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bolivia / peru / ecuador / chile / miscellaneous / opinión / análisis Saturday March 09, 2024 00:40 byFederación Anarquista Santiago

(...) la destrucción de lo que nos oprime no vendrá de una de las instituciones que sostiene el sistema de dominación, ningún tipo de Estado ni de proyectos que pacten con él podrán aterrizar cambios significativos en la autonomía de nuestras cuerpas, derechos sociales para las de abajo o construcción de espacios seguros. El caso de Argentina es ejemplificador de aquello, de qué sirve tener un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad o decretar el uso del lenguaje inclusivo en todos los documentos de las instituciones estatales si basta con un cambio de gobierno para desmotar estas medidas con los mismos instrumentos con los que se “ganaron”. Como lo mencionamos en nuestra matriz de análisis, el Estado es una institución central para el actual sistema de dominación, de ahí que las medidas de corto plazo que surgen desde él siempre tenderán a reforzar su legitimidad. Mientras no sean los movimientos sociales, en el marco de la lucha de clases, los que logren conquistas sociales y políticas, prefiguren la sociedad libre y den la batalla ideológica que se contraponga al modelo actual, ningún cambio será duradero ni podrá movilizar y articular a las de abajo por su defensa. En síntesis, no será garantía ni certeza de nada.

CARTA DE OPINIÓN
MARZO 2024

Llega marzo con su acelerado ritmo; los gastos y deudas relacionadas con el inicio del año escolar señalan el retorno, sin tregua, a la producción que echa andar la máquina del capital. La lucha tampoco da tregua, empezamos el año resintiendo a la devastación producida por el cartel del fuego en la quinta región. El incendio arrasó con territorios donde habitan comunidades de personas, animales y bosque eco protegido que son vistos como obstáculos para el avance de proyectos como la ruta periférica Valparaíso impulsada por el Estado, en cabeza del Ministerio de Obras Públicas, y por los intereses del empresariado que explota, día a día, la tierra. Ante esta alianza perversa, que no le importa arrasar con la vida, fue la comunidad la que se levantó con sus diversas formas de resistencia. Así como el bosque va germinando, las redes de acopio se activaron, las voluntades se juntaron para mover escombros, las manos se dispusieron para cocinar grandes ollas y creció la convicción de que solo el pueblo ayuda al pueblo.

Durante esos días, donde se desbordaba la solidaridad de clase, evidenciamos nuevamente que para ciertos sectores de la sociedad y para la prensa burguesa, hay vidas que son más valiosas que otras. La vida de Piñera importaba más que las arrebatadas por el fuego, una vez más, los medios mostraron sus verdaderos intereses y dejaron de trasmitir la situación de las zonas afectadas por el incendio e instalaron la idea de que el tirano Piñera fue poco menos que un santo, limpiando su imagen e intentando sepultar las violaciones a los derechos humanos cometidas durante su mandato, la guerra que libró contra el pueblo y el engrose descarado y delictual de su billetera con los fraudes que hizo junto a sus amigos. Tampoco se habló de su misoginia y de las “memorables” frases que dejó al referirse a situaciones como el abuso y el consentimiento: “a veces no sólo es voluntad de los hombres de abusar, sino también la posición de las mujeres de ser abusadas”, “todas las mujeres se tiran al suelo y se hacen las muertas y todos nosotros nos tiramos encima y nos hacemos los vivos”, “cuando una dama dice ‘no’ quiere decir ‘tal vez’, cuando dice ‘tal vez’ quiere decir que ‘sí’, cuando dice que ‘sí’ no es dama”.

Y entre tanta ceniza y descaro mediático, veremos este 8 de marzo el patético saludo a la bandera que “celebra a las mujeres en su día”, enunciándolas como delicadas y hermosas, invisibilizando las infinitas identidades y diversidades. Nuestras cuerpas y realidades distan mucho de esa imagen de mujer que se publicita, no nos compramos ese cuento de la mujer empoderada mientras se sigue persiguiendo nuestra autonomía y repudiamos el consumismo que promueve el retail, mientras el costo de la vida se encarece haciendo más difícil suplir nuestras necesidades básicas y la de nuestros hogares. Más que celebrar, merecemos conmemorar las luchas de nuestras muertas y la organización de las mujeres trabajadoras que en todo el mundo se han levantado contra el patriarcado y el capital.

Pero ojo ahí: la destrucción de lo que nos oprime no vendrá de una de las instituciones que sostiene el sistema de dominación, ningún tipo de Estado ni de proyectos que pacten con él podrán aterrizar cambios significativos en la autonomía de nuestras cuerpas, derechos sociales para las de abajo o construcción de espacios seguros. El caso de Argentina es ejemplificador de aquello, de qué sirve tener un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad o decretar el uso del lenguaje inclusivo en todos los documentos de las instituciones estatales si basta con un cambio de gobierno para desmotar estas medidas con los mismos instrumentos con los que se “ganaron”. Como lo mencionamos en nuestra matriz de análisis, el Estado es una institución central para el actual sistema de dominación, de ahí que las medidas de corto plazo que surgen desde él siempre tenderán a reforzar su legitimidad. Mientras no sean los movimientos sociales, en el marco de la lucha de clases, los que logren conquistas sociales y políticas, prefiguren la sociedad libre y den la batalla ideológica que se contraponga al modelo actual, ningún cambio será duradero ni podrá movilizar y articular a las de abajo por su defensa. En síntesis, no será garantía ni certeza de nada.

Por lo anterior, y ante la avanzada del fascismo y de sectores ultraconservadores, debemos responder con internacionalismo, apoyo mutuo, lucha y organización. Ante la agenda de los antiderechos hay que seguir fortaleciendo las redes de apoyo, la movilización y el trabajo de base. Este 8M volquémonos a la tarea de visibilizar nuestras luchas, encontrémonos en los territorios, porque es ahí donde cada día hacemos malabares para enfrentar lo costoso de la feria o donde nos apañamos entre vecinxs para sentirnos más segurxs, donde nos damos ánimo con nuestras ideas creativas, donde vemos mayoritariamente a mujeres organizándose para luchar por una vida digna, porque entre nosotrxs hablamos de nuestros problemas y nos sanamos, día a día, para sostener emocional y materialmente a nuestras familias, porque hemos aprendido, en el cotidiano, que la dureza de nuestra realidad se alivia encontrándonos y fortaleciendo nuestras comunidades.

Marzo también conmemora a la juventud combatiente, tanto a aquellxs que con sus luchas del pasado nos inspiran el futuro, como a quienes hoy se organizan y dan esperanza a la construcción de un mundo sin opresiones. Nuestro mejor homenaje es seguir luchando con el ímpetu y la radicalidad de aquellxs jóvenes revolucionarios, teniendo claro que los atajos institucionales impulsados por demócratas y progresistas nos dejaron peor de lo que estábamos y que, por lo tanto, la alternativa de transformación es y será autogestiva y revolucionaria.

Finalmente, mientras en el mundo de la guerra las mujeres defienden a sus hijxs de las masacres y vejámenes en Palestina, en el Wallmapu, en el Congo y en cada hogar donde abunda la injusticia y muerte capitalista, mandamos fuerza y aguante a cada unx de nosotrxs.

¡Arriba lxs que luchxn!

bolivia / peru / ecuador / chile / miscellaneous / opinión / análisis Monday January 29, 2024 23:40 byFederación Anarquista Santiago

En el plano internacional, el genocidio sobre el pueblo de palestina continúa; el Estado de Israel con el apoyo de EEUU, la Unión Europea y el mundo occidental en general, llevan meses realizando una política sistemática de aniquilación de la población de Gaza. Por nuestra parte no nos extraviamos en laberintos epistémicos y nos solidarizamos con la resistencia palestina en Gaza y Cisjordania. Sin embargo, no hay que mirar solamente al sionismo y su política de muerte, en Wallmapu se vive una guerra sucia sin la extensión y crudeza de Gaza, pero con el mismo objetivo: la erradicación de quienes se oponen a los opresores. En el territorio ancestral mapuche, el gobierno progresista ha sostenido una militarización sin precedentes, buscando desarticular el movimiento autónomo mapuche por medio del terrorismo de Estado. A día de hoy existen más de 60 presxs políticxs mapuche, las comunidades son acosadas constantemente e incluso desalojadas de sus tierras por la “Ley Anti Toma”, a su vez, comunerxs encarceladxs mantienen una larga huelga de hambre, que ya se ha extendido por más de 70 días exigiendo la nulidad del juicio racista que les ha condenado a extensas penas.

La derrota de la propuesta constitucional de la extrema derecha, el 17 de diciembre del 2023, no solo supone un traspié para este sector político, más bien, representa una crisis transversal del sistema de partidos, puesto que, tanto el proyecto progresista como el pinochetista, se han estampado contra una masa electora que les ha rechazado. Lo anterior evidencia que la demanda por una nueva constitución fue instalada por el oportunismo socialdemócrata y jamás por quienes se alzaron desde aquel 18 de octubre del 2019.

Es primordial comprender que existe un espacio de disputa política del cual debemos tomar parte, comprometiéndonos en el desarrollo de organismos de poder popular para sostener un proyecto que nazca desde las comunidades y al calor de la lucha. La lenta recomposición del tejido social es terreno fértil para la instrumentalización y la cooptación de los sectores populares, por ello, es tarea fundamental del anarquismo construir organización desde la autonomía, la independencia de clase y la horizontalidad, para que aquellas perspectivas y herramientas logren desactivar la trampa progresista que solo busca estrujar a los movimientos sociales en pos de sus objetivos políticos. Ejemplo de lo anterior es el vergonzoso despliegue de algunos movimientos de pobladorxs, quienes, instigados por sus dirigencias con nexos en el gobierno, se han movilizado en defensa de Montes, ministro de vivienda y operador político de la Cámara Chilena de la Construcción. Es prioritario que los movimientos sociales nazcan y crezcan con total independencia de clase, lo contrario nos lleva a situaciones como la descrita anteriormente, esto es, pobladorxs que defienden a un representante del gremio que agrupa a los principales especuladores inmobiliarios, responsables de los niveles de hacinamiento, endeudamiento y gentrificación que afecta a nuestro habitad urbano.

Respecto al nefasto gobierno no hay mucho más que resaltar: el Ministerio de Medio Ambiente, dirigido por la “ambientalista”, Maisa Rojas, ha abierto la puerta a múltiples proyectos extractivistas, acelerando la destrucción ecológica de nuestros territorios. Lo anterior se evidencia con la alianza privada-estatal respecto a la explotación del Litio que supondrá la destrucción de los frágiles ecosistemas de los salares, cuestión que ya está provocando la movilización de comunidades indígenas en defensa del salar de Atacama. También, esta alianza ha sido establecida por parte del estado con SQM, empresa ligada a la familia Pinochet y vinculada al financiamiento ilegal de la política, fortaleciendo el pacto estatal-empresarial. Respecto a esto queremos dejar en claro que la oposición entre Estado y Mercado es ficticia, ambos tienen una relación de plena colaboración y este gobierno progresista solo busca crear una relación más armoniosa y estable entre ambos, por ello, la Gestión Comunitaria es la herramienta prefigurativa que ayudará a las comunidades a tomar el control sobre sus cuerpos, territorios y vidas.

En el plano internacional, el genocidio sobre el pueblo de palestina continúa; el Estado de Israel con el apoyo de EEUU, la Unión Europea y el mundo occidental en general, llevan meses realizando una política sistemática de aniquilación de la población de Gaza. Por nuestra parte no nos extraviamos en laberintos epistémicos y nos solidarizamos con la resistencia palestina en Gaza y Cisjordania. Sin embargo, no hay que mirar solamente al sionismo y su política de muerte, en Wallmapu se vive una guerra sucia sin la extensión y crudeza de Gaza, pero con el mismo objetivo: la erradicación de quienes se oponen a los opresores. En el territorio ancestral mapuche, el gobierno progresista ha sostenido una militarización sin precedentes, buscando desarticular el movimiento autónomo mapuche por medio del terrorismo de Estado. A día de hoy existen más de 60 presxs políticxs mapuche, las comunidades son acosadas constantemente e incluso desalojadas de sus tierras por la “Ley Anti Toma”, a su vez, comunerxs encarceladxs mantienen una larga huelga de hambre, que ya se ha extendido por más de 70 días exigiendo la nulidad del juicio racista que les ha condenado a extensas penas.

Retomando lo anterior, los tribunales de justicia han mostrado todo su cariz autoritario, ha quedado en evidencia su compromiso de clase ante las causas judiciales que se le presentan. Por un lado, larguísimas condenas a comunerxs mapuche o las recientes penas de 12 y 84 años impuestas respectivamente a Mónica Caballero y Francisco Solar, mientras que, por otro lado, Kathy Barriga y Camila Polizzi disfrutan los lujos de su “prisión” domiciliaria o Juan Emilio Cheyre, militar vinculado a 15 asesinatos, fue condenado a 5 años de libertad vigilada. La justicia no es más que la herramienta para castigar a quienes se rebelan.

También queremos hacer mención a lo ocurrido recientemente en Ecuador, donde bandas de crimen organizado asolaron ciertas localidades. Esta situación no es un fenómeno exclusivo de este país, también se ha presentado, en mayor o menor medida, en la historia reciente de países como Colombia, Venezuela, México y Brasil. Para el progresismo, el debilitamiento del Estado es lo que genera la proliferación del narcotráfico y la mafia, cuestión que bajo nuestra perspectiva es errónea, ya que es el mismo Estado quien arma y sostiene a estos grupos, transformándose en un brazo subterráneo del aparato estatal. Abundantes son las noticias que nos muestran la venta de armas desde diversas instituciones estatales a estas bandas o la concomitancia entre policías, militares y capos, por ello, es que solo el fortalecimiento de la organización comunitaria, la instalación de valores solidarios y la destrucción del Estado son la garantía para que estas organizaciones que envenenan a nuestra gente, capturan nuestros barrios y disponen de nuestras vidas, sean completamente erradicadas.

En otro escenario, la clase oprimida en Argentina vive momentos cruciales; es fundamental que las organizaciones populares se desprendan de una vez por todas del clientelismo y la tutoría peronista. Milei representa solo un flanco, el más incendiario y radical, pero no deja de ser la punta de lanza de intereses parasitarios de diversos sectores de la economía y la política trasandina. La articulación multisectorial, en clave de lucha, es lo único que puede detener los intereses capitalistas que pretenden hacer de Argentina otro paraíso neoliberal, pero para aquello es fundamental la construcción de un movimiento popular fuerte, desde abajo y por fuera del Estado.

Finalmente, las tareas son claras y no dan espera: primeramente, se debe iniciar una disputa ideológica y cultural frente a los antivalores en que se asienta la “narco cultura”, ideas como el “salvarse solo”, el egocentrismo, la discriminación, el egoísmo, etcétera, solo alimentan los comportamientos que disuelven el sentido comunitario. En segundo orden, la organización popular y comunitaria apostando por la Gestión Comunitaria, significa un salto cualitativo importantísimo en asumir un proceso de autoconstrucción que le arrebate nuestras vidas al Estado, al empresariado y por supuesto al narco. En tercer lugar, la disputa y control sobre el territorio que habitamos es impostergable a la hora de defender un proyecto político revolucionario que se opone a la muerte. En estos momentos de desconcierto, desesperanza y violencia, debemos responder con compromiso, lucha y organización.

Διεθνή / Εργατικοί Αγώνες / Γνώμη / Ανάλυση Thursday October 12, 2023 06:55 byTommy Lawson

Επιπλέον, οι κοοπερατίβες δε θα πρέπει να στοχεύουν στο κράτος να ενσωματώσει τους εργαζόμενους στη διοίκηση. Οι ουσιαστικές κατακτήσεις των εργατών θα είναι το αποτέλεσμα του αγώνα που δίνουν στους χώρους εργασίας, μέσα από μορφές άμεσης δράσης που έρχονται σε ευθεία αντιπαράθεση με το κεφάλαιο. Οι σοσιαλιστές που στρέφονται στην εργασία σε συνεταιρισμούς μπορεί κάλλιστα να είναι σοσιαλιστές στην καρδιά και την πρόθεση, αλλά δεν ακολουθούν επαναστατική στρατηγική.

Κάθε τόσο το ζήτημα των κοοπερατίβων εγείρεται στο επαναστατικό σοσιαλιστικό κίνημα. Αισιόδοξες θέσεις υποστηρίζουν ότι οι συνεταιρισμοί μπορούν να αποτελέσουν τη βάση για την αντικατάσταση του καπιταλισμού με μια νέα οικονομία που θα βασίζεται στην αλληλεγγύη και την εργασία, όπου οι εργαζόμενοι θα έχουν τον «έλεγχο». Μάλιστα, αυτές οι απόψεις υποστηρίζουν ότι οι κοοπερατίβες αποτελούν ζωτικό μέρος της επαναστατικής στρατηγικής. Αυτές οι θέσεις έχουν διατυπωθεί ήδη στο παρελθόν, υπάρχουν στο παρόν και θα αναπαράγονται και στο μέλλον. Ωστόσο, τα θετικά χαρακτηριστικά των συνεταιρισμών δεν μπορούν να αντικαταστήσουν την επαναστατική στρατηγική και την οικοδόμηση της δύναμης της εργατικής τάξης ενάντια στον καπιταλισμό.

Οι συζητήσεις σχετικά με τον ρόλο των συνεταιρισμών στην επαναστατική στρατηγική μπορούν να ανιχνευθούν πίσω στη δεκαετία του 1850 και στην Α’ Διεθνή, όταν οι μουτουαλιστές όπως ο Πιέρ Ζοζέφ Προυντόν και ο κομμουνιστής Τσαρλ Μπίσλεϊ υποστήριζαν τις συνεταιριστικές οικονομίες. Πίστευαν ότι καθώς οι εργάτες συγκέντρωναν τα δικά τους κεφάλαια και τα επένδυαν από κοινού, οι συνεταιρισμοί θα μπορούσαν σιγά-σιγά να αντικαταστήσουν τις ατομικές καπιταλιστικές επιχειρήσεις. Ενώ πρότειναν μια ποικιλία σχεδίων, για να κάνουν αυτό το σχέδιο να καρποφορήσει, η πραγματικότητα ήταν ότι το κεφάλαιο δεν μπορούσε να προσαρμοστεί, για να εξυπηρετήσει την εργατική τάξη. Οι ρεφορμιστικές θέσεις των μουτουαλιστών αμφισβητήθηκαν από ανθρώπους όπως ο Ζοζέφ Ντεζάκ και ο Ευγένιος Βαρλέν, οι οποίοι κατανοούσαν ότι το κεφάλαιο πρέπει να αντιμετωπιστεί και να ανατραπεί με μαχητικό, ένοπλο αγώνα της εργατικής τάξης.

Σήμερα στην Αυστραλία οι θιασώτες της συνεταιριστικής οικονομίας αναφέρονται στην Earthworker. Η Earthworker κατασκευάζει «συσκευές και εξαρτήματα ανανεώσιμων πηγών ενέργειας» και βλέπει τον εαυτό της ως «μέρος της διασφάλισης μιας δίκαιης μετάβασης για τις κοινότητες που επηρεάζονται από τη μετάβαση από τα ορυκτά καύσιμα στις ανανεώσιμες πηγές ενέργειας…» Αυτό ισχύει τουλάχιστον για το αρχικό εγχείρημα της Earthworker, η οποία ανέλαβε ένα εργοστάσιο που έκλεισε μετά το τέλος της βιομηχανίας ηλεκτροπαραγωγής από άνθρακα στην κοιλάδα Λα Τρόουμπ, στη Βικτώρια. Η Earthworker έχει έκτοτε επεκταθεί σε υπηρεσίες καθαρισμού και είναι ανοιχτή στην επέκταση σε νέα έργα.

Η Earthworker σημειώνει ότι «πιστεύει ότι η κοινωνική και η περιβαλλοντική εκμετάλλευση είναι αλληλένδετες και ότι τα προβλήματα της κλιματικής αλλαγής, της εργασιακής ανασφάλειας και της αυξανόμενης ανισότητας πρέπει να αντιμετωπιστούν ταυτόχρονα, μέσω μεγαλύτερης από τα κάτω οικονομικής ιδιοκτησίας». Ωστόσο, πρέπει να τεθεί το ερώτημα πόσο μακριά φτάνει η «μεγαλύτερη από τα κάτω οικονομική ιδιοκτησία» απέναντι στη γιγαντιαία δύναμη της βιομηχανίας ορυκτών καυσίμων και των διεθνών εταιρειών. Η δύναμη μερικών εργαζομένων που είναι ενωμένοι σε μια μικρή επιχείρηση ωχριά απέναντι στο οργανωμένο εργατικό κίνημα, δηλαδή τη μοναδική δύναμη που μπορεί να αντιμετωπίσει το κεφάλαιο. Ιστορικά, ακόμη και όταν οι εργαζόμενοι ενώνουν τους πόρους τους και προσπαθούν να δημιουργήσουν «εναλλακτικές» οικονομίες, αυτές καταλήγουν είτε να αποτυγχάνουν είτε να αναγκάζονται να προσαρμοστούν στις παραδοσιακές επιχειρηματικές πρακτικές, προκειμένου να είναι ανταγωνιστικές.

Όλα αυτά δεν έχουν σκοπό να υποτιμήσουν τις προσπάθειες ούτε τους ανθρώπους που συμμετέχουν σε μια συνεταιριστική επιχείρηση όπως η Earthworker. Η γέννηση της Earthworker ήταν μια οργανική απάντηση στην απώλεια θέσεων εργασίας και στην κάλυψη μιας κενής θέσης στην αγορά. Εντούτοις, τμήματα της ριζοσπαστικής αριστεράς στην Αυστραλία και η υποστήριξή της στις κοοπερατίβες πρέπει πάραυτα να επικριθούν. Στο τελευταίο πρόγραμμα των Σοσιαλιστών της Βικτώριας, στη θεματική ενότητα «Εργαζόμενοι και συνδικάτα» παρουσιάζεται μια πολιτική που στοχεύει στην «εισαγωγή μέτρων που ενθαρρύνουν τον εργατικό έλεγχο και τη συμμετοχή των εργαζομένων στη λήψη αποφάσεων στον χώρο εργασίας…» μέσω νομικών μεταρρυθμίσεων που διασφαλίζουν ότι οι εργαζόμενοι λαμβάνουν δικαιώματα διοίκησης, μερίδιο στα κέρδη και το πρόσθετο μέτρο της επιβολής υψηλότερων φόρων μισθοδοσίας στις μη συνεργατικές επιχειρήσεις. Θα προσφέρουν, επίσης, φορολογικές ελαφρύνσεις στους συνεταιρισμούς ενθαρρύνοντάς τους ως «κανονική μορφή ιδιωτικής επιχείρησης». Λες και η εργατική τάξη επωφελείται από την ιδιωτική επιχειρηματικότητα και τον περισσότερο ανταγωνισμό!1 Ο σοσιαλισμός της αγοράς μπορεί να προκύψει από μια ατελή ή αποτυχημένη προσπάθεια επανάστασης, αλλά δεν είναι κάτι για το οποίο πρέπει να αγωνιστούμε ενεργά.

Τέτοιες ιδέες είναι πραγματικά άσχετες με το σημερινό πλαίσιο της οικονομίας και της ταξικής πάλης. Ο καπιταλισμός έχει ήδη αναπτύξει τόσο τεράστιες παραγωγικές δυνάμεις, ώστε μια μελλοντική επανάσταση θα πρέπει να λάβει σοβαρά υπόψη της το καθήκον της κατάργησης της παραγωγής για ανταλλακτική αξία. Τα εμπορεύματα που παράγονται για μια αγορά εξακολουθούν να απαιτούν από τον εργάτη να υπόκειται στην έλλειψη ορθολογικού σχεδιασμού. Ως αποτέλεσμα, πρέπει να «πειθαρχήσουν» τον εαυτό τους αποδεχόμενοι μειώσεις μισθών και αυξήσεις στην ένταση της εργασίας, προκειμένου να διατηρήσουν ένα ανταγωνιστικό καθεστώς στην αγορά. Ακόμη και αν αυτές οι αποφάσεις λαμβάνονται δημοκρατικά, δεν υπάρχει πραγματική ανατροπή των καπιταλιστικών σχέσεων.

Όπως σημείωσε ο Καρλ Μαρξ στην Κριτική του Προγράμματος της Γκότα, οι κοοπερατίβες, που ιδρύθηκαν στον αγώνα με την κατάληψη των καπιταλιστικών επιχειρήσεων, έχουν «αξία μόνο στον βαθμό που είναι ανεξάρτητο δημιούργημα των εργατών και όχι προστατευόμενοι είτε της κυβέρνησης είτε των αστών». Έτσι, το μεταβατικό πρόγραμμα ενός πολιτικού κόμματος που θέλει να εντάξει τους εργαζόμενους στη διαχείριση του κράτους και της καπιταλιστικής οικονομίας δεν είναι επαναστατικό. Σε ένα άρθρο του 1897 στην εφημερίδα L’Agitazione, με τίτλο «Οι πειραματικές αναρχικές αποικίες», ο Ερρίκο Μαλατέστα σημείωνε, επίσης, την αντίφαση πως όσοι ζουν ή εργάζονται σε συνεταιριστικές σχέσεις πρέπει αναγκαστικά να πειθαρχήσουν, προκειμένου να διατηρήσουν το κέρδος, παρέχοντας έτσι φτηνή εργασία στην αγορά, η οποία υποτιμά το υπόλοιπο προλεταριάτο.

Επομένως, το ζήτημα των θετικών ή αρνητικών πτυχών των συνεταιρισμών είναι αμφισβητήσιμο. Ακόμα και αν η εργασία των ατόμων μπορεί να μετασχηματιστεί ελαφρώς με το να έχουν δικαίωμα ψήφου για τις μεθόδους και τους στόχους της παραγωγής, η ίδια η φύση των συνεταιρισμών ως θεσμών για την παραγωγή εμπορευμάτων τούς καθιστά ένα επαναστατικό αδιέξοδο. Ακόμα και οι επιχειρήσεις που καταλαμβάνονται από τους εργάτες κατά τη διάρκεια του αγώνα και μετατρέπονται σε συνεταιριστική παραγωγή αντιμετωπίζουν αδιέξοδο, αν ο ευρύτερος αγώνας σε ολόκληρη την κοινωνία δε συνεχίσει να προχωράει μπροστά. Έτσι, αν και αλληλένδετες, οι υποκειμενικές και αντικειμενικές συνθήκες της καπιταλιστικής κρίσης και της σοσιαλιστικής συνείδησης αναδεικνύονται περισσότερο από τη συνεχιζόμενη σύγκρουση και την ταξική πάλη ενάντια στις υπάρχουσες συνθήκες παρά από τη συνεταιριστική παραγωγή.

Δύο μικρά παραδείγματα μπορούν να καταδείξουν την επαναστατική θέση. Κατά τη διάρκεια του Biennio Rosso (Κόκκινη Διετία) της Ιταλίας, εκατοντάδες χιλιάδες εργάτες κατέλαβαν τα εργοστάσια στη βόρεια Ιταλία. Οι επαναστάτες αναρχικοί της Ιταλικής Αναρχικής Ένωσης (UAI) και της Ιταλικής Συνδικαλιστικής Ένωσης (USI) σημείωσαν ότι τα κατειλημμένα εργοστάσια στα χέρια των ίδιων των εργατών δεν αποτελούσαν από τη φύση τους μια επαναστατική κατάσταση. Το καπιταλιστικό κράτος πρέπει να αμφισβητηθεί και να ανατραπεί. Υποστήριξαν ότι οι εργάτες πρέπει να ξαναρχίσουν την παραγωγή, προκειμένου να τραφούν όλοι. Άλλωστε, η επανάσταση δε γίνεται από τη μια μέρα στην άλλη. Όμως, οι Ιταλοί εργάτες χρειάζονταν όπλα και οργάνωση, για να προωθήσουν περαιτέρω τον αγώνα. Δυστυχώς τους απογοήτευσαν άλλες αριστερές οργανώσεις, οι οποίες αρνήθηκαν να προχωρήσουν τις απεργίες περαιτέρω ή να οργανωθούν, για να οπλίσουν τους εργάτες, συμπεριλαμβανομένης της πλειοψηφίας των μαρξιστών.

Το 1969 η κατασταλτική κυβέρνηση της Ουρουγουάης θέσπισε εργατικούς νόμους με στόχο την κατάρριψη της μαχητικής συνδικαλιστικής οργάνωσης σε όλη τη βιομηχανία επεξεργασίας κρέατος. Ο μεγάλος συνεταιρισμός El Cerro Refrigeration Establishment υποστήριξε τις μεταρρυθμίσεις, επιχειρώντας παράλληλα να διαλύσει τα συνδικάτα. Ως απάντηση, τα συνδικάτα που επηρεάστηκαν σε μεγάλο βαθμό από την Αναρχική Ομοσπονδία της Ουρουγουάης (FAU) δημιούργησαν ένα καμπ έξω από τον συνεταιρισμό, ξεκίνησαν απεργίες σε όλη τη βιομηχανία και κατέλαβαν τους χώρους εργασίας τους. Οι συνεταιρισμοί παρουσιάζονται συχνά ως ένα πιθανό «συμπλήρωμα» στον αγώνα των εργαζομένων. Όμως, το 1969 στην Ουρουγουάη υπονόμευσαν ανοιχτά το εργατικό κίνημα. Έτσι, ενώ η El Cerro Refrigeration υπονόμευε την εργατική αλληλεγγύη, η FAU απάντησε μέσω της Οργάνωσης Εργαζομένων-Σπουδαστών (ROE), για να συγκεντρώσει κεφάλαια, να δημιουργήσει οδοφράγματα και να πολεμήσει την αστυνομία. Η ROE ήταν μια στρατηγική μαζική οργάνωση που χρησιμοποιήθηκε ως πραγματικό συμπλήρωμα της ταξικής πάλης, κινητοποίησε κοινωνικούς τομείς εκτός των συνδικάτων, για να βοηθήσει στην κλιμάκωση της ταξικής πάλης. Αυτές οι τακτικές ήταν μέρος μιας μακροπρόθεσμης στρατηγικής για την ανάπτυξη της ταξικής συνείδησης και την οικοδόμηση της αντιπαράθεσης με το κράτος και την προετοιμασία για την ανατροπή του καπιταλισμού.

Η ιστορικά αισιόδοξη θέση ότι οι συνεταιρισμοί θα μπορούσαν να οικοδομήσουν μια εναλλακτική λύση στον καπιταλισμό ή να διαδραματίσουν σημαντικό ρόλο στη μετάβαση είναι ακόμη πιο περιττή σήμερα. Αντίθετα, οι επαναστάτες έχουν την ευθύνη να αναπτύξουν και να δεσμευτούν σε στρατηγικές κατάλληλες για την ανατροπή του κράτους και του κεφαλαίου. Οι συνεταιρισμοί μπορεί να διαδραματίσουν θετικό ρόλο σε κοινότητες όπου το κεφάλαιο δεν παρέχει τα αναγκαία αγαθά ή μπορεί να δημιουργηθούν με την κατάληψη ενός καπιταλιστικού χώρου εργασίας κατά τη διάρκεια μιας περιόδου έντονης ταξικής πάλης. Αυτές είναι απολύτως λογικές καταστάσεις, αλλά οι επαναστάτες θα πρέπει να βρίσκονται μαζί με τη μάζα των εργαζομένων βοηθώντας στην οργάνωση του αγώνα και στην προώθηση του ταξικού πολέμου. Επιπλέον, οι κοοπερατίβες δε θα πρέπει να στοχεύουν στο κράτος να ενσωματώσει τους εργαζόμενους στη διοίκηση. Οι ουσιαστικές κατακτήσεις των εργατών θα είναι το αποτέλεσμα του αγώνα που δίνουν στους χώρους εργασίας, μέσα από μορφές άμεσης δράσης που έρχονται σε ευθεία αντιπαράθεση με το κεφάλαιο. Οι σοσιαλιστές που στρέφονται στην εργασία σε συνεταιρισμούς μπορεί κάλλιστα να είναι σοσιαλιστές στην καρδιά και την πρόθεση, αλλά δεν ακολουθούν επαναστατική στρατηγική.

Σημειώσεις:

1. Αυτό γίνεται πιο παράλογο από την πολιτική μιας Λαϊκής Τράπεζας, η οποία θα προσφέρει άτοκα δάνεια σε συνεταιριστικές επιχειρήσεις. Ο Προυντόν, και όχι ο Μαρξ, φαίνεται τελικά ότι «κέριδσε»

Πηγή: Red & Black Notes

https://www.alerta.gr/archives/33311

bolivia / peru / ecuador / chile / historia / opinión / análisis Tuesday September 12, 2023 05:10 byAsamblea Anarquista de Valparaíso y Federación Anarquista de Santiago

El terror fue desatado sistemáticamente desde el Estado y cayó la noche sobre la alegría de los pueblos. La contra revolución capitalista se abrió paso brutalmente con una imparable avanzada de muerte, tortura, violencia sexual y desaparición forzada, a la vez que llevaba a cabo la misión estratégica de desarticular todas las expresiones comunitarias en donde la vida fuera resuelta de manera solidaria, colectiva y en autogestión. La dictadura cívico-militar se desplegó tácticamente en múltiples dimensiones para sembrar el miedo en la sociedad, con el fin de desmantelar la fuerza social organizada que había hecho posible la experiencia socialista en la región chilena. Estos procesos de desmantelamiento político, social y emocional de gran parte de la clase organizada han provocado una herida colectiva, profunda y traumática, herida que la impunidad y los pactos de silencio institucionales mantienen abierta hasta el día de hoy y que ha traído múltiples consecuencias en la experiencia vital colectiva de todxs quienes hemos crecido en estos territorios los últimos 50 años y más.

En estos días se conmemoran 50 años del golpe de Estado que dio rienda suelta al terrorismo estatal y patronal, significando años de persecución, tortura, violación y desaparición. Sin embargo, queremos iniciar este documento con un balance de la experiencia desarrollada en los años previos al inicio de la dictadura cívico-militar. Aquel periodo suele asociarse al gobierno de Salvador Allende y a su “vía chilena al socialismo”, no pretendemos extendernos en las claras distancias políticas e ideológicas que nos separan del gobierno de la Unidad Popular (UP), toda vez que lo consideramos un proyecto de modernización capitalista que impulsó la conciliación de clase y el fortalecimiento de los mecanismos estatales de dominación, terminando en el dramático escenario de la dictadura que supuso la pulverización del tejido comunitario, la destrucción de la organización social, el asesinato y tormentos de miles de militantes populares y una profundización en la precarización de nuestras vidas latente hasta el presente.

Por lo tanto, quisiéramos enfatizar en el proceso que se tejía por debajo de las direcciones partidarias, aquel fenómeno que no seguía las pautas de la institucionalidad burguesa y supuso una verdadera amenaza para el orden del Estado y el Capital; hablamos de lxs pobladorxs en las tomas de terrenos y en las Juntas de Abastecimiento Popular, nos referimos a lxs obrerxs en los Cordones Industriales, pensamos en lxs campesinxs en las tomas de fundos y en la alegría popular corriendo el cerco de lo posible, nos referirnos al Poder Popular. Esta capacidad desarrollada por diversos sectores de la clase oprimida, supuso un ejercicio de audacia tremendamente valioso, ya que, en el desarrollo de esta fuerza popular se gestaba una potencialidad capaz de sobrepasar al Estado y plantear un escenario abierto y favorable en la lucha de clases, de allí que el gobierno de Allende no escatimó recursos en iniciar un proceso de institucionalización, cooptación e incluso represión sobre estas expresiones, tratando de desactivar aquella potencia de ruptura revolucionaria.

Sin embargo, no son solo causas “externas” las que debilitaron esta rica experiencia, sino también errores y límites internos que no pudieron ser superados allí donde se apura la historia. El primer traspié fue el burocratismo que operaba sobre las bases populares a partir del comportamiento parasitario de las instituciones estatales y los partidos políticos de la UP, cuestión que se reflejó en la obediencia de las bases a los lineamientos gubernamentales, temiendo, incluso, pasar por encima de Allende aun cuando las fuerzas reaccionarias se preparaban para iniciar el exterminio. Si bien el desarrollo del Poder Popular no es impulsado por el gobierno de la UP, rápidamente, la burocracia institucional inicia un proceso para su cooptación y debilitamiento, por eso, la lección es que ninguna fuerza social puede someterse a un marco gubernamental: el Poder Popular es antiestatal o no será, por tanto, es ineludible rebasar aquellas propuestas políticas que pretenden subyugar el protagonismo de las bases a lineamientos institucionales, tal como hoy ocurre con muchísimos empeños sociales que están completamente sometidos al gobierno de Boric, iniciando procesos de desmovilización y silencio cómplice ante el avance de su agenda represiva, precarizadora y extractivista. La organización popular no debe jamás confiar en un gobierno cualquiera sea su color o signo político, ya que, en la sobrevivencia y fortalecimiento de los pilares de la dominación está nuestra derrota.

El segundo traspié fue la débil coordinación de las diversas experiencias del Poder Popular, dado fundamentalmente por el sectarismo y la política de trinchera de los partidos de izquierda. Estamos convencidxs de que los procesos revolucionarios no le pertenecen a ninguna ideología, partido o movimiento político, más bien, son de lxs oprimidxs que buscan dejar de serlo, por ello, es necesaria la coordinación de los diversos esfuerzos que pretenden trazar el camino de la emancipación, desde perspectivas antiestatales, anticapitalistas y despatriarcalizadoras. Dicha coordinación debe realizarse desde las organizaciones sociales a partir de sus experiencias de lucha, dejando de lado los discursos identitarios y paternalistas. Lo anterior, nos permitirá dotar de perspectiva las luchas del presente y desarrollar, en conjunto con las expresiones organizativas de la clase oprimida, una fuerza capaz de romper el actual tránsito histórico, desechando los atajos institucionales y los personalismos mesiánicos que se nos presentan como barreras en nuestro camino hacia la libertad.

Ya lo dijimos antes, más allá del proyecto de la UP y de la cara institucional de los procesos políticos vividos en los cuales se inscribe el espectacular bombardeo a la Moneda, pensamos que lo que finalmente movilizó el complot golpista cívico-militar fueron las capacidades que mostraron las capas populares y oprimidas de tomar el destino de sus vidas con sus propias manos. Estas capacidades fueron gestadas y desarrolladas en décadas de lucha, constituidas a partir de los aprendizajes colectivos de nuestra clase, desde, al menos, los albores del siglo XX en los centros urbanos y mucho antes por las comunidades en resistencia a las diversas dimensiones de la colonización. Esta capacidad hizo posible la generación de fuerza social organizada que puso a temblar a la clase dominante y a los intereses imperialistas, quienes desataron toda su crueldad contra este protagonismo popular que comenzaba a escribir una nueva historia.

El terror fue desatado sistemáticamente desde el Estado y cayó la noche sobre la alegría de los pueblos. La contra revolución capitalista se abrió paso brutalmente con una imparable avanzada de muerte, tortura, violencia sexual y desaparición forzada, a la vez que llevaba a cabo la misión estratégica de desarticular todas las expresiones comunitarias en donde la vida fuera resuelta de manera solidaria, colectiva y en autogestión. La dictadura cívico-militar se desplegó tácticamente en múltiples dimensiones para sembrar el miedo en la sociedad, con el fin de desmantelar la fuerza social organizada que había hecho posible la experiencia socialista en la región chilena. Estos procesos de desmantelamiento político, social y emocional de gran parte de la clase organizada han provocado una herida colectiva, profunda y traumática, herida que la impunidad y los pactos de silencio institucionales mantienen abierta hasta el día de hoy y que ha traído múltiples consecuencias en la experiencia vital colectiva de todxs quienes hemos crecido en estos territorios los últimos 50 años y más.

La reestructuración capitalista que instauró el golpe y posterior dictadura cívico-militar se tradujo en una serie de rearticulaciones económicas y políticas, las cuales se transformaron en los pilares del sistema económico que heredamos de la dictadura y que los gobiernos de los 30 años han consolidado. Todas ellas han tenido efectos directos en nuestras experiencias vitales compartidas: la reconfiguración de las ciudades a través de la expulsión de lxs pobladorxs de los centros hacia las periferias y el desarrollo de la ciudad neoliberal, el freno de la reforma agraria y la continuidad del antiguo latifundio a través de un modelo agroexportador y el fomento del negocio forestal, el abandono de la educación y la salud pública, la creación de las AFP, la privatización del agua y, en general, la instauración de un modelo neoliberal y extractivista anclado a los deseos de consumo del norte global y los intereses de la clase dominante.

Como planteábamos anteriormente, todos estos mecanismos de terror y precarización de la vida humana y no humana, sumados al acceso al mundo de las cosas, el consumo y el crédito, han permeado capas más profundas de las comunidades y las personas, atomizando e individualizando las experiencias comunes y reduciendo la socialización humana a espacios de consumo y mercado. Nos han educado en la competencia y la violencia para sobrevivir, bajo la premisa del desarrollo y superación personal en base al esfuerzo. Nos han aislado a lxs unxs de lxs otrxs para mantenernos en sensación de soledad y tristeza persiguiendo un modelo de éxito individual que poco conoce del goce de las alegrías y las penas compartidas.

Enfrentadxs a esta devastación ecológica y social de los 50 años de implementación de un programa de muerte y desarticulación de las comunidades, no nos basta con contemplar la derrota de un proyecto institucional ni con reconocer el profundo daño que cargamos como una maldición que pareciera irremediable, porque en medio del despojo, han resistido y germinado diversas experiencias de organización y solidaridad popular como la lucha por la vivienda, las ollas comunes, la colectivización de los cuidados de la niñez, los múltiples espacios comunitarios culturales y deportivos, las luchas anti patriarcales, la defensa y cuidado de los ecosistemas, la lucha mapuche, la resistencia de las comunidades migrantes, entre muchas otras que apuestan por vidas dignas. Estos espacios de acumulación de fuerza, experimentación de formas orgánicas y métodos de lucha son aprendizaje y sabiduría práctica para disputar el presente y construir el futuro.

​​​​​​​Hoy, a 50 años de aquel dramático martes 11 de septiembre, desde el anarquismo no solo tenemos mucho que reflexionar, también debemos comenzar a romper con la inacción y el inmovilismo. Frente a los sectores pusilánimes que nos gobiernan, incapaces de defender a sus propios muertxs ante el avance de los discursos y acciones negacionistas de la derecha reaccionara, es fundamental asumir un rol protagónico en la batalla ideológica que hoy se libra, con lenguajes, narrativas, metodologías y herramientas que nos permitan salir del “gueto”. Si nuestras ideas no se enraízan en nuestra clase, otras lo hacen y, con esto, no pretendemos que todxs lxs oprimidxs se reivindiquen como anarquistas, más bien, buscamos que valores como la solidaridad, el apoyo mutuo, la acción directa y el antiautoritarismo se constituyan en la base de las relaciones sociales de nuestras comunidades, por ello, es fundamental hacer retroceder las ideas y prácticas promovidas por la burguesía, ya sea en su modalidad fascista, liberal o progresista.

Por otro lado, concebimos al anarquismo social y organizado como una caja de herramientas y, como tal, se demanda su uso, por ello es que apostamos por superar las posturas identitarias y sectarias, abrazando la organización social y la construcción comunitaria de poder popular. De esta manera pretendemos desarrollar la fuerza necesaria para destruir la sociedad de clases y la mercantilización de la vida, desplegando una capacidad organizativa que ponga en el centro el protagonismo popular y se oponga a cualquier proyecto personalista, reformista y de conciliación de clases. El anarquismo debe y puede retornar a las luchas sociales y a la organización territorial, no somos ajenxs a las realidades del campo popular porque también somos pobladorxs y  trabajadorxs que luchan por vidas libres y dignas, por eso, seamos hoy parte del fortalecimiento organizativo y de la necesaria coordinación de aquellas luchas libradas por diversos sectores de nuestra clase.

Finalmente, reconocemos que es necesario romper con la falsa oposición entre Estado y Mercado, apostando por construir una alternativa popular con foco en la reproducción de la vida que, desde la gestión comunitaria, prefigure aquella nueva y buena vida que buscamos, a partir de la autonomía y de un programa antiestatal, anticapitalista y con una perspectiva despatriarcalizadora. Resistir no significa soportar los oscuros tiempos aferrándonos a nuestras convicciones, más bien es transformar nuestra realidad, organizarnos comunitariamente, sin retroceder ante las contradicciones y amarguras de la situación actual. Confiamos en que la memoria, la lucha y la organización popular nos acercan a la emancipación y a la construcción de comunidades más sanas, más alegres, más dignas.​​​​​​​

A pesar de los golpes y las heridas: ¡organizadxs y en comunidad luchamos por la vida!
Asamblea Anarquista de Valparaíso - Federación Anarquista de Santiago

international / imperialism / war / opinion / analysis Thursday August 31, 2023 03:36 byWayne Price

A talk on the Ukrainian-Russian war, from an anarchist perspective. I reviewed my reasons for being in solidarity with the Ukrainian people. But revolutionary anarchists should give no political support to the Ukrainian government nor to the U.S. imperialists who help it.

When the Russian state invaded Ukraine, I was immediately on the side of the Ukrainian people. Mainly this was because, like most people, I hate oppression, exploitation, and bullying. I am on the side of the oppressed, the exploited, the beaten, the marginalized, and the dominated. Especially whenever they fight back. While my political opinions have evolved over the years, this attitude has continued to be at the heart of my worldview.

Also, I have long supported the freedom of an oppressed people to national self-determination. I learned this concept during the fight against the U.S.-Vietnamese war (dating myself). My comrades and I had no illusions in the North Vietnamese state nor the leaders of the south Vietnamese war (the “Viet Cong” or NLF). They were Stalinists and would establish a Communist-type state-capitalist dictatorship (as they did). They received military aid from the imperialist Soviet Union. But there was no question that the peasants and workers of Vietnam were supporting the war and its leadership. We gave no political support to the Stalinist leaders and rulers, we were their opponents. Yet we definitely were in solidarity with the Vietnamese people in their fight for independence and unity and whatever freedoms they might gain. We wanted the U.S. military forces to lose.

I thought these lessons of the Vietnamese-U.S. war applied to this war. They implied solidarity with the Ukrainian people (however much we opposed the Ukrainian state and its capitalist “oligarchs”) and full opposition to the Russian invaders. It implied that the oppressed people have the right to get arms from wherever they can, even from other imperialists who were competing with their immediate aggressor (then the Soviet Union, now the U.S. and NATO).

However, when I wrote this, I received much disagreement, often expressed with great personal hostility, expressed in name-calling, childish insults, and red-baiting. I was betraying anarchism! Some of my critics could not separate political disagreement from personal conflicts.

The first wave of arguments I faced held that “no anarchist” would support the war. This was because anarchists did not support wars, or anarchists did not support wars between capitalist states. This is to say that my critics rejected (or ignored) the importance of imperialism. They did not distinguish between wars between imperialist states and wars between an oppressed, colonized, nation and an imperialist state.

It was repeatedly pointed out to me that Peter Kropotkin had supported France and the Allies in World War I but that almost all anarchists at the time and later felt that he was badly mistaken. His comrade Errico Malatesta had written to condemn Kropotkin for taking sides in the Great War. But my critics did not know that Malatesta had also supported wars of national liberation by oppressed peoples (for example, in Libya against the Italian army, or in Cuba against the Spanish empire). (Price Nov. 2022)

I demonstrated that “classical anarchists” had supported popular struggles for national self-determination: including, but not limited to, Bakunin, Kropotkin, Malatesta, Makhno, and others. All (with the exception of Kropotkin) distinguished between wars among imperialists (of which they opposed all sides) and wars between imperialists and oppressed, non-imperialist, countries (of which they supported the oppressed peoples). (Price July 2022; 2023)

I also pointed out that many—perhaps most—of the Ukrainian anarchists supported—and participated in—the Ukrainian side of the war. Similarly, Russian and Belarusian anarchists were on the side of the Ukrainian people, and so were many other anarchists.
In a report on the 2023 International Anarchist Conference at St. Imier, Switzerland, a commentator wrote,

“Most events held on the war accepted the right of self-defence for Ukrainians as the minimum anarchist political basis….The event by anarchists from Russia, Ukraine and Belarus, who are actively resisting the invasion, was one of the most interesting of the meeting.” (Transnational Institute 2023)

All this does not prove that it is right to support the Ukrainian people, but it does disprove the claim that no anarchist would take such a stand.

In general, my opponents could not distinguish between “nationalism” and “national self-determination” or “liberation.” “National liberation” meant the freeing of a people from the oppression of the state of another nation. “National self-determination” meant that a people were able to decide for itself whether to be independent and what kind of political and economic system to have (which could be a capitalist state or libertarian socialism). But “nationalism” is one possible program meant to supposedly solve national oppression—by creating a new state and national capitalist economy (perhaps state capitalist). Anarchists should be for “national self-determination” and “national liberation” but are thoroughly opposed to “nationalism.” Instead we advocate international anarchist socialism to achieve freedom for all peoples everywhere.

Others argued that Ukraine did not deserve national defense because it was not really a nation! They claimed that Ukraine was a recent invention, that its people were indistinguishable from Russians, and so on. (While not supporting the Russian invasion, many anarchists repeat Putin’s propaganda and lies.) In my opinion, all these claims were irrelevant. Historically there had been a Ukraine for centuries, oppressed by the Czars and then by the Stalinists. During the 70 years of the Soviet Union, there had been a recognized Ukrainian Republic in the USSR. But this too was not really relevant.

What was important was that the Ukrainians regarded themselves as a nation. In 1991 the Ukrainian people voted overwhelming for national independence from Russia—by more than 92 per cent. This included about 80 per cent in the eastern, mainly Russian-speaking, Donbas and about 54 per cent in Crimea. (Mirra 2023; p. 126) It was their opinion which counts, not that of foreign anarchists nor of Putin and his army.

To which some replied, that therefore the people of the eastern Ukraine, the Donbas, were a nation or nations because they had voted for their own republics merged into Russia. I would agree, except that the drive for their “national separation” was so clearly a Russian put-up job (with Russian soldiers everywhere). Indeed the whole movement for Donbas secession was organized since 2014 by Russian and pro-Russian agents.

Another argument was that anarchists must not support a capitalist state. In fact, no Ukrainian anarchists gave any political support to the Zelensky government. They did not vote for it nor urge others to vote for it. They did not join the ruling party nor any other. They did not participate in the government in any way. They have opposed the neoliberal austerity and anti-union policies of the Zelensky government. There is no “Popular Front.”

Suppose there was a strike in the U.S. Anarchists would be on the side of the workers. Outside anarchists would do labor-support activities to help the strike. Anarchist workers at the workplace would join the strike and be active in its organizing. Yet the union would undoubtedly be run by a bureaucratic and possibly corrupt leadership. Should anarchists still participate? Or should they stand aside or perhaps cross the picket lines, because the union was undemocratic and centralized? Obviously, revolutionary anarchists would join the strike and be the most militant strikers, while fighting for a more democratic, federalist, and militant union. The same is true of anarchists in a just national war of self-determination, being part of the war while working for an eventual anarchist-socialist revolution.

Anarchists are participating in the war. Some distribute food and medicines. Others help refugees. But some formed Territorial Defense groups affiliated with the army. And some joined the army, fighting at the front.

It would have been optimal if Ukrainian anarchists had been able to organize militias or guerrilla groups independently of the state. Unfortunately they are far too weak to do that. They must either support the existing army in one way or another, or be passive. After all, while Ukrainian anarchists have much to criticize the army for, anarchists are not opposed to its fighting the Russian invaders!

Suppose anarchists were to say to the Ukrainian people, “We are against the Russian invasion, but we are also against the national army—we are even for sabotaging it—because it is the army of a state and capitalism.” Most workers would (correctly) regard this as treasonous de facto support of the invaders. On the other hand, anarchist participation in the war, in whatever capacity, can only increase positive views of anarchists among the population.

Much of the opposition to supporting Ukraine is due to its getting arms and aid from the U.S. and the rest of NATO. It is often called a “proxy war.” There is an assumption by many that only U.S. imperialism is evil. But while U.S. imperialism is terrible, it is not the only imperialism. There is Russian imperialism, as the Ukrainians know.

It is not unusual for one imperialist power to intervene when a colony rebels against its imperialist master. During the Cold War, the Soviet Union often aided, with guns or money, national struggles against Western imperialists—in Africa, Asia, and Latin America. Meanwhile the U.S. was “on the side” of eastern European states against the Soviet Union. Even during World War II, Nazi Germany gave “support” to Arab rebels in Britain and France’s colonies, and even to Ireland, while Imperial Japan claimed to be “freeing” Asian colonies from Britain, France, and Holland. So it was not surprising that Soviet Russia gave aid to Vietnam against the U.S.—or that the U.S. and allies should give aid to Ukraine. The U.S. state is acting for its reasons, its imperial interests in weakening its imperial competitor, not out of the “idealism” of its cynical politicians.

But make no mistake. For the Ukrainians, this is no “proxy war.” It is their villages, towns, and cities which are bombed and destroyed, not those of the U.S., Germany, or Britain. It is their population which is being massacred on the ground and from the air. It is their soldiers who are fighting and being killed in massive numbers. They are fighting and dying for their country, their people, and no one else.

I would not offer tactical advice to Ukrainian anarchists. But strategically I would say that their goals are two-fold: to defeat the Russian invasion and to spread anarchist ideas among the people, especially the workers. As revolutionary anarchists, we continue to be in solidarity with the oppressed, especially when they fight for their freedom.

References

Mirra, Carl (2023). “The War in Ukraine.” New Politics. Summer 2023. Pp. 125—137.

Price, Wayne (July 2022). “Malatesta on War and National Self-Determination” https://www.anarkismo.net/article/32666

Price, Wayne (Nov. 2022). “Kropotkin and War—Today.”
https://www.anarkismo.net/article/32683?search_text=Wayne+Price

Price, Wayne (2023). “Anarchists Support Self-Determination for Ukraine; What Did Bakunin Say About National Self-Determination?” https://www.anarkismo.net/article/32774?search_text=Wayne+Price

Transnational Institute of Social Ecology (2023). “Report From the International Anarchist Meeting in St. Imier, Switzerland”
https://anarchistnews.org/content/report-international-anarchist-meeting-st-imier-switzerland

* submitted to Workers Solidarity: A Green Syndicalist Webzine

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Opinion / Analysis

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