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Una lectura libertaria de América Latina hoy

category internacional | la izquierda | opinión / análisis author Friday January 25, 2013 07:22author by Manu García Report this post to the editors

Los procesos que se están dando en otros países latinoamericanos hay que analizarlos siendo capaces de reconocer los espacios que abren, de visualizar sus límites y de calibrar lo que tienen de aplicable, y lo que no, a nuestra realidad nacional. Parafraseando a Mariátegui, no se trata de imitar, sino de construir creativamente un camino propio hacia el socialismo.
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En la última década se ha modificado sustancialmente el mapa político de la región. Los factores principales han sido:

-La irrupción destituyente-constituyente de movimientos populares que no sólo fueron capaces de marcar agenda y de voltear gobiernos, sino que, con mayor o menor intensidad y éxito, consiguieron dotarse de herramientas para luchar por sus programas y desarrollaron voluntad de poder político.

-Los nuevos equilibrios geopolíticos, con el deterioro de la hegemonía global norteamericana, la crisis europea y la aspiración de Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica (las llamadas potencias emergentes o BRICS) de ocupar un papel cada vez más importante en la toma de decisiones a nivel mundial, consonante con su creciente peso demográfico, económico y, de a poco, también militar.

Ante la pérdida de hegemonía en lo que ha tendido a considerar su “patio trasero”, los Estados Unidos están haciendo movimientos para recuperar terreno. La búsqueda de los espacios perdidos va ligada a la lucha por socavar la soberanía alcanzada y por reimpulsar la ortodoxia neoliberal. Los “golpes de Estado blandos” en Haití, Honduras y Paraguay, y su apoyo abierto a la oposición de derecha en Venezuela, Ecuador o Bolivia van en esa línea. En Chile ha jugado durante todos estos años a caballo ganador, con la Dictadura, la Concertación y ahora la Alianza abriéndole de par en par las puertas para su imperialismo financiero, comercial y militar.

Latinoamérica sigue teniendo economías fundamentalmente primario-exportadoras, y por la demanda de commodities de los BRICS está capeando la recesión y creciendo a buen ritmo. El cambio de correlación de fuerzas por la irrupción plebeya en la política ha hecho que esos recursos se hayan distribuido de una manera menos desigual que en el pasado. Sin embargo, los gobiernos progresistas no han avanzado en la resolución del problema de la dependencia y cuentan con pocos estímulos para hacerlo debido al buen desempeño de las materias primas en el mercado mundial.

El hecho de que las inversiones y el comercio internacional estén hoy más diversificadas no obsta para reconocer que las relaciones que se están estableciendo con las potencias emergentes distan bastante de ser de tú a tú y siguen caracterizadas en general por el intercambio desigual, limitándose los países de la región a exportar elementos con poco valor agregado e importando mercancías procesadas, bienes industriales y tecnología punta. Tampoco ha habido cambios sustanciales en los sistemas de propiedad: reversión de privatizaciones, control obrero y cogestión productiva, creación de redes de comercio alternativas o reformas agrarias de calado.

La experiencia más interesante es la de Venezuela, que a la par que ha aprovechado el escenario de altos precios del petróleo para aumentar su nivel de recaudación (invirtiendo en exploración, extracción y refinamiento, fortaleciendo la corporación estatal y aumentando las regalías a las transnacionales del sector), no se ha limitado a una mejor distribución del ingreso entre las capas más empobrecidas y excluidas de la sociedad (como han hecho otros gobiernos del ALBA), sino que también está impulsando iniciativas para diversificar su matriz económica, con el objetivo de pasar de una economía rentista a un país productivo y diversificado. Las inversiones en obra pública, en construcción residencial y la apuesta por la reducción de la dependencia alimentaria son hitos importantes en este camino. También está apostando a generar nuevas relaciones sociales y un ordenamiento jurídico distinto fomentando órganos de poder popular tanto comunitario como económico.

¿Y Chile?

La contracara de la tendencia continental a ganar soberanía y desarrollar políticas inclusivas y reductoras de la brecha social es precisamente nuestro país. Y es que seguimos a la cabeza de las economías OCDE en cuanto a desigualdad en la renta, segregación educativa, falta de servicios públicos y tasas de pobreza. Los ingresos generados por los altísimos precios del cobre no han ido a parar a obras de infraestructura en beneficio de los chilenos, tampoco a desarrollar el aparato productivo nacional, ni siquiera han servido para crear un amplio mercado interno (el aumento del consumo en los últimos años ha sido vía endeudamiento privado). Han ido a los bolsillos de los grandes accionistas de las multinacionales y de la oligarquía chilena. Más ingreso y más concentrado en unas pocas manos, ese es el resumen de la situación.

En este escenario, para conseguir justicia social, no hay otro camino que profundizar en la vía de la organización de masas y en su politización, incidiendo en la necesidad tanto de luchar por soberanía popular sobre los recursos naturales y demás sectores estratégicos de la economía como de levantar una alternativa política capaz de conseguirlo, disputándoles la hegemonía a las fuerzas que durante 20 años han administrado un modelo político y económico al servicio de los más ricos y de los inversores extranjeros.

Sobre los modos de avanzar en esta vía, los países hermanos del continente nos ofrecen estimulantes señales, que debemos observar con atención sin por ello imitarlas acríticamente, y es que, claramente, factores gravitantes en otros países, como la doctrina ideológica y extracción social de la oficialidad de las Fuerzas Armadas venezolanas, el componente campesino e indígena en Bolivia o la inestabilidad de la institucionalidad ecuatoriana y de su sistema de partidos son diferentes en Chile, donde en cambio sí están presentes otros elementos a tener muy en cuenta.

Los procesos que se están dando en otros países latinoamericanos hay que analizarlos siendo capaces de reconocer los espacios que abren, de visualizar sus límites y de calibrar lo que tienen de aplicable, y lo que no, a nuestra realidad nacional. Parafraseando a Mariátegui, no se trata de imitar, sino de construir creativamente un camino propio hacia el socialismo.

Manu García

Publicado en el número 14 del periódico "Solidaridad"

Related Link: http://periodico-solidaridad.blogspot.com/
author by Anicetopublication date Wed Feb 13, 2013 06:54author address author phone Report this post to the editors

Este es un tema que debemos debatir dentro de los libertarios en Chile. Siendo un tabú por varios años, ahora tenemos que ver cómo será nuestra relación con la institucionalidad, cómo nos posicionamos ante ella y evaluar si es posible o necesario utilizar ciertos espacios para impulsar cambios necesarios para el avance del movimiento popular con posibilidades de desencadenar en un proceso revolucionario. A su vez, tenemos que ver la forma de ampliar nuestra capacidad de difundir nuestra propuesta en el pueblo, resolver de qué forma construimos un movimiento clasista y libertario amplio, contagiando al mundo popular con los ideales de socialismo y libertad. Si bien sabemos que el eje principal es el trabajo cotidiano, del día a día, debemos resolver estos asuntos para impulsar una política libertaria acorde al actual momento.

 
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