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¿Y después del paro cafetero, qué?

category venezuela / colombia | economía | opinión / análisis author Wednesday March 13, 2013 02:07author by Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular - CILEP Report this post to the editors

“Sueña Antonio con que la tierra que trabaja le pertenece, sueña que su sudor es pagado con justicia y verdad, sueña que hay escuela para curar la ignorancia y medicina para espantar la muerte, sueña que su casa se ilumina y su mesa se llena, sueña que su tierra es libre y que es razón de su gente gobernar y gobernarse, sueña que está en paz consigo mismo y con el mundo. Sueña que debe luchar para tener ese sueño, sueña que debe haber muerte para que haya vida.
Sueña Antonio y despierta…
Ahora sabe qué hacer y ve a su mujer en cuclillas atizar el fogón, oye a su hijo llorar, mira el sol saludando al oriente y afila su machete mientras sonríe. Un viento se levanta y todo lo revuelve, él se levanta y camina a encontrarse con otros. Algo le ha dicho que su deseo es deseo de muchos y va a buscarlos.

Sueña el virrey con que su tierra se agita por un viento terrible que todo lo levanta, sueña con que lo que robó le es quitado, sueña que su casa es destruida y que el reino que gobernó se derrumba. Sueña y no duerme.

El virrey va donde los señores feudales y éstos le dicen que sueñan lo mismo. El virrey no descansa, va con sus médicos y entre todos deciden que es brujería india y entre todos deciden que sólo con sangre se liberará de ese hechizo y el virrey manda a matar y encarcelar y construye más cárceles y cuarteles y el sueño sigue desvelándolo.

En este país todos sueñan. Ya llega la hora de despertar…”


(Corporación Social para la Asesoría y Capacitación Comunitaria, “El Capitalismo Verde. Otra cara de un mismo modelo”)
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Después de dos días de negociaciones entre el gobierno y las y los cafeteros se dio por terminado un paro que tuvo una duración de 12 días. El vicepresidente de Colombia Angelino Garzón en el momento de dar inicio a las negociaciones afirmó que ya era hora de que los cafeteros cedieran y dejaran de ‘regatear’ puesto que pedían un subsidio de $175.000 pesos por carga (125 kilos) de café mientras que el gobierno había puesto un tope máximo de $130.000.

Según Garzón –quien además gana más de 16 millones de pesos al mes- los campesinos cafeteros quienes ganan en su mayoría menos de un salario mínimo mensual “piden más que deme” y la manera como las noticias han sido presentadas en los medios masivos de comunicación han mostrado los hechos de forma tal que el gobierno parece ser benevolente al haber propuesto aumentar el subsidio que recibían los cafeteros en un 92% de tal manera que pasarían de recibir 60.000 a 115.000 por cada carga producida.
Presentar las noticias en esos términos es peor que no decir nada pues implícitamente se nos está mostrando la “buena voluntad” del gobierno al punto de subir sus subsidios a los cafeteros en un porcentaje que resulta “altísimo” si no se piensa en relación con lo que eso realmente representa para los cafeteros.

Sin embargo, según datos del mismo Ministerio de Hacienda los cultivadores recibirían 636.000 pesos por carga mientras que el costo de producirla es de 650.000 ¿qué hay de absurdo en mantener el paro y continuar exigiendo las peticiones más que justas por parte de los cafeteros?

Pues no, además de pretender mostrar el subsidio ofrecido como una especie de premio, se hicieron señalamientos permanentes para deslegitimar la lucha de las y los cafeteros que van desde asegurar la infiltración de las FARC en el movimiento hasta establecer comparaciones según las cuales el tipo de subsidio que el gobierno está ofreciendo a los cafeteros equivale a llevar el programa Familias en Acción a 700.000 nuevas familias . Ya ha dicho Juan Manuel Santos en varias ocasiones que, si aceptara las exigencias hechas por los cafeteros sería desconsiderado de su parte pues implicaría recortar el presupuesto de los programas sociales del Estado; por su parte el Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas afirmó que los cafeteros son “intransigentes” por no haber aceptado el subsidio ofrecido por el gobierno en primera instancia, es decir, ahora resulta que la gente pobre será víctima de los caficultores y el gobierno está de hecho defendiendo los intereses de la mayoría al no ceder ante ellos.

Claro, lo que nos dicen es que los cafeteros serían responsables del daño social que generaría recortar un programa como Familias en Acción ¿por qué no comparan los medios y el gobierno el costo de subsidiar a los cafeteros con el gasto militar del país? Recordemos que Familias en Acción es un programa estatal que nació con el Plan Colombia durante el gobierno de Andrés Pastrana y que consiste en la entrega condicionada de una transferencia económica irrisoria con la que se supone que se aumenta el ingreso de una familia y se “mejora” su calidad de vida.

Una política que prolonga la situación de miseria de la mayoría de la población y que no hace absolutamente nada por redistribuir la riqueza o cambiar las condiciones materiales de existencia de las miles de personas que viven en la pobreza en este país pero que muestra una mirada condescendiente del Estado hacia la población y que resulta útil para evitar que la gente se movilice contra un gobierno que “se esfuerza por ayudarles”.

Pero mientras por una parte se estaba llevando a cabo la lucha cafetera, el presidente Juan Manuel Santos se reunía con el primer ministro de Nueva Zelanda y se enorgullecía de decir que en la región, Colombia es el país donde más crece la inversión extranjera directa y que lo está proyectando para ser una “despensa del mundo”, más bien para quitarnos el pan de la boca y regalárselo a las empresas extranjeras.

El modelo económico que impulsa el gobierno es de despojo, sobreexplotación de los recursos naturales y favorece de manera cuando menos descarada a las empresas extranjeras. Supuestamente, los beneficios de ese modelo económico serán revertidos en mayor bienestar para las y los colombianos, sin embargo, los recursos generados por la explotación minero energética no se quedan en el país sino que son apropiados por empresas extranjeras; mientras tanto, se supone que esas empresas generarán empleo y bienestar para las y los colombianos pero lo único que dejan es desarraigo, destrucción ambiental, miseria y muerte.

Pues bien, después de 12 días de paro se ha llegado a un acuerdo que no satisface los mínimos solicitados por las y los cafeteros: Un precio del café remunerativo y estable, no a la gran minería en zonas cafeteras, no a la importación de café, solución a los problemas de deudas que las y los cafeteros tienen con entidades financieras y que debido a la crisis que atraviesan les es imposible asumir e intervenir en los costos de los fertilizantes y abonos pues sus precios se han elevado al punto que cuestan más del doble de lo que valen en países vecinos también productores de café, esto aumenta los costos de producción y es en parte -sólo en parte- responsable de la crisis cafetera.

Finalmente, se aprobó un subsidio de $145.000 pesos por carga de café, se fijó un precio base mínimo por carga de $480.000 y un tope máximo de $700.000, esto significaría que por cada carga producida un cafetero debe recibir mínimo $625.000 pesos aunque, como se señaló anteriormente, producirla cuesta $636.000, en esas condiciones las y los cafeteros siguen corriendo el riesgo de tener pérdidas si no logran vender sus cargas por valores superiores al mínimo establecido después de la negociación.

De los demás puntos exigidos por las y los caficultores ni hablar, pues el gobierno se concentró en el problema de los costos de producción del café y no en las otras reivindicaciones que tenían las y los caficultores pues está claro que, con la excusa de que es un imposible fiscal, éste se niega a llevar a cabo cambios que tengan repercusiones significativas en el mejoramiento de la calidad de vida de los caficultores y de los demás campesinos y campesinas; en realidad, todo lo que no sea regalarle el país a las multinacionales es para el gobierno un imposible fiscal.

El subsidio aprobado por el Ministerio de Hacienda será entregado únicamente durante el año 2013 pues se advirtió a las y los cafeteros que éste es simplemente un “apoyo solidario y generoso” a los caficultores quienes tienen que ver qué es lo que hacen para adaptarse al un modelo económico de competitividad, en el cual sólo se sobrevive el más fuerte. Pues ¿qué pasará entonces con los cafeteros una vez termine el año y se detenga el subsidio? ¿es justo que el gobierno, después de ofrecer un subsidio que no garantiza nada, no tenga además ningún problema con arrojar a los caficultores a que vean cómo se las arreglan para enfrentarse a las fuerzas del mercado? Un mercado desigual en un país que ofrece mayores ventajas a las empresas extranjeras que a sus nacionales.

Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular - CILEP

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