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Porque esta democracia no es la nuestra, ¡a construir la alternativa en las calles!

category argentina/uruguay/paraguay | miscellaneous | opinión / análisis author Wednesday December 11, 2013 01:44author by Bandera Negra - Tendencia Estudiantil Libertaria - Bandera Negra - Tendencia Estudiantil Libertaria Report this post to the editors

A 30 años de la asunción de Alfonsín y entre policías acuartelados

" Decían que exigir en paritarias salarios mínimos de seis mil pesos era una fantasía irrisoria, que eso jamás podría ocurrir en un régimen de estas características. Nos mintieron una vez más y las ofertas hacia quienes reprimen las protestas sociales están rondando en los diez mil pesos. Una verdadera estafa que prepara y esconde los aumentos para un mayor alcance de la represión."

"Hoy, que se cumplen 30 años de la retirada de los militares, recordamos a aquel pueblo valiente que hizo frente a la peor dictadura que nos haya tocado vivir, la que masacró a toda una generación revolucionaria, y nos permitió recuperar esta democracia que hoy transitamos. Siempre preferible a cualquier proceso militar, pero a la vez insuficiente para dar respuesta a los reclamos obreros y populares que siguen tan vigentes como nunca, y cada día más. Es por eso que, con el ejemplo de lxs compañerxs caídos como respaldo, y las luchas del pueblo como estandarte, debemos avanzar. Fortalecer las organizaciones populares para enfrentar lo que se viene, es nuestra tarea primera y principal. Es allí, en el calor de la lucha, donde deberemos reconstruir los lazos de solidaridad de una clase enorme y variada, pero que necesariamente debe atacar con un solo puño para vencer. Para eso, es vital la unidad de los luchadores del campo popular, sin sectarismos ni mezquindades, con el objetivo de crear un pueblo fuerte, y contribuir a su acumulación política, organizativa y de combate."
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Porque esta democracia no es la nuestra, ¡a construir la alternativa en las calles!



El 10 de diciembre de 1983 asumía Ricardo Alfonsín como presidente de la República Argentina, luego del paso genocida de la peor dictadura que sufrió este país. Un frágil equilibrio caracterizó a toda la década del ’80, tironeando entre el Juicio a las Juntas y los levantamientos carapintadas. En paralelo, mientras se aquietaban las aguas entre los cuarteles y el poder político, la protesta social que comenzaba a ganar la calle en medio de una crisis terrible, le volvió a dar el protagonismo a las fuerzas de seguridad. Teresa Rodríguez y Aníbal Verón solo fueron unxs pocxs, entre muchxs otrxs, que cayeron bajo las balas policiales. Pero la rebelión no podía ser acallada, y con el corte de ruta y el piquete como emblema llegó hasta las jornadas de diciembre del 2001. Allí la cara de la represión policial, en consonancia con el estado de sitio impuesto por De la Rúa, se hizo más brutal que nunca antes y se cobró la vida de 39 compañerxs que salieron a luchar para que se vayan todos. Para construir una verdadera democracia, desde abajo, de los barrios, de las asambleas, de las fábricas ocupadas. Allí se experimentaba un modelo alternativo de organización de lo social, más vivo que nunca, y que avisaba tanto a militares que no se los toleraría fuera de los cuarteles, como a los efímeros presidentes que las cosas no volverían a ser iguales que antes. Sin embargo, por distintas cuestiones (falta de organización del campo popular, sectarismo de algunos actores políticos, hábil reconstrucción de la gobernabilidad por parte de la burguesía) el proceso se vió estancado, y herido de muerte con la Masacre del Puente Pueyrredón, donde Maxi y Darío perdieron sus vidas. Otra vez, ahí estaba, el uniforme azul tirando contra los hijos del pueblo.

Y luego llegó la “década ganada”, pero mientras tanto, las víctimas seguían cayendo: los Ferreyra en el campo y la ciudad, contra las patotas de la burocracia sindical o las del modelo sojero devorador de la tierra. Pero también Julio López, desaparecido por esa misma policía que se lo llevó por segunda vez. O Luciano Arruga, que se negó a formar parte del engranaje de miseria, robo por encargo y violencia institucional promovida por, otra vez, la maldita policía. Así es que entre tantos presos y muertos, llegamos a la celebración de los 30 años de la vuelta de la democracia. Con un gobierno que se propuso hacer lo que sea por conservar el poder, aunque para eso tenga que tomar las mismas medidas que sus supuestos adversarios de la derecha y profundizar represión y el discurso de la seguridad, la inflación que duele en los bolsillos y la genuflexión frente a la Iglesia del “Papa Argentino”. Y que incluso perdió hasta la “batalla cultural”, como podemos ver en la aparición de Milani (denunciado hasta por el CELS) en la tapa de la revista de las Madres, o en la invitación a “festejar la democracia” junto a… Menem, Duhalde y De la Rúa, pero con musicalización de León Gieco y Víctor Heredia. Una década de flexibilización laboral, saqueo al salario y que va definitivamente en camino veloz a la descomposición de un régimen que muestra los signos de su agotamiento.

Mientras tanto, el escenario convulsiona la situación social del país y anticipa. La policía vuelve a las andadas. Envuelta en escándalos mediáticos relacionados al narcotráfico, con epicentro en Santa Fe y Córdoba, decide dar un paso adelante y acuartelarse con una serie de reclamos salariales como estandarte que esconden los motivos principales: seguir manejando a su antojo la droga, la trata, el robo y más negociados oscuros que supuestamente deberían detener. A la par, organizados por ellos mismos y apoyados en el hambre que se expande en los barrios linderos a ciudades como Córdoba y Concordia, se llevaron a cabo saqueos. La explosión mediática hizo el resto, y el estado de psicosis social generalizada quiere ser impuesto de punta a punta del país. Siguiendo el ejemplo del criminal De la Sota, otros gobernadores como Scioli conceden las demandas salariales de las fuerzas represivas y se abrazan en solidaridad con los sublevados, mientras que para lxs estatales, lxs trabajadores de la salud o lxs docentes solo hay abandono, descuentos compulsivos y represiones en cada marcha. Decían que exigir en paritarias salarios mínimos de seis mil pesos era una fantasía irrisoria, que eso jamás podría ocurrir en un régimen de estas características. Nos mintieron una vez más y las ofertas hacia quienes reprimen las protestas sociales están rondando en los diez mil pesos. Una verdadera estafa que prepara y esconde los aumentos para un mayor alcance de la represión.

A la par, los despidos y suspensiones se hacen cada vez más presentes entre lxs trabajadores del sector privado, que vuelven a sentir cada vez más seguido la bala de goma del gendarme, el gas policial, los cadenazos y los tiros de las patotas. Pero ha llegado el momento de decir basta.

Hoy, que se cumplen 30 años de la retirada de los militares, recordamos a aquel pueblo valiente que hizo frente a la peor dictadura que nos haya tocado vivir, la que masacró a toda una generación revolucionaria, y nos permitió recuperar esta democracia que hoy transitamos. Siempre preferible a cualquier proceso militar, pero a la vez insuficiente para dar respuesta a los reclamos obreros y populares que siguen tan vigentes como nunca, y cada día más. Es por eso que, con el ejemplo de lxs compañerxs caídos como respaldo, y las luchas del pueblo como estandarte, debemos avanzar. Fortalecer las organizaciones populares para enfrentar lo que se viene, es nuestra tarea primera y principal. Es allí, en el calor de la lucha, donde deberemos reconstruir los lazos de solidaridad de una clase enorme y variada, pero que necesariamente debe atacar con un solo puño para vencer. Para eso, es vital la unidad de los luchadores del campo popular, sin sectarismos ni mezquindades, con el objetivo de crear un pueblo fuerte, y contribuir a su acumulación política, organizativa y de combate. Somos estudiantes, y como tales, aún tenemos las marcas de la represión de la Asamblea Universitaria de la UBA. Pero también somos trabajadores, mujeres en lucha, hijos de un pueblo que quiere dar pelea. Como libertarixs, nuestra misión es encontrarnos en la primera línea de las luchas, construir desde los colegios, las facultades, los barrios, los sindicatos una alternativa que, desde el profundo sentir del pueblo, prenda la mecha y abra el camino hacia una Democracia real, Socialista y Libertaria.

¡Arriba las y los que luchan!

¡Libertad a los petroleros de Las Heras!

¡Por el Socialismo y la Libertad!

BANDERA NEGRA

Tendencia Estudiantil Libertaria

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