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¡Ni con Petro ni con Ordóñez!

category venezuela / colombia | la izquierda | comunicado de prensa author Sunday December 15, 2013 08:27author by Grupo Estudiantil Anarquista - Grupo Estudiantil Anarquistaauthor email grupoestudiantilanarquista at gmail dot com Report this post to the editors

Declaración ante la actual coyuntura política de la ciudad de Bogotá.

Sin lugar a dudas uno de los sucesos que más ha dado de que hablar en los últimos días es la destitución de Gustavo Petro como alcalde de la ciudad de Bogotá y su inhabilitación para ejercer cargos públicos durante 15 años según un fallo emitido por la Procuraduría General de la Nación. Según este órgano de vigilancia estatal, la medida obedece a las presuntas irregularidades presentadas en el cambio de esquema para la recolección de basuras implementado mediante un decreto en Diciembre del año 2012. La decisión fue dada a conocer a la opinión pública en boca del procurador Ordóñez a comienzos de esta semana y desde ese momento las distintas reacciones no se han hecho esperar.
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¡Ni con Petro ni con Ordóñez!

Sin lugar a dudas uno de los sucesos que más ha dado de que hablar en los últimos días es la destitución de Gustavo Petro como alcalde de la ciudad de Bogotá y su inhabilitación para ejercer cargos públicos durante 15 años según un fallo emitido por la Procuraduría General de la Nación. Según este órgano de vigilancia estatal, la medida obedece a las presuntas irregularidades presentadas en el cambio de esquema para la recolección de basuras implementado mediante un decreto en Diciembre del año 2012. La decisión fue dada a conocer a la opinión pública en boca del procurador Ordóñez a comienzos de esta semana y desde ese momento las distintas reacciones no se han hecho esperar.

En efecto, nos encontramos al día de hoy en medio de una polarización política entre quienes arguyen la legitimidad de la medida al encontrarse acorde al marco legal, y por otra parte diversos sectores que rechazan el procedimiento sosteniendo que constituye un ataque frontal a la democracia. En la primera postura encontramos principalmente los matices de la derecha tradicional del país; por el contrario, el respaldo a Gustavo Petro es mucho más heterogéneo convergiendo sectores de centro e izquierda moderada. Ante este panorama, son tres elementos centrales a los cuales nos queremos referir:

1. Queda una vez más demostrada la falacia de la democracia representativa y la vía parlamentaria, al ser instrumentos pensados y controlados por la hegemonía dominante. En este caso, la figura de Ordóñez sólo es una expresión del modelo ultraconservador presente en varias capas de la sociedad colombiana desde las altas esferas políticas, pasando por el paramilitarismo terrateniente, entre otras.

2. No obstante es pertinente aclarar que Gustavo Petro es también victima de sus propios inventos. Por un lado su camaleónica forma de hacer política lo ha llevado a tener alianzas hasta con el partido conservador, ser patrocinado por grandes emporios económicos y respaldar, en su momento como Senador, la elección del procurador que hoy en día lo destituye. Así mismo quiéralo o no, la medida que se ha tomado en su contra corresponde al marco legal del engendro neoliberal plasmado en la constitución de 1991, que él junto con otras ladillas de la política nacional ayudó a construir.

3. Es en este tipo de coyunturas en las que cada quien muestra lo que realmente es. De esta forma hemos visto como, con total descaro, el oportunismo político de diversos sectores que aprovechan la aversión que genera la figura del procurador para acrecentar sus acumulados políticos en miras de las próximas elecciones. Igualmente, resulta aberrante el inusitado respaldo a Petro lubricado en la defensa de cuotas burocráticas o como se dice popularmente: cuidando la lonchera.

A razón de lo anterior, hacemos un enérgico llamado a engrosar una férrea oposición al Procurador Ordóñez quien encarna el modelo de ultraderecha que avanza constantemente en el país haciendo política con el escapulario en una mano y la motosierra en la otra, en detrimento de campesinas, indígenas, estudiantes, trabajadoras y el movimiento social en general. De la misma forma, creemos que tal oposición no debe hacerse enarbolando las banderas del fanatismo evangélico que ha despertado Gustavo Petro por cuanto significa legitimar el proyecto del social liberalismo de corte desarrollista que ha tenido nocivos efectos en Latinoamérica, tales como la profundización del modelo extractivista en beneficio de los grandes capitales, entre otras cosas. Así pues, nuestra apuesta e invitación hoy como ayer para todas las personas quienes nos leen es la construcción horizontal y desde la base por fuera del Estado, donde la participación y el ejercicio de la política se hagan de manera directa y fraternal mediante la libre asociación, promoviendo la organización de carácter clasista y anticapitalista que rompa la dictadura de la democracia burguesa siendo las explotadas de todos los sectores quienes forjen su propia liberación.

¡Ni con Petro ni con Ordóñez!

Por la organización desde la base.
Comunismo libertario, hoy, mañana y siempre.
¡Arriba las que luchan!

Grupo Estudiantil Anarquista -GeA

Related Link: http://grupoestudiantilanarquista.wordpress.com/2013/12/14/ni-con-petro-ni-con-ordonez/
author by Horacio Duquepublication date Mon Dec 16, 2013 22:17author address author phone Report this post to the editors

Con ocasión de la destitución del Alcalde Gustavo Petro por el Procurador y de las campañas promovidas por la ultraderecha para bloquear el actual gobierno de Bogotá y su progresista Plan de Desarrollo, la situación política se ha tornado muy compleja involucrando no sólo aspectos coyunturales sino también estructurales.

El conflicto ha derivado en una crisis de bastas proporciones en la que resaltan elementos políticos, institucionales, jurídicos y sociales. La idea de crisis como método, ha sido postulada para pensar sobre todo la producción de conocimiento en sociedades abigarrados o con diversidad cultural como la bogotana en la que habitan casi diez millones de ciudadanos.

El caso que nos ocupa sugiere recurrir a un nuevo andamiaje conceptual, el cual nos parece más pertinente para abordar el contexto de transformaciones que opera en Bogotá en los años recientes con ocasión del triunfo electoral de Petro (2012-2015) como resultado de su dura campaña contra el robo de los presupuestos de la ciudad por los gobernantes del Polo Democrático (2008-2012), que llevó al encarcelamiento del Alcalde Samuel Moreno, del Senador Iván Moreno, de varios concejales, de contratistas y de otros altos funcionarios públicos. A lo que hay que sumar la adopción de un Plan de Desarrollo organizado con ideas reformistas para superar la segregación social, la degradación ambiental, la conservación del agua y la profundización de la democracia participativa.

Las crisis permiten ver lo que no era obvio, discernir causalidades ocultas. Todo porque entran en juego y se tensionan una pluralidad de saberes e interpretaciones que trascienden las versiones sesgadas emitidas desde los poderes dominantes interesados en perpetuar la ignorancia de las mayorías sociales.

Algunos, desde una postura de “ultra izquierda”, (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178167 ) prefieren aludir a episodios pasados de la mecánica legislativa como el voto depositado por Petro en la elección de Alejandro Ordoñez como Procurador, que según aquel se hizo como un gesto de tolerancia y convivencia entre contradictores ideológicos, descartando el uso de la violencia y el ataque visceral tan común en nuestra sociedad, como una explicación de la situación que se vive en estos momentos, agregando consideraciones sobre identidades ideológicas, de cultura política o de formación económica, para congraciarse y justificar la arbitraria destitución de Ordoñez con la idea peregrina de que al Alcalde le están dando de su misma medicina. Olvidando, por lo demás, el importante papel jugado por Petro como Senador, en el destape y señalamiento de la parapolítica uribista.

Se trata, a mi juicio, de una lectura muy simple, cargada de prejuicios personales, por eso mismo irrelevante en la interpretación de los hechos en curso. La crisis en desarrollo demanda un análisis multidimensional de los aspectos más relevantes de la realidad sociopolítica bogotana que permitan un abordaje integral del proceso, recoger sucesos que se encontraban desconectados, así como demostrar la complejidad de las relaciones sociales y de los fenómenos emergentes.

Por lo pronto se han visibilizado saberes políticos, legales, jurisprudenciales y constitucionales como herramientas de interpretación y salida de la crisis. El Alcalde y el cuerpo político que lo acompaña han recurrido en las tres grandes manifestaciones realizadas a lo largo de la semana que finaliza, a la noción de “poder constituyente” como elemento de pulsión en su convocatoria a la multitud para confrontar el “poder constituido” atrincherado en la Procuraduría, utilizado por el bloque fascista para destruir la reforma social popular y progresista.

Para los efectos de esta nota, y como un aporte preliminar, parece conveniente acudir a una categoría de mayor espesor en el análisis de la coyuntura generada con la destitución de Gustavo Petro.

Me refiero al concepto de campo de conflicto (Melucci, 1999) como operador metodológico. El cual permite discernir entre los conflictos de carácter estructural o hegemónico que implican situaciones de crisis estatal y conllevan la posibilidad de una transformación de las relaciones, de aquellos corporativos o meramente coyunturales cuyo impacto y alcances son limitados, y no afectan a la estructura del poder. Además, constituye sujetos, en episodios de conflictividad los sujetos se agregan, articulan, construyen discursos, pueden cambiar la cualidad y el alcance de la acción colectiva, en tanto que en situaciones históricas en que no existe conflictividad o ésta se reduce a cuestiones puntuales, los sujetos colectivos tienden a inhibirse e incluso a desaparecer. Ello permite abordar a los movimientos en su multiplicidad y variabilidad, en sus desplazamientos entre los diversos ámbitos del sistema y del campo político; así su identidad no es una esencia sino el resultado de “intercambios, negociaciones, decisiones y conflictos entre diversos actores.

Lo que hace estructural y hegemónico el conflicto perfilado con la destitución de Petro es su articulación con los diálogos de La Habana y las connotaciones de los mismos por lo concerniente a la reforma agraria, la participación política y la solución del problema de las drogas, temas que ya disponen de sólidos acuerdos entre las partes.

La categoría de conflicto –campo de conflictividad– se vuelve central para la reconstrucción del proceso desatado con la destitución de Petro ya que permite no sólo la constitución y visibilización en el ámbito nacional de los actores estratégicos, sus luchas y discursos, sino también las contradicciones y fracturas sociales, así como la dinámica de la recortada democracia que rige en Colombia.

Conviene un análisis de la dinámica política en curso, a partir del campo de conflicto, porque éste está dando lugar a la emergencia de nuevos sujetos, discursos y representaciones simbólicas en la disputa por el poder.

Me limito por ahora al hecho notorio del reagrupamiento de la izquierda después de la negativa experiencia del Polo Democrático. Más que las disposiciones legales sobre el sistema electoral (umbral, p.ej.) o el de partidos (castigo al transfuguismo), los sucesos de Bogotá ha permitido la configuración de un importante bloque de la izquierda colombiana, deslindada de aquella esfera inmersa en la degradación ética, que accede a niveles estratégicos en la disputa por la próxima elección presidencial.

Con los diálogos de paz de La Habana en que las FARC han profundizado su desempeño político y simbólico y con la movilización popular desatada en Bogotá, liderada por Petro, en Colombia se ha iniciado el proceso de construcción de una nueva hegemonía, entendida como un “complejo entrecruzamiento de fuerzas políticas, sociales y culturales” (Gramsci en Portantiero, 1987)

De ahí que ante estas nuevas configuraciones políticas y sociológicas, resulta apremiante una lectura atenta de los rasgos y connotaciones que adquiere la democracia, la acción colectiva y las emisiones discursivas de los sujetos, en la medida en que es ahí, en el territorio de las prácticas, donde se gestan las “nuevas” significaciones de la política y sus nuevos derroteros.

Related Link: http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/76105-colombia-crisis-y-conflicto-a-ra%C3%ADz-de-la-destituci%C3%B3n-de-petro.html
author by Antonio Caballero - Semanapublication date Tue Dec 17, 2013 21:41author address author phone Report this post to the editors

Para mañana viernes –para hace dos días, desde el punto de vista del lector de esta revista, que la recibe el domingo– el alcalde Gustavo Petro convoca a una “ocupación de Bogotá” en protesta por su arbitraria destitución por el procurador Alejandro Ordóñez. Arbitraria por muy argumentada que esté:
260 páginas de chorro jurídico. Y arbitraria por merecida que sea.

Pues tan arbitrario es el procurador Ordóñez en sus tareas de vigilancia y control, que ejerce con intención política doctrinaria tras su máscara de magistrado incorruptible, como arbitrario e inepto es el alcalde Petro en su administración de Bogotá. Y las consecuencias políticas de esas dos arbitrariedades enfrentadas son, me parece, dañinas para la ciudad y dañinas para el país. Pero populares ambas.

La decisión de destituir a Petro ha convertido a Ordóñez en un ídolo de la derecha. Su brutal destitución, y su desproporcionado castigo (quince años de inhabilitación para ejercer cargos públicos: más que los de cárcel que le caen a un violador de cien niños), convierten al autocrático Petro en un mártir de la democracia.

Qué difícil resulta defender a Petro, porque qué mal se defiende él mismo: exagerando. Toda exageración es insignificante, decía Talleyrand. Lo vimos en el balcón del Palacio de la Alcaldía, ante la muchedumbre de sus partidarios en la Plaza de Bolívar, perorando sin freno alguno en la exageración desaforada: comparando la decisión administrativa del procurador Ordóñez con el golpe sangriento de los generales contra Salvador Allende en Chile, equiparándose a sí mismo con todo prócer que se le vino a la memoria: Antonio Nariño, “destituido y encarcelado”, Jorge Eliécer Gaitán, “destituido y asesinado”, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro asesinados: todos los que, precediéndolo, pasaron “ante el pelotón de fusilamiento” de que habla García Márquez (pues no podía faltar en esa perorata una alusión a “nuestro nobel”) en Cien años de soledad.

No le faltó en la lista ni siquiera el mariscal Sucre. Ni siquiera –¿y a cuento de qué?– el general José María Córdova, que se sublevó contra Simón Bolívar. Y así como su discurso estaba repleto de mártires, su balcón de la Alcaldía estaba que se caía de gente: su mujer y los niños, el dirigente histórico del diezmado M-19 Antonio Navarro, la candidata presidencial por la exterminada Unión Patriótica Aída Abella, tres guardaespaldas, un policía de quepis, otro señor no identificado.

Y sobrecargada también era su acusación contra sus enemigos: no solo el procurador Ordóñez, sino la oligarquía entera: fascistas, narcotraficantes, corruptos, empresarios ladrones, manejadores de motosierras eléctricas, asesinos.

Y con él, en cambio, todo el pueblo: los trabajadores y las trabajadoras, los humildes, los recicladores de basuras, los niños y las niñas, el movimiento agrario, los indígenas con su cabildos y su guardia indígena, los sindicatos, la juventud animalista, la juventud ambientalista, la generación de la paz, para “detener el fascismo”. Como la Pasionaria famosa de la guerra de España gritaba Petro desde su balcón: “¡No pasarán!”.

Puso en un brete al presidente, desafiándolo a “avalar” la sanción del procurador o a mostrar que le interesa más la paz que su reelección. Y sí: me explican los constitucionalistas que quien debe destituir al alcalde es el presidente de la República, y no el procurador; pero que tiene que hacerlo obligatoriamente si el procurador se lo solicita.

Pero repito ahora lo que escribí aquí mismo hace mes y medio: Petro no es la paz, aunque se quiera identificar con ella. Esa identificación es un chantaje. Tiene razón cuando dice que es una “mala señal” para los que negocian sobre la paz en La Habana el hecho de que a un guerrillero desmovilizado como es él se le impida gobernar. Pero solo tiene razón si el hecho de ser un guerrillero desmovilizado es de verdad el motivo por el que se le impide gobernar.

Y no la tiene si el motivo es, como afirma el procurador Ordóñez, que ha cometido una falta administrativa con el manejo de las basuras. A mí, personalmente, no me cabe la menor duda de que la sanción del procurador Ordóñez tiene origen político, y así lo muestra (aunque no lo demuestra) su desmesura.

Pero el llamado a la indignación y a la rebeldía que hace el alcalde Petro me parece una mala señal para la democracia: porque quiere decir que un exguerrillero no puede ser juzgado ni sancionado por nadie, sea por un delito o sea por una falta administrativa cometidos después de la dejación de las armas.

De manera insensata, la varita mágica, o más bien el zurriago mágico del procurador Ordóñez, ha convertido al exguerrillero Petro (y con él a todos los exguerrilleros) en un intocable.

Related Link: http://www.semana.com/opinion/articulo/columna-de-antonio-caballero-sobre-destitucion-de-petro/368168-3
 
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