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Educar para la bobada

category venezuela / colombia | education | non-anarchist press author Wednesday January 08, 2014 07:32author by Reinaldo Spitaletta - El Espectador Report this post to the editors

Una de las avanzadas de las revoluciones burguesas estuvo radicada en la educación, sustentada en la vida terrenal de los negocios, la investigación y la razón.

Leer y escribir no parecían ya al noble “cosas de mujeres”, sino una posibilidad para derrotar la caballería feudal y la visión eclesiástica del mundo, establecer empresas nuevas, incluida la del humanismo. El hombre volvía a ser, como en una parte de la antigüedad, el centro de las cosas.

No es raro, por ejemplo, que en la novela Gargantúa y Pantagruel, Ponócrates, al hacerse cargo de la educación del joven Gargantúa le haya dado de beber agua de eléboro “para que olvidara todo lo que había aprendido bajo sus antiguos preceptores”. Ya Rabelais planteaba la lucha entre la vieja y la nueva enseñanza. La educación, desde el renacimiento, se tornaba en clave del desarrollo social y humano.

La cultura y la educación tenían los fines de la emancipación intelectual, de oposición a la servidumbre tanto voluntaria como involuntaria. Estudiar era abrir caminos frente a los sometimientos. No solo había nuevas rutas geográficas, sino en el saber. Y aunque es fama que la “escuela” ofrece formas de domesticación y control, la lucha por una educación democrática siempre tuvo el objetivo de lograr libertad y obtener independencia de pensamiento. No en vano se vivieron los tiempos de la Ilustración.

Todo esto para volver a un asunto capital en Colombia: la educación, sometida hoy a los vaivenes de la politiquería, a un rubro de tercera o cuarta categoría, a la demagogia oficial y a otros desastres. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) comparó el nivel educativo de unos quinientos mil estudiantes adolescentes, de sesenta y cinco países del mundo. De las tres clases de pruebas, Colombia sacó el peor puntaje en matemáticas; en lectura ocupó el puesto cincuenta y cinco, y el cincuenta y ocho en ciencia. Una especie de hecatombe del conocimiento.

Claro que es una consecuencia lógica de las prioridades del régimen. Aquí no se ha privilegiado la educación como base del desarrollo social y económico, sino más bien se le ha enviado al cuarto trasero de las prioridades. No existe una educación para el conocimiento, el progreso de todos, la libertad y el crecimiento individual y colectivo, sino para la bobada y la uniformidad en la mediocridad. El gobierno actual, por ejemplo, les da más importancia a la minería, a los tratados de libre comercio, a las gabelas para las transnacionales, que a una educación científica y democrática.

Y ni hablar del anterior, para el cual lo fundamental era la guerra. Todo el apoyo a lo militar, pero nada para la educación. Esta, además, ha servido para la confección de consignas demagógicas, como las utilizadas en Antioquia. El resultado de las pruebas Pisa para Colombia es, en rigor, una secuela de la falta de inversión en el rubro educativo, de las reformas antipopulares efectuadas a la educación, por ejemplo desde los tiempos de Pastrana hasta llegar al gobierno de Juan Manuel Santos (ah, fue clave su figura en los dos regímenes anteriores) y aun de los cambios al estatuto de los profesores.

Quizá algo tenga que ver el hacinamiento escolar (cincuenta y sesenta estudiantes por aula); en muchos colegios, las malas condiciones físicas; las largas jornadas de docentes y sus bajos salarios, y hasta la deplorable “promoción automática”. Y por supuesto, la visión neoliberal de los mandatarios, a los que interesa más la rentabilidad de las transnacionales y de sus intermediarios criollos, que dar elementos para el pensamiento y la cultura, que puede ser peligroso para sus ruines intereses.

El movimiento estudiantil de 1971 tenía una consigna: “por una educación nacional, científica y de masas”. Han pasado tantos años, y los diversos gobiernos colombianos han ido en contravía de esa aspiración de los jóvenes de entonces. Lo que sí es una certeza es que a gobiernos como los que hemos tenido en el país, sobre todo en los últimos 50 años, les ha interesado mantener a un pueblo ignorante, idiotizado y sin posibilidades de rebelarse contra quienes lo han hundido en la oscuridad.

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