El derecho del pueblo a descansar…de tanta guerra

venezuela / colombia | imperialismo / guerra | non-anarchist press Wednesday November 06, 2013 04:26 by Felipe Sanmiguel

“La moral capitalista, lastimosa parodia de la moral cristiana, anatemiza la carne del trabajador; su ideal es reducir al productor al mínimo de las necesidades, suprimir sus placeres y sus pasiones y condenarlo al rol de máquina que produce trabajo sin tregua ni piedad”.
P.L.

Es poco relevante si la comandancia de la insurgencia "veranea" en Varadero o en la sabana del Yarí. El fondo de la cuestión es nuevamente el papel de los medios de comunicación de masas como armas de guerra, en lugar de generar un clima de distensión y creación de confianza entre las partes y la opinión publica en general, se han dedicado a ser los voceros y defensores de sectores “enemigos de la paz” quienes alimentan el conflicto ya que sus intereses económicos, políticos y militares se han visto históricamente beneficiados con la intensificación de la guerra.

El reclamo mediático generalizado es de avances y resultados concretos, le exigen a la insurgencia muestras de voluntad política para continuar con un proceso que conduzca a una escenario de “paz” ya que supuestamente la ciudadanía está cansada con tantas dilaciones y engaños a la que está siendo sometida por parte de las FARC EP. En este sentido es importante hacer alusión a “la confusión semántica deliberada hecha del concepto de paz” por parte del establecimiento ya que para este significa desmovilización y entrega y para gran parte del pueblo colombiano representa totalmente lo contrario, es el anhelo de la justicia social, el merecido descanso de tanta guerra, exclusión y miseria que ha padecido.

Centrar la discusión política y la necesidad de continuar con los diálogos de la Habana en una fotografía o en si la delegación de paz de las FARC EP tiene o no derecho a descansar es la vieja táctica del militarismo y la ultraderecha de recurrir a la cortina de humo y la falacia para desviar la atención de la opinión publica de los asuntos realmente importantes y de fondo como el actual ciclo de conversaciones sobre el segundo punto del Acuerdo General referido a las garantías y la participación política. Temas como la reestructuración democrática del Estado y de sus instituciones, el Estatuto de la oposición, la participación ciudadana, el derecho a la movilización y la protesta social, garantías a la oposición política y a las minorías, etc. Ponen en entre dicho el actual régimen, excluyente y antidemocrático por naturaleza, y permiten generar un debate nacional sobre estos temas con la participación real de la ciudadanía de a pie; por eso el interés de la reacción de posicionar la trivialidad, lo banal, lo irrelevante en el centro de la discusión.

No es la intensión de hacer las veces de abogado del Diablo, o de la Delegación de Paz de las FARC EP, pero si nos remitimos a lo concreto, a los avances, propuestas, exigencias, etc. Encontramos, centrándonos solamente en el primer punto de la agenda, un paquete de 100 propuestas para el desarrollo agrario integral para la democratización y la paz con justicia social para Colombia, surgidas de los aportes e iniciativas presentadas por las organizaciones sociales, agrarias, indígenas, afros y populares en el Foro Agrario y demás espacios que se han abierto gracias a los diálogos, del Programa Agrario de los Guerrilleros, y del estudio de la Delegación de Paz de las FARC EP de los requerimientos planteados por los cambios ocurridos en la sociedad rural tras dos décadas de aplicación de políticas neoliberales y despojo a sangre y fuego.

En contraposición el Estado solo se ha pronunciado una y otra vez para rechazar estas propuestas argumentando que “El modelo no se discute” y que el camino que se propone desde el gobierno para una “Paz estable y duradera” es la Ley 1448 de 2011 o de Víctimas y de Restitución de tierras (Después de dos años -20% del tiempo de vigencia de la Ley- de haberse puesto en marcha, solo ha cumplido con el 1% de las metas expuestas por el gobierno), Ley que las mismas víctimas, sus organizaciones y defensores, exigen revisar con su participación real y protagónica ya que no la consideran un instrumento que les garantice sus derechos.

Finalmente, no hay que perder el horizonte y continuar desde abajo y con la base abriendo espacios amplios y democráticos de discusión sobre la agenda firmada por el Estado y las FARC EP, brindarle un resuelto e irrestricto apoyo a los actuales diálogos de la Habana y posicionar la idea de la solución política al conflicto social y armado como única vía para remediar más de 60 años de guerra.