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El papel de las jóvenes y las hijas de las trabajadoras de las flores

category venezuela / colombia | workplace struggles | opinión / análisis author Monday March 10, 2014 12:16author by Steven Crux - Boletín Tierra & Libertadauthor email stevencrux at riseup dot net Report this post to the editors

Ponencia presentada al Primer foro regional de floricultura: miradas al trabajo, el territorio y a su gente

La industria de las flores es la marca “distintiva” de la región de la Sabana de Bogotá, tanto por su poderosa capacidad económica como por su campo de influencia en el tejido social y los procesos históricos que se han dado a lo largo de las últimas décadas en este territorio. La familia de la sabana que se enmarca dentro de esta dinámica (directa o indirectamente) reproduce en su seno el cuadro que genera la maquina de la floricultura. En esta misma línea abordaré también aquellas personas que a veces pasan por tangenciales pero que también participan de todo el ramaje que compone esta industria: los jóvenes y los hijos de los trabajadores. Estos serán los objetos de estudio de esta breve ponencia, de su discusión y de propuesta.
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"Pasa la infancia en la escuela entre semana, esperando a ser recogido por algún familiar o encontrándose en la necesidad de aprender a llegar solo a su casa a una muy corta edad. Los sábados y varios domingos debe permanecer en la guardería de la flora, aquella que existe gracias a jornadas de lucha por parte de trabajadoras para no dejar a sus hijas solas en la casa.

Llega una de las peores épocas para cualquiera de estos niños: la temporada. Debe madrugar junto a sus padres, quienes cocinas las 3 comidas de un día en menos de una hora, y así mismo despierta junto a la niebla de estas frías tierras condensada aun más en las llamadas “heladas”. Debe esperar a que algún familiar o vecina lo lleve cuando ya el sol haya despertado. De nuevo espera a alguno de sus padres: son las 6, las 7, las 8, las 9 y hasta las 10 de la noche. Entre dormido ve a sus padres durante varias semanas, no esta el tiempo de calidad para generar una familia feliz como la que ve en la niñera silenciosa que le acompaña.

Quizás esa misma niña tenga que trabajar en algún momento de su juventud en una flora: muy probablemente ahí se quede un par de años o todos, prácticamente. Esa persona busca crear una nueva familia: dar educación a sus hijos, quizás comprar una vivienda de interés social, ayudar a sus padres, etc. Y en esas necesidades vuelve y entra al negocio que va a reproducir en otra generación, no el de las flores, sino el de las vidas, donde se negocia la salud, el alimento, el buen vivir, la felicidad....
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La industria de las flores es la marca “distintiva” de la región de la Sabana de Bogotá, tanto por su poderosa capacidad económica como por su campo de influencia en el tejido social y los procesos históricos que se han dado a lo largo de las últimas décadas en este territorio. La familia de la sabana que se enmarca dentro de esta dinámica (directa o indirectamente) reproduce en su seno el cuadro que genera la maquina de la floricultura. En esta misma línea abordaré también aquellas personas que a veces pasan por tangenciales pero que también participan de todo el ramaje que compone esta industria: los jóvenes y los hijos de los trabajadores. Estos serán los objetos de estudio de esta breve ponencia, de su discusión y de propuesta.

Un breve panorama de las jóvenes y la infancia en Colombia

Las personas entre los 14 y los 26 años representan el 28% de la población del país. El desempleo para la juventud asciende hasta el 16,4%, pero con el riesgo de caer en la ingenuidad de estas bajas cifras es importante destacar que tres cuartas partes sobreviven con menos de un salario mínimo mensual (nótese que para el gobierno la edad laboral, de facto, va desde los 14 años). Sin embargo es preciso darle mayor contundencia a los datos: para los hogares más pobres, el 40% de sus jóvenes entre los 20 y los 24 años no tienen empleo. El 44.4% de las personas pobres y el 15.3% de las indigentes son jóvenes. Las mujeres son las más afectadas en el plano económico de Colombia, ubicándose en los últimos sondeos casi 10 puntos por encima de los hombres. Ser joven en nuestro país en 5 veces más “mortal” que el promedio para Latinoamérica. El 75% de las muertes en jóvenes están relacionadas con la violencia que vive Colombia. Solo 6 de cada 10 jóvenes están afiliados al sistema de salud. El servicio militar en varones aun es una obligación, o en su defecto, el valor de la libreta es básicamente inaccesible. Para los niños el panorama no es mejor: 1 de 4 combatientes menores de 14 años en el mundo es colombiano. Entre unos 5000 y 8000 niños han sido asesinados en masacres paramilitares. Más de 20 mil niños menores de 5 años mueren por desnutrición aguda y miles mas padecen de hambre, producto de la falta de políticas de seguridad alimentaría.

La región de la sabana y la juventud

La región de la Sabana de Bogota, incluida la Capital, es para el país la región estratégica más importante: el centro del poder económico, político y social se concentra en estas tierras. En ese mismo sentido, las políticas públicas para la juventud están diseñadas para orbitar alrededor del modelo implementado desde la estructura nacional y aplicadas por las autoridades locales al pie de la letra, casi sin matices entre municipios. La instalación del pie de fuerza bajo las lógicas de la seguridad democrática durante el gobierno Uribe (y la continuación bajo el mandato de Santos) añadió una nueva dinámica para la sociedad y las jóvenes, por vía institucional o para-institucional: la militarización del territorio en paradigmas reestructurados y repensados dentro del marco de la consumación de la apertura económica.

La entrada de Colombia al sistema globalizado del mercado, impulsado por las descarriladas locomotoras de Santos, ha hecho de la región un lugar en el que acelerar el progreso y con él, arrasar cualquier cosa que lo detenga o desacelere, es la meta en los modelos de desarrollo. El plan ciudad-región se convierte en el foco central de la actividad económica de la región e invade los escenarios políticos y sociales para que se acoplen a aquel sistema: mega aeropuertos, nodos financieros y políticos descentralizados, centros de almacenamiento y distribución, entro otros, son la estructura que viene definiendo el ideal de mega polis: es aquí donde la juventud tiene un papel fundamental que se viene prefigurando desde su infancia.

Desde la infancia. Para las hijas de las trabajadoras de flores

El ambiente para las hijas e hijos de los trabajadores tiene bastantes particularidades: gran parte de los hogares son sostenidos por madres o padres cabezas da familia con 3 hijos o incluso más, producto de ello existe hacinamiento en varias viviendas, las cuales a su vez son en mayoría alquileres pocas veces fijos. Los niños estudian en colegios oficiales, pocas participan de actividades extraacadémicas y sobreviven junto con sus familias en los más precarios barrios de los municipios de la Sabana.

Sin embargo, a modo de recuento histórico, es importante señalar que para décadas anteriores muchas personas iniciaban a trabajar en la floricultura desde los 14 años, edad donde todavía se considera legalmente infante, a pesar de la no aplicación de la ley hasta hace pocos años en este tema. Estas personas, en su mayoría, no superan la educación primaria.

El cuidado de los niños es a menudo responsabilidad de vecinos, familiares o amigos con quienes no se comparte la vivienda, y en otros casos, son los mismos niños quienes deben estar en casa solos por bastantes horas. Esta inatención se traduce posteriormente en problemas como la deserción escolar, embarazos no deseados, delincuencia, entre otros.

La mal nutrición, producto de los bajos salarios de la industria floricultora, además de los comunes retrasos en pagos de nominas, liquidaciones o prestaciones sociales, afectan la adquisición de elementos básicos y de buena calidad de la canasta familiar, repercutiendo especialmente de manera negativa en las personas infantes: el déficit de ingesta de proteínas, vitaminas y minerales y el exceso de carbohidratos dañan la salud física y mental de los niños, que además de ello, deterioran también el rendimiento escolar, la capacidad de relacionarse fácilmente en su entorno y su proyección personal en diferentes aspectos. La falta también de espacios de esparcimiento, de un salario y políticas publicas que puedan garantizar el derecho a la recreación en familia y de respeto a los tiempos laborales mínimos para compartir cotidianamente pesan también en los factores señalados anteriormente. El deterioramiento a su vez del medio ambiente no genera un buen lugar donde crecer: las fuentes hídricas contaminadas, la acidificación de los suelos (que rápidamente hace desaparecer las zonas verdes aledañas a los cascos urbanos), entre otros, afectan el derecho a un desarrollo sano de los niños.

Gran parte de estas niñas y niños se ven obligados a asumir roles que no son propios de su edad, que van desde el cocinar para sus padres, madres o incluso todo el núcleo familiar, hasta el cuidado de hermanos o parientes menores. Los trabajos informales para muchachos menores de 14 años es un común denominador en las familias que viven de la floricultura, quienes deben dividir su tiempo de manera que puedan sobrellevar estas responsabilidades.

En termino de garantías laborales, la licencia de maternidad posparto de 3 meses, entre otras cosas, no es suficiente para el cuidado que requiere un recién nacido y la madre, igualmente que los 8 días para el padre. La práctica ausencia de políticas de responsabilidad social para las hijas e hijos de los trabajadores de flores en el plano educativo obliga a muchos de ellos a abandonar desde muy temprana edad el colegio o truncar los proyectos académicos de los mismos. La violencia intrafamiliar se convierte también en un problema constante dentro estas familias. Sumado al hecho de la nula relación afectiva de padres e hijos (quienes pueden pasar semanas sin estrechar lazos), se debe tener en cuenta la falta de comunicación entre acudientes y educadores que también dificulta la compresión de estos últimos sobre las condiciones subjetivas de los niños, y a su vez, sobre los programas pedagógicos, mencionando también el hacinamiento, el déficit financiero y el carácter mercantilista, entre otros problemas propios de la educación publica en Colombia. El aislamiento y la falta de nichos de formación familiar generan vacíos que llenan fácilmente espacios que pueden repercutir negativamente en la proyección personal y social del niño.

La juventud y la floricultura

La situación de las jóvenes no varía mucho, especialmente porque la mayoría crecieron en un entorno familiar implicado dentro del círculo de la industria floricultura, y del mismo modo, se enmarca dentro de las dinámicas de la misma: los bajos salarios, las extensas jornadas laborales, los malos tratos, falta de libertades sindicales y demás. Es importante señalar que varios jóvenes provienen de diferentes regiones del país en busca de oportunidades laborales mejores que en sus tierras nativas y que por lo general lo hacen dejando atrás sus familias.

Empero, las jóvenes padecen problemas que se agudizan dada su condición. Muchos de ellos ven truncada la posibilidad de acceder a la educación superior: la dificultad en el pago de matriculas, de transportes y la competitividad desigual misma del sistema educativo imposibilita muchas veces la oportunidad de estudiar en una universidad. Es importante señalar que también varias estudiantes de bachillerato y educación superior se ven obligadas a trabajar por temporadas en vacaciones para floras.

Las oportunidades laborales para una persona recién graduada del colegio son muy limitadas, prestándose fácilmente a la industria de la floricultura: la situación se agudiza para quienes desertar del estudio antes de culminarlo. Por lo general, la falta de experiencia obliga a aceptar en primer momento cualquier empleo, incluso sin prestaciones sociales mínimas, varias floras se aprovechan de la ingenuidad para ahorrarse el dinero que por ley deberían pagar (pensiones, cesantías, liquidación). Para los hombres la situación también es complicada si tenemos en cuenta que en varias empresas aun es necesario presentar la libreta militar como requisito, y en las que no, las condiciones laborales son más deprimentes; a la larga, entre jornadas laborales paupérrimas y momentos de desempleo muchos de estos jóvenes terminan prestándose para grupos armados, legales o ilegales.

En ese mismo orden de ideas, la nula estabilidad laboral de las floras se presenta como particularidad casi general, pero obtiene un mayor provecho económico de los jóvenes: los empleos que pueden ir solo desde un par de días sin razón alguna para despedirlos hasta el trabajo, casi jornalero, de las temporadas de San Valentín, día de las Madres y Amor y Amistad. Las floras recurren a las cooperativas de trabajo, que pocos escrúpulos pueden tener en términos de publicidad para atraer a jóvenes. Los despidos son seguidos muchas veces por demora en los pagos de nomina, liquidaciones o prestaciones sociales. La firma de contratos estables para los jóvenes no es más que un ideal alejado de la realidad. Así mismo, la historia de los hijos de trabajadores de flores se repite para aquellos jóvenes que se convierten en padres a temprana edad.

La negación del derecho a compartir con la familia, a la recreación y al buen descanso se manifiesta también para las personas jóvenes: el cerramiento de oportunidades académicas, culturales, artísticas y deportivas genera de nuevo la elitización del saber para esta región, la mayor parte de jóvenes son vistos bajo la lógica económica imperante del país: mano de obra barata y poco calificada. Sin embargo, la educación técnica y tecnológica aun esta presta para aumentar aquella brecha, y las mínimas oportunidades se convierten en educación para el trabajo: los planes curriculares giran para las necesidades del mercado de las flores y otros, pero no para las necesidades sociales del pueblo de la sabana. Los jóvenes, al igual que demás trabajadores, están expuestos a sufrir las bancarrotas o momentos de “crisis” del mercado (la patronal por el contrario no), y sin explicación alguna deben muchas veces ser retirados de sus puestos sin siquiera los mínimos legales para que ello se efectué. La falta de garantías laborales y de libertades organizacionales también juega un papel fundamental en este plano, siendo de nuevo la poca experiencia la razón principal para que las burocracias de las floras incentiven prácticas antisindicales, contratos amarillos o blindajes legales frente a cualquier tipo de protesta.

La tendencia de exigencias laborales al alza ha permitido, y seguramente lo seguirán haciendo, que todas estas condiciones se agudicen en las familias dependientes económicamente de la floricultura.

La propuesta es defender el derecho al buen vivir y la felicidad integral

Las jóvenes del territorio solo tenemos una salida para mejorar estas condiciones: el estrechamiento con todas aquellas trabajadoras de la sabana, así como otros sectores sociales, nos debe dar una mayor cohesión en términos de organización que nos permita ser escuchados, instalando demandas de los mínimos de dignidad y presionando para conseguir políticas publicas que nos sean favorables.

El derecho a ganar es entonces, visto grosso modo, del buen vivir: el derecho a que los niños puedan compartir mayor espacio con sus padres, el derecho a la recreación, a una buena educación, a barrios pensados para seres humanos, a la no militarización de nuestras vidas y territorios, a una seguridad y soberanía alimentaría, al trabajo estable y digno, etc. De momento, es importante ir avanzando paulatinamente en las demandas sociales y económicas, paso a paso, acumulando cada vez mayor capacidad organizativa y fomentando la solidaridad y autogestión como ejes fundamentales para la transformación de la realidad concreta.

Es importante anotar la pertinencia hoy de banderas como las 8 horas de trabajo, los contratos por empresa, las libertades sindicales, el abandono de prácticas de subempleo (que tienen una relación directa con la política de las cooperativas de trabajo), el derecho a la salud y educación publica, el aumento de los salarios, el no trato militar a conflictos laborales, a un mayor tiempo vacacional y demás cosas elementales para pasar de ser mano de obra barata e ir progresivamente a una nueva forma de relacionarnos. Pero todas estas no son cosas que ganamos las jóvenes solas: las ganara solo el pueblo organizado.


Bibliografía



• Reporte infancia mundial 2012. CRIN. http://crin.org/docs/REPORTEINFANCIAMUNDIAL2012.pdf
• Habitando el territorio. Jóvenes de la Sabana de Bogotá: Entre la pobreza, el conflicto y la esperanza. Corporación Cactus http://www.cactus.org.co/archivos/documentos/Publicacio...l.pdf
• Video: Los hijos e hijas de las flores. Corporación Cactus http://www.youtube.com/watch?v=xwJvjInTsCA
• Cifras de la situación de los y las jóvenes en Colombia. Civis. http://civis.se/Cifras-de-la-situacion-de-los-y
• Un día en la vida de una trabajadora de la floricultura. Proyecto de Solidaridad Laboral Las Ameritas. http://www.usleap.org/usleap-en-espa%C3%B1ol/proyectos-...-y--0

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