user preferences

New Events

América del Norte / México

no event posted in the last week

El principio de autoridad y las contradicciones del marxismo "antiestatista"

category américa del norte / méxico | miscellaneous | debate author Wednesday February 14, 2007 09:41author by Carlos Rivera - ACLauthor email cf_rivera at yahoo dot com dot mx Report this post to the editors

por: Carlos Rivera.

Publicado originalmente en "Estrategia" (No. 1, Febrero 2007) Revista de teoría y análisis Anarquista.

Engels escribió el –no controvertido, sino simplemente ridículo- texto titulado “sobre la autoridad” en 1873, fecha en la que los principios anarquistas revolucionarios se encontraban ya estructurados casi en su totalidad. Quien conozca el documento sabrá que en él, Engels trata de demostrar que el principio de autoridad es absoluto e imprescindible y que todo intento de eliminarlo no es otra cosa que tiempo perdido e incluso concluye, como veremos más adelante, que el principio de autoridad No siempre es “malo”. Nosotros Anarquistas Revolucionarios por el contrario vemos que el principio de autoridad no es absoluto ni inherente al ser humano (este es solo producto de la lógica estatista/clasista) y estamos absolutamente convencidos que resulta totalmente nocivo y que por ende debe ser radicalmente combatido...

Breve introducción.

En noviembre del 2004 publicamos en la Alianza de los Comunistas Libertarios (ACL) un volante titulado «El Anarquismo Revolucionario y los Partidos Políticos» [1] con motivo de una conferencia acerca de "la necesidad del partido obrero" impartida por un grupo leninista. En agosto del 2005 apareció un texto titulado «Contra todos los partidos, por la autoemancipació n de la clase»[2] del Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques (CICA) que es una critica a nuestro volante sobre los partidos.

La crítica que nos lanza el CICA inicia de la siguiente forma:
“Ya decía Engels, en su controvertido -para los anarquistas- texto «Sobre la autoridad» de 1873, que no se resuelve nada con cambiar las cosas de nombre. Y esta misma crítica se verifica con creces en el caso de la ACL.”

Basta con terminar de leer este primer párrafo y conocer la fuente citada, para darnos cuenta que el CICA hoy, al igual que Engels ayer, no entendieron un pizca de los postulados anarquistas revolucionarios; y que por ende, toda su critica esta basada en una incomprensión, honesta o deshonesta, de los principios anarquistas y nunca de los principios mismos.

En el siguiente trabajo, abordaremos, por cuestiones de espacio y tiempo, solo la cuestión de los fundamentos teóricos (en específico del principio de autoridad) que determinan nuestra praxis y no la cuestión practica-organizati va del partido (que será abordada a su debido tiempo). Clarificar nuestra visión materialista e histórica del principio de autoridad es el prefacio inmanente a nuestra respuesta sobre el partido, pues como veremos no existe una critica real hacia los principio anarquistas revolucionarios, sino a la incomprensión de los mismos.

I.- Definiendo Autoridad.

Resulta bastante contradictorio que la izquierda marxista que busca desesperadamente liberarse de su oscuro pasado autoritario, inicie un documento crítico a un grupo libertario con una cita de uno de los documentos más rancios, autoritarios y liquidados del marxismo, como lo es «Sobre la autoridad» de Engels.

Cabe aclarar que Engels escribió el –no controvertido, sino simplemente ridículo- texto titulado “sobre la autoridad” en 1873, fecha en la que los principios anarquistas revolucionarios se encontraban ya estructurados casi en su totalidad. Quien conozca el documento sabrá que en él, Engels trata de demostrar que el principio de autoridad es absoluto e imprescindible y que todo intento de eliminarlo no es otra cosa que tiempo perdido e incluso concluye, como veremos más adelante, que el principio de autoridad No siempre es “malo”. Nosotros Anarquistas Revolucionarios por el contrario vemos que el principio de autoridad no es absoluto ni inherente al ser humano (este es solo producto de la lógica estatista/clasista) y estamos absolutamente convencidos que resulta totalmente nocivo y que por ende debe ser radicalmente combatido.

Engels desarrolló su texto como crítica a los antiautoritarios, pero de forma muy astuta llevó su debate en contra de “algunos socialistas” y no de manera directa contra los bakuninistas o contra Bakunin mismo ¿Por qué es importante mencionar esto? Porque como veremos a lo largo del texto, el llevar acabo el debate contra un adversario abstracto (“algunos socialistas”) da la ventajosa oportunidad de tergiversar o simplemente ignorar, las posiciones teóricas que si se encontraban fundamentadas del adversario concreto, es decir, de los bakuninistas (colectivistas) . En este trabajo despojaremos a Engels de dicha ventaja y lo confrontaremos directamente contra Bakunin, buscando de esta forma despejar las concepciones erróneas que se tienen sobre el principio de autoridad, tanto desde la trinchera autoritaria (marxistas clásicos, leninistas, trotskistas y compañía) como de la trinchera “antiautoritaria” y “antiestatista” del marxismo (el consejismo).

Veamos pues los argumentos de Engels en contra de los antiautoritarios.

“Algunos socialistas han emprendido últimamente una verdadera cruzada contra lo que ellos llaman principio de autoridad. Basta con que se les diga que este o el otro acto es autoritario para que lo condenen.(…) Autoridad, en el sentido de que se trata, quiere decir: imposición de la voluntad de otro a la nuestra; autoridad supone, por otra parte, subordinación. Ahora bien; por muy mal que suenen estas dos palabras y por muy desagradable que sea para la parte subordinada la relación que representan, la cuestión está en saber si hay medio de prescindir de ella, si -dadas las condiciones actuales de la sociedad- podemos crear otro régimen social en el que esta autoridad no tenga ya objeto y en el que, por consiguiente, deba desaparecer.”
Engels; Sobre la autoridad.

¿Qué es la autoridad? Según la propia definición de Engels, la autoridad es la “imposición de la voluntad de otro sobre la nuestra”, (o viceversa) Tomando esta definición, con la cual, dicho sea de paso, concordamos, concluimos que la autoridad es entendida siempre como un supuesto inherentemente humano. Por ende cuando hablamos de autoridad, hablamos únicamente de la imposición del hombre sobre el hombre.

La autoridad supone subordinación, sumisión. Y subordinación y sumisión suponen la necesidad de obedecer sin opinar, sin conocer el fin o sin estar de acuerdo con el mismo, so pena de recibir el castigo por romper la escala jerárquica. Es decir, la autoridad siempre necesita de la legitimación ya sea divina o jurídica.

He aquí a lo que nos referimos cuando hablamos del principio de autoridad: a la autoridad divina y su hermana menor la autoridad jurídico/estatista, siempre de arriba abajo – jerárquica – y del centro a la periferia; siempre absoluta y permanente.

Existe también lo que es conocido popularmente como “autoridad moral”. Hay quienes equiparan esta llamada “autoridad moral” con la autoridad divina o jurídica. Nada más lejos de la realidad. La primera es producto de las leyes naturales inherentes al ser humano, pues este es un ser sociable, no por elección, sino por naturaleza y la vida social no es mas que la dependencia mutua individuos/masa. Por lo tanto la llamada “autoridad moral” no es “autoridad” en el sentido estricto de la palabra, pues esta no es impuesta por ningún medio coercitivo (ni siquiera de carácter psicológico) sino por la influencia natural de cada individuo. Todo individuo influye y es influenciado, negar la influencia del otro sobre nosotros o la nuestra sobre los otros, es negar nuestra existencia social y el ser humano, solo puede ser humano en sociedad, por ende, negar la influencia, generada o recibida, es negar la existencia humana misma. Mientras que la segunda y la tercera, como hemos visto arriba, son la imposición del hombre sobre el hombre a través de instituciones y estructuras artificiales que justifican la opresión y sumisión.

II.- Autoridad, disciplina y tecnología.

Justo después de la definición de autoridad, Engels presenta tres ejemplos donde intenta demostrar que autoridad y sumisión son inseparables, según él, de toda organización social, como concluye casi al final de su texto. Analicemos, pues, estos ejemplos.

“quien dice acción coordinada dice organización. Ahora bien, ¿cabe organización sin autoridad?. (…) Tomemos, a modo de ejemplo, una fábrica de hilados de algodón. El algodón, antes de convertirse en hilo, tiene que pasar, por lo menos, por seis operaciones sucesivas; operaciones que se ejecutan, en su mayor parte, en diferentes naves. Además, para mantener las máquinas en movimiento, se necesita un ingeniero que vigile la máquina de vapor, mecánicos para las reparaciones diarias y, además, muchos peones destinados a transportar los productos de un lugar a otro, etc. Todos estos obreros, hombres, mujeres y niños están obligados a empezar y terminar su trabajo a la hora señalada por la autoridad del vapor, que se burla de la autonomía individual. Lo primero que hace falta es, pues, que los obreros se pongan de acuerdo sobre las horas de trabajo; a estas horas, una vez fijadas, quedan sometidos todos sin ninguna excepción. Después, en cada lugar y a cada instante surgen cuestiones de detalle sobre el modo de producción, sobre la distribución de los materiales, etc., cuestiones que tienen que ser resueltas al instante, so pena de que se detenga inmediatamente toda la producción. Bien se resuelvan por la decisión de un delegado puesto al frente de cada rama de producción o bien por el voto de la mayoría, si ello fuese posible, la voluntad de alguien tendrá siempre que subordinarse; es decir, que las cuestiones serán resueltas autoritariamente.”
Engels; Ibíd.

De este primer ejemplo encontramos dos aspectos a resaltar. El primero de ellos es la astucia del autor de marcar entre líneas la “inherente”, para él, división del trabajo entre “ingenieros, mecánicos y peones”. Esta insinuación que pareciera superficial, no lo es, pues aquí es donde se palpa notoriamente la alienación burguesa del autor que le impide romper con la noción dirigentes/dirigido s con la que inunda todo su texto. La división que marca Engels presupone la subordinación en la línea jerárquica de producción capitalista. Si bien es cierto que la división del trabajo quizás se mantendrá durante los primero años después de la revolución -pues el conocimiento teórico/practico del funcionamiento de la maquinaria solo lo poseerán los pocos que hayan logrado concretar ciertos estudios- esta división perderá, tan pronto como la revolución social triunfe, todo su carácter jerárquico, pues el ingeniero y el mecánico dejaran de ser empleados de confianza y pasaran a la sana igualdad con los peones, así mismo el ingeniero perderá su privilegio de dedicarse solo al trabajo intelectual y perderá junto con el mecánico su salario mayor remunerado que los colocaba dentro de la lógica burguesa, por encima del peón.

El segundo aspecto a resaltar es una de las primeras pruebas de la incomprensión de Engels de los postulados anarquistas (e incluso de su misma definición). Engels habla de la “autoridad del vapor”, es decir, de la autoridad de una cosa inerte, sin conciencia y obviamente sin voluntad sobre el hombre. Pero como hemos visto arriba, autoridad significa la imposición de la voluntad de otro sobre la nuestra. Al carecer la maquina de voluntad y más aun, de vida, resulta imposible que esta pueda imponer algo a alguien.

Pero situémonos en el supuesto de Engels ¿Acaso las maquinas oprimen autoritariamente a los hombres? Según Engels, la respuesta es afirmativa y va mas allá, según él “El mecanismo automático de una gran fábrica es mucho más tiránico que lo han sido nunca los pequeños capitalistas que emplean obreros. En la puerta de estas fábricas, podría escribirse, al menos en cuanto a las horas de trabajo se refiere: ” Es decir, para Engels el avance tecnológico significa la subordinación del hombre a la maquina, la perdida de toda autonomía, cuando menos en cuanto a las hora de trabajo. Según Engels el hombre posee dos opciones, renunciar a su libertad y subordinarse a la maquina o regresar la rueda del tiempo. “Si el hombre, con la ciencia y el genio inventivo, somete a las fuerzas de la naturaleza, éstas se vengan de él sometiéndolo, mientras las emplea, a un verdadero despotismo, independientemente de toda organización social. Querer abolir la autoridad en la gran industria, es querer abolir la industria misma, es querer destruir las fábricas de hilados a vapor para volver a la rueca.” ¿Es esto cierto? ¡Jamás!

Cada avance tecnológico representa un paso mas para el confort humano. El que no podamos gozar ahora de ellos o el que estos sean usados, por algunos pocos privilegiados, en nuestra contra, no es sinónimo de la imposición de los avances tecnológicos contra el ser humano, sino que es una prueba más de la necesidad imperiosa de acabar con la propiedad privada de los medios de producción que permiten dicha condición. En otras palabras no es la tecnología la que domina ni la que se impone a una parte de la humanidad, sino es la clase que detenta la tecnología la que se impone y domina a una parte de la humanidad. En el ejemplo concreto de Engels, No es la “autoridad del vapor” la que impone a los obreros los horarios de producción, sino que es la autoridad del patrón la que impone dichos horarios.

Probar esto resulta sencillo. En la sociedad capitalista el obrero que es contratado se ve obligado a firmar un contrato de trabajo en el cual se estipulan sus horarios de trabajo. Pero en la sociedad socialista donde los medios de producción ya no se encontraran en las manos de una sola persona, los obreros no se verán obligados a obedecer los caprichos organizativos de una persona, sino que ellos mismos decidirán el rumbo y la organización de la empresa. Es decir, la autoridad de una persona se remplaza por la coordinación colectiva. ¿Existe en la coordinación colectiva alguna imposición de la voluntad de algunos sobre otros, en otras palabras, existe el principio de autoridad en la coordinación colectiva? NO. Lo que existe es una disciplina libremente aceptada y compartida, esa si, indispensable en toda organización social. Esto lo comprendían a la perfección los antiautoritarios bakuninistas.

“Siendo hostil, como soy, a todo cuanto se denomina disciplina en Francia, admito a pesar de ello que un cierto tipo de disciplina, una disciplina no automática, sino voluntaria y consiente, perfectamente acorde con la libertad de los individuos, es y será siempre necesaria en donde un gran numero de ellos, libremente unidos, emprendan cualquier tipo de trabajo o acción colectiva. Bajo tales condiciones, la disciplina es simplemente la coordinación voluntaria y consiente de todos los esfuerzos individuales hacia una meta común.”
M. Bakunin; El imperio Knuto-germánico y la revolución social.

Esta disciplina es simplemente la expresión de la libre coordinación colectiva, donde nadie se impone sobre los demás, sino que representa el cumplimiento de la voluntad de todos; Esto es lo que los bakuninistas llamaban “disciplina humana”.

Vemos aquí dos razonamientos diferentes para un mismo caso, el primero nos habla de la autoridad del vapor que se burla de la autonomía individual, contra el cual no hay nada que hacer, mas que someterse voluntariamente o regresar la rueda del tiempo hacia atrás y el segundo nos habla de la coordinación colectiva por medio de la disciplina humana, voluntaria y consiente, perfectamente acorde con la libertad individual ¿Quién tiene la razón? Si como vemos en el ejemplo, el colectivo decide en su conjunto las horas de inicio y fin de la producción ¿Quién ha sido sometido? Nadie, pues esto es solo el resultado de la coordinación voluntaria y consiente de la libre asociación de los individuos hacia un fin común. Al no existir una subordinación impuesta, de un hombre hacia otro hombre, no existe autoridad. Mucho menos por parte de la maquina, que es prendida y apagada a placer del colectivo.

III.- El Orden y la Anarquía.

Veamos el segundo ejemplo que presenta Engels:

“Tomemos, para poner otro ejemplo, un ferrocarril. También aquí es absolutamente necesaria la cooperación de una infinidad de individuos, cooperación que debe tener lugar a horas muy precisas, para que no se produzcan desastres. También aquí, la primera condición para que la empresa marche es una voluntad dominante que zanje todas las cuestiones secundarias. Esta voluntad puede estar representada por un solo delegado o por un comité encargado de ejecutar los acuerdos de una mayoría de interesados. Tanto en uno como en otro caso existe autoridad bien pronunciada. Más aún: ¿qué pasaría con el primer tren que arrancara, si se aboliese la autoridad de los empleados del ferrocarril sobre los señores viajeros?”
Engels; Ibíd.

Este ejemplo es el colmo. Engels concibe, cuando oye hablar de “ausencia de autoridad”, lo que cualquier alienado a la lógica burguesa concibe, es decir, el caos. Las personas totalmente alienadas son incapaces de abandonar toda lógica estatista/burguesa que relaciona autoridad con orden (y no con subordinación y sometimiento) y que cuando oyen hablar de Anarquismo suelen preguntar ¿Y que harán sin autoridad? ¡Se mataran unos a otros! ¡Nadie respetaría las luces del semáforo! ¡Seria el caos! ¡La perdición! Gritan los subordinados por tradición. Solo con ellos es comparable Engels cuando pregunta “¿Qué pasaría con el primer tren que arrancara, si se aboliese la autoridad de los empleados del ferrocarril sobre los señores viajeros?”

Engels en particular y el marxismo en general, fueron incapaces de desprenderse de la ideología burguesa por una simple razón, el marxismo como teoría revolucionaria fue incapaz de superar la tradición jacobina de la revolución y esto, a su vez, lo traslado a no realizar su análisis –proletario- sobre el Estado a fondo.

Al no comprender el origen del Estado, más que desde la visión economicista, el marxismo no pudo desechar de si la concepción estatista de la humanidad, que es precisamente la negación de la misma. En el caso particular del ejemplo que analizamos ahora, es evidente que Engels cae en la visión teológico/estatista del “hombre malo por naturaleza” que necesita siempre de una autoridad coercitiva que lo mantenga por el buen camino. He aquí la relación de Estado con orden y de Anarquía (es decir, de ausencia de gobierno, de ausencia de Estado) con caos.

“Todo Estado, como toda teología, suponen que el hombre es esencialmente perverso y malo (…) Insultan, maltratan, roban, asesinan y se devoran entre si, cada uno según su inteligencia, su astucia y sus fuerzas materiales, como ahora hacen los Estados. En consecuencia la libertad humana, no produce el bien, sino el mal, pues el hombre es malo por naturaleza. (…) En consecuencia, el Estado, comienza, como la Iglesia , con la suposición de que todos los seres humanos son malos y de que, abandonados a su libertad natural, se matarían entre si y ofrecerían el espectáculo de la mas pavorosa anarquía, donde los mas fuertes matarían o explotarían a los mas débiles. (…) el Estado enuncia el siguiente criterio: con el fin de establecer el orden publico, es necesario poseer una autoridad superior; a fin de guiar a los hombres y reprimir sus pasiones malignas, es necesario tener un jefe, e imponer también un yugo sobre las personas.”
M. Bakunin, Federalismo, Socialismo y Antiteologismo.

El temor de Engels, al caos de los pasajeros de un tren sin “autoridad de los empleados” es consecuencia única de la subjetividad teológico/estatista/ burguesa de la cual ni él, ni Marx, pudieron desprenderse nunca. Esta misma subjetividad es la que les impide negar el poder político, como veremos mas adelante.

En este mismo ejemplo, hay otro punto importante, que es la necesidad de los delegados y su “autoridad” sobre el resto, pero este tema lo abordaremos en el siguiente punto, pues se repite en el siguiente ejemplo de Engels.

IV.- Escalafón jerárquico vs Delegación rotativa.

Analicemos, ahora, el tercer ejemplo del Sr. Engels:

“Pero, donde más salta a la vista la necesidad de la autoridad, y de una autoridad imperiosa, es en un barco en alta mar. Allí, en el momento de peligro, la vida de cada uno depende de la obediencia instantánea y absoluta de todos a la voluntad de uno solo. Cuando he puesto parecidos argumentos a los más furiosos antiautoritarios, no han sabido responderme más que esto: «¡Ah! eso es verdad, pero aquí no se trata de que nosotros demos al delegado una autoridad, sino ¡de un encargo!» Estos señores creen cambiar la cosa con cambiarle el nombre. He aquí cómo se burlan del mundo estos profundos pensadores.”
Engels; Ibíd.

Lo que sucede aquí es que el autor jamás pudo comprender la diferencia entre un delegado y un escalafón de mando jerárquico, es decir, autoritario. Incomprensión que por cierto han heredado nuestros críticos. Mientras Engels seguía en la lógica estatista/burguesa del mandar y el obedecer, los bakuninistas ya la habían superado y hablaban de rotatividad, revocabilidad, asamblearismo y federalismo, es decir, todo lo opuesto a la lógica estatista/burguesa del centralismo y el permanentismo de la estructura jerárquica/autoritar ia. De esta forma lo expresaban los bakuninistas.

“En el momento de la acción, en el seno de una lucha, los papeles se distribuyen espontáneamente de acuerdo con las actitudes de cada uno, evaluadas y enjuiciadas por el conjunto; algunos dirigen y mandan, mientras otros ejecutan las ordenes. Pero no hay funciones fijas ni petrificadas, nada se vincula irrevocablemente a una persona. No existe el orden y el escalafón jerárquico, por lo cual el dirigente de ayer puede transformarse en el subordinado de hoy. Nadie se eleva sobre los demás, y si así sucede durante algún tiempo es solo para volver después a su antigua posición, como retornan siempre las olas del mar al saludable nivel de la igualdad.”
M. Bakunin; El imperio Knuto-germánico y la revolución social.

¿Existe realmente una diferencia entre lo que proponemos (delegados con mandato imperativo y sin funciones fijas) y la organización autoritaria (jerárquica) actual? Si. Existe una diferencia cualitativa que se encuentra en no dotar a nadie de ningún poder oficial que lo coloque por encima de los demás, rompiendo de esta forma toda lógica estatista/burguesa del escalafón jerárquico.

“En dicho sistema el poder, hablando con propiedad, ya no existe. El poder se difunde colectivamente y se transforma en expresión sincera de la libertad de cada uno en el fiel y serio cumplimiento de la voluntad de todos; cada uno obedece por que quien manda ese día solo dicta lque el mismo –es decir, cualquier individuo– desea. Esta es la única verdadera disciplina humana, la disciplina necesaria para la organización de la libertad. Los estatistas republicanos no predican este tipo de disciplina. Quieren la vieja disciplina francesa, automática, rutinaria y ciega. Quieren un jefe, no una persona libremente elegida para un solo día, sino alguien impuesto por el Estado durante largo tiempo, si no para siempre; este director manda, los demás obedecen.”
M. Bakunin; Ibíd..

Mientras el delegado con mandato imperativo solo es un mero mensajero, el jefe posee la total libertad de toma de decisión sin siquiera consultar a los demás. Mientras el delegado cumple una función especifica, el jefe es el mando máximo por algunos años, si no es que por tiempo indefinido. Mientras el delegado cumple su función a la par de sus obligaciones sociales, el jefe es un profesional del mando. Mientras el delegado obedece el mandato de la base, el jefe obliga a la base, por cualquier medio coercitivo, a cumplir sus órdenes. En pocas palabras mientras el delegado va de abajo hacia arriba, mientras el jefe va de arriba hacia abajo. ¿Es esto un mero cambio de nombre?

Lo que podemos ver en los tres ejemplos del Sr. Engels, es que su alienación a la ideología burguesa se sobrepuso al análisis materialista del Estado, generando así la idea netamente burguesa de la conquista del poder político, que al trasladarla fuera del Estado, es decir, al llevarla a la organización social, genera la idea netamente estatista del principio de autoridad. En pocas palabras el marxismo se mantuvo en el estrecho y caduco camino de la revolución burguesa/estatista, en vez de superarla.

V.- El principio de autoridad: ¿inevitable?

Veamos ahora, las conclusiones de Engels:

“Hemos visto, pues, que, de una parte, cierta autoridad, delegada como sea, y de otra, cierta subordinación, son cosas que, independientemente de toda organización social, se nos imponen con las condiciones materiales en las que producimos y hacemos circular los productos.”
Engels; Ibíd.

Aquí Engels concluye que la subordinación y la autoridad son cosas que se nos imponen en cualquier organización social. Hemos visto que esta visión particular de Engels y de los marxistas en general, es producto de la visualización de la sociedad futura dentro del marco estatista/burgué s del dirigente/dirigido inevitable e indispensable, según ellos, en toda organización social. Hemos visto también que los anarquistas estamos convencidos y confiamos, pues el paso de la historia nos lo ha comprobado, que el proletariado, en el sentido mas amplio de la palabra, revolucionario, es capaz de destruir al Estado/Capital y fundar sobre sus ruinas un nuevo orden social sin explotadores ni explotados; sin dirigentes ni dirigidos. Algo que ciertamente no pasa por “cambiar de nombre las cosas” sino que implica un cambio radical de la estructura y la superestructura social.

“Es, pues, absurdo hablar del principio de autoridad como de un principio absolutamente malo y del principio de autonomía como de un principio absolutamente bueno.”
Engels; Ibíd.

La incapacidad de desterrar esta lógica estatista/burguesa es la que precisamente lleva a Engels a considerar al principio de autoridad como algo bueno en algunos casos; misma lógica que llevo al marxismo a formular la tesis errónea de que el primer paso del proletariado es la conquista del poder político. Trasladando así las formas jacobino/blanquista s al proletariado, en vez de potencializar y clarificar los instintos del mismo.

“¿Por qué los antiautoritarios no se limitan a clamar contra la autoridad política, contra el Estado?”
Engels; Ibíd..

He aquí, una gran prueba de la ventaja de debatir en contra de un adversario abstracto, pues si hubiera dirigido su debate contra un adversario concreto (los colectivistas) hubiera encontrado como respuesta lo siguiente:

“¿Se desprende de esto que rechazo toda autoridad? Lejos de mí ese pensamiento. Cuando se trata de zapatos, prefiero la autoridad del zapatero; si se trata de una casa, de un canal o de un ferrocarril, consulto la del arquitecto o del ingeniero. Para esta o la otra, ciencia especial me dirijo a tal o cual sabio. Pero no dejo que se impongan a mí ni el zapatero, ni el arquitecto ni el sabio. Les escucho libremente y con todo el respeto que merecen su inteligencia, su carácter, su saber, pero me reservo mi derecho incontestable de crítica y de control. No me contento con consultar una sola autoridad especialista, consulto varias; comparo sus opiniones, y elijo la que me parece más justa. Pero no reconozco autoridad infalible, ni aun en cuestiones especiales; por consiguiente, no obstante el respeto que pueda tener hacia la honestidad y la sinceridad de tal o cual individuo, no tengo fe absoluta en nadie. Una fe semejante sería fatal a mi razón, la libertad y al éxito mismo de mis empresas; me transformaría inmediatamente en un esclavo estúpido y en un instrumento de la voluntad y de los intereses ajenos. Si me inclino ante la autoridad de los especialistas si me declaro dispuesto a seguir, en una cierta medida durante todo el tiempo que me parezca necesario sus indicaciones y aun su dirección, es porque esa autoridad no me es impuesta por nadie, ni por los hombres ni por Dios. De otro modo la rechazaría con honor y enviaría al diablo sus consejos, su dirección y su ciencia, seguro de que me harían pagar con la pérdida de mi libertad y de mi dignidad los fragmentos de verdad humana, envueltos en muchas mentiras, que podrían darme.

Me inclino ante la autoridad de los hombres especiales porque me es impuesta por la propia razón. Tengo conciencia de no poder abarcar en todos sus detalles y en sus desenvolvimientos positivos más que una pequeña parte de la ciencia humana. La más grande inteligencia no podría abarcar el todo. De donde resulta para la ciencia tanto como para la industria, la necesidad de la división y de la asociación del trabajo. Yo recibo y doy, tal es la vida humana. Cada uno es autoridad dirigente y cada uno es dirigido a su vez. Por tanto no hay autoridad fija y constante, sino un cambio continuo de autoridad y de subordinación mutuas, pasajeras y sobre todo voluntarias.

Esa misma razón me impide, pues, reconocer una autoridad fija, constante y universal, porque no hay hombre universal, hombre que sea capaz de abarcar con esa riqueza de detalles (sin la cual la aplicación de la ciencia a la vida no es posible), todas las ciencias, todas las ramas de la vida social.”
M. Bakunin; Dios y el estado.

Una vez que hemos demostrado que los colectivistas, socialistas revolucionarios o anarquistas, no clamaban contra “toda autoridad” una aclaración salta a la vista. Nosotros vemos que el principio de autoridad es a la sociedad lo que el poder político al Estado. Es por esto que clamamos no solo contra la autoridad del Estado, sino contra toda autoridad oficial, oficiosa y social; contraponiendo a esto la influencia natural y la disciplina, no la automática y ciega, sino la humana, es decir, la conciente y voluntaria, que solo puede ser la expresión de la coordinación libre del colectivo.

VI.- En Conclusión.

Parafraseando el final del texto de Engels podemos concluir: Así pues, una de dos: o los marxistas no saben lo que dicen, y en este caso no hacen mas que sembrar la confusión; o lo saben, y en este caso traicionan el movimiento del proletariado. En uno y otro caso, sirven a la reacción.

Lo que nos parece mas desconcertante es que la izquierda marxista de hoy, que se autoproclama libertaria y que trae de allá para acá los términos “autonomía” “auto actividad” “anti-jerarquias” , etc., utilice como parte de su documentación teórica un texto que considera la relación dirigentes/dirigidos como algo inherente a la organización social “sea cual sea” y que considera al principio de autoridad como bueno en algunos casos. Contradicción fatal, que sin duda, se tendrán que explicar ellos mismos, pues, o no leyeron el texto o no son tan libertarios como se empeñan en hacérnoslo creer.

--------------------------------------------------------------------------------

[1] El volante puede ser leído en la siguiente pagina web: http://www.geocitie s.com/juventuda/ partidos. htm
[2] El documento puede ser leído en la siguiente pagina web: http://www.geocitie s.com/cica_ alt/cica/ criticaACL. htm

Related Link: http://www.comunismolibertario.cjb.net
This page can be viewed in
English Italiano Deutsch
© 2005-2024 Anarkismo.net. Unless otherwise stated by the author, all content is free for non-commercial reuse, reprint, and rebroadcast, on the net and elsewhere. Opinions are those of the contributors and are not necessarily endorsed by Anarkismo.net. [ Disclaimer | Privacy ]