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Europa: islamofobia, imperialismo y crisis

category internacional | antifascismo | opinión / análisis author Monday April 27, 2015 19:09author by José Antonio Gutiérrez D. Report this post to the editors

Publicado originalmente en el periódico anarquista chileno Solidaridad, No.27 (Marzo-Abril 2015)
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Europa: islamofobia, imperialismo y crisis

Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que estos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios países
Bertolt Brecht

Dice un proverbio francés que todos somos el árabe de alguien. En medio del discurso de la “guerra de civilizaciones”, que da barniz ilustrado al vulgar imperialismo, en toda Europa aflora la llamada “islamofobia”, ese miedo-odio a los musulmanes, casi todos inmigrantes o refugiados de países (neo)colonizados, invadidos o bombardeados. Este miedo irracional a esos “enturbantados ferales” está bien asentado en la conciencia colectiva de Occidente desde el medioevo, pero ahora asume nuevas tonalidades en la campaña mundial contra la amenaza islamista. Contra toda evidencia, opinólogos con aires de seriedad aseguran que los europeos son una minoría en su continente y escuchamos Allahu Akbar por todas partes. Vistos con recelo, perseguidos y asociados al estereotipo del islamista obscurantista y reaccionario -que no representan sino una ínfima parte de los practicantes de esta fe-, se están rápidamente convirtiendo en los judíos del siglo XXI. Mientras el proyecto de la “Europa Global” se encuentra en la incertidumbre absoluta debido a la crisis civilizatoria, la fétida cabeza del fascismo se alza de la mano de la islamofobia, gracias a la cual han vuelto exitosamente a ganar respetabilidad. El líder de la asociación anti-musulmana alemana, PEGIDA, aparecía hace poco posando de Hitler, demostrando la clase de personajes que se esconden debajo de la “defensa de nuestros valores occidentales”.

Se respira un ambiente enrarecido, envenenado por películas de Hollywood como Francotirador, noticias sensacionalistas, caricaturas ofensivas, repugnantes, y millones de comentarios odiosos que circulan por internet, muchos de ellos citando de manera selectiva al Corán para demostrar que esa religión en particular es intrínsecamente demoniaca, ignorando que todos los textos sagrados, incluido el Torah y la Biblia, contienen pasajes francamente grotescos y violentos, junto a otros más compasivos. Sin lugar a dudas, se realizan actos abominables en nombre del Islam, de la misma manera en que se realizan actos abominables en nombre del Judaísmo, del Cristianismo, de la democracia e incluso del socialismo. El punto no es ese, sino la manera en que el mundo musulmán es representado en el discurso europeo como un enemigo externo y a la vez interno.

  • Externo: el discurso mediante el cual las aventuras imperiales europeas (particularmente francesas) son justificadas, es la omnipresente “amenaza islamista”, en la cual todo musulmán es un potencial enemigo al que hay que someter y contener, sino aniquilar. En nombre de la amenaza islamista se apoyaron dictaduras como la de Ben Ali en Túnez, y se apoya hoy la dictadura egipcia, junto a la ocupación israelí. Igualmente sirve para justificar aventuras imperiales directas, como las de Mali, o indirectas, como Siria. Curiosamente, los islamistas en un primer momento crecieron gracias al apoyo recibido de Francia y EE.UU., al tratar de construir el “Nuevo Medio Oriente” y teledirigir los movimientos de protesta de la llamada Primavera Árabe.

  • Interno: Aparte de los hijos de los jeques que vienen a Europa a estudiar o a divertirse, y de algunos profesionales, la inmensa mayoría de la población musulmana en Europa se encuentra en el escalón social más bajo del continente. En Francia misma, tres generaciones de argelinos siguen siendo vistos como un tumor sospechoso en la república, pudiendo hacerse oír sólo cuando la muchachada sale en la periferia a quemar y saquear en cíclicas explosiones de odio ciego y contenido, para luego desaparecer del escenario. Hasta el mismo ministro Valls tuvo que reconocer que en Francia existe un “apartheid social”. Estos ghettos están repartidos en toda Europa, y su “inferioridad” es machacada día y noche por todos los dispositivos culturales de los medios de comunicación de masas mediante la burla y el amarillismo.

  • La gran diferencia con EE.UU., es que jamás en Francia ha habido un movimiento tan fuerte, tan arraigado y tan sistemático contra su propio imperialismo: ni Indochina, ni Argelia, ni Costa de Marfil, ni la República Centroafricana, ni Mali, ni Burkina Faso, ni Chad, ni mucho menos Haití, despertaron una oposición significativa, ni siquiera entre la mayoría de la izquierda. Lo mismo es cierto en el resto de Europa. Tampoco la marginalización de ciertos grupos étnicos o religiosos, cuya única alternativa es la asimilación alienante, ha despertado en estas latitudes nada comparable al movimiento por los derechos cívicos que sacudió a toda una generación de EE.UU., redefiniendo los límites de lo aceptable. Como resultado, la opresión y el imperialismo europeos son sistemáticamente invisibilizados, y si uno no se ríe de la trivialización de estos estereotipos, es que no tiene sentido del humor.

    Y entonces, bang-bang: balas en París, en Copenhague, decapitaciones en internet. Sin ninguna capacidad crítica ni de análisis, ni poniendo en perspectiva estos horrendos actos, la histeria se apodera de todos. Todo musulmán es culpable hasta que no demuestre lo contrario: todo el espectro político exige a los musulmanes denunciar a riesgo de ser sospechosos. No importa cuánto se distancien del extremismo religioso, no estaremos contentos hasta que coman marrano frente a nuestras narices. La crítica al racismo institucional se convierte en debilidad o en complicidad con el “terrorismo”. Aumentan los ataques simbólicos y físicos en contra la población musulmana, porque se lo merecen.

    De paso, se endurecen las leyes represivas, cosa que jamás ocurre en respuesta a las agresiones letales de la derecha fascista; como botón de muestra, la semana después de la “marcha por la libertad de expresión” parisina pusieron sin sonrojarse a 70 personas tras las rejas por supuesta “apología del terrorismo”, entendida de la manera más abusiva imaginable (por ejemplo intercambiar caricaturas parodiando a Charlie Hebdo). Francia, Inglaterra, hasta la provinciana Irlanda, todos endurecen las leyes liberticidas con el coco del islamismo. Algunas de corte francamente orwelliano, serán más frecuentemente utilizadas en contra de quienes protesten contra la austeridad y la imposición de la crisis a las capas populares.

    La política de gatillo fácil, la cual se cobró la vida de los pistoleros parisinos, se impone como un imperativo casi que moral. La política es no coger prisioneros, tal cual en la guerra sucia. A mediados de febrero Bélgica frenaba, supuestamente, un atentado terrorista y asesinaba sin juicio a dos presuntos “terroristas”. En el actual ambiente, nadie tiene las suficientes agallas para hacer demasiadas preguntas. La misma situación que, después de los atentados de Londres en 2006, llevó al asesinato del joven brasileño De Menezes, hecho que fue convertido en un escándalo por ser la víctima de la nacionalidad equivocada. Hubiera sido un árabe, apostaría que el crimen hubiera encontrado muchos más apologistas.

    Más allá de la ética de un proyecto libertario, fundamentado en la fraternidad, de la mano de la igualdad y la libertad, y en el combate frontal en contra de toda forma de racismo, oponerse a la islamofobia y a la histeria, es un asunto de supervivencia para quienes estamos comprometidos con un proyecto social alternativo. Martin Niemöller dijo que primero vinieron por los comunistas y como yo no era comunista, no los defendí. Siguieron con los socialistas, con los sindicalistas, con los judíos, hasta que cuando vinieron por mí, no quedaba nadie para defenderme. Aunque estos versos resumen magistralmente lo que está hoy en cuestión, prefiero la simpleza y la crudeza de ese proverbio haitiano que dice, sabiamente, que un pavo nunca se ríe donde despluman a un pollo.

    José Antonio Gutiérrez D.
    Marzo, 2015

    Related Link: http://www.periodico-solidaridad.cl/2015/04/04/europa-islamofobia-imperialismo-y-crisis/

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