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Tres Artículos de Ba Jin (Li Pei Kan) sobre los Problemas del Anarquismo y la Revolución en China

category asia oriental | historia del anarquismo | opinión / análisis author Friday July 18, 2008 20:43author by Li Pei Kan (Ba Jin) - Trad. José Antonio Gutiérrez Danton Report this post to the editors

Los siguientes tres artículos, disponibles por primera vez en castellano, han sido escritos en la década del ’20, momento histórico que fue testigo del auge y declive del movimiento anarquista chino.
Li Pei Kan (Ba Jin) en 1928
Li Pei Kan (Ba Jin) en 1928


Tres Artículos de Ba Jin (Li Pei Kan) sobre los Problemas del Anarquismo y la Revolución en China (1921-1927)



Los siguientes tres artículos, disponibles por primera vez en castellano, han sido escritos en la década del ’20, momento histórico que fue testigo del auge y declive del movimiento anarquista chino. Éstos, fueron escritos por Li Pei Kan (Chengdu, 1904- Shanghai, 2005), más conocido por su seudónimo Ba Jin. El autor, lumbrera de la literatura china del siglo XX, es más conocido por su obra como literato que por su obra como militante anarquista*. Creemos importante su reproducción porque en él se aprecia el tránsito, en el transcurso del proceso revolucionario chino, del cándido idealismo que reposa tan sólo en la fuerza de la “Idea”, al pensamiento crítico del anarquismo revolucionario que extrae lecciones de la práctica (del fracaso en este caso).

En el último artículo, fechado en 1927, podemos apreciar una evolución crítica que resalta la necesidad de plantearse los problemas prácticos de la revolución: ¿Hay bases objetivas para el comunismo anarquista? ¿Cómo crearlas, entonces, de manera coherente con los principios y prácticas libertarias? ¿Qué rol deben jugar los anarquistas en una lucha en la cual son un factor minoritario? ¿Cómo construir un programa revolucionario de los anarquistas que diga relación con las necesidades y aspiraciones concretas del pueblo y no solamente con cuestiones de orden filosófico? En cuanto movimiento minoritario ¿qué rol podían los anarquistas jugar en la unidad de las fuerzas revolucionarias para el logro de los objetivos comunes, sin necesidad de sepultar las diferencias? ¿Cómo establecer una política de alianzas correcta? Es de destacar que hacia este momento, muchos anarquistas chinos habían decidido unirse al Kuomintang (Guomindang) o al Partido Comunista Chino, ante la incapacidad del movimiento anarquista chino de aquel entonces de dar respuesta a muchas de las cuestiones prácticas que surgían en la lucha revolucionaria.

Creemos que en la lectura de estos tres artículos encontramos muchos elementos valiosos para el presente que permiten entender la necesidad de convertir al anarquismo en programa revolucionario, que se plantee decididamente las dificultades que plantean la construcción de una nueva sociedad, así como la larga batalla por conquistarla. Pero que además rechace al sectarismo que nos aísla, al dogmatismo que nos impide ver los problemas actuales y al idealismo que nos aleja de la realidad –trilogía destructiva, desafortunadamente, muy prevalente en los círculos anarquistas y de la izquierda revolucionaria en general. Los lectores podrán sacar sus propias conclusiones de la lectura de los artículos.

Quiero agradecer, antes que nada a Robert Graham, por tener la amabilidad de facilitarnos las versiones completas, que aquí reproducimos, de los artículos de Ba Jin. Éstos habían sido publicados originalmente, en versiones resumidas, en su excelente antología en lengua inglesa “Anarchism: A Documentary History of Libertarian Ideas” Vol.1 (publicado por Black Rose Books, Canadá, 2005), la cual presenta una fascinante colección de documentos del anarquismo internacional hasta 1939, con algunos documentos de rebeldes y revolucionarios pre-anarquistas de gran interés. Me permito decir que esta excelente antología representa una valiosa contribución para quienes estudian los movimientos populares y el desarrollo histórico de las ideas revolucionarias. Algunos documentos publicados eran, hasta entonces, prácticamente imposibles de conseguir, pese a su importancia y trascendencia en un determinado momento histórico. Sería algo excelente poder contar, algún día, con una versión de esta antología disponible en lengua castellana.

Quiero reconocer también al estudiante Shuping Wan, de la Universidad de Montgomery, por sus traducciones del chino al inglés que me permitieron realizar las traducciones al castellano, y a Andrew Flood por la contextualización histórica que escribió de los artículos, las cuales ayudarán al lector a entender mejor el contenido de estos artículos.

José Antonio Gutiérrez D. (traductor)
18 de Julio del 2008



*Para más detalles sobre la vida de Ba Jin se puede revisar un artículo publicado en inglés por Joe Black http://www.anarkismo.net/newswire.php?story_id=1526 o un artículo originalmente aparecido en Le Monde Libertarie y traducido por el órgano de la Federación Anarquista Ibérica “Tierra y Libertad”, el cual también hemos reproducido en este portal http://www.anarkismo.net/newswire.php?story_id=4157


Una introducción al anarquismo en los albores de la revolución china



De no ser por algunos cuantos acontecimientos, tales como la Larga Marcha y la Comuna de Shanghai, el desarrollo de la revolución china es relativamente ignorado por la izquierda en occidente, principalmente si se compara con el conocimiento que se tiene de revoluciones como la rusa de 1917, la española de 1936 o incluso los eventos de París en Mayo en 1968. Aquellos sectores de la izquierda influenciados por el Maoísmo o que se reclaman de esta corriente, no han ayudado en este sentido. Su versión de la historia ha tendido a centrarse simplemente en eventos que resaltan el rol de un solo hombre y vuelcan todo un siglo de historia revolucionaria hacia aquellos acontecimientos relevantes a él.

El anarquismo jugó un rol central en el desarrollo del temprano movimiento revolucionario en China. Por un extenso período, hasta una fecha tan tardía como 1925, la mayoría del ala radical del movimiento revolucionario era más bien anarquista que marxista. El historiador Arif Dirlik dice “No había una ‘izquierda marxista’ a la cual referirse en China sino hasta 1920-1921… la mayoría de quienes emergerían como líderes del movimiento comunista en China pasaron por una etapa anarquista antes de hacerse marxistas”. (i)

Por la mayor parte de este período, el grueso del movimiento revolucionario era de carácter nacionalista y republicano. A fines de 1911, el régimen de los Ch’ing colapsó, no tanto por un movimiento unificado en torno a un programa de cambio, sino que por su propia falta de popularidad. El vacío que éste dejó, fue inicialmente llenado por el republicano radical Sun Yat-sen, el cual fue rápidamente reemplazado por una figura militar reaccionaria, Yuan Shih-k’ai, quien cambió de bando al dejar de ser favorecido por los Ch’ing.

Durante las siguientes cuatro décadas, China se dividiría en diferentes regiones. Por los 15 años que siguieron, una multitud de caciques locales, a los cuales se hace frecuente mención como ‘caudillos’, pelearon entre sí y con los nacionalistas por el poder. Cuando el Partido Comunista comenzó a emerger en la década de 1920 como una fuerza significativa, lo hizo gracias a una exitosa alianza política y militar con los nacionalistas, una alianza que fue ahogada en sangre en 1927.

Pero en la década de 1910, la lección inmediata que extrajeron muchos jóvenes revolucionarios de este caos fue que la sociedad tradicional china debía ser activamente desmantelada antes de que cualquier progreso real pudiera tener lugar. En esos años, un movimiento intelectual revolucionario de “masas”, el Movimiento por la Nueva Cultura, se desarrolló en ese 5% de la sociedad china que conformaba su élite. Este movimiento, el cual también ha sido llamado Movimiento 4 de Mayo, fue bastante occidentalizante en su lucha contra la tradición, a la vez que rabiosamente anti-imperialista en relación con la “humillación de China” llevada a cabo por Occidente y Japón. El ensayo de Ba Jin, “El Patriotismo y el camino hacia la felicidad de los chinos” es una advertencia sobre los efectos negativos de la ola patriótica desatada por el Movimiento 4 de Mayo. Él llama, en cambio, a abolir el gobierno, la propiedad privada y el Estado.

Este periodo también fue testigo de los inicios del movimiento obrero organizado en China. Liang Bingxian, una persona vinculada a la organización anarquista “Sociedad para el Estudio del Socialismo” publicó el primer periódico obrero, “Trabajo”, en 1918. Guangzhou (Cantón) era el centro de este movimiento en desarrollo y los anarquistas de Guangzhou en 1918 ayudaron a organizar el Sindicato de Trabajadores de Salones de Té de Guangzhou, el cual contaba con 11.000 miembros. Hacia 1921, los anarquistas de Guangzhou habían organizado al menos 40 sindicatos, y gente como el hermano del prominente anarquista Shifu o Liu Shixin eran dirigentes obreros (ii). Este es el contexto en el cual Ba Jin escribe “Cómo construir una sociedad de libertad e igualdad genuinas”, en el cual explica los conceptos básicos del anarquismo a sus “amigos obreros”.

En China, la Revolución Rusa se entendió inicialmente como una revolución anarquista, debido principalmente a la falta de una tradición revolucionaria marxista en China. “Trabajo”, editado por anarquistas, fue el primer periódico que se dedicó a discutir la revolución en profundidad, y lo hicieron de manera tal en que, según Dirlik, se podía entender como “una revolución en perfecta armonía con las aspiraciones anarquistas” (iii)

Chen Duxiu se había pasado al marxismo y en 1921 convocaba al Primer Congreso del Partido Comunista Chino (PCC). Asistieron 13 delegados que representaban a unos 57 miembros. Muchos de ellos eran, de hecho, anarquistas. La naturaleza laxa del partido en estos momentos se refleja en la incapacidad de esta conferencia, que fuera sostenida en Shanghai, para acordar un manifiesto, y aún más por el hecho de que dos de estos delegados terminaransiendo ministros del gobierno pro-japonés de Nanking durante la guerra (iv).

El número de militantes anarquistas siguió creciendo, aún a comienzos de los ’20, y gracias al Movimiento 4 de Mayo, se formaron sociedades anarquistas en Beijing, Shanghai, Nanking, Tianjin, Guangzhou, Zhangzhou, Hankou, Chengdu y Changsha, así como en Francia, Singapur, Filipinas, San Francisco (EEUU) y Vancouver (Canadá). Entre 1910 y 1928, se formaron 92 sociedades anarquistas, frecuentemente, con publicaciones independientes. El punto máximo que se alcanzó fue en el período de 1922 a 1923 en que aparecieron más de 70 publicaciones anarquistas. Sin embargo, el número de militantes nunca fue tan grande, si lo comparamos con la población: Xiao Xing escribió en la revista mensual “Apoyo Mutuo” en 1923 que estimaba en varios miles el número de anarquistas en China. (v)

No obstante su prolongado período de intensa actividad y el mayor número de anarquistas en comparación a otras tendencias, los anarquistas no pudieron establecer ninguna clase de coordinación nacional fuerte, ni siquiera a nivel regional, a excepción de una o dos conferencias y federaciones pequeñas. En parte, esto se debió a la represión gubernamental, pero el factor de mayor peso, fue el hecho de que los anarquistas chinos no tuvieron, en realidad, coherencia organizativa. Y ya que el anarquismo no les entregó una solución organizativa en momentos en que la revolución se hacía cada vez más intensa, muchos de los anarquistas que siguieron activos, terminaron en uno de los dos polos revolucionarios que crecían, el Kuomintang o el PCC.

En 1922, por órdenes de Moscú, el PCC se unió al Kuomintang. Esta alianza terminó en una masacre, pero en lo inmediato, le permitió al PCC crecer de 195 miembros en Julio de 1922 a 58.000 en la primavera de 1927, cuando ya era, de lejos, la mayor fuerza revolucionaria de izquierda. Al ser la alianza exitosa, Chiang Kai-Shek, el líder del Kuomintang y del gobierno nacionalista revolucionario establecido en 1923 que desde Guangzhou lanzaba una ofensiva militar contra los caudillos del centro y del norte de China, pudo reconocer el poder creciente que tenía el PCC y resolvió aniquilarlo. El 12 de Abril, Chiang Kai-Shek, aliado con matones locales y con policías del barrio francés, lanzó un brutal ataque en Shanghai en contra del PCC y en contra de las organizaciones obreras en general. Miles de obreros y de militantes del PCC fueron asesinados en combate o ejecutados con posterioridad, siendo tanto el movimiento sindical como el PCC aplastados.

Para 1927, los anarquistas eran una fuerza política más bien agotada en China. El ensayo de Ba Jin de 1927 “El Anarquismo y la Cuestión de la Práctica”, es, al menos parcialmente, una respuesta al fracaso del anarquismo chino en entregar una alternativa al PCC. En él, trata de las limitaciones de quienes se confinaban en la propaganda abstracta, diciendo “Si nos consideramos revolucionarios, no debiéramos permitirnos el lujo de la palabrería hueca ni de darnos aires desinteresados. Debemos arrojarnos al torrente revolucionario”.

Andrew Flood
17 de Julio, 2008



Notas:
i. Anarchism in the Chinese Revolution, p2
ii. Anarchism in the Chinese Revolution, p15
iii. Anarchism in the Chinese Revolution, p178
iv. Lucien Bianco, Stanford University Press, 1971, p54
v. Anarchism in the Chinese Revolution, p13


Cómo construir una sociedad de libertad e igualdad genuinas
(1921)



En estos días la “libertad” e “igualdad” se han convertido las frases predilectas de ciertas personas. Si se les pregunta qué quiere decir libertad, contestarán: “la libertad corresponde a la libertad de palabra, prensa, asociación y correspondencia”. Si se les pregunta qué quiere decir igualdad, contestarán: “todo ciudadano es igual ante la ley, sin discriminación alguna”. Y sin embargo, esto no es ni genuina libertad ni igualdad. Si está en desacuerdo con lo que afirmo, pues le ruego que escuche mis palabras.

El obstáculo para la libertad del pueblo es el gobierno. Desde el nacimiento del gobierno, el pueblo ha perdido su libertad completamente, y son controlados por éste. Queremos el amor recíproco entre los hermanos y hermanas de todo el mundo, pero los gobiernos nos fuerzan al patriotismo, a convertirnos en soldados que asesinen a sus compatriotas del mundo. Aún en la misma China esta situación es terrible, y los chinos asesinan a otros chinos. En estos años, en las provincias de Hunan, Shanxi y de Sichuan, corren ríos de sangre y los cadáveres se apilan como montañas. Semejante miseria atroz es precisamente el beneficio que hemos recibido del gobierno.

Los capitalistas monopolizan la propiedad común que pertenece a todo el mundo, y los pobres pierden los medios para su subsistencia. En vez de castigar a esos capitalistas, el gobierno los protege mediante las leyes. El pueblo, que carece de posesiones, debe recurrir al robo a fin de poder sobrevivir. En realidad, son forzados a esto por los capitalistas, pero el gobierno les llama ladrones, y los fusila. No es que justifiquemos el robo. Sino que queremos recuperar algunas de nuestras posesiones confiscadas. ¿Por qué merecemos nosotros ser fusilados cuando a aquellos capitalistas que roban los bienes comunes de todo el mundo se les permite una vida cómoda? Si el pueblo no recurre al robo, entonces solamente le queda mendigar. A veces, el gobierno y los capitalistas demuestran su benevolencia, y entregan al pobre una ínfima cantidad del dinero que le han robado, y llaman a este acto con el grandilocuente término de filantropía. Y falsamente nos acusan de disfrutar más la mendicidad que el trabajo. ¡Lectores! ¿No queremos trabajar? Pero la verdad es que no nos dan oportunidades de trabajo y luego abusan de nosotros. Entonces, la así llamada libertad e igualdad que hemos mencionado, ¡no tiene, al parecer, nada que ver con el pueblo! ¿Es esto genuina libertad e igualdad? No lo creo. ¿Qué, entonces, es la genuina libertad e igualdad? Creo que sólo el anarquismo significa una genuina libertad y que el comunismo significa una genuina igualdad. La única manera de construir una sociedad de una genuina libertad e igualdad es la revolución social.

¿Qué es el anarquismo? El anarquismo propone que el gobierno y todos sus organismos dependientes sean abolidos, y que todos los medios de producción y los productos pertenezcan al conjunto del pueblo. De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades. Que cada cual desempeñe aquellas tareas que se ajusten mejor a sus capacidades. Algunos serán doctores, algunos serán mineros. Los trabajos más pesados tendrán menos horas de trabajo, mientras que los más fáciles tendrán más horas. La comida, la vestimenta y la vivienda serán suministradas por ciertas instituciones. Todos tendrán igual educación, sin distinciones. Un anarquista francés dijo “si todos trabajasen dos horas diarias, las necesidades de todo el mundo se verían cubiertas”. Kropotkin también dijo: “Si todos trabajasen cuatro horas diarias, habría de sobra para satisfacer las necesidades de toda la sociedad”. Creo que nadie estaría indispuesto a trabajar tan pocas horas.

Sin las leyes de la política habrá una genuina libertad; sin capitalistas, habrá una genuina igualdad.

¡Mis amigos trabajadores! ¡Por favor imaginen la libertad y la igualdad en una sociedad sin los poderes autoritarios! ¿Quieren tal sociedad? Si así lo quieren, hay que librar la revolución social y derrocar a los pérfidos políticos. La sociedad de la libertad e igualdad solamente entonces será una realidad. ¡Únanse inmediatamente con todos sus amigos! ¡Si continúan tolerando sus pesares, sencillamente estarán permitiendo que les conviertan en carne para el picadero de los capitalistas! ¡Créanme!

Li Pei Kan –Ba Jin
(en revista mensual Semi, No.17, 1º de Abril de 1921)




El Patriotismo y el Camino hacia la Felicidad de los Chinos
(1921)


I.

Hoy en día vemos a China convertirse en una sociedad en tinieblas. Bajo el peso de esta obscuridad, algunos jóvenes concientes proponen que la única manera para salvar a China de esta situación miserable, es promover el “patriotismo”, tomar al “patriotismo” como el único camino hacia la felicidad de los chinos. Por lo mismo, la palabra “patriotismo” se escucha por todo el país. Este es un fenómeno terrible. Creo que el “patriotismo” es un obstáculo a la evolución humana. Como miembro de la humanidad mi conciencia me mueve a rechazar semejante falacia y a ofrecer mi propia sugerencia respecto del “camino hacia la felicidad de los chinos”. Las palabras que digo surgen de mi conciencia. Creo que en un país tan grande como lo es China, debiera haber aunque sea algunos pocos con la conciencia para apoyar mis ideas.

II.

¿Qué es el “patriotismo”? Tolstoi nos dice correctamente que el patriotismo es “como una máquina de muerte. Lo que practica es el arte del homicidio, lo que discute es de qué manera asesinar. No tiene nada que ver con la vida real de las masas”. Por sorprendente que suene, esta cita captura perfectamente el espíritu del “patriotismo”. A excepción de algunos caudillos crueles y de los políticos, los seres humanos se oponen y condenan las guerras, y el origen de las guerras, de hecho, es el “patriotismo”. Si los seres humanos se amaran y trabajaran juntos en paz, ¿por qué habría guerras? El “patriotismo” nació en la “Época del instinto animal”, cuando el Estado nació. El Estado se caracteriza por el egoísmo y la hipocresía. A fin de satisfacer su pasión animal, el Estado fuerza a su población a invadir otras tierras y morir. La victoria bélica trae placer a los caudillos y a los políticos, y el fracaso bélico arranca la carne y la sangre al pueblo que paga el precio de éste. ¿Beneficia la guerra de alguna manera al pueblo raso? Desafortunadamente, el pueblo raso se encuentra en total desconocimiento de que el llamado patriotismo es un arma con la cual se asesina a sus seres queridos. El “patriotismo” es una monstruosidad que asesina. Por ejemplo, a fines del siglo XIX el gobierno alemán promovió el sentimiento patriótico e implementó la conscripción. Todos los adultos, incluidos los intelectuales y sacerdotes, debían prestar el servicio militar y así asesinar según las órdenes de los militaristas y políticos. Se les ordenaba asesinar trabajadores en huelga, incluso si eran sus padres y hermanos. ¡Qué desgracia! ¿Podría haber algo más cruel y salvaje que esto?

III.

Creo que la promoción del patriotismo jamás podrá significar la felicidad de los chinos; en cambio, traerá más miserias. El único camino para que los chinos busquen la felicidad es la abolición de las siguientes instituciones:

I. GOBIERNO: El gobierno es la institución del poder autoritario. Protege a las leyes, nos asesina, nos priva de los medios de vida, nos insulta y ayuda al capitalismo a asesinar a los pobres. Nosotros, los seres humanos, nacimos para ser libres por naturaleza, pero el gobierno ha creado muchas leyes con las cuales atarnos; amamos la paz, pero el gobierno nos impulsa a la guerra; supuestamente debiéramos practicar el apoyo mutuo con nuestros compatriotas de todo el mundo, pero el gobierno nos fuerza a competir. Todo cuanto el gobierno hace, contradice la voluntad de la vasta mayoría del pueblo. Por sobre todo, el gobierno es la base del patriotismo. Si queremos buscar la felicidad, nuestra prioridad debe ser derrocar al gobierno.
II. PROPIEDAD PRIVADA: La propiedad privada es fruto del saqueo. La propiedad originalmente pertenecía a todos los seres humanos, pero un número reducido de personas, por medio de su poder y de sus conocimientos, se apropiaron de la propiedad común. Esto llevó a que los más débiles se vieran sin techo, y a que los más poderosos pudieran comprar la fuerza de trabajo ajena. Ellos disfrutan de lo que producen los trabajadores, mientras a éstos no les queda nada. La propiedad privada es la injusticia número uno en el mundo. Además, la propiedad privada ha llevado a la rivalidad, al robo, al latrocinio y a la degeneración moral. Es la propiedad privada la cual ha mantenido al gobierno por tanto tiempo. Consecuentemente, la abolición de la propiedad privada hará más fácil la abolición del gobierno.
III. RELIGION: La religión encadena el pensamiento humano y obstaculiza la evolución humana. Mientras queremos la búsqueda de la verdad, ella nos entrega supersticiones; mientras queremos el progreso, ella nos pide ser conservadores. Algunos sacerdotes dicen: “Dios es omnipotente. Dios es la verdad, justicia, gentileza, belleza, poder y vitalidad, mientras que el Hombre es la falsedad, la injusticia, la maldad, la fealdad, la impotencia y la muerte; Dios es el amo, el Hombre un esclavo. El Hombre, por sí solo, no es capaz de alcanzar la justicia, la verdad, la vida eterna, y debe seguir las revelaciones de Dios. Dios creó al mundo, y los monarcas con sus oficiales representan a Dios y merecen ser servidos por el pueblo” (Esto es lo que Carlos I de Inglaterra ha llamado el “derecho divino de los monarcas). Esta es la esencia de la cristiandad y muchas similitudes pueden apreciarse con algunas de las religiones menos importantes. El comentario de Bakunin: “Si Dios realmente existiera, sería necesario abolirlo” es grandioso. Hay que hacerlo realidad.

IV.

Las instituciones discutidas son todas nuestras enemigas. Antes de tomar el rumbo por el camino de la felicidad, es preciso abolirlas. Luego, distribuiremos la propiedad, iniciaremos nuestras asociaciones libres, practicaremos los principios del apoyo mutuo, de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades, todos para uno y uno para todos. ¿No es esa una vida feliz? Sin embargo, hemos de pagar un precio para poder obtener esa felicidad. ¿Cuál es ese precio? Es la sangre caliente de mucha gente. Bakunin dijo: “¡Nada en este mundo es más excitante y placentero que la empresa revolucionaria! ¿Qué preferirías? ¿Que tu vida se pasara en tu sometimiento al poder despótico o arriesgar valerosamente tu vida en una lucha sin cuartel contra la tiranía?” ¡Qué entusiasta y valeroso! Espero que ustedes amigos se unan a nosotros y contribuyan con su sangre caliente a la más excitante y placentera de las empresas revolucionarias! ¡Marchemos juntos por el camino de la felicidad!

Ba Jin
(El Despertar del Pueblo, No.1, 1º de Septiembre, 1921)




El Anarquismo y la cuestión de la práctica
(1927)



El anarquismo es producto del movimiento de masas, y no puede jamás divorciarse de la práctica. De hecho, el anarquismo no es un sueño ocioso trascendente en el tiempo. No podría haber nacido antes de la Revolución Industrial, ni haberse desarrollado antes de la Revolución Francesa. Muchos chinos sostienen que Lao Tzu y Chuang Tzu fueron los (primeros) anarquistas de China. Pero esto es muy engañoso. El taoísmo no comparte nada con el anarquismo moderno. El tiempo de Lao Tzu y Chuang Tzu no podría haber producido las ideas del anarquismo moderno.

Pienso que muchos tienen una mala comprensión de la doctrina anarquista. Es cierto que los anarquistas se oponen a la guerra, pero al tipo de guerra al cual los anarquistas se oponen es a aquella que se deriva de la lucha por el poder entre caudillos y políticos. Nosotros sí apoyamos la lucha de los oprimidos en contra de sus opresores, y la lucha del proletariado en contra de la burguesía, porque es una lucha de autodefensa y libertaria, la cual Malatesta consideraba “necesaria y sagrada”. También apoyamos la guerra de las colonias en contra de sus Estados metropolitanos y la guerra de las naciones débiles en contra de las potencias imperialistas, pese a que el fin de tales guerras sea un tanto diferente a nuestro ideal. Algunos se oponen a la lucha de clases, la cual, argumentan, es contraria a la felicidad del conjunto de la humanidad. Hubo un artículo en la Voz del Pueblo (No.33), que reflejaba este punto de vista. Los anarquistas, de ninguna manera, se oponen a la lucha de clases, y de hecho la alientan. El anarquismo es el ideal y la ideología de la clase explotada... en la lucha de clases. Resulta engañoso, sencillamente, proponer la búsqueda de la felicidad colectiva de la humanidad, cuando la humanidad no es un conjunto armónico, y está dividida desde hace tiempo en dos clases antagónicas. “El anarquismo jamás ha sido el ideal de la clase dominante” (Kropotkin). “El verdadero creador del anarquismo es la clase obrera revolucionaria” (Alaiz).

Ningún problema práctico puede ser más importante que aquel de la Revolución China. Es el problema de cómo iniciar aquella revolución social que ocurre en nuestras cabezas todo el tiempo. Somos materialistas (destacados anarquistas como Kropotkin o Bakunin, fueron todos materialistas). Entendemos que la llegada a la revolución social no puede estar determinada por nuestras buenas intenciones. Se desprende de la evolución social y está determinada por las necesidades de la historia. Dentro de los límites permitidos por las condiciones materiales, los esfuerzos de los individuos pueden facilitar la evolución social, pero no es el único factor en la evolución social. No concuerdo plenamente con el camarada Huiling. Yo soy partidario del determinismo, que no es lo mismo que fatalismo. El determinismo no niega las pruebas de la voluntad humana y reconoce que los humanos no son una sustancia pasiva. Aunque no sea controlado por el ambiente, éste sí que limita sus emprendimientos. Las afirmaciones de Huiling son irrelevantes para los deterministas.

No hay contradicción entre revolución y evolución. Reclus dijo: “La evolución y la revolución son un mismo fenómeno en una secuencia de acciones: la evolución opera antes de la revolución y se desarrolla en la revolución”. El anarquismo no puede ser realizado en un período breve de tiempo. Su éxito requiere de la acumulación fruto de la revolución y construcción ininterrumpida. Alaiz comentaba: “La realización del anarquismo no viene de repente. No hay manera de que podamos realizar a cabalidad el ideal anárquico de un sólo golpe, y debemos implementarlo paso a paso”. Es imposible para nosotros realizar cabalmente el ideal anárquico en las condiciones actuales de China. Nuestro ideal, el ideal de la sociedad futura, es correcto. No es una ilusión, pero su realización se ve limitada por las condiciones materiales. En otras palabras, la sociedad ideal no aparecerá subrepticiamente como un milagro; lo hará gradualmente. Todos nuestros esfuerzos pueden acelerar su llegada, pero aún así hay limitaciones. Esto puede no ser algo ideal como quisiéramos, pero es la realidad. Si hay una revolución social en China, queremos realizar plenamente la sociedad ideal del anarquismo; pero, ¿es posible practicar el principio de cada cual según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades, cuando la economía china está subdesarrollada, y cuando necesidades básicas y aún el alimento, dependen de las importaciones del extranjero? En tales condiciones, debemos saber ser flexibles. Esto no significa aceptar la derrota. Pero debemos prepararnos para cuando la revolución venga, y debemos permitir que los obreros desarrollen la industria por medios cooperativos. Aún después del inicio de la revolución, será para nosotros imposible alcanzar el ideal social del anarquismo de un sólo esfuerzo. Debemos caminar hacia nuestro ideal paso a paso.

Esta sólo es una hipótesis sobre la situación de China después de que ocurra la revolución social, pero no podemos saber realmente si esto sucederá en el futuro cercano. En primer lugar, las condiciones materiales en China no están maduras; en segundo lugar, la brecha entre los anarquistas chinos y las masas es aún demasiado grande. Algunos anarquistas solamente se interesan en loa propaganda de ciertos principios hacia el pueblo, pero jamás se preguntan si acaso su propaganda es accesible al pueblo y qué es lo que realmente desea el pueblo. ¿Cómo podemos insertarnos en el movimiento obrero sin conocer sus preocupaciones inmediatas? Difícilmente será posible pedirles llevar a cabo una revolución si sus estómagos están vacíos. Cierto es que la revolución social en China no ocurrirá en lo inmediato, pero debemos comenzar a prepararnos y a facilitar su inauguración.

China ha entrado a la era de la revolución. Muchos de los movimientos revolucionarios en China no son movimientos del Partido Nacionalista (ed. Kuomintang o Guomindang) sino movimientos del pueblo. Decenas de miles de obreros están en huelga y numerosos jóvenes luchan en los campos de batalla. Bajo el terror blanco, son muchos los que dedican a la revolución. No tienen el menor temor a la cárcel o a la muerte. Hay quienes dicen que estos revolucionarios son manipulados por un número reducido de personas, que sueñan con riquezas y poder, que son la carne de cañón de los nuevos caudillos, que son seguidores leales de los Tres Principios del Pueblo (ed. del Partido Nacionalista) y que quieren instalar un gobierno burgués. Esto es absolutamente falso. Es cierto que hay diferencias entre la expedición del norte del Ejército Nacionalista y el movimiento revolucionario de China, entre la guerra de independencia de un país semi-colonial y los objetivos anarquistas, pero nosotros los anarquistas no estamos en oposición, sino que simplemente queremos ir más lejos. Antes de que podamos abolir el capitalismo, no nos oponemos, de ninguna manera, a ninguna clase de movimiento anti-imperialista. Detesto a la Rusa Soviética, pero detesto aún más a las potencias imperialistas; detesto al Partido Nacionalista, pero detesto aún más a los caudillos. La razón es sencilla. La Rusia Soviética no es tan nociva como las potencias imperialistas, y el Partido Nacionalista y los caudillos no son hienas de la misma camada. Ciertamente, sería maravilloso si pudiéramos ofrecer algo mejor al pueblo. No es problema para un académico burgués el realizar, con aire desinteresado, palabrería vacía en la oposición, pero para un revolucionario, esto es un crimen. “Perfección o nada” es la idea de los individualistas, no la idea de revolucionarios que luchan por los intereses del pueblo, pues tal idea no refleja las necesidades del pueblo. Si no hay manera de dar la felicidad “perfecta” al pueblo, ¿cómo se le puede negar la oportunidad de disfrutar un poco más de felicidad? Debe entenderse que este movimiento revolucionario no es monopolio de un partido político particular. Sin la participación y el apoyo del pueblo, ¿cómo puede derrotarse a los caudillos? Los anarquistas no jugamos un rol influyente en el movimiento. Este fue nuestro error. Si nos dedicamos, simplemente, a ser espectadores de este movimiento y a denigrarlo, como si fuera una mera lucha por el poder, o un enfrentamiento entre caudillos, y si describimos al Partido Nacionalista y a Zhang Zoling (ed. un caudillo manchú) como hienas de la misma camada, entonces ¡los conservadores derechistas pueden estar contentos y darnos las gracias!

Debiéramos saber que no todos los participantes de este movimiento son miembros leales del Partido Nacionalista. Por ejemplo, ¿creen que la opinión de un obrero en huelga puede ser la misma que la de Chiang Kai-Shek? ¿Entienden los obreros cabalmente los Tres Principios del Pueblo? ¿Alguna vez han leído el “Plan General para la Construcción de la Nación-Estado” de Sun Yat-Sen? ¿Creen que la opinión de un estudiante que lucha en el campo de batalla puede ser la misma opinión que la de Chiang Kai-Shek, su comandante en jefe? Si prestamos atención a las cuestiones prácticas, nos daremos cuenta de que las soluciones reales son mucho más complejas que lo que nos imaginamos. Un artículo publicado en la “Voz del Pueblo” hace once años puede ilustrar muy bien este punto: “Hemos aprendido que los trabajadores y los pequeños comerciantes están realmente asqueados del gobierno de Yuan Sjikai y están prestos a la revolución a fin de poder subsistir. Si se les pregunta por los males del gobierno, frecuentemente dirán que los onerosos impuestos les privan de los medios de subsistencia y que los soldados les acosan en sus hogares. Sus preocupaciones parecen poco relevantes en comparación con los grandes asuntos planteados por ciertos líderes y políticos, tales como la traición a la república, disolución del parlamento, dictadura presidencial, violación de la Constitución”. ¿Quién podría concordar con quien diga que aquellos “trabajadores y pequeños comerciantes” comparten la misma visión que “aquellos líderes y políticos”, que intentan conquistar el poder y la fortuna, estableciendo una república? Además, si se les dice a los obreros en huelga que Chiang Kai-Shek y Zhang Zoloing son dos hienas de la misma camada, no creo que entiendan qué se quiere decir. Sus demandas se relacionan íntimamente con sus preocupaciones inmediatas. La política no es asunto de su interés, y Chiang Kai-Shek así como el Partido Nacionalista no son un tema de su conocimiento. Ellos solamente están familiarizados con ciertas consignas como “Abajo los caudillos”, “Abajo el imperialismo”, “Apoyemos al sindicato obrero”. Detestan al gobierno de los caudillos y quisieran derrocarlo, porque el gobierno clausura los sindicatos, suprime al movimiento obrero, ayuda a los capitalistas y trata a los obreros como si fuera una espina en su carne. Podemos ciertamente comprender su reacción, porque ésta se relaciona directamente con sus preocupaciones inmediatas. En definitiva, no solamente debemos recordar los principios, sino que también debemos prestar suficiente atención a los problemas prácticos. Malatesta dijo que, al participar del movimiento obrero, a veces los anarquistas deben hacer ciertas concesiones en beneficio de los intereses de los obreros, en lugar de arengarlos para poner al anarquismo en práctica inmediatamente; deben apoyar huelgas que pidan aumentos salariales o reducción de la jornada laboral. No se les puede criticar que obren de este modo (hay quienes sostienen que las huelgas por mejoras salariales y reducción de la jornada laboral son algo muy moderado, ya que el aumento salarial lleva a que los patrones aumenten los precios, lo que a no trae ninguna ventaja a los obreros. En realidad, este no es el problema central. La victoria de una huelga puede ser que no traiga a los obreros grandes beneficios, pero la organización obrera se verá fortalecida y sus expectativas revolucionarias serán más elevadas. Sabemos que las expectativas allanan el camino a la revolución. Toda huelga victoriosa recuerda a los obreros que son lo suficientemente poderosos como para resistir a los capitalistas. Con el aumento de las expectativas y de la confianza en sí mismos, eventualmente se levantarán y harán la revolución. Para entonces, los sindicatos, con bastante experiencia en la lucha, serán fuertes y cohesionados para satisfacer las necesidades de la revolución).

Si nos consideramos revolucionarios, no debiéramos permitirnos el lujo de la palabrería hueca ni de darnos aires desinteresados. Debemos arrojarnos al torrente revolucionario.

El famoso anarquista Bakunin ha sido llamado un “talentoso de la rebelión”. En su vida, se unió a numerosas rebeliones. Pese a que no todas estas rebeliones fueron anarquistas, él se unió a ellos de manera entusiasta. En lugar de criticar el carácter no anarquista de estas rebeliones, Bakunin se convirtió en un participante activo, e hizo cuanto pudo para llevar las ideas anarquistas a la rebelión. La rebelión de Lyon en 1871 es un buen ejemplo de ello. Si queremos ser revolucionarios, debemos seguir el ejemplo de Bakunin y arrojarnos al torrente revolucionario, y llevar la marea revolucionaria al océano del anarquismo tanto como nos sea posible. Si suponemos que la marea no llegará muy lejos y nos dedicamos a construir represas para contenerla, entonces la marea nos desbordará. Como resultado, seremos ahogados por la marea y ni siquiera una gota de agua llegará al océano anarquista. Creo que debiéramos aprender de Kropotkin. Su actitud hacia la Revolución Rusa fue muy positiva.

En el proceso revolucionario ruso, los anarquistas hicieron sus contribuciones al movimiento revolucionario. Después de la victoria de la Revolución Rusa, Lenin ascendió al trono de Nicolás y comenzó a perseguir a los anarquistas. Muchos dirán que los anarquistas fueron engañados. De hecho, fueron los anarquistas quienes llevaron a la Revolución Rusa el sabor de la revolución social, y la convirtieron en uno de los grandes movimientos de masas de la historia. Los anarquistas fueron los primeros en gritar consignas tales como “control obrero de las fábricas”, “control campesino de la tierra”, que se extendieron entre los obreros y campesinos para luego ser apropiadas por los Bolcheviques. ¡Si en esos momentos los anarquistas hubieran actuado como meros espectadores, la Revolución Rusa hubiera sido mucho menos significativa y esto no hubiera sido de beneficio al interés ni de los anarquistas ni del pueblo!

Es cierto que existe una gran distancia entre los resultados de la Revolución y las expectativas de los revolucionarios, pero no existe ninguna razón para afirmar que la Rusia post-revolucionaria es peor que la Rusia de los zares. Solamente los reaccionarios podrían afirmar esto. Si hacemos un estudio del movimiento revolucionario en la historia, descubriremos que en todas las revoluciones siempre ha existido una gran distancia entre los resultados y las expectativas. Durante las revoluciones, el pensamiento popular fue siempre más progresista que después de éstas. En la Revolución Francesa, el valiente y fiero pueblo tomó armas y se arrojó al ataque de la Bastilla, las mujeres proletarias se volcaron sobre Versalles para arrestar a Luis XVI y el pueblo en todo el país se hizo de garrotes y palos para destruir municipalidades y prisiones... ¿Cuál fue el resultado de esto? ¿Podría decirse que el objetivo de esta gente era establecer un gobierno burgués? La consigna de ese momento era “Libertad, Igualdad, Fraternidad”. ¿Se volvió esta consigna realidad bajo Napoleón o aún bajo el actual gobierno parlamentario? Si se descubriese las palabras “libertad”, “igualdad” y “fraternidad” escritas en los muros de una prisión, o si se descubriese que aún quedan algunos realistas en Francia, ¿podría atacarse a la Revolución Francesa por haber quedado incompleta o maldecirla por tanto alboroto para tan poca cosa? ¡Sin la Revolución Francesa, aún podríamos estar en una época extremadamente terrible!

Pero volvamos a la discusión de la revolución en China. Las propuestas del Partido Nacionalista son contradictorias con las nuestras, y en cuestión de principios, este partido es enemigo nuestro. Es bien sabido que el Partido Nacionalista quiere construir un buen gobierno, y que nosotros queremos derrocar toda clase de gobierno. Sin embargo, no tenemos objeciones respecto a algunas de sus causas, como el derrocamiento de los caudillos y del imperialismo, pero queremos seguir aún más adelante y rechazamos al gobierno del Partido Nacionalista y su construcción. (Hace ya muchos años, cuando puse la consigna de “confianza de las naciones débiles para derrocar a todos los imperialismos” en la portada de la primera edición de Pueblo, algunos camaradas en Wuchang y en Hunan escribieron cartas en contra de esta consigna. Decían que la consigna era superficial. Antes que abolir el capitalismo, me decían, el llamar a derrocar al imperialismo era preocuparse de nimiedades y despreocuparse de lo esencial. También decían que los anarquistas no debían aceptar la idea de que hubiese naciones más débiles que otras en la humanidad. Yo no concuerdo con ellos. No negamos la existencia de naciones débiles de hecho, pero, ¿debieran esas naciones débiles permanecer esclavas de las potencias imperialistas hasta que logremos la sociedad anarquista? ¿No pueden las colonias y semi-colonias lograr su independencia sino hasta la abolición del capitalismo?) La mayoría de la gente solamente está de acuerdo con el Partido Nacionalista en lo que respecta a ciertas consignas, pero está en desacuerdo en muchas otras cosas. De momento, el Partido Nacionalista es el líder del pueblo... si vamos al pueblo, si nos arrojamos al torrente revolucionario, y llevamos al pueblo a un objetivo mayor, entonces el pueblo tomará una distancia natural del Partido Nacionalista y nos seguirá, con lo que se dará mayor influencia anarquista al movimiento revolucionario, causando una profunda impronta anarquista en la mente popular. Si obramos de este modo, aunque la sociedad anarquista no sea plenamente realizada de inmediato, el pueblo avanzará en esa dirección (al menos en un sentido mejor al de la situación actual). Si hacemos un esfuerzo, sembraremos una semilla; si intentamos construir una represa para contener al caudal revolucionario, estamos condenados a ahogarnos.

Actualmente, la revolución en China ha ido más allá de los objetivos del Partido Nacionalista. Por ejemplo, los campesinos se alzan para derrocar a los tiranos locales y a los terratenientes perversos, asociaciones campesinas en todas partes resisten contra los terratenientes, y los obreros organizan sindicatos para resistir a los capitalistas. Estas son noticias maravillosas. Cuando estuve en Shangai, leí en los periódicos sobre la “violencia” de la clase obrera en Wuhan. Comparto la preocupación de aquel autor respecto de la violencia. Creo que si nos hacemos parte del torrente revolucionario, seremos capaces de crear consignas nuevas, tales como “autonomía campesina”, “control campesino de la tierra”, “abolición de los capataces”. En momentos de revuelta y guerra, podemos quemar las oficinas ejecutivas de un distrito, o podemos ir a ayudar a los campesinos a organizar comunas que les permitan manejar sus asuntos sin la intervención del gobierno. Debemos unirnos, como trabajadores, al movimiento sindical, pensar en las preocupaciones de nuestros compañeros y crear nuevas consignas, tales como la reducción de las horas de trabajo, protección para los medios de vida del obrero, y educación para los trabajadores. Entre las cosas importantes de la China contemporánea, la prioridad ha de ser la defensa del derecho obrero a supervisar directamente todos los equipos de la fábrica, suprimir a los capataces, y negociar con la patronal mediante los sindicatos. Sobre la consigna de que los obreros se tomen las fábricas, creo que de momento esto no es factible, pese a que tengamos que promoverla a su debido tiempo. En la práctica, nuestras consignas deben ser relevantes para las preocupaciones inmediatas del pueblo.

Podemos criticar los principios del Partido Nacionalista y del Partido Comunista, pero no debemos denigrarlos. Debemos de respetar la dignidad personal de nuestros adversarios. Por supuesto que caudillos bárbaros como Zhang Zoling, Zhang Zongshang, Wu Peifu, Sun Chuanfang son excepciones. Algunos camaradas sostienen que debiéramos colaborar con el Partido Nacionalista, por ejemplo, respecto a la cuestión de la abolición de los caudillos. De hecho, nuestro camarada ruso Makhno (un general anarquista según las palabras de Osugi) estuvo planeando venir a China y unirse al ejército nacionalista para combatir a Zhang Zoling. En estos momentos, no sé con certeza si estoy o no de acuerdo con ellos. Probablemente, seremos incapaces de tomar una decisión mientras no estemos listos para ello. Sin embargo, hay quienes sostienen que debiéramos unirnos al Partido Nacionalista, cuestión a la que me opongo enérgicamente.

Para resumir, si nos arrojamos al torrente revolucionario de China, pese a que no estemos en condiciones de construir la sociedad anarquistas en un abrir y cerrar de ojos, acercaremos al pueblo chino al ideal anarquista, y traeremos una mayor influencia anarquista al movimiento. Esto, sin lugar a dudas, sería una actitud más positiva que ser espectadores despreocupados o hacer críticas indiscretas.

Ba Jin
(La Campana del Pueblo, 1927)



*Era conciente de que mis conocimientos sobre el anarquismo eran demasiado pobres. Esa es la razón por la cual decidí venir a Francia, lugar de origen del anarquismo moderno, para dedicarme a estudiar el anarquismo. Me siento como un desertor. Mientras el pueblo estaba luchando en el campo de batalla por la revolución china, yo salía de China. ¡No debiera tal vez estar facultado para hablar! Con este artículo pretendo animar a otros a que escriban, ya que yo esto distante. Me siento culpable al respecto, pero espero que, pese a que mi derecho a hablar pueda ponerse en duda, mis camaradas sepan encontrar en este artículo algo que valga la pena.

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