user preferences

New Events

Iberia

no event posted in the last week

Upcoming Events

Iberia | Historia

No upcoming events.
Recent articles by Anónim@ en red-libertaria.net
This author has not submitted any other articles.
Recent Articles about Iberia Historia

Υγειονομική ... Jul 22 23 by Αργύρης Αργυριάδης

Josep Rebull, POUM και Ισπαν&#... Aug 02 22 by Tommy Lawson

A 80 años de Jarama, recordando al internacionalista irlandés Charlie ... Feb 28 17 by José Antonio Gutiérrez D.

Diálogo sobre la guerra de exterminio y el franquismo, entre Libertad y Pau

category iberia | historia | debate author Sunday November 04, 2007 15:16author by Anónim@ en red-libertaria.net - Red Libertaria Apoyo Mutuo Report this post to the editors

En la llamada zona nacional, de julio a agosto de 1936, los militares sublevados pusieron en práctica en su rápido avance desde Andalucía y Extremadura; una guerra de exterminio del enemigo, de carácter clasista y arbitrario, con métodos colonialistas, sin más objetivo que el de implantar, en una retaguardia hostil, el terror y la limpieza política, tanto del enemigo potencial como del indeciso.

Anónim@ escribió "DIÁLOGO SOBRE LA GUERRA DE EXTERMINIO Y EL GENOCIDIO FRANQUISTA, entre Libertad y Pau.

1.- (Habla Libertad)

Le dije a mi amigo Pau:
“La Guerra Civil no fue una guerra fratricida, como nos inculcó la propaganda de la dictadura franquista durante cuarenta años, y la democracia formal postfranquista durante treinta, sino una guerra de exterminio de "los rojos" por los fascistas.



En la llamada zona nacional, de julio a agosto de 1936, los militares sublevados pusieron en práctica en su rápido avance desde Andalucía y Extremadura; una guerra de exterminio del enemigo, de carácter clasista y arbitrario, con métodos colonialistas, sin más objetivo que el de implantar, en una retaguardia hostil, el terror y la limpieza política, tanto del enemigo potencial como del indeciso. El objetivo era destruir, mediante la eliminación física, las bases sociales del movimiento obrero y de los partidos de izquierda. Ese plan de exterminio, previamente estudiado (en el Plan Mola) antes de la sublevación, y justificado por la necesidad de asegurar el triunfo de un ejército colonial enfrentado a la inmensa mayoría hostil de la población del país, se prolongó no sólo durante los tres años de guerra, sino que se legalizó e institucionalizó en el nuevo Estado franquista.

El 1 de abril de 1939 no acabó la Guerra, sino que empezó la Victoria. Victoria que tenía el objetivo prioritario de destruir al vencido y saciar la venganza de los vencedores asegurándoles total impunidad. Tras un período de ejecuciones masivas, encarcelamiento y tortura de cientos de miles de personas, se impuso un régimen de terror en el que España entera era una inmensa prisión. El Estado franquista fue un Estado genocida, definiendo genocidio como el estado de criminalidad sistemática contra un grupo, o bien, como exterminio sistemático de un grupo social por motivos religiosos, étnicos o políticos (véase la definición dada por el Diccionario de la Lengua española). La esencia del Estado franquista durante toda su existencia, y pese a la indudable evolución formal a lo largo de los años, fue la persecución, represión y exterminio de los "rojos", concepto en el que se incluía sobre todo a las organizaciones del movimiento obrero, pero también a la militancia en cualquier partido de izquierda, republicano o liberal, así como la mera defensa de las libertades y derechos democráticos más elementales, y por supuesto las reivindicaciones nacionales del pueblo vasco o catalán contra los que ejerció un implacable genocidio cultural y lingüístico.

La guerra de exterminio de los rojos por el bando nacionalista y el Estado genocida franquista no fueron denunciados como tales durante la Transición a la democracia. Los herederos postfranquistas concedieron una amnistía a los presos políticos del franquismo por unos delitos que sólo lo eran porque así lo había legilslado el Estado genocida franquista.

El pacto entre franquismo y antifranquismo impuso además de una amnistía, la amnesia sobre el pasado. Los primeros intentos de denuncia de notorios genocidas y de recuperación de cadáveres de fusilados o desaparecidos en fosas comunes fueron interrumpidos por la intentona del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. El futuro de la democracia, la estabilidad social y política y el progreso económico del país parecían estar supeditados al olvido de la historia y del genocidio franquista y a la renuncia a recuperar los cuerpos de los asesinados y enterrados en fosas comunes, e incluso el mero recuerdo del lugar donde estaban las fosas. El miedo de los vencidos se prolongó en el miedo de los hijos de los vencidos, que prosiguió en esa curiosa democracia "viglada y amenazada". Todo quedó atado y bien atado.

Pero los crímenes contra la Humanidad y el genocidio no prescriben jamás. No puede olvidarse el genocidio franquista. No se trata ya de pedir responsabilidades penales, pero sí del derecho a conocer toda la verdad sobre lo sucedido y por supuesto del derecho al acceso sin trabas a los archivos. Se trata de reivindicar la memoria de los desaparecidos, asesinados, fusilados y arrojados en fosas comunes, de los exiliados y de todos aquellos luchadores por la libertad o la utopía que sufrieron prisión o trabajos forzados sin más delito que el de ser rojos, esto es, el colectivo de los vencidos en la guerra que el Estado franquista se había propuesto exterminar. Estado que se fundamentaba en la alianza de militares, burguesía reaccionaria, terratenientes, Falange y la Iglesia Católica. Se trata también de destruir o transformar esos lugares, monumentos o placas que conmemoran crímenes fascistas y criminales de guerra. Sobre todo el "Valle de los Caídos por Dios y por España", construido por prisioneros de guerra esclavizados.

Y se trata sobre todo de recuperar la memoria histórica y desvelar conceptos ocultos bajo la propaganda fascista y clerical:

1.- La Guerra civil española no fue una guerra fratricida, entre hermanos: fue una guerra de exterminio de los "rojos".

2.- Poco importa discutir académicamente si la dictadura de Franco fue un régimen fascista o autoritario, en todo caso fue un Estado genocida, sin más fundamento que la victoria bélica de los militares, clero y fascistas sobre el pueblo y la clase obrera.

3.- Es cierto que la Iglesia Católica padeció la persecución religiosa en la zona republicana durante los diez primeros meses de guerra y sumó siete mil mártires (que ahora beatifica); pero no es menos cierto que fue un activo y terrible cómplice necesario e imprescindible en el inicio de la guerra, en su carácter de exterminio y en el genocidio posterior de los vencidos por el Estado franquista. Fue mártir durante diez meses y verdugo durante cuarenta años.”


2.- (Habla Pau)

Me contradijo mi amigo Pau:

“La guerra civil no fue una guerra fratricida, efectivamente Libertad, pero tampoco fue una guerra de exterminio de “los rojos” por los fascistas. Hay que llamar las cosas por su verdadero nombre: la guerra civil española fue, ante todo y sobre todo, una guerra de clase, total, entre la burguesía y el proletariado, las dos clases principales de la sociedad moderna, o sea, la sociedad capitalista. A un lado, la burguesía española y la de los demás países, fascista y democrática, y al otro, el proletariado español casi solo, pues los otros destacamentos del proletariado internacional ya habían sido derrotados con anterioridad en Rusia, Alemania y Centro-Europa. Por lo demás, en cuanto empezamos a deslizar términos como “rojos”, también empezamos a introducir por ahí clases, grupos y organizaciones que nada tienen que ver con la esencia del problema, a saber, la lucha entre burguesía y proletariado, y empezamos también a preparar el terreno para agrupamientos interclasistas. Por lo demás, para criticar sin contemplaciones al enemigo de clase no es necesario inventarse ninguna guerra de exterminio, que no existió ni podía existir, pues la burguesía lo único que quiere es someter totalmente al proletariado para explotarlo, pero no exterminarlo, pues sin el proletariado se le acabaría el oxígeno que le da la vida: la plusvalía.

El ejercicio de la dictadura de clase de la burguesía y demás clases y capas reaccionarias al acabar la guerra en el 39 no era más que la continuación de la guerra misma y no podía tener por objeto más que el sometimiento y explotación del proletariado, de la ciudad y del campo. Insistir en lo de “Estado genocida” sólo puede servir para desviar la atención del verdadero problema: lucha del proletariado contra la burguesía y demás reaccionarios para acabar con el Capital, y empezar a introducir de contrabando, a través de la palabra “rojos”, a “cualquier partido de izquierda, republicano o liberal, así como la mera defensa de las libertades y derechos democráticos más elementales, y por supuesto las reivindicaciones nacionales del pueblo vasco o catalán contra los que ejerció un implacable genocidio cultural y lingüístico.” Parece como si no nos hubiésemos enterado de que, desde el primerísimo día de la guerra hasta el último, los demócratas de todo pelaje intentaron pactar con los fascistas a espaldas del proletariado y contra él, y que no cejaron en su empeño de controlar y desarmar al proletariado, en colaboración con los nacionalistas, para llevar a cabo lo que bien se podría llamar una preparación artillera del terreno para que después los fascistas lanzasen el ataque final contra el proletariado. Lo que pasó es que a la burguesía le interesaba en ese momento implantar una disciplina férrea incluso en sus propias filas y agradeció a liberales y nacionalistas los servicios prestados de la misma manera que los romanos a los asesinos de Viriato: “Roma no paga traidores”. Convendría recordar, de paso, el papel nefasto de los nacionalistas vascos y catalanes, procurando atraer a los proletarios a su redil respectivo para impedir su unión revolucionaria que debería acabar con toda burguesía y todo nacionalismo, en un momento en que se desarrollaba realmente la revolución proletaria. ¿Es que nunca va a haber valor suficiente para denunciar a todos los nacionalismos como los enemigos jurados del proletariado, que por naturaleza es internacionalista? ¿Hasta cuándo se va a ir como memos repitiendo las bobadas demócratas y nacionalistas de moda?

Tú has dicho antes, Libertad, que “La guerra de exterminio... no fue denunciada durante la Transición a la democracia”. La única guerra que realmente existió, la guerra de clase, ¿quién la iba a denunciar, los mismos que la llevaron a cabo hasta el final o aquellos que siempre desearon compartir el poder y los privilegios de clase con ellos y que estuvieron esperando cuarenta años para conseguirlo, es decir, los demócratas, los partidos y sindicatos “de izquierda” y los nacionalistas? Se nos quiere hacer creer, aunque no se diga expresamente, que con la Transición ha cambiado algo fundamental. Pero para el proletariado todo sigue igual esencialmente, y además de ser explotado como siempre, “goza” de una libertad envidiable: en las empresas no puede hablar, sólo lo hacen los sindicatos “libres” y pagados por el presupuesto del Estado. En los Parlamentos está magníficamente “representado” por “sus” partidos, hasta tal punto que en el Parlamento catalán, por ejemplo, sólo se habla catalán, aunque la aplastante mayoría de los trabajadores de Cataluña somos andaluces, extremeños, gallegos, aragoneses... marroquíes, ecuatorianos... Se habla de herederos postfranquistas, pero no se les señala con el dedo: fascistas y demócratas revueltos y bien avenidos, con nacionalistas y partidos “obreros”, unidos contra el proletariado a mayor gloria del Capital. Por lo demás, no es tarea del proletariado desenterrar a sus muertos para inscribir todos sus nombres en un monolito e ir a rezarles todas las tardes o los fines de semana, sino prepararse para librar una guerra a muerte contra todos sus enemigos, abiertos o encubiertos, y llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad hacia el comunismo.

También has hablado, Libertad, tanto de crímenes contra la Humanidad, de los luchadores por la libertad o la utopía, de exterminio... que cualquier demócrata pío y, si se me apura, hasta cualquier catolicón, estará dispuesto a firmarla gustosamente. Pero, ¿dónde está el análisis de clase? ¿para cuándo el planteamiento del verdadero problema: Proletariado revolucionario contra todos los defensores del Capital? Tus tesis demuestran hasta qué punto estamos sometidos a la presión de la sociedad burguesa y de su ideología: no somos capaces de escapar del envoltorio democrático en que nos tiene metidos y sólo repetimos como papagayos lo que la democracia y el nacionalismo imperantes nos permiten recitar respetuosamente. Por cierto, que nadie olvide que esta pléyade de nacionalismos con que se nos obsequia hoy no es otra cosa sino la continuación del nacionalismo único español que le precedió, y por mucho que se nos presenten como víctimas del centralismo no son sino vestigios del pasado precapitalista y su sola existencia es una protesta permanente contra la revolución, como dijeron Marx y Engels.”


3.- (Habla Libertad)

Reconociendo el valor de las argumentaciones de mi amigo Pau, quise matizarlas y ampliarlas, respondiéndole que “Los capitalistas, en una fase de crisis revolucionaria, cuando la clase obrera cuestiona la propiedad y amenaza al Estado burgués, puede plantearse como objetivo político el exterminio político de todas las organizaciones obreras, e incluso una guerra de exterminio de determinadas capas de la población, que pueden simpatizar con esas organizaciones. Ahí están los ejemplos del exterminio judío, gitano, o de discapacitados, por los nazis, o el exterminio de los rojos en España (1936-1952), que no hacían sino aplicar tácticas militares de exterminio ensayados por las potencias imperialistas en las colonias. El capitalismo puede establecer, en pleno siglo XXI, formas de explotación esclavistas, como sucede con algunas multinacionales en las maquilas de América (establecidas en zonas francas industriales donde no se aplica la legislación laboral), o con la extensión del trabajo esclavo infantil en Asia.

El capitalismo, después de la Primera Guerra Mundial, ha implantado en numerosos lugares y en numerosas ocasiones, un sistema de trabajo que sólo puede definirse como esclavitud laboral, y ha practicado numerosas guerras de exterminio, y ha creado zonas, gulags, sectores o campañas de exterminio: los campos de exterminio nazis, el gulag ruso, la postguerra española, el actual sistema carcelario estadounidense, las migraciones de los sin-papeles.

La pretendida racionalidad del sistema capitalista con miras a no exterminar a la clase obrera, ha dejado de existir históricamente, si consideramos, en primer lugar, el excedente de mano de obra en la España de postguerra, y en segundo lugar, el uso de mano de obra esclava-carcelaria (explotada hasta la muerte) en numerosas obras faraónicas del franquismo de los años cuarenta a sesenta: Valle de los Caídos, canal del Guadalquivir, excavación arqueológica de Empúries, fortificaciones pirenaicas en la frontera francesa, etcétera. Aunque numerosas obras públicas de la época utilizaron mano de obras “libre” en unas condiciones casi tan penosas como la de los presos-esclavos, como sucedió en la construcción de las presas de FECSA en el Pirineo.

Dice Pau que “no es tarea del proletariado desenterrar a sus muertos para inscribir todos sus nombres en un monolito e ir a rezarles todas las tardes o los fines de semana, sino prepararse para librar una guerra a muerte contra todos sus enemigos, abiertos o encubiertos, y llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad hacia el comunismo”.

Muy cierto, y muy bien dicho, pero como el proletariado sólo puede aprender de sus experiencias históricas, sigue siendo necesario el combate por la historia, una historia escrita por fascistas-derechistas o republicanos-demócratas, que nos esconde el carácter brutal, y genocida, de la guerra de clases que tuvo lugar en la España de 1936-1939, y la continuidad del profundo pacto de clase contra el proletariado, existente entre fascistas y demócratas republicanos, primero (en 1936); entre franquistas y antifranquistas más tarde (1978), y hoy (2007) entre derecha e izquierda.

El reconocimiento del carácter genocida del Estado franquista no es una calificación moral, sino política, que nos permite reconocer mejor algunas de las características de las actuales instituciones democráticas y de las actuales dificultades gubernamentales para promulgar una Ley de Memoria histórica, de la que sólo cabe esperar la ignominia, y la ocultación del pacto de clase existente entre las distintas facciones de la burguesía contra el proletariado.

4.- (Habla Pau)

Mi amigo Pau, me respondió muy socarrón: “¡Pero Libertad, desde cuando puede el proletariado esperar algo de una Ley promulgada por la burguesía!”

5.- (Habla Libertad)

Yo protesté: “Pero si no nos vale un monolito, ni rezar (¡Dios nos libre!), ni una ley, ni desenterrar a los muertos para volverlos a enterrar: ¿qué debemos hacer? ¿qué cabe esperar?

6.- (Habla Pau)

Pau me respondió: “Estudiar la historia, prepararnos para asaltar los cielos, no esperar nada de ELLOS, se llamen izquierda o derecha, y sobre todo no aceptar ninguna de sus leyes, porque siempre son su instrumento de dominio, la imposición de su ideología. La guerra civil no fue una guerra entre hermanos, ni entre fascismo o democracia, sólo fue, nada más y nada menos que una guerra de clases. La perdimos y, por ello, la clase obrera ha pagado con sangre y lágrimas el precio de la derrota. Hay que aceptar la realidad, y ninguna ley va a cambiarla. Hay que aprender de las derrotas, porque las derrotas son jalones de victoria.”

Related Link: http://www.red-libertaria.net
This page can be viewed in
English Italiano Deutsch
© 2005-2024 Anarkismo.net. Unless otherwise stated by the author, all content is free for non-commercial reuse, reprint, and rebroadcast, on the net and elsewhere. Opinions are those of the contributors and are not necessarily endorsed by Anarkismo.net. [ Disclaimer | Privacy ]