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El eco cacerolero de las patronales (mediáticas y no tanto)

category argentina/uruguay/paraguay | miscellaneous | opinión / análisis author Sunday November 11, 2012 02:10author by Bandera Negraauthor email bandera.negra.estudiantil at gmail dot com Report this post to the editors

Una vez mas la derecha busca ganar las calles, esta vez bajo la chapa llamada “8N”, lo cual demuestra también la necesidad de los sectores de poder burgués que intentan emular las cacerolas del 13 de septiembre, pero en una forma un poco más canalizada. Las consignas agitadas para esta convocatoria van de la mano con la crítica a cualquier medida de “reparación social” que haya tomado el gobierno kichnerista, más por odio de clase que por lo que esas medidas han tocado el bolsillo de los sectores más acomodados de la economía, o simplemente las clases medias que en los últimos años no la pasan tan mal. En todo caso, lo que desde Bandera Negra entendemos es que, en momentos como este, la izquierda y los revolucionarios no podemos vacilar a la hora de elegir de qué lado de la calle quedar.
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Lo primero para entender de este fenómeno es la salida por derecha que estos sectores sociales hoy movilizados buscan catalizar, ya sea mediante partidos explícitamente de derecha (como el PRO), o tratando de correr a los sectores del peronismo a una alianza conservadora y reaccionaria. Dado que la dirigencia tradicional de estas fracciones de la sociedad (empresariado puro y duro, clase media cuentapropistas, empleados de cuello blanco, etc) se encuentra en una disgregación cada vez más profunda, salen a ganar la calle tratando de aglutinarse o de espabilar a su dirigencia. Considerando esto y los reacomodamientos que han tenido los sectores de poder -cuyo aglutinante es, en gran medida, una crítica pro burguesa al gobierno actual- es necesario comprender la peligrosidad derechista que pueden alcanzar los reclamos vertidos en este 8 de noviembre en términos de armado electoral y en términos de constitución de un bloque de poder.

A los sectores de la burguesía que hoy vieron una expresión callejera de sus intereses y los aparatos medíaticos demuestran que aún conservan su capacidad para influir en el humor de vastos sectores sociales urbanos. A esto se le añade la posibilidad de que estas fuerzas encuentren una expresión dirigencial en una parte de la estructura del PJ más el poder de fuego sindical que puede sumársele con el peor sindicalismo burocrata de los ‘90 -Barrionuevo y Venegas- junto con los sectores Moyanistas.

Todos estos factores hacen que desde los sectores combativos y revolucionarios se deba rechazar asiduamente estos llamados “reclamos” (por no decir consignas tradicionales de la derecha burguesa), y saber cómo enfrentar a la derecha cuando es que busca alcanzar expresión masiva y callejera.

Un punto interesante son los fetiches pretendidamente desideologizados a través de los cuales la derecha mediática pretende presentar la cuestión, como la cacerola o las “redes sociales”. La agitación de la movilización tiene tanta forma marquetinera y superficial como lo tiene el llamado su predecesor: el 7D. Si el 7D, es el día que la AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) ejecutará judicialmente el artículo 161 de la Ley de Medios que pretende la desinversión, los grupos de medios que se verán mas afectados por esta parte de la ley -Clarín y su primo La Nación-, son los que fogonearon el 8N a fin de conseguir una legitimidad en contra del gobierno para evitar que la desinversión se les aplique y de paso aprovechar el agite de las “masas” acomodadas para pegarle al gobierno.

Más allá de lo que implique la desinversión, probadamente no multiplicará voces. Los empresarios amigos del kirchnerismo giraron sus licencias a otros empresarios afines para adecuarse a la nueva ley y el gobierno otorgó licencias arbitrariamente saltándose la mismísima ley que aprobó. Ejemplo de esto es el canal digital para la UOCRA y C5N, o las licencias de radio en el conurbano para las organizaciones afínes al oficialismo. De hecho, la aceptación de los términos que propone el kirchnerismo caracterizando a estos grupos de medios como “monopólicos” o “hegemónicos” desde una posición de izquierda, hoy en día también son bastante discutibles para pensar la cuestión si se tienen en cuenta los conglomerados de medios que el kirchnerismo construyó en su entorno (con empresarios como Aníbal López, Segio Spolzki, Rudy Ulloa, Matías Garfunkel, Raúl Moneta, etc, etc).

Por la misma razón que desde una perspectiva de lucha desde el pueblo oprimido y explotado que no hay razón para sostener el 7D, también hay que repudiar a los sectores sociales que salen a la calle pidiendo una salida por derecha, incluso el modo en que esa salida se recuesta sobre las mismas críticas que sostiene una parte de la burguesía concentrada a través de sus medios orgánicos (como Clarín y La Nación).

Párrafo aparte merecen los posicionamientos que ven en la movilización de este 8 de noviembre “reclamos democráticos”, “agitación ciudadana”, o peor aún “pueblo”, desde una posición supuestamente progresista o de izquierda. Es difícil distinguir si se trata de una miopía política, que les impide ver que los sectores sociales movilizados además de plegarse a la convocatoria mediática también sostienen tradicionales reclamos apuntados a castigar aún mas a los oprimidos y explotados, como “más policía en la calle”, que no se toque la rentabilidad empresaria, o que los trabajadores no interfieran el tránsito vehicular. O bien puede tratarse de simple miserabilidad, tratando de capitalizar algo de la agitación para el rancho propio, sin considerar cuál es el sector y qué es lo que está reclamando. En cualquier caso, tales posturas plantean fuertes contradicciones, sobretodo cuando emanan desde agrupamientos o partidos que se pretenden “socialistas”, “de izquierda”, o “al servicio de los trabajadores”. Desde ya que quedan excluidos de estos comentarios sectores políticos reformistas que hace tiempo cruzaron la raya de la funcionalidad al capital como Libres del Sur y el FAP.

Debemos entender que el simple hecho de que haya manifestaciones callejeras, no las hacen ni más populares ni legítimas por sí mismas. Cuando ocupamos las calles contra el gobierno, lo hacemos por pan, vivienda, tierra, trabajo, salud y educación. Nos manifestamos contra el gatillo fácil, la represión, la flexibilización laboral, el trabajo en negro. Salimos a bancar la toma del Parque Indoamericano, a resistir la represión contra los docentes de Santa Cruz, de Kraft, y del Hospital Francés. Nos oponemos a que el gobierno vote las leyes de la UIA (como la última ley propatronal de ART), a que la crisis energética nos haya dejado sin luz durante toda la noche del miércoles y parte del día jueves. Salimos a pedir justicia por Mariano Ferreyra, por la aparición de Luciano Arruga, Julio López, Luciano González, Silvia Suppo. Esas son las luchas que nosotros acompañamos, y esa es la perspectiva que le damos a los reclamos de nuestro pueblo.

Desde Bandera Negra, volvemos a expresarnos como una alternativa independiente del gobierno, pero también de la oposición patronal. Por eso, no fuimos al 8N, y llamamos a seguir movilizándonos en nuestros lugares de trabajo, de estudio, de vivienda, para enfrentar el ajuste del gobierno u sus políticas pro patronales. Por una salida del pueblo organizado, desde abajo y a la izquierda.

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