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Errico Malatesta y la cuestión de las reformas.

category argentina/uruguay/paraguay | movimiento anarquista | opinión / análisis author Wednesday December 26, 2018 02:58author by Élisée Shevek. Report this post to the editors

Un planteo para la actualidad.

Uno de las aspectos centrales que provoca discusiones y divisiones dentro de los movimientos sociales y del amplio espectro del socialismo —incluido, claro, el anarquismo— es la cuestión de las reformas o conquistas parciales, y el posicionamiento ideológico y estratégico que debemos tomar las organizaciones revolucionarias ante el reformismo presente con frecuencia en el denominado campo popular y en los gobiernos burgueses, especialmente aquellos que pregonan —a veces en voz baja— la construcción de un capitalismo más humano.

Apoyándonos en algunos fragmentos (el libro que utilizamos es Malatesta. Pensamiento y acción revolucionarios, del compilador Vernon Richards) del anarquista italiano Errico Malatesta intentaremos dilucidar cuál debería ser el criterio que debemos emplear los socialistas libertarios a la hora de analizar la obtención de conquistas parciales o reformas progresivas para la clase trabajadora.
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Errico Malatesta y la cuestión de las reformas: un planteo para la actualidad.

Uno de las aspectos centrales que provoca discusiones y divisiones dentro de los movimientos sociales y del amplio espectro del socialismo —incluido, claro, el anarquismo— es la cuestión de las reformas o conquistas parciales, y el posicionamiento ideológico y estratégico que debemos tomar las organizaciones revolucionarias ante el reformismo presente con frecuencia en el denominado campo popular y en los gobiernos burgueses, especialmente aquellos que pregonan —a veces en voz baja— la construcción de un capitalismo más humano.

Apoyándonos en algunos fragmentos (el libro que utilizamos es Malatesta. Pensamiento y acción revolucionarios, del compilador Vernon Richards) del anarquista italiano Errico Malatesta intentaremos dilucidar cuál debería ser el criterio que debemos emplear los socialistas libertarios a la hora de analizar la obtención de conquistas parciales o reformas progresivas para la clase trabajadora.

¿Qué nos dice Errico Malatesta sobre las reformas sociales? En principio que “…hay siempre una cierta contradicción entre los pequeños mejoramientos, la satisfacción de las necesidades inmediatas y la lucha por una sociedad que sea seriamente mejor que la que hoy existe” (pp. 79).

Es decir, las reformas sociales, la mayoría de las veces, están en abierta contradicción con la lucha por la revolución social. Esta contradicción que observa Malatesta tiene que ver nada más y nada menos que con la lucha de clases en la sociedad capitalista: en tanto subsista el sistema capitalista todas las reformas estarán limitadas por las relaciones de clases presentes en la realidad verdaderamente existente.
¿Pero por qué esto sería una contradicción? ¿Acaso, en un sistema capitalista, una conquista parcial no es una victoria que nos acerca todavía más al socialismo libertario? La respuesta es que no, que no necesariamente. Es decir, debido a esta contradicción presente e imposible de suprimir mientras exista el sistema capitalista —salvo en el terreno de las fantasías— las reformas sociales arrancadas a las clases dominantes o entregadas por algún líder benefactor por sí solas no significan un avance, una progresividad, un fortalecimiento de las posiciones de la clase trabajadora con respecto a la lucha por la emancipación. Una reforma, por el contrario, puede debilitar las fuerzas sociales y fortalecer las posiciones del enemigo al tiempo que solidifica las relaciones que sostienen el sistema capitalista. Como demostración de este punto está toda la historia del capitalismo y de cómo los pequeños mejoramientos, la satisfacción de las necesidades inmediatas ha servido para desorganizar y derrotar a los elementos más avanzados del proletariado. A lo largo del tiempo, las reformas han sido el arma fundamental de las clases dominantes para mantener a raya a las clases oprimidas y explotadas al tiempo que permitía una mayor sujeción, productividad y ganancia capitalistas.

Como sostiene el socialista Anton Pannekoek en “Las divergencias tácticas en el movimiento obrero”, de 1909: “… puede suceder que, gracias a leyes favorables a los obreros, la burguesía adormezca su conciencia de clase que acababa de despertarse y suscite en los trabajadores la idea de que gracias a la benevolencia de los gobernantes obtendrán más fácilmente mejoras y no por la fuerza de su organización; por tanto, el poder del proletariado no es acrecentado, sino debilitado por la reforma” (pp. 180).

Es decir, los reformistas no ven o no quieren ver el antagonismo irreconciliable entre explotadores y explotados, entre dominadores y dominados, relación intrínseca al sistema capitalista y estatista: “...en realidad “la paz social” fundada sobre la abundancia para todos seguirá siendo un sueño mientras la sociedad esté dividida en clases antagónicas, es decir, en propietarios y proletarios. Y no habrá paz ni abundancia” (pp. 78 – 79).

Esta posición de los reformistas no permanece neutral, no es una discusión meramente ideológica, sino que “…a menudo las reformas que éstos prefieren son las que, mientras aportan a los trabajadores una discutible ventaja inmediata, sirven después para consolidar al régimen vigente y para interesar a los trabajadores mismos en la perduración de ese régimen”.

Estas consideraciones nos obligan a estar atentos, a realizar análisis serios y concretos de la realidad sobre la que actuamos y a ubicar las reformas o conquistas parciales en el terreno de la estrategia teniendo como horizonte la sociedad socialista. Malatesta nos advierte, utilizando el criterio de la progresividad-debilitamiento de nuestras posiciones como clase, que las reformas “…consolidan al régimen existente o lo minan, ayudan al advenimiento de la revolución o lo obstaculizan, favorecen o dañan el progreso general según su naturaleza específica, según el espíritu con que se las concede, y sobre todo según el espíritu con que se las pide, reclama o arranca”.

“Pero la revolución no se puede hacer cuando se quiere. ¿Debemos permanecer inertes, esperando que los tiempos maduren por sí mismos?” (pp. 82). Como decíamos anteriormente, este carácter dual de las reformas de la lucha socialista libertaria nos obliga a producir en la esfera de la táctica y de la estrategia revolucionarias para poder luchar con responsabilidad y criterio, con un programa más o menos definido, más o menos maleable teniendo como finalidad máxima la sociedad libertaria y socialista.

Es por esto que los anarquistas no descartamos las reformas, todo lo contrario, las consideramos necesarias y luchamos en el campo social para conquistarlas. “No es cierto entonces que los revolucionarios se opongan a los mejoramientos y a las reformas”, remarca. Sin embargo, debemos poner énfasis en el carácter estratégico que debe asumir la lucha por las reformas, en su naturaleza específica, según el espíritu con que se las concede, y sobre todo según el espíritu con que se las pide, reclama o arranca.

¿Pero cuál debería ser nuestra mirada sobre las reformas sociales teniendo como dirección ideológico-política y estratégica la lucha por el socialismo libertario? Hay dos posiciones o actitudes, en términos generales:
“Los oprimidos, por otra parte, o piden y acogen los mejoramientos como un beneficio, gratuitamente concedido reconociendo la legitimidad del poder que está sobre ellos, y entonces hacen más daño que bien y sirven para retrasar la marcha hacia la emancipación o incluso para detenerla o desviarla. O, en cambio, reclaman e imponen los mejoramientos con su acción y los acogen como victorias parciales obtenidas sobre la clase enemiga y se sirven de ellas como estímulos, aliento, medio para conquistas mayores, y entonces constituyen una sólida ayuda y preparación para la liquidación total del privilegio, es decir, para la revolución” (pp. 91).

Entonces, para culminar, clarifiquemos.

¿Somos reformistas? No, no somos reformistas.

Pero entonces, ¿se contentan con esperar hasta que llegue la revolución social como por arte de magia o por un fatalismo histórico sin hacer nada? No, tampoco; para nada.

Los anarquistas, los socialistas libertarios “…somos reformadores hoy en tanto buscamos crear las condiciones más favorables y el mayor número posible de personas responsables y conscientes necesario para desencadenar una insurrección popular exitosa (…) Pero nunca hemos de reconocer las instituciones existentes. Hemos de llevar a cabo todas las reformas posibles en el espíritu en el que un ejército avanza siempre arrebatando en su camino el territorio ocupado por el enemigo”.

Élisée Shevek.

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