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Zelmar Dutra: una vida de combate por el socialismo y la libertad

category argentina/uruguay/paraguay | movimiento anarquista | comunicado de prensa author Wednesday May 29, 2019 00:55author by Jon - 1 of Anarkismo Editorial Group Report this post to the editors

Zelmar quedó para siempre entre nosotros. No se fue, está aquí. Mientras haya lucha por una sociedad distinta, socialista libertaria, estará entre nosotros. No es una frase formal, su trayectoria nos seguirá diciendo mucho y por ello es que lo sentiremos ahí.

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Recordándolo trataremos de hacer una breve semblanza militante de este querido y entregado compañero. Las actividades que recorrió, que no fueron otras que aquellas distintas tareas que son necesarias en una organización específica.

“Fue detenido un compañero, lo llevaron para la comisaría de la otra cuadra, vamos a sacarlo”. Era una propuesta hecha en la calle, en el marco de una movilización callejera, en enfrentamiento a la represión policial. El detenido era en esta oportunidad Zelmar que había resistido con todas sus fuerzas el malón represivo. Una veintena de compañeros se agruparon ante la comisaría y exigían que lo soltaran. Zelmar era puntual en aquellas movilizaciones que se realizaban, varias por semana, vinculadas a reclamaciones obreras y estudiantiles de la década del 60. No pedía un puesto de lucha, lo tomaba.

Fue la suya una infancia sufrida, de hogar humilde supo de niño cómo sienten y viven los de abajo. Tuvo un largo tránsito por el infame camino de la pobreza, de la falta de todo aquello que permite una vida simplemente regular en este mundo de opresión, de mucho privilegios para unos pocos y mucha miseria para los más. Pero esto no lo marginó o lo hizo un resentido, por el contrario, le permitió ir al encuentro de la esperanza de un mundo mejor. Pero la cruda experiencia le había ido enseñando que ese mundo poblado de justicia auténtica y solidaridad solo se podía lograr con mucha resistencia y lucha y que la tarea comenzaba ya.

Nace y transcurre alguna parte de su vida en Rivera. Siendo niño pasa a no tener hogar de familia directa, da tumbos, va de un lugar a otro. A los 7 años queda internado en el Consejo del Niño. Aún en esas condiciones tiene un propósito entre ceja y ceja: ir al liceo. En el Consejo del Niño le reconocen su habilidad manual y estiman su deseo de estudiar. Lo trasladan para que esto fuera posible. Finalmente hace el Liceo en Pando, para llegar a él debe realizar una larga caminata todos los días, persevera y sigue hasta terminar. Es en ese Liceo que conoce a Roger Julien. Juntos, años después, concurren a la Escuela de Bellas Artes. Ahí toma contacto con las ideas libertarias y participa en actividades sociales de la Asociación de Estudiantes, especialmente en las luchas callejeras durante un periodo. A principios de la década del 60 se identifica con la FAU, con sus planteos de acción para el medio social del momento y con su estrategia general. Conoce un poco del monstruo por dentro y los planteos líricos no lo atraen, quiere una trinchera donde luchar contra la bestia con métodos adecuados.

Está la Universidad sitiada por fuerzas represivas, rodeada por el milicaje. Pretenden entrar para desalojar a palos a quienes se encuentran en ese momento refugiados ahí, después de una refriega donde la represión no las tuvo todas con sí. Fue un largo enfrentamiento obrero-estudiantil en 18 de julio y los alrededores de la Universidad. Las bestias del poder fueron sumando fuerzas y terminaron rodeando los calles linderas de toda una zona, quedó finalmente como repliegue la Universidad. Después un grupo grande de compañeros trancó la puerta y se quedaron allí reforzándola para impedir la entrada de la represión. Los milicos metían gases y arremetían una y otra vez y nada, la resistencia era firme y no pudieron quebrarla. Ahí, entre los compañeros de la puerta estuvo todo el tiempo Zelmar, firme, sereno y dispuesto.

No le sacaba el hombro a ninguna tarea. Sabía que todas eran necesaria en este combate de clases que circula por todas las arterias del sistema. No lo seducía lo espectacular, lo ganaba cualquier tarea de las necesarias para sostener en lo cotidiano esa esperanza de futuro, ese futuro que sentía que había que estar construyendo todos los días en diferentes terrenos sociales.

«Cómo marchan esos arreglos», le preguntaban los compañeros del Cerro a Zelmar en un amplio salón de la calle Galicia que se estaba transformando en un salón para actos. Se habían formado grupos de trabajo que hacían horario todos los días, del grupo de Bellas Artes venía Zelmar y Hugo Garrone. Y allí un par de meses estuvo en esa tarea que fue dura, ya que ese galpón estaba en condiciones de regular para abajo. Era infra para el proyecto de creación del Centro de Acción Popular. Un proyecto de actividad social amplio que abarcaba distintos matices combativos. Algo con alguna semejanza con lo que sería la ROE unos años después.

Zelmar era de hablar poco, pero seguía con interés e intervenía en discusiones sociales y políticas. Un silencio vivo y expectante lo acompañó toda su vida. Modesto de los de verdad, no hacía cosas por ego sino por convicción de que eran cuestiones necesarias u obligatorias de encarar.

Hizo un pasaje por un grupo de Violencia FAI antes de entrar en la actividad de OPR 33. Le llamamos FAI en memoria a los compañeros de la Revolución Española. Lo de violencia es porque se asumía la concepción malatestiana de que a la violencia que oprime la violencia que libera. Conceptualmente se marcaba además que estamos ante un sistema donde el conjunto de relaciones de dominación están asentadas en la violencia, al margen de cómo se expresen en una u otra coyuntura o discurso. Violencia FAI, se trataba entonces, de grupos operativos de apoyatura a conflictos gremiales y en general a movimientos sociales de masas. Una acción operativa ágil y bien cercana a la lucha de masas. Por ejemplo, las ollas sindicales eran frecuentes en algunos casos, ollas que en gremios grandes no era fácil sostener. Zelmar junto a otros compañeros participó en una expropiación que comprendió carnes y un conjunto de artículos comestibles que resultaban fundamentales para prolongar esa olla por el tiempo que fuera necesario.

“Todo salió bien”, dice Zelmar mientras pone sobre una mesa un paquete grande. El paquete contenía la paga de la Planta de Acodike. Temprano de la mañana un equipo de OPR fue hasta la casa del Gerente, lo «levantó» y trajo en auto hasta la Empresa. Con el gerente al volante, el sereno le abrió la puerta y lo que vino después fue sencillo. Zelmar hacia una posta a pocas cuadras, allí paró el auto donde iba el equipo y le entregó el paquete. Los compañeros se fueron limpios y pronto se desparramaron. Zelmar llegó con una sonrisa, un pedacito de revolución logrado. No era mucho pero se podía ir acumulando.

A mitad del ’72 se da la resolución de evacuar parte de la Organización para Bs. As. Se estimaba que llegaba la dictadura y que había que acomodarse para “durar haciendo” como sintéticamente se decía. Se evacuaba fundamentalmente los grupos de OPR, mitad de Junta Federal y algunos compañeros vinculados a tareas internas generales. Quedaba el grueso de los compañeros que trabajaban en el medio sindical y popular. Se había planteado que Bs. As. era buen lugar para hacer las finanzas, tanto para las que pronto se necesitarían como para las que eran imprescindibles frente a la etapa que venía. Quedaba poco del dinero que diera la retención de Fernández Lladó. Finalmente en 1974 se concreta la retención “secuestro” de un pez gordo por el que se cobró 10 millones de dólares, en poder adquisitivo unos 90 millones de hoy. Ya estaba la dictadura y para llevar adelante proyectos de la Organización que andaban en la vuelta se precisaban urgentemente medios económicos. El trabajo total de este operativo fue complejo y largo. La retención de Hert duró cerca de 6 meses. Implicó un conjunto de tareas distintas. En una de ellas estuvo Zelmar. En una de las difíciles. Fue parte de este operativo igual que su compañera de toda la vida: Amelie Leivas. Juntos estuvieron y militaron toda una vida en la Organización.

Logró escapar de la Argentina en aquel marco feroz de torturas, desapariciones y asesinatos de compañeros que llevó adelante la OCOA. Ya en el exilio realizó distintas actividades sociales, muchas vinculadas a las luchas de denuncia contra la dictadura. Regresó a Uruguay poco después de la reorganización de FAU. De inmediato recomenzó su militancia orgánica. Distintas comisiones de trabajo interno contaron con su presencia y energía. En el momento de su muerte integraba además de una agrupación de FAU, una actividad social: el Ateneo del Cerro.

Fue nuestro querido Zelmar, un compañero profundamente fiel a su convicción y todo un ejemplo militante. Amaba la esperanza de una sociedad justa, libre y solidaria. Odiaba profundamente este sistema oprobioso, genocida, que siembra injusticia, hambre, xenofobia, exclusiones y que está organizado para solo un puñado de ricos y poderosos. Ese sistema del que nada pueden esperar los y las de abajo. Del que no hay que usar ninguna de las herramientas que tramposamente ofrece como real posibilidad de cambio. Otras necesariamente deben ser las herramientas para irnos acercando a ese socialismo con libertad, de poder popular auténtico, por el que entregaron todo tantos pueblos y militantes. Sí, militantes como Zelmar al cual hoy recordamos con gran cariñoy reconocimiento por su calidad humana y su entrega militante ejemplar. Un compañero de arriba los que luchan, siempre.

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