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La praxis feminista desde la realidad social

category bolivia / peru / ecuador / chile | género | opinión / análisis author Wednesday December 07, 2016 08:26author by Melissa Sepúlveda - Solidaridad, Federación Comunista Libertaria Report this post to the editors

Ponencia en el Encuentro Nacional de Mujeres Feministas

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Toda opresión enfrenta a su contraparte en la sociedad: un movimiento organizado que se rebela contra su existencia de diversas formas, como si las ansias emancipatorias fuesen una cuestión instintiva. Hay una larga historia en el movimiento de mujeres, una opresión de 5000 años no podría no contar con una fuerza social que con altos y bajos hoy vuelve a tomar protagonismo. Esta vez esperamos que el camino nos permita desarrollar la estrategia correcta que nos permita efectivamente derrotarla. El ejercicio de recuperación de nuestra memoria histórica es una cuestión crucial para el movimiento feminista, sobre todo en este momento en que se empiezan a reabrir los debates y los nudos críticos que tensionan la discusión. Se ha cumplido una primera parte en esta última coyuntura feminista y se están instalando los temas en la agenda social: la violencia hacia la mujer, los derechos sexuales y reproductivos, el rol de crianza y cuidados. Ahora viene la parte más interesante: desmenuzar y discutir nuestras propuestas políticas para definir el cauce de este movimiento feminista revolucionario que tiene por objetivo acabar con toda forma de opresión. Una cuestión básica, en este sentido, es reconocer si hoy contamos con la voluntad de trabajar juntas en los aspectos que tengamos acuerdo y, naturalmente, separar caminos en los que no. Somos mujeres organizadas de diversas formas, en colectivas, organizaciones políticas, movimientos reivindicativos y tenemos la posibilidad de que nuestra diversidad sea una gran herramienta o nuestra gran debilidad. La sororidad feminista, la solidaridad entre nuestras iniciativas, así como también la necesidad de cultivar nuevas formas de discusión política son aspectos fundamentales que debemos establecer como principios básicos dentro de un movimiento que contiene diversos feminismos.

Prácticamente en toda la historia de la civilización occidental el cuerpo de la mujer ha sido utilizado como mercancía y como símbolo de soberanía. La violación a mujeres y niñas en los territorios conquistados a través de la guerra es un repetitivo y doloroso ejemplo de nuestra memoria histórica. Sobre esa base cimentada a lo largo de los últimos 5000 años, hace unos 400 años, comienza a configurarse el capitalismo como la nueva forma de relación económica hegemónica, fundado en la división del capital y el trabajo, basado en la familia como estructura aseguradora de la reproducción del capital, donde las mujeres son el sostén doméstico, emocional, en los cuidados y la crianza, sin remuneración, sin valoración social, esclavizadas en su labor a partir de su supuesta inferioridad en una jerarquía social binaria.

El neoliberalismo en particular, del que Chile se jacta de ser pionero y jaguar, depreda la fuerza laboral de las mujeres pobres. La precarización laboral o “flexibilidad”, como le gusta decir al Fondo Monetario Internacional o a la OCDE, tan necesaria para el neoliberalismo y la estructura de producción, es muestra expresa de la relación oportunista entre capitalismo y patriarcado, evidente en la tercerización de labores ligadas al cuidado (empresas de alimentación, limpieza, guardias) como también en la migración. Ésta constituye otro fenómeno necesario para el capitalismo en su forma actual: la movilidad de la fuerza de trabajo a nivel internacional donde migrantes constituyen una capa de la clase trabajadora “super-precarizada”, estructura consolidada en Europa y que comienza a hacerse cada vez más visible en Chile. Además, muchas mujeres, en particular, vienen a desarrollar trabajo en labores del hogar y del cuidado, sin contrato, sin horas de descanso, sin vacaciones, puertas a dentro, o en otras palabras, en condiciones que, en este patrón de acumulación capitalista neoliberal, recuerdan a la esclavitud. La vivencia de las y los migrantes se hace insostenible sumando el paradójico racismo de la población chilena, siendo un país tan indígena y colonizado como nuestros vecinos.

En los últimos – tal vez seis – años, no sin el soporte histórico que nos dieron las mujeres organizadas desde comienzos de siglo XX y particularmente las mujeres que resistieron durante la dictadura, hemos visto el resurgimiento del feminismo como un sector social movilizado que irrumpe el espacio público para poner en cuestionamiento las condiciones de las mujeres y las identidades oprimidas dentro de la sociedad chilena. Dentro de este proceso se han ido poniendo sobre la mesa de la discusión política las demandas básicas más sentidas, como los derechos sexuales y reproductivos, y dentro de ello el aborto como pivote de la discusión; la educación como mecanismo de reproducción de los estereotipos de género, por ejemplo, a raíz del caso de los colegios segregados por sexo, etc. Todo esto desde una perspectiva feminista, a diferencia del marco de discusión que se instala en dictadura y continuó en los noventas, que desarrolla las políticas públicas desde el rol de la mujer como madre y pilar fundamental de la familia. La discusión sobre el post-natal, el derecho a sala cuna, el programa chile crece-contigo, y las grandes inversiones que en el discurso público se han reivindicado como demandas de las mujeres, en realidad esconden una visión política patriarcal y capitalista respecto a la soberanía y la condición social de la mujer, es decir, buscan asegurar las condiciones de trabajo para la producción y reproducción del capital a través del subsidio gratuito que hacemos las mujeres cuando en nuestra segunda o tercera jornada laboral planchamos las camisas del trabajador, cuando aseguramos la reproducción y crianza de la clase obrera o cuando cuidamos a las y los enfermos.

Sin embargo, el patriarcado no es sólo capitalismo y el acceso al cuerpo de la mujer no sólo está mediado por el mercado. Para entender esto podemos hacer un recorrido desde nuestras propias experiencias, de un espacio donde este no media: la familia. Habitualmente se habla de la familia como un espacio de protección, pero sabemos que es un lugar donde se permiten las más aberrantes violaciones a los derechos de mujeres y niñas. Entender el problema de las dominaciones desde los márgenes del capitalismo es un tremendo problema, aunque sea desde la crítica, ya que nuestras herramientas se limitan a entender la realidad desde los límites del capital y si bien nos permite comprender muy bien como funciona la explotación económica, es estrecha en su lectura de la realidad por cuanto limita nuestra capacidad creativa a la hora de plantear alternativas. Si bien Marx aseguró que el capitalismo allanaba el camino para la emancipación humana, probablemente se habría cuestionado esta aseveración si hubiese observado con mayor detención la posición de las mujeres en la sociedad.

Con la convicción de que debemos recorrer un camino conjunto y tomar las armas en nuestras manos, quiero proponer algunas orientaciones para el periodo que enfrentamos:

1. Identificar a nuestros enemigos: Si bien sabemos que el patriarcado opera como una relación social, existen algunas instituciones que tienen un rol principal en mantener esta estructura de dominación. Podemos identificar al Estado, la Iglesia, la familia y el mercado. Esto nos permite tener una orientación más clara a la hora de movilizarnos, como también para construir alternativas para nuestros pueblos.

2. Construcción de una nueva subjetividad: Tenemos el gran desafío de dejar de considerarnos-sentirnos víctimas y transformarnos en mujeres resistentes y rebeldes. El cómo nos percibimos, la asociación entre feminidad y debilidad presente en nuestra cultura merma nuestras posibilidades de autodefensa.

3. Separatismo: La necesidad de generar espacios de mujeres, protegidos de violencia machista. No de una forma excluyente, ni con el afán de marginar a nadie, sino para entregar protagonismo y desplegar la capacidad creativa de quienes hemos sido históricamente desplazadas, crucial en la construcción de nuevas formas de hacer política desde las mujeres hacia la sociedad.

4. Disputa ideológica en torno a las reivindicaciones de las mujeres: Frente a la masividad explosiva que han tomado las demandas de las mujeres, por ejemplo a través de la campaña #NiUnaMenos, vemos como el Estado intenta apropiarse de la demanda y por otra parte el capital es incluso capaz de lucrar y obtener millonarias ganancias con nuestros avances como Ripley con su línea de poleras bajo la consigna de la campaña o Disney estrenando una película infantil con una princesa “feminista”. Ante el inminente riesgo de despolitización de nuestras demandas, más fuerte y conciente debe ser nuestra disputa, teniendo claro cuáles son nuestros enemigos y adversarios como también haciéndonos cargo de dotar la masividad de contenido revolucionario.

5. Perspectiva anticolonial-antiracista en la coyuntura: Existe una relación directa entre la defensa de nuestros cuerpos con la defensa de nuestra tierra, ambos territorios colonizados y explotados. Es fundamental incluir dentro de nuestras luchas la defensa de nuestros territorios y generar redes de apoyo a los pueblos que están dando directamente estas batallas, como es el caso de la oposición a proyectos megaenergéticos y forestales en Wallmapu (Octupus, MAPA, etc.) y con urgencia exigir la libertad de la machi Francisca Linconao cuyo encarcelamiento se inscribe en una política de persecución a las autoridades ancestrales del pueblo Mapuche.

6. Perspectiva de clase en la coyuntura: En el resurgimiento del movimiento social en Chile vemos como el movimiento de trabajadoras y trabajadores de a poco comienza a reconstituirse. Como feministas tenemos la responsabilidad ser parte de este proceso aportando con reflexiones que clásicamente no han sido incluidas en el seno de la clase obrera. Por ejemplo, en la demanda por un sistema de pensiones tripartito, solidario y de reparto, incluir dentro de la seguridad social el trabajo no remunerado asociados al cuidado y la crianza realizado mayoritariamente por mujeres sin reforzar que las mujeres sean quienes deben hacerse cargo de estas tareas, lo que puede ser un gran aporte dentro de la coordinadora No + AFP.

7. Estrategia y táctica: Analizar la realidad desde el feminismo no tiene fines contemplativos sino de transformación profunda. El orden y objetivos claros de nuestras acciones nos acercará sin duda de forma más rápida a nuestros objetivos finales. Podemos analizar críticamente lo que sucedió estos últimos dos años en torno a la lucha por el aborto libre, seguro y gratuito. Evidentemente la parlamentarización del conflicto y la discusión en torno al proyecto de ley que aún se tramita decantó en una desactivación de la articulación feminista por esta demanda, tensionándonos en torno a la relación con los partidos políticos, entre otras aristas. Los aspectos estratégicos y tácticos de nuestras luchas, como por ejemplo definir el escenario de disputa, no pueden ser cuestión de azar ni tampoco podemos permitir que sea definido por nuestros enemigos.

El capitalismo, el patriarcado y la humanidad comparten una característica: su supervivencia depende de su reproducción y adaptación constante. Estamos constantemente pariendo capitalismo, patriarcado y humanidad. El feminismo nos entrega la posibilidad de mirar y transformar lo que ocurre en la intimidad de nuestra clase y nuestros pueblos. La soberanía de nuestros cuerpos y territorios desde el feminismo no puede ser interpretado como una práctica individual, sino como la posibilidad de construir una sociedad nueva.

En ese marco se inscribe, por ejemplo, el derecho al aborto, como el derecho a no parir lo que no queremos parir. La prohibición del aborto, más allá de la práctica médica, se transforma en una metáfora de la sumisión constante, es decir, parir lo que no queremos parir: capitalismo, patriarcado y esta humanidad. Lo más maravilloso, es que lo que parimos no sólo “está” en nosotras sino que “es” nosotras, y en nosotras está la posibilidad de transformarlo y parir algo diferente.

Arica, 2016.

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