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Algunas rápidas consideraciones generales acerca de quienes somos y lo que hoy queremos

category argentina/uruguay/paraguay | movimiento anarquista | policy statement author Sunday October 30, 2011 22:15author by Federación Anarquista Uruguaya - FAU Report this post to the editors
Es desde la labor militante organizada, y sólo desde ella que puede promoverse coherentemente y con fuerza redoblada la creación, fortalecimiento y consolidación de las organizaciones populares de base, que constituyen los núcleos del poder popular revolucionario.

La organización política no es una cosa acabada, está sujeta a influencias diversas que van exigiendo adecuaciones. También es una instancia especial de aprendizaje en relación con las luchas sociales con las que articula su accionar.
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La visión que del anarquismo propugna la FAU se constituye en torno a una crítica de las relaciones de dominación en todas las esferas del quehacer social (políticas, económicas, jurídicas, militares, educacionales, culturales, etc.), crítica que se redefine permanentemente según la sociedad y el momento histórico concreto en que tiene lugar.

Al mismo tiempo es un proyecto de sociedad distinta basada en otras relaciones sociales y valores. En su accionar práctico, el anarquismo se destacó especialmente como parte de las luchas y realizaciones de un sector del movimiento obrero internacional. Fue activo también en diversas luchas reivindicativas y revolucionarias. Ejemplo de esto es la fuerte participación de militantes anarquistas en la Revolución Española. Lugar donde plasmó anarquismo real a nivel del funcionamiento global de regiones enteras. Experiencias sociales de envergadura merecen tener un estudio de funcionamiento más a fondo, comola Insurrección de los Campesinos de Ucrania, los levantes del Magonismo en México,la Junta de Aragón en la Revolución Española ya nombrada así como otros eventos de nuestra historia.

El proyecto revolucionario anarquista es consecuencia lógica de la crítica y de nuestras aspiraciones de una forma nueva de convivencia entre los seres humanos.

El anarquismo como crítica del capitalismo y de su estado que se presenta ficticiamente como poder separado y por encima de la sociedad, como crítica de la burguesía y de la burocracia, como crítica de la dominación y el autoritarismo deviene necesariamente en actitud de lucha y en las luchas sociales de las clases oprimidas encuentra su razón.

Nuestra crítica y nuestro proyecto no se agotan en el levantamiento, la protesta y la rebelión sino que maduran en un modelo de sociedad libertaria inconfundiblemente socialista, en una estrategia de ruptura revolucionaria y en un estilo militante combativo y de agitación permanente en dirección a las transformaciones sociales en gran escala. Este proyecto se canaliza a través de la organización revolucionaria específica y es por tanto, lucha organizada.

Entendemos una forma de relación en la sociedad, una relación que haga compatible lo individual en el marco de lo colectivo. Y al mismo tiempo, entendemos la libertad como basada en la responsabilidad y no en la coacción. Por ello entendemos el reino de la libertad como un responsable y permanente esfuerzo de trabajo, autodisciplina y conciencia. Con un posicionamiento individual donde la carga de valores agregados sea basada en la iniciativa, el autodidatismo, la participación y la necesaria agresividad política para implementar y defender las ideas y formas más socializadoras de la vida.

Realizar en términos sociales e históricos concretos los principios y valores fundamentales del pensamiento libertario, nos lleva de la mano al problema político: a la ruptura del sistema actual y creación de otro orden social.

En nuestra concepción no tiene, afirmemos que ese proceso debe ser ejercido y realizado desde los órganos reales y básicos de la sociedad que no debe ser monopolio del estado, pero que tampoco debe estar supeditado, dependiente, de partido político alguno. Debe basarse hoy en la producción de poder popular.

Es totalmente político porque lo que lo nuestra Organización plantea es un proceso que haga viable la más posible de las socializaciones en todas las esferas del quehacer colectivo. Una socialización que incluye los medios de producción, distribución, crédito e intercambio y al mismo tiempo, la socialización del poder político, de la educación, de la administración de justicia, de las organizaciones de defensa, de las fuentes del saber y la información. La supresión de la dominación en las diferentes esferas.

Este proyecto que es al mismo tiempo la supresión de toda estructura, mecanismo, dispositivo, al servicio de clases y/o grupos dominantes nos parece como el camino de concreción histórica de nuestros principios

Parala FAU reintegrar a la sociedad el poder político es sustituir al estado y al gobierno en sus funciones tutelares y habitualmente represivas. En su rol de “pieza” articulada a un sistema de dominación.

Es socializar los mecanismos de expresión y decisión que deben serle propios al pueblo (Comuna, sociedad) e ir abandonando los mecanismos de represión y coacción violenta en beneficio de relaciones de convivencia asentadas en la libertad responsable y el compromiso emanado de una real participación. Participación para producir todas las funciones que una sociedad necesita a la altura en que se encuentra su desarrollo.

En términos de realización libertaria esto quiere decir que el poder político asume la forma de una democracia directa, ejercida desde las instituciones de base y las instancias generales por donde tienen que pasar las decisiones fundamentales de ésta sociedad que las expresan. O sea, la instalación de un Poder Popular.

Por esto pensamos una democracia distinta a la meramente representativa. Por democracia directa pensamos en una nueva institucionalidad, donde no haya lugar a ningún género de privilegios, sean estos económicos, sociales o políticos. En una institucionalidad donde la revocabilidad de los miembros este inmediatamente asegurada y donde por lo tanto, no haya espacio a la habitual irresponsabilidad política que caracteriza a la democracia representativa, ni a la creación de esa casta que ya tanta gente llaman con desdén: “los políticos”.

Una práctica y una institucionalidad que debe reflejar el derecho y las obligaciones de todos los miembros de la sociedad. Su derecho a ser elegido y elector, y también su obligación a rendir cuentas en forma efectiva, práctica, cotidiana. Y esto debe ser válido tanto para las instancias más amplias de la globalidad social, como también para las instancias de base. De esta forma es que concebimos la democracia, como una construcción, un quehacer y una voluntad colectivas que no tienen límites en el tiempo. Nuestra visión política de la sociedad no es el fin de la historia ni la terminación de ciertos conflictos. Es su continuación en la forma más armónica, libre, justa y responsable posibles.

¿En que contexto debe desenvolverse nuestro proyecto político?. Nuestras aspiraciones están totalmente enfrentadas a una sociedad de seres disciplinados, pasivos, regimentados, uniformes y obedientes. Pero nuestro accionar político debe enfrentarse a situaciones históricas concretas en las que encontrará los efectos de siglos de dominación y la constitución, especialmente en los últimos tiempos, de conformación de muchos segmentos distintos de ideología, de colectivos sociales, emanados, principalmente, de la fragmentación y en consonancia con la etapa que hoy atraviesa el sistema.

El fracaso del socialismo que quería ser real, muestra una vez más que la utopía de la igualdad, de la libertad, de la justicia, de la participación efectiva, es el alimento necesario para la esperanza, una herramienta imprescindible en la lucha de liberación.

La humanidad no ha vivido ni vivirá sin esperanzas. Es cierto que el escepticismo parece invadir algunas zonas del mundo, que el hedonismo individualista pretende erigirse en creencia. Pero frente a los sistemas cerrados, despóticos, autoritarios, sembradores de miseria y desesperanza, reaparece una y otra vez, con distintas formas, la resistencia.

Fácticamente tenemos que entre las clases oprimidas existe una situación y una condición común que puede hacer posibles solidaridades y proyectos que desbordan los particularismos, también las fronteras nacionales y culturales. Al mismo tiempo tenemos la existencia de particularismos que actúan como elementos enriquecedores de la realidad social y que establecen mayor complejidad para la acción conjunta. Con esto solo queda enunciado un tema, que esta diversidad tiene que hacer causa común, generar grados de lucha común para constituirse como fuerza de cambio.

La acción directa. El método de actuación político-social preconizado por el movimiento anarquista ha sido y es la acción directa. Si bien la acción directa es automáticamente relacionada con el empleo de formas violentas de resistencia y lucha, el concepto engloba una mayor riqueza de contenido. Fundamentalmente se trata de hacer prevalecer el protagonismo de las organizaciones populares, bregando por la menor mediación posible y asegurando que la necesaria mediación no implique el surgimiento de centros de decisión separados de los interesados. En ese sentido, la acción directa es la consecuencia lógica de nuestros objetivos finales. Puesto que la gestión directa de las diversas ramas del quehacer social es la meta. En rigor y coherencia sólo la acción directa puede ser la metodología que se corresponda con ese objetivo. En tal sentido, la acción directa es el complemento de la democracia directa a la que anteriormente hacíamos referencia.

Los trabajadores y otros sectores oprimidos en la medida que aumenten las posibilidades de una práctica de la acción directa y de la democracia directa, pueden asumir responsablemente la defensa de sus intereses y adquieren la capacidad necesaria para fortalecer su posibilidad de decisión, maduran en la medida en que se hacen cargo de sus aciertos y sus errores asumiéndolos como propios y evitando subordinarse a planteos externos y ajenos que los colocan en situación subalterna.

Los métodos de acción directa deben englobar todos los ámbitos de quehacer social, político, ideológico, cultural, económico, etc. que constituyen la capilaridad y el conjunto de todo el cuerpo social.

Proceso de poder popular. Si las organizaciones populares de base son constreñidas al papel de auditorio pasivo y de testigo mudo de las iniciativas ajenas, si se establece una diferenciación artificial entre “cuadros” capaces de tomar decisión y “masas” encargadas de la ejecución, bien poco podrá esperarse de esas mismas “masas” a las que se invoca.

La gestación de una conciencia y una voluntad protagónica es una exigencia prioritaria en la medida en que apunta a subvertir las raíces ideológicas y prácticas que la burguesía se ha preocupado escrupulosamente de inculcar a los sectores oprimidos, que por esta vía aceptan como algo “natural” su dominación. El embrutecimiento, la indiferencia, la pasividad, el sentimiento de inferioridad, el fatalismo y la obediencia ciega, que el capitalismo administra y estimula con mentalidad empresarial, son cuestionados en la acción cuando esta nace como la expresión y el reflejo de una voluntad colectiva ejercitada y manifiesta. Produciendo otra cultura desde los mecanismos de autogestión y la resistencia.

La práctica política propiamente dicha. Los puntos desarrollados anteriormente constituyen un rico núcleo metodológico y una guía no desdeñable para la acción revolucionaria. Sin embargo son en sí mismos insuficientes para dar respuestas acabadas en cada momento concreto. Tanto para la acción desde las organizaciones populares de base pero sobre todo para aquella que es propia de la organización específica de los anarquistas, es necesario introducir y desarrollar más el concepto de práctica política.

Para nosotros práctica política es toda actividad que tenga por objeto la relación de los explotados y oprimidos con los organismos del poder político, el Estado, el gobierno y sus distintas expresiones. Práctica política es el enfrentamiento con el gobierno como expresión del poder impuesto, la defensa y la ampliación de las libertades públicas e individuales, la capacidad de propuestas que atañen al interés general de la población o a aspectos parciales del mismo. Y práctica política es también la insurrección como instancia de cuestionamiento violento a una situación que queremos cambiar. Práctica política son las propuestas que recogiendo los reclamos populares enfrenten los organismos del poder dominante, presentan soluciones a temas generales y concretos y obligan a aquellos organismos de poder a adoptarlas y hacerlas válidas para el conjunto de la sociedad. Así, por ejemplo, las movilizaciones que amplíen derechos populares. Por supuesto que estas conquistas logradas desde una fuerza social sólo se pueden mantener y ampliar si se cuenta con la fuerza social correspondiente.

En todo ese campo político debemos estar presentes, porque es esa presencia la que nos justifica, día a día, como Organización Política. Porque el rol de una Organización Política no es ni puede ser la de un cenáculo de reflexión o meditación ideológica, de doctrinarismo. Sólo nuestra participación en el drama cotidiano del pueblo justifica nuestra existencia.

Así como hay prácticas políticas reaccionarias, conservadoras, liberales, reformistas, debe haber una práctica política revolucionaria asentada en otras bases.. Y es la presencia en el quehacer político, permanente, con un perfil revolucionario o combativo la que permite ir acumulando las necesarias fuerzas capaces de nutrir un proceso de ruptura.

Un segundo e importante aspecto designado por la práctica política es el que tiene que ver con el análisis concreto de coyunturas políticas concretas y fundamentalmente con lo que de este se deduce, es decir: la relación, disposición y orientaciones de las principales fuerzas en pugna, las líneas fundamentales de agitación en cada etapa y, por lo tanto, los centros fundamentales de accionar de nuestra organización.

Pretendemos ser una expresión política de los intereses de las clases dominadas: oprimidas y explotadas, y se ubica al servicio de las mismas, aspira a ser un pequeño motor de las luchas sociales.

Nuestra visión de la Organización Política es contraria a las distintas formas de “vanguardismo”, de “depositores de la conciencia” en fin, de grupos auto-elegidos. La Organización, manteniendo y promoviendo el espíritu de revuelta, asume como propias todas las exigencias presentes y futuras de un proceso revolucionario. Es desde la labor militante organizada, y sólo desde ella que puede promoverse coherentemente y con fuerza redoblada la creación, fortalecimiento y consolidación de las organizaciones populares de base, que constituyen los núcleos del poder popular revolucionario.

La organización política no es una cosa acabada, está sujeta a influencias diversas que van exigiendo adecuaciones. También es una instancia especial de aprendizaje en relación con las luchas sociales con las que articula su accionar.

Federación Anarquista Uruguaya

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