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#Nobastan3Causales: seguimos luchando por aborto libre en Chile

category bolivia / peru / ecuador / chile | género | opinión / análisis author Wednesday July 18, 2018 06:33author by Gema Ortega - Coordinadora Feministas en Luchaauthor email gemaortegaparra at gmail dot com Report this post to the editors

El anarcofeminismo frente a la lucha por el aborto libre, seguro y gratuito

Ante la 6ta marcha por Aborto Libre, Seguro y Gratuito como anarcofeministas no podemos restarnos de la lucha por la autonomía y autodeterminación sobre nuestros propios cuerpos y nuestras vidas, sobre todo a la luz de las luchas dads por nuestras hermanas en distintos lugares del mundo.
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La lucha por la despenalización total del aborto es una lucha por la autodeterminación y la integridad corporal de las mujeres, que tiene como eje la conquista del propio cuerpo. Esta lucha ha sido emprendida por mujeres en distintas épocas y contextos, donde todas compartimos un punto de partida en común. Este es: la instalación del sistema patriarcal, basado en la división sexual del trabajo, que ubica a las mujeres en una posición subordinada frente a las expectativas sociales, las representaciones culturales y la relación con los medios y modos de producción, además de ligar su vida a su capacidad reproductiva.

Las mujeres no hemos sido libres de disponer de nuestras propias vidas o, ni de nuestros cuerpos, que son ocupados según los intereses del capital y los bienes de intercambio político, entre las franjas reaccionarias y patriarcales. Ejemplo de cómo nos han utilizado como moneda de cambio han sido los anuncios de Piñera en su llamada “agenda de género” o la pretensión de las clínicas privadas de recibir dineros fiscales a pesar de su negativa de practicar abortos, amparados en una supuesta “objeción de consciencia” que sólo opera en casos de aborto, pero no ante la atención de genocidas o abusadores de niñas y niños. De esta manera, el peso de un embarazo no deseado y no buscado, siempre recae en las mujeres más vulnerables que deben recurrir a redes clandestinas y en muchos casos inseguras. Todo en un contexto en el que el aborto no está garantizado ni es gratuito, obligando a muchas mujeres a exponerse a vendedores inescrupulosos, médicos charlatanes o incluso métodos que se acercan más a la tortura que a un procedimiento de salud.

Las mujeres hemos luchando por años para hacer efectiva nuestra autodeterminación y autonomía, lo que a su vez nos ha permitido acceder formalmente a distintos espacios como la educación, el trabajo asalariado o la representación en la política. No obstante, existe una diferencia inexorable entre aquello que los estados enuncian y lo que realmente hacen. Las mujeres hemos resistido por milenios la violencia del Estado sobre nuestras vidas y esta lucha hoy en día tiene características mundiales. Estamos ante una avanzada de lucha feminista inédita que nos permite sostener que este es el momento de conquistar todos los espacios. No podemos olvidar que el feminismo como propuesta radical se rebela incluso frente al orden natural o la naturaleza última del estado de las cosas. Es profundamente revolucionario y no puede empeñar sus demandas por un par de escaños en el parlamento o reformas que resultan solo convenientes para las clases dominantes, que se consolidan de nuestra capacidad reproductiva para contar con nuevas camadas de mano de obra barata. Como feminista, estoy convencida que el feminismo tiene una fuerte potencia anarquista, pero sobre todo como anarquista creo que es indispensable ser feminista y luchar por el aborto libre.

La lucha por el aborto tiene un claro contenido emancipatorio, pues ya no se ve la interrupción del embarazo cómo un procedimiento médico o eugenésico, sino como la autodeterminación de las mujeres. Tal cómo la legislación promovida por Marti Ibânez en la España de 1936: "La autorización para efectuar el aborto representa, pues, una vigorosa afirmación de la maternidad en cuanto afecta a la responsabilidad de la mujer. En adelante, en lo que a su vida sexual se refiere, la mujer quedará liberada de la tiranía egoísta masculina y tendrá unos derechos -de los cuales destaca el de disponer de sí misma y decidir sobre su maternidad- que comprare a costa del precio de unos deberes hasta hoy olvidados". [1]

Debemos recordar que la autodeterminación no es un derecho, sino que es la capacidad de decidir de un modo completamente autónomo la forma de vida que más nos acomode. Esta capacidad puede ser ejercida sólo cuando la soberanía está en manos del individuo como parte de la colectividad, lo que únicamente es posible con la desaparición del Estado y de la propiedad privada. Asimismo, no podemos hablar de autodeterminación cuando estamos sujetas a la idea de la naturaleza como algo inmutable y salvaje y que por tanto, debe ser sometida al orden patriarcal.

¿De qué hablamos cuando hablamos de soberanía? Por soberanía entendemos la participación colectiva en el tiempo y las formas del gasto del excedente de producción. La soberanía se distinguiría por invertir la lógica económica del placer- -trabajo a un momento de singularidad irreductible-. La soberanía se opone a la servidumbre, se opone a cualquier procedimiento de subordinación o explotación, incluso podríamos afirmar que si no dispusiéramos de nuestro propio tiempo y cuerpo, jamás podríamos actuar autónoma o soberanamente. En consecuencia, la autodeterminación sólo puede ser considerada como el resultado de una conquista revolucionaria fruto de la superación del Estado y de la propiedad privada, pues sólo entonces se dan las condiciones mínimas de libertad razonable para decidir sobre nuestras propias condiciones de vida.

El anarquismo encierra una tentativa de subvertir el orden instituido, con el objetivo de producir una más amplia secularización de la vida social. El anarquismo y específicamente la propuesta radical del anarcofeminismo rebate el discurso oficial del Estado, los partidos políticos y la Iglesia, pero también cuestiona el quehacer privado, rompiendo con la moral sexual y el modelo familiar imperante, que sólo se alcanzará al denunciar y superar el privilegio de los varones heterosexuales en los usos cotidianos y sexuales. La lucha por el aborto es una lucha contra la violencia sexual y la explotación, y demanda no sólo la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo sino la destrucción del sistema heterowinkapatriarcal en su conjunto. Como señala Leonor Silvestri:

El paso es, desde algún paso, previo: deshaciendo los géneros, la alianza y los imperativos de poder médico jurídico y económico, se establecerían nuevas posibilidades de interacción entre las aun inimaginables corporalidades que entre otras cosas no redundarían en embarazos no deseados, para poder formar redes de afinidad desde donde y a partir de las cuales apoyarnos mutuamente”.


[1].-Félix Marti Ibânez, "En torno a la reforma eugénica del aborto", Estudios, enero de 1937. También: "Diez meses de labor en Sanidad", pp. 151-152.

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