propuestas de Pedro Campos para Cuba (cooperativización, socialismo descentralizado, etc.) eran en realidad calcadas a las de Milton Friedman (no repasen: han leído bien), pero no hace falta ser adivina para saber que no va a criticar, sin embargo, ni por un solo segundo las últimas decisiones del Partido Comunista Cubano, que tienen como declarado propósito la generación de un mercado interno en la isla, dejando en pañales y superando con creces por tanto el supuesto “neoliberalismo” de las propuestas de Campos. ¿Por qué estas dos varas de medir? ¿Tal vez por la anti-marxista percepción de las consignas (por ejemplo, de la consigna: “apoyo al gobierno revolucionario cubano”) como eternas, anti-dialécticas e inmutables realidades en el vacío?

En fin, que antes de acostarme esta noche, he aprendido dos cosas:

1) Que Chávez mañana mismo podría decidir la entrega de Albert Escusa a las cárceles y las torturas colombianas “para salvar la revolución”, y éste aceptaría encantado (qué digo: hasta presuroso), ya que, por lo visto, está dispuesto a asumir sin la menor crítica o queja semejante sacrificio “para defender la revolución”; y

2) Que nunca militaré en el mismo partido que Albert Escusa, porque, sinceramente, este tío me da miedo y sería capaz de entregarme a la policía sin pestañear, y lo peor es que encima escribiría un artículo en Kaos justificándolo también “por el bien de la revolución”.

Por último, quiero decirle una cosa a Albert Escusa: soy crítica con la revolución bolivariana porque dicha revolución existe y, al ser marxista, defiendo la máxima de Marx que nos conmina a efectuar una “crítica despiadada de todo lo existente”; soy crítica con la revolución bolivariana por el mismo motivo por el que Lenin fue crítico con el partido bolchevique (con Trotsky y Stalin, por ejemplo) cuando tuvo que serlo; y soy crítica con la revolución bolivariana (es decir, soy autocrítica) porque esa es la mejor manera que conozco de defender dicha revolución.

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