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Sobre la Destitución de Petro, los Partidos Políticos y la Lucha Extraparlamentaria

category venezuela / colombia | movimiento anarquista | opinión / análisis author Thursday January 30, 2014 19:21author by William Mesa Report this post to the editors

A través de los paradigmas sociales se ha creado el imaginario de la democracia como forma “ideal” de gobierno, en tanto su esencia parece estar anclada en la posibilidad de elegir popularmente a los gobernantes, a pesar de las problemáticas contextuales de un país como Colombia, en el que las votaciones pasaban desde la entrega de tamales y lechonas, la coacción militar, paramilitar o de amplias organizaciones mafiosas en zonas principalmente rurales, hasta la participación de muertos en las votaciones.

El tema de la lucha extraparlamentaria no solo produce escozor en la derecha que utiliza el Estado como institución elemental para el control, en tanto también produce debates, muchos de ellos, interminables e históricos en el seno de la izquierda y no es objetivo de este artículo revivirlos o finalizarlos, es más bien objetivo del presente reactivar la lucha extraparlamentaria como un escenario revolucionario y generador de rupturas o dislocaciones al Estado y sus diferentes formas de actuación.
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SOBRE LA DESTITUCIÓN DE PETRO, LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y LA LUCHA EXTRAPARLAMENTARIA

PARTE 1. SOBRE LA DESTITUCIÓN DE PETRO Y LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Las decisiones de la Administración Pública no carecen de sentido ideológico ni político como lo creen algunos, ni tampoco es una decisión “neutra” dentro de la consolidación de Estado colombiano mediante este proceso de fastización[1].

En Bogotá, la elección del alcalde Gustavo Petro con una votación de más de 700 mil ciudadanos y posteriormente destituido bajo una decisión administrativa de la Procuraduría, permite identificar varios factores del entramado político, jurídico y gubernamental del país, fundamentalmente con tres elementos de análisis: la estatalización versus la privatización, el mensaje lanzado desde la Derecha colombiana a las negociaciones de paz en la Habana y un punto de inflexión o de ruptura en la democracia representativa.

En este corto artículo he querido adentrarme en el último elemento como análisis reflexivo sobre la capacidad política, la actuación de los movimientos sociales en lucha y a su vez, evidenciar algunos vicios históricos sobre la falsa participación democrática que permite el Estado, en tanto es menester de las fuerzas sociales, políticas revolucionarias en punga generar y proponer métodos para el resquebrajamiento de los espacios que el poder otorga, aunque estos sean resultados de largas luchas, pero que el día de hoy no son más que formas de cooptación, de claudicación o de confusión, y evidencian problemáticas ideológicas y prácticas propositivas.

SOBRE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA Y LOS PARTIDOS POLÍTICOS.

A través de los paradigmas sociales se ha creado el imaginario de la democracia como forma “ideal” de gobierno, en tanto su esencia parece estar anclada en la posibilidad de elegir popularmente a los gobernantes, a pesar de las problemáticas contextuales de un país como Colombia, en el que las votaciones pasaban desde la entrega de tamales y lechonas, la coacción militar, paramilitar o de amplias organizaciones mafiosas en zonas principalmente rurales, hasta la participación de muertos en las votaciones.

Tampoco es ajeno la elección generada sobre una elite fundamentalmente familiar, con lo cual no es de extrañar el constante nombramiento en la presidencia de la Republica de apellidos como Santos, Pastrana, Lleras, Ospina, sumando el aumento de los denominados “delfines” tan de moda en la rama legislativa con un amplios capitales políticos dejados por sus padres, como es el caso de los hijos de Galán o el caso del presidente del partido Liberal Simón Gaviria, quien a sido dos veces integrante de la Cámara de representantes e hijo de expresidente Cesar Gaviria.

Pero la problemática elitista no termina con la participación del control político y económico histórico familiar, es también el hecho que las votaciones se generan sobre un pequeño cumulo de candidatos elegidos entre sus propios grupos políticos con una mínima o nula participación de las bases sociales de dichas colectividades. De esta forma, la ciudadanía elije un grupo ya selecto.

Ante estas formas de elección en las cuales las clases dominantes y varios sectores sociales se jactan de señalarlas como democráticas, como es el caso de Petro, cabria preguntarse si las elecciones realmente pueden poner de tajo y sobre la mesa elementos como las distribución de la riqueza, la regulación de la economía, los Tratados de Libre Comercio, las relaciones entre la ciudadanía y su entorno natural, o un cambio del modelo en su generalidad, entre otros temas fundamentales en una agenda política medianamente trasformadora.

A pesar de ello, las elecciones se muestran como punto esencial de constitución gubernamental y a ello, la forma de participación en el Estado solo puede producirse por medio de Partidos Políticos, caso que en Colombia históricamente tienen dos bases: el conservadurismo y el liberalismo.

En concordancia, tendríamos que entrar a examinar la historia del País a nivel político para entender las dinámicas propias de los Partidos como ejes conductores y de cooptación de las resistencias o los “magmas sociales”, también como formas de clientelismo en la incorporación de las clases medias y bajas al Estado [2].

Si bien, es claro que después de los años 70´s en menor medida y luego tras al Constituyente, la formación de Partidos Políticos con diferentes tintes ideológicos han intentado ingresar a la palestra política estatal aumentó, algunos de ellos con representación en varios entes gubernamentales, pero otros, como es el caso del la Unión Patriótica y el Frente Popular, exterminados por la violencia estatal y paramilitar, o también el reacomodamiento estatal de clase tras las negociaciones con el M-19, las cuales intentaron “pluralizar” la política colombiana.

En este sentido una reflexión previa sobre la estructura de los Partidos permitirá observar denominadores comunes en el funcionamiento de los mismos, lo que haces, que el modelo electoral y partidista reproduzca los modelos clásicos de opresión.

El primero de ellos se evidencia en el ofrecimiento y la oferta política de los Partidos, repito, ninguno osa poner en tela de juicio el funcionamiento general del sistema, en tanto los más críticos presuponen que la estatalización y la desprivatización de algunos servicios fundamentales han de generar los cambios necesarios y las trasformaciones que permitirán finalizar con los conflictos sociales recrudecidos como la miseria, el desempleo y el despojo.

Además de esto, se observa la concepción general de la política como un elemento meramente estatal y gubernamental, es decir, que la única forma de hacer cambios es a través de la participación en el entramado estatal, vicio que refleja por ejemplo, que los políticos alternativos vean con más importancia la opinión de un medio de comunicación que las incidencia política de un movimiento u organización social, o que su funcionamiento económico ya no se haga por medio de cuotas de sus integrantes o por medios de autofinanciación que otorgan autonomía en sus procesos propios y pasen a la subvencione estatal.

De igual manera se encuentra la reproducción de las relaciones de verticalidad y dominación al interior de los Partidos políticos, donde las esferas jerárquicas administrativas o influencias y poderes políticos, dejan a la base social con una nula participación directa en las decisiones de los mismos.

Más aun es la concepción de la representatividad, la cual entrega la posibilidad de una acción individual o colectiva autónoma o soberana, en tanto existe una persona o pocas personas que se nutren de la pasividad y la nula acción de aquellos que creen, pueden ser representados. Allí se encuentra la poca importancia de los asuntos políticos de la sociedad, en tanto ya eligieron políticos que se ocupen de la labor publica.

Sumado a lo anterior se encuentra “los límites de la política estatal”, es decir, el punto en que el Estado permite ciertos cambios menores pero no radicales en su funcionamiento, porque de lo contrario, el representante político no estaría dentro del juego político creado y regulado por el poder, como lo ejemplifica el caso de Petro cuando determinó que el tema de la recolección de las basuras debía ser en su mayoría entregado a entidades públicas, argumento con el cual, la Procuraduría realiza la destitución.

Al mismo tiempo, se encuentra la denominada “memoria de Estado”, es decir, la actividad histórica que tiene el Estado Colombiano, el cual tras dos siglos de supuesta independencia, ha funcionando bajo los intereses de ínfimas clases y familias dominantes, lo que produce que a pesar del innegable valor o interés transformador que pueda tener un represente político, termine siendo “devorado” por el aparato estatal.

Un último elemento, es la importancia extrema hacia los medios de comunicación a la hora de hacer política, en los cuales, la imposibilidad de permear un discurso fuera de los filtros de la mass media, impidiendo la creación de una opinión pública medianamente crítica, dejando esta labor en manos de los pocos medios informativos de la izquierda o las redes sociales.

Tal vez se escapan otros factores como es el caso de la financiación política de los candidatos, que en esta coyuntura deja al líder campesino y promotor del Paro agrario Cesar Pachón sin probabilidades de inscribirse para las elecciones legislativas por no poseer los más de doscientos millones de pesos del valor.

Ante este panorama, y con base en las manifestaciones de solidaridad con Petro, tanto de movimientos sociales como de organizaciones e individuos, queda claro que este tema sobrepasa los debates sobre constitucionalidad, sobre el voto popular y la “buena izquierda” o las “buenas formas de participación”.

Es por lo tanto que el debate debe apuntar a la identificación de estos vicios propagados tanto en la izquierda como en la sociedad, que impiden profundizar la actividad política y más bien, este tipo de eventos confunden la oportunidad de radicalizar las luchas, de proponer alternativas de hacer ejercicio político revolucionario fuera de su juego y llegar a confluencias de transformación real. A ello, opciones como la lucha extraparlamentaria no solo reivindican y rescatan la dignidad de los movimientos sociales, si no que los exhorta de la telaraña democrática de Estado, y devuelve elementos como la participación directa de los individuos o la capacidad de obrar autónomamente.

PARTE 2. APUNTES PARA UNA LUCHA EXTRAPARLAMENTARIA.

El tema de la lucha extraparlamentaria no solo produce escozor en la derecha que utiliza el Estado como institución elemental para el control, en tanto también produce debates, muchos de ellos, interminables e históricos en el seno de la izquierda y no es objetivo de este artículo revivirlos o finalizarlos, es más bien objetivo del presente reactivar la lucha extraparlamentaria como un escenario revolucionario y generador de rupturas o dislocaciones al Estado y sus diferentes formas de actuación.

En primer lugar, la Lucha extraparlamentaria debe considerarse como una opción real, de choque directo entre una forma tradicionalista de entender la política y otra, en la posibilidad de hacer política, puesto que la lucha contra la dominación no solo se da en los espacios otorgados por la dominación misma, sino por fuera de ella o en las grietas que la componen.

ELEMENTOS HISTÓRICOS

Tal vez, al recobrar los planteamientos de una lucha extraparlamentaria son varias las experiencias históricas que esta trae consigo, y que enriquece las variadas taciticas y estrategias utilizadas por movimientos políticos y fuerzas de acción revolucionaria alrededor del planeta.

Cómo no recordar la experiencia relacionada con Außerparlamentarische Opposition (Oposición extraparlamentaria), en Alemania Occidental. Organización con un amplio movimiento político y social, que actuaba por fuera del sistema parlamentario y en oposición a los dos más fuertes partidos políticos alemanes, además de un amplio apoyo de organizaciones, principalmente estudiantiles.

Esta organización fue una de las principales instigadoras de manifestaciones y movilizaciones en toda Alemania occidental y su funcionamiento era principalmente asambleario.

Rudi Dutschke, líder de este movimiento y en principio pacifista, plantearía formas de radicalización de la lucha extraparlamentaria, las cuales sirvieron de gran influencia para el nacimiento de la guerrilla Fracción del Ejército Rojo (Rote Armee Fraktion) más conocida como al RAF constituida hacia los años de 1970 y 1971.

De igual manera, otros casos históricos de lucha extraparlamentaria pueden denotarse en elementos suministrados por el consejismo obrero y las tesis de Anton Pannekoek cuanto planteaba factores como el del sindicalismo antiburocrático y la acción directa, esta última entendida como “acción de los trabajadores mismos sin intermediación de los funcionarios sindicales”, el llamado a la utilización de las huelgas salvajes, sean legales o ilegales dentro del entramado jurídico, también la ocupación de las fabricas en casos prácticos como el italiano en el 77 o las recuperaciones de fabricas en Argentina, hasta la compresión clara de una acción política de los trabajadores por fuera de cualquier ente gubernamental, y la regulación social, económica, productiva y política desde consejos y asambleas de trabajadores, entre otros.

De igual manera, la lucha extraparlamentaria recobra postulados teóricos y prácticos de ideologías como el anarquismo, basta ver con la creación de los soviets durante los primeros procesos de revolución rusa en 1905, la creación de organizaciones anarcosindicalistas como la CNT, o de acción directa como la FAI, que durante un periodo importante, permitieron denotar postulados antiparlamentarios que luego profundizaron debates abiertos hasta hoy.

ENCLAVES SOBRE LA LUCHA EXTRAPARLAMENTARIA

En Colombia, y a parir de la reflexión antes expuesta, grandes movimientos de izquierda fundamentan una política de participación en los entes gubernamentales como una opción legítima para la lucha por o contra el poder.

Si bien, estas formas de participación han dejado un cumulo de experiencias, en su gran mayoría dadas hacia el aniquilamiento o la claudicación de los movimientos, la lucha extraparlamentaria debe permitir un resurgir y un actuar más coherente y cohesionado entre los medios y los fines que se busca. Algunos de estos enclaves pueden estar articulados a:

a. Descentralización política:

La descentralización política en las organizaciones inhabilita la posibilidad de crear centros de poder. Si bien, uno de los elementos analizados en tanto forma de organización partidista es la verticalidad, aunque existan otras formas como los partidos de masas o de cuadros, en su mayoría, Colombia dispone de colectividades políticas con profundas raíces en la jerarquía y la burocracia. En concordancia, las formas de descentralización política deben confluir y estar en permanente coordinación para la toma de decisiones concernientes a los asuntos de la organización.

De igual forma, la eliminación de centros de poder contribuye a la consolidación de la pluralidad y la diversidad, factores tendientes a generar enriquecimiento a la vez que impiden autoritarismos a la hora de la acción.

Respecto a la toma de decisiones, la inhabilidad de órganos de poder, debe forjar escenarios para la re-apropiación de la soberanía individual y colectiva a partir de asamblea, sean estas consensuales o a partir del disenso, este ultimo también funcional en formas asamblearias.

La descentralización política incluiría coordinar aspectos preponderantes concernientes a la organización, de tipo nacional, regional y local, entendiendo la base social como la forma inicial y preponderante en la cual se discuten, se toman y se ejecutan las acciones.

b. Coherencia táctica y estratégica.

Dos tendencias parecen dominar tanto los fines como los medios de la organizaciones, en tanto la complejidad propia de los individuos o el conflicto social en el cual este se desarrolle.

La primera de ellas se articula en la frase sobre que “el fin justifica los medios”, utilizada para preponderar la “finalidad” o el “objetivo” con la utilización de cualquier vía, aunque esta, algunas veces sea contraria o deslegitime algunas bases ideológicas de la propia organización.

La segunda hace referencia a la utilización de medios sin alguna finalidad y sin que estos direccionen alguna posibilidad para llegar al fin que se proponen, con lo cual, el desgaste o las famosas “quemadas” minimizan la capacidad de acción de las mismas.

En estas condiciones, si una organización política plantea la ruptura con el Estado o la libertad, los medios con lo que busque dicho fin deberán intentar ser lo más coherente, es decir, no se llega a la libertad coaccionando las libertades de los individuos que componen el movimiento, o no se podrá nunca generar rupturas al Estado legitimando su poder y participando en sus escenarios democráticos.

c. Autonomía

La lucha extraparlamentaria, al convertirse en un espacio de lucha directa, debe propender por constituir formas que desde la autonomía cimiente espacios de lucha política que no dependan de los espacios dominados por los entes gubernamentales para la participación, sino que su inherencia permitirá disponer de sus fuerzas y sus capacidades cuando así sea decisión de la base social que la compone.

De igual forma, en terreno económico, la autonomía conlleva la creación de medios económicos para financiar las actividades y los movimientos de las organizaciones, apartándose de las subvenciones estatales que controlan y encasillan la utilización y gasto de los dineros o medios suministrados.

d. Acción Directa.

Este elemento contribuye como un engranaje puesto que es una forma de acción autónoma con el fin de lograr objetivos y solucionar problemáticas sin intermediación alguna.

Es un instrumento de lucha que se realiza por medio de los propios implicados con finalidades políticas lo cual permite la consecución de intereses propios para las organizaciones como pueden ser los sabotajes, el boicot o cualquier medida de solidaridad con otras luchas como la huelga etc.

Para finalizar, es necesario tener en cuenta que la lucha extraparlamentaria a pesar de tener mínimos de acción y coherencia, es una herramienta viva y por lo tanto está en constante dinámica, enriquecida cada día con análisis y experiencias, por lo cual, este corto articulo debe entenderse como un aporte al debate y a la construcción de una lucha revolucionaria congruente.

William Mesa


[1] La fastización en un término acuñado por el famoso marxista Poulantazs, en el cual explica un proceso generado en la democracia burguesa, tendiente a transformarse en una dictadura fascista.

[2] González, Fernán. ¿Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia? una mirada desde la historia. Revista Colombiana Internacional. Bogotá. 2003, p. 129

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