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venezuela / colombia / miscellaneous / opinión / análisis Tuesday June 07, 2022 08:29 byViaLibre

En este escrito se presenta una reflexión sobre la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2022 en Colombia, desde la perspectiva del Grupo Libertario Vía Libre. Se analiza en primer lugar la participación y la abstención electoral, se continúa con una reflexión sobre los resultados de las diferentes candidaturas y se concluye con algunos apuntes sobre el rumbo de esta coyuntura política eleccionaria.

Participación
Según el boletín no. 68 de resultados del preconteo de la Registraduría, la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 29 de mayo de 2022 registró una votación comparativamente alta con 21´418.631 votantes y la participación del 54.91% del censo, una cifra ligeramente superior a la del 2018. Sin embargo, estas cifras no deben hacer obviar la abstención de 17´583.608 potenciales votantes y el 45.09% del censo registrado.
En estas elecciones la abstención fue mayoritaria en 14 territorios del país. Las más altas ausencias de votantes se presentaron en San Andrés y los consulados en el extranjero donde los porcentajes de participación fueron del 29%, mientras en departamentos como Vichada, Guainía, La Guajira o Vaupés se daban registros levemente superiores al 30%. Por su parte, departamentos como Choco, Bolívar, Atlántico o Amazonas superaban el 40%, mientras Caquetá, Guaviare, Córdoba y Magdalena tenían registro por encima del 45% de participación. En una perspectiva de mediano plazo, de hecho desde 1990 solo 3 de las 8 elecciones presidenciales, el 37.5% del total, han superado la mitad de participantes.

Además, en el pre conteo se registraron 29.715 votos no marcados, el 0.13% del total, así como 242.629 votos nulos y el 1.13% del total, una cifra ligeramente mayor que la de hace 4 años. También, se registraron 366.623 votos en blanco y un porcentaje del 1.73% del total, lo que supone un aumento de 28.042 votos blancos, un 8.28% más, frente a la pasada elección presidencial.

Resultados
Entre los candidatos, el primer lugar le correspondió a la formula de Gustavo Petro y Francia Márquez del centro izquierdista Pacto Histórico. Petro, antiguo guerrillero del Movimiento 19 de Abril (M-19), senador y ex alcalde de Bogotá, fue el candidato más votado de la jornada con 8´527.768 votos y el 40.32% del total, aunque como era previsible, se quedó corto para ganar las elecciones en primera vuelta.
Frente a la primera vuelta de hace 4 años, la coalición encabezada por Petro y liderada por fuerzas progresistas como Colombia Humana o el Polo Democrático Alternativo, sumo 3´672.699 votos, un crecimiento del 75.64%, llegando incluso a superar su desempeño en la segunda vuelta de ese mismo periodo, por 487.319 votos y un crecimiento del 6%. A su vez, frente al total de participantes de la consulta interna del Pacto Histórico realizada en el mes de marzo, Petro sumo 2´943.010 votos y tuvo un 52.69% de crecimiento.

Petro, en la que ya es su tercera candidatura presidencial tras las elecciones de 2010 y 2018, gano en 18 departamentos y territorios, incluida la ciudad capital de Bogotá donde consiguió el 47.05% del total, así como la totalidad de la región pacifica con las grandes victorias en Nariño, Putumayo y Cauca por encima del 69%, la mayoría del Caribe con el ejemplo de la victoria en el Atlántico y La Guajira con el 54%, además del gran Caldas, al igual que una parte importante de la región amazónica.

El segundo lugar fue para Rodolfo Hernández y Marelen Castillo de la derechista Liga de Gobernadores contra la corrupción. El controversial empresario de la construcción y ex alcalde de Bucaramanga resultó siendo la principal sorpresa de la jornada; logró posicionarse en el segundo puesto con 5´953.209 votos y el 28.15% del total.

Con esta elección el millonario populista Hernández, apoyado por todas las maquinarias políticas regionales de Santander y Norte de Santander, así como sectores del Partido Verde, superó el flojo desempeño electoral que tuvo su movimiento personalista en las elecciones legislativas de marzo, donde sacó 166.908 votos y 1.02% en las votaciones de la Cámara de Representantes. El casi octogenario político gana en 13 departamentos, empezando por el gran Santander donde consigue el 66.9% de los votos, Cundinamarca y Boyacá con el segundo territorio por encima del 51%, así como Caldas, el gran Tolima en donde obtuvo en Huila el 44% y la Orinoquía donde obtuvo el 64% en Casanare, así como la mayoría de la región amazónica.

De forma sorpresiva el tercer lugar fue para Federico Gutiérrez y Rodrigo Lara de la derechista Coalición Equipo Por Colombia. El ex alcalde de Medellín, candidato del gobierno Duque, respaldado por los partidos Centro Democrático, el Partido Liberal, el Partido Conservador, el Partido de la U, Cambio Radical y el Partido MIRA, fue el principal derrotado de la jornada con 5´058.010 votos y el 23.91% del total, en un escenario sorpresivo que contradijo los resultados de todas las encuestas recientes, que lo mostraban como la segunda candidatura que pasaría a la segunda vuelta.

En comparación con los resultados de Iván Duque en la primera vuelta de 2018, del que Gutiérrez seria heredero, la derecha uribista perdió 2´558.847 votos y experimentó una disminución del 33.59% del total. Mientras tanto, frente a la totalidad de participación de la consulta de la coalición de derecha en marzo, en la que Gutiérrez y su plataforma Creemos Colombia ganó por el apoyo informal del Centro Democrático, su candidatura solo sumó 1´068.368 votos y representó un 26.77% de crecimiento total.

El tradicionalista Gutiérrez, asemeja su fracaso con el de Vargas Lleras en las elecciones de 2018. Su candidatura solo logró ganar en 2 territorios; por un lado, el departamento de Antioquia donde registra el 48% y, por otro, entre las personas de nacionalidad colombiana que viven en el exterior con 45%, principalmente, por los votos de los residentes legales en Estados Unidos, ambos fortines tradicionales del uribismo.

En cuarto lugar, quedó Sergio Fajardo y Luis Gilberto Murillo de la centrista Coalición Centro Esperanza. El docente universitario y ex gobernador de Antioquia fue uno de los principales derrotados, consiguiendo apenas 888.585 votos y el 4.20% del total. Fajardo, apoyado por un sector del Partido Verde y por el Nuevo Liberalismo, perdió frente a su desempeño en las elecciones de 2018, 3´714.331 votos, mientras en relación con la totalidad de participantes de la consulta de la coalición Centro Esperanza en marzo, perdió 1´2709.917 votos y un 58% del total.

En la quinta posición quedo Milton Rodríguez y Sandra de las Lajas, de la alianza cristiana Colombia Justa Libre. Rodríguez, predicador y líder de la Iglesia Misión Paz a las naciones, realizó una campaña anti feminista y anti derechos con la que obtuvo 274.250 votos y el 1.29% del total. Frente a las elecciones legislativas, donde la coalición evangélica se alió con el partido MIRA, el líder religioso y empresarial obtuvo 303.945 votos menos, aunque frente a las elecciones de 2018, donde el voto fundamentalista cristiano estuvo más fragmentado entre diversas opciones de derecha, su desempeño mejoró.

Las candidaturas menores que no superaron el 0.3% de las votaciones totales, fueron las del ultraconservador Enrique Gómez Martínez, hijo del político Álvaro Gómez Hurtado, con 50.539 votos y el 0.23%, y las candidaturas finalmente declinadas de la ex senadora centrista, Ingrid Betancur, con 14.878 y 0.07% y el ex gobernador independiente, Luis Pérez, 0.05% y 12.425 votos.

Apuntes
En primer lugar, en esta primera vuelta de las elecciones presidenciales se presenta una clara derrota electoral del uribismo y el gobierno de Iván Duque. El partido del actual gobierno, el más impopular de la historia reciente del país, tuvo que declinar la candidatura del hombre de Odebrecht, Oscar Iván Zuluaga, ante su mal desempeño en la encuestas, mostrando la crisis interna del que era el partido más importante del país desde 2014. Con anterioridad, la negativa de Zuluaga a participar en la consulta de la derecha mostró una importante fractura de la coalición uribista, conservadora y evangélica hoy en el gobierno. Tras esta ronde da las elecciones presidenciales, el uribismo experimenta una nueva derrota con el fracaso de la candidatura de Federico Gutiérrez, pese al apoyo que este tuvo por parte de la gran mayoría de partidos tradicionales y gremios empresariales.

En segundo lugar, se perfila, de cara a la segunda vuelta presidencial de junio, una clara coalición de centro derecha que reuniendo los votos del uribismo de Gutiérrez y el cristianismo fundamentalista de Rodríguez, secunde la candidatura “antipolítica” de Rodolfo Hernández, un empresario externo a la política partidista que en su campaña de cuerpo ausente crítico a la derecha tradicional, pero en la que ha basado su armado político. Hernández representa el voto uribista desencantando con el actual gobierno, así como una nueva candidatura de unidad patronal ante el espanto del comunismo, pero esta una unidad más débil, frágil e impredecible que la que se presentó en 2018 con el retorno del uribismo al poder. Según los resultados de la primera vuelta, los votos sumados de los 3 candidatos de derecha son suficientes para alcanzar la victoria en la segunda elección, pero las adhesiones partidistas no son automáticas y la participación en este escenario puede variar.

En tercer lugar, es claro que se produjo una crisis del centro político tradicional, que llevó a la profunda fragmentación del Partido Verde, la principal fuerza de este campo político, en al menos 3 candidaturas presidenciales diferentes en competencia. Así mismo, esta crisis condujo a una radicalización temporal de la mayoría de ese electorado centrista, hacia la propuesta socialdemócrata de Petro y el Pacto Histórico.

En cuarto lugar, la candidatura de Petro y el Pacto Histórico obtiene los mejores resultados de la historia electoral de la izquierda en el país, manteniendo la senda de crecimiento de 2018, profundizando los hitos ya lejanos de las presidenciales de 2006 y la constituyente de 1990. Con una campaña personalista, desplazada hacia el centro y marcada por alianzas parciales con sectores del santismo, el Partido de la U, gobernadores independientes y fundamentalistas cristianos, Petro anticipa un programa de reforma social moderada, lo que no por eso, logra calmar el terror anti comunista de la burguesía.

En quinto y último lugar, el resultado de la segunda vuelta sigue abierto y es aún incierto. Sin embargo, las grandes protestas nacionales del último periodo, especialmente el paro nacional del 21 de noviembre de 2019 y el estallido social iniciado el 28 de abril de 2021, con sus fortalezas de movilización aunque también con sus debilidades organizativas, han logrado modificar el escenario político, con alcances aún por verse.

venezuela / colombia / historia del anarquismo / anarchist communist event Wednesday May 18, 2022 09:41 byViaLibre

Del 26 de mayo al 9 de junio. Jueves 6:00 pm. La Redada Miscelánea Cultural (Calle 17 # 2-51) Bogotá

Taller de Estudios Anarquistas (TEA)
Historia del Anarquismo en Colombia

Del 26 de mayo al 9 de junio
Jueves 6:00 pm
La Redada Miscelánea Cultural (Calle 17 # 2-51)
Bogotá

1. Antecedentes (26 de mayo)
2. Periodo Clásico (2 de junio)
3. Periodo Contemporáneo (9 de junio)

Grupo Libertario Vía Libre

venezuela / colombia / miscellaneous / anarchist communist event Friday May 06, 2022 05:53 byViaLibre

Viernes 6 de mayo. Cra 7ma con Calle 18 (Frente a la Placa conmemorativa) Desde las 6:00 pm

Concentración en memoria de Nicolás Neira y las victimas de la represión estatal

Viernes 6 de mayo.
Cra 7ma con Calle 18 (Frente a la Placa conmemorativa)
Desde las 6:00 pm

Grupo Libertario Vía Libre

venezuela / colombia / miscellaneous / opinión / análisis Sunday May 01, 2022 22:55 byViaLibre

Este 1 de mayo de 2022 conmemoramos un nuevo día internacional de los y las trabajadoras. En esta fecha global de lucha obrera y popular, recordamos y revindicamos.

Comunicado 1 de mayo de 2022

Este 1 de mayo de 2022 conmemoramos un nuevo día internacional de los y las trabajadoras. En esta fecha global de lucha obrera y popular, recordamos y revindicamos la huelga general de 1886 en Estados Unidos por la jornada de 8 horas de trabajo, así como la represión empresarial y gubernamental contra los sectores mas dinámicos del movimiento obrero, especialmente de la ciudad de Chicago, represión que finalmente conduciría a la ejecución de los llamados “Mártires de Chicago”, un grupo de activistas obreros anarquistas, como Engel, Fischer, Parsons, Spies y Lingg en 1887.

También en este aniversario, recordamos la campaña internacional de solidaridad con los lideres sindicales libertarios condenados a muerte, encabezada por la activista anarquista Lucy Parsons, así como la consagración en el Congreso Obrero y Socialista de 1889, del primer día del mes de mayo como una fecha internacional de lucha por la exigencia de la reducción de las jornadas de trabajo, acuerdo que desde 1890 condujo a la realización de múltiples huelgas y protestas en Francia, España y Alemania, y luego en el resto del mundo.

En este 1 de mayo, tan cargado de historia y tan cargado de presente, recordamos que esta conmemoración obrera y artesanal en Colombia empezó ya en 1914, recordamos las movilizaciones del 1 de mayo que las anarquistas y los sindicatos libertarios lideraron en el país en 1920, las jornadas que fueron prohibidas por las dictaduras conservadoras de medio siglo y la marcha del 1 de mayo de 2005 en la que se movilizaba el joven estudiante libertario Nicolás Neira cuando fue mortalmente herido por el Escuadro Móvil Antidisturbios (ESMAD) de la Policía Nacional. En definitiva, recordamos unas jornadas que hoy y ayer, recogen, unen y entrelazan las luchas de la clase trabajadora y otros sectores sociales.

En este 1 de mayo, nos movilizamos para rechazar la brutal invasión rusa de Ucrania y la escalada bélica de la OTAN, para demandar un paz inmediata entre los pueblos. Nos movilizamos para recordar que el pueblo de Myanmar no esta solo, y la resistencia popular reprimida por la dictadura militar, sigue levantando su voz de libertad. Nos movilizamos para recordar que la pandemia aún activa del Covid-19 mostró la profundidad de la desigualdad y la injusticia en el mundo, y que debemos salir de la actual crisis sanitaria con alternativas globales de salud, cuidado y dignidad.

Nos movilizamos también, para revindicar la gran experiencia del paro nacional del 28 de abril y el estallido social de 2021, la validez de las demandas de lucha inmediata contra la precariedad laboral y la represión gubernamental, la necesidad de profundizar la organización popular autónoma, la urgencia de justicia y verdad para las victimas de la represión Estatal y para estatal, la libertad a todas las detenidas del estallido, y el castigo para todos los represores.

Luchas actuales
El 1 de mayo es una ocasión para reflexionar y enriquecer las luchas de nuestro presente. En los países imperiales, el panorama de luchas actuales esta marcado por grandes olas de conflictos obreros de 2021, no vistos en décadas, iniciados en Italia en septiembre bajo el liderazgo de las trabajadoras del transporte, continuados en Estados Unidos en octubre de ese mismo año, bajo el impulso de las obreras de la industria alimentaria y en España en noviembre, con eje en las trabajadoras del metal de Cadiz. También fueron importantes los movimiento de huelga general de octubre y diciembre en Italia contra los programas de ajuste, así como los paros generales en Corea del Sur contra la precarización laboral y las huelgas coordinadas de diciembre en Australia.

Además en el movimiento obrero de los países ricos, se desarrollaron huelgas de las trabajadoras ferroviarias en Alemania e Italia en septiembre, y en Francia en diciembre, así como la huelga de las asalariadas del metro de Londres. En el transporte también se sumo el personal aeroportuario de París, las empleadas de Bruselas Airlines en Belgica o el paro general de trabajadoras aeronáuticas de Italia en julio y septiembre. También se presentaron conflictos obreros en educación con el personal universitario en Reino Unido y Estados Unidos, la huelga de maestras en Australia por aumento de presupuesto y luchas en el sector de la salud como las de las trabajadoras sanitarias de Nueva Zelanda en agosto y Corea del sur en septiembre. También se presentaron diversas huelgas de las trabajadores de los supermercados en Nueva Zelanda en noviembre.

Por otra parte, se convoco la huelga internacional de trabajadoras de Amazon el pasado mes de noviembre con extensión en 20 países, especialmente con paros parciales en Estados Unidos, Alemania, Francia e Italia. En este mismo marco, se presento la importante huelga de repartidoras de Corea del Sur en junio, la huelga de domiciliarias en Australia en septiembre y la protesta de repartidoras de comida en Hong Kong en noviembre, reprimida por las autoridades.

En América Latina el 2021 fue un año de importante movilización social, que supero los niveles de 2020 y alcanzo en varios aspectos los altos niveles del ciclo de protestas continentales de 2019. A nivel general sobresale sobre todo el paro nacional en Colombia, así como las huelgas de julio y agosto en Guatemala contra la corrupción gubernamental, y las grandes protestas de septiembre en Ecuador contra el alza de combustibles. También fueron muy importantes los paros generales de Chile el 30 de abril, de octubre en Costa Rica contra el acuerdo con el Fondo Monetario y en Haiti en septiembre y octubre contra la inseguridad y la escases. También se presentaron inéditas manifestaciones de masas de junio en Cuba, contra la crisis económica y por libertades, reprimidas con violencia por el gobierno.

En el movimiento obrero, resultaron claves las huelgas de maestras y trabajadoras estatales en Belice entre abril y mayo contra las políticas de ajuste, las mas extensas en la historia de este país, así como diversas huelgas docentes en Haiti, Colombia, Ecuador, Chile, Argentina y las mas contradictoria de Guyana. También las trabajadoras de la salud, fuertemente afectadas por la emergencia de la pandemia, se movilizaron con huelgas como los del personal del Seguro Social en Costa Rica, la mas grande de la región, así como las enfermeras en Panamá, médicas en Paraguay o de ambos sectores en Surinam.

Otras trabajadoras que se movilización fueron las obreras portuarias en Uruguay, Belice y Puerto Rico; o las trabajadoras de la prensa en México y Brasil. Por su combatividad fue importante la ocupación de la maquila textil Florenzi en Salvador contra los despidos, así como la huelga en la maquila textil New Holland en Nicaragua por el cierre de la planta. Así mismo se registraron protestas de obreras de la industria minero energética en Chile y Colombia y el conflicto de trabajadoras de Petrobras en Brasil y PEMEX en México.

En Colombia, la coyuntura general esta fundamentalmente marcada por el estallido social iniciado tras el paro nacional del 28 de abril de 2021. La protesta que se extendió durante 3 meses, combino movilización y bloqueo de calles, fue fuerte en las principales ciudades del país y tuvo por eje el sur occidente y especialmente la ciudad de Cali y su área metropolitana. En este marco, hubo una importante participación obrero como lo muestra la desigual huelga en solidaridad con el paro nacional de cerca de un mes adelantada por las docentes de los colegios públicos, que se extendió entre finales de abril y mayo, y en algunas instituciones llego hasta junio. También fue clave la asamblea permanente de las obreras de Ecopetrol en la Refinería de Barrancabermeja en mayo por medidas de bioseguridad y de las obreras de la empresa Termo Candelaria de Mamonal en junio por mayor contratación de residentes locales.

En otras luchas obreras fue central la extensa protestas con ocupación de instalaciones de las obreras de Ecopetrol en las poblaciones de Barranca, Cantagallo y Yondó en los meses de septiembre y diciembre contra la tercerización laboral. También fueron relevantes los paros de las trabajadoras de la empresa de cables Centelsa en Cali en febrero por su convención colectiva, y las huelga parciales de las trabajadoras de Notariado y Registro en la segunda mitad del año contra una reforma inconsulta de la entidad.

Así mismo se presento un importante ciclo de movilizaciones obreras en los meses de octubre y noviembre, como lo muestran las protestas de trabajadoras del área de cocina de la Refinería de Cartagena en octubre en rechazo a posibles despidos, así como la huelga de hambre de mineras de Prodeco del Cesar en los meses de febrero y octubre contra los despidos. Un poco después se sucedió la movilización de las trabajadoras de la empresa de acueducto Essmar en Santa Marta en noviembre contra la intervención de la empresa por parte del gobierno nacional y de las empleadas de la empresa plástica de Taghleff en Mamonal el mismo mes, contra la persecución judicial a la que se han sometido las activistas sindicales. Además se presentaron paros regionales del magisterio estatal en Antioquia, Valle, Tolima y Risaralda en noviembre, contra el impago de salarios del mes anterior.

También se presentaron importantes avances legales como las conseguidas por las trabajadoras del vidrio en su demanda contra las convenciones colectivas de trabajo impuestas por las empresas y por la re admisión de los pilotos despedidos de Avianca tras la huelga de 2017.

De las luchas de ayer y de las luchas de hoy aprendemos y extraemos elementos para la acción. La tarea entonces sigue pasando por fortalecer el sindicalismo democrático y clasista en todos los sectores económicos, especialmente entre las franjas mas precarizadas de la clase trabajadora. Al tiempo, pasa por estimular la organización y movilización directa de las trabajadoras y de otros sectores sociales, y la lucha por mejores condiciones de trabajo y de vida en miras a avanzar hacia una sociedad mas justa y mas libre.

¡Arribas las que luchan!
Grupo Libertario Vía Libre

venezuela / colombia / miscellaneous / opinión / análisis Friday April 29, 2022 01:50 byViaLibre

En el siguiente texto presentamos un reflexión sobre el primer aniversario del paro nacional nacional del 28 de abril de 2021 y el estallido social en Colombia, desde la perspectiva del Grupo Libertario Vía Libre. Para esto reconstruimos el origen de la convocatoria, analizamos el desarrollo de la protesta, revisamos las políticas de represión contra el movimiento y finalmente repasamos los que pensamos son algunos legados y tareas pendiente de esta enorme protesta.

La convocatoria
El 28 de abril de 2021 múltiples organizaciones sindicales y populares convocaron un paro nacional contra el gobierno de Iván Duque del Centro Democrático y su proyecto de reforma tributaria. En ese entonces, el país atravesaba una fuerte crisis de salud pública asociada a la tercera ola de la pandemia de COVID-19, que para la fecha había dejado cerca de 73.000 muertes registradas acumuladas, y al tiempo experimentaba, a causa del cierre de la actividad económica, los extremos efectos de la depresión económica más profunda de la historia contemporánea, con cifras de pobreza que rondaba el 42.5% para finales de 2020, un desempleo que llegaba al 15.1% a nivel general y al 23.3% entre la población joven en el mes de abril y una situación de precariedad laboral, que llevaba al 45% de trabajadores a ganar menos de un salario mínimo y un 85% a devengar menos de dos.

El impopular gobierno uribista que registraba niveles de desaprobación del 70% en las encuestas para abril, buscaba con este su tercer proyecto de reforma tributaria, aumentar el recaudo fiscal entre 25 y 35 billones de pesos y disminuir el gasto público, en un proyecto inscrito en conjunto mas amplio de políticas de ajuste económico neoliberal sobre la población, manteniendo el curso histórico del país, todo bajo el liderazgo del corrupto ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla.

La reforma tributaria que el gobierno busco aprobar con su mayoría en el Congreso de la República, destacaba por su carácter regresivo, con medidas como el aumento de los impuestos indirectos a productos de la canasta familiar, la eliminación de subsidios para el pago de servicios públicos, impuestos directos a la renta focalizados principalmente en los sectores medios y populares. En el contexto de un país en el que más del 40% de la población se alimentaba con dos o menos comidas al día, el alza previsible del costo de los alimentos tendría efectos extremadamente negativos para la soberanía alimentaria de la población, especialmente críticos entre los sectores mas pobres.

Este movimiento de protesta, liderado por el cuestionado Comité Nacional de Paro de mayoría sindical e integrado además por organismos de pensionados, campesinos y camioneros, suponía el octavo paro nacional contra el gobierno Duque, después del movimiento de cese parcial de 2018, las 4 convocatorias de 2019, que tuvieron por eje el gran paro del 21 de noviembre y las dos convocatorias mas pequeñas de 2020. A la vez recogía el sentimiento de protesta que condujo a la revuelta contra la brutalidad policial del 9 y 10 de septiembre de 2020 y la movilización de la Minga Indígena del Cauca hacia Bogotá ese mismo año, así como el paro nacional universitario de octubre-noviembre de 2018.

El movimiento
El 28 de abril sucedieron bloqueos sobre múltiples vías nacionales en Valle, Cundinamarca, Boyacá y Arauca, paros laborales concentrados sobre todo en el sector educativo, y grandes movilizaciones sindicales, estudiantiles y barriales por la mayoría de las ciudades del país, así como marchas campesinas, indígenas y negras en algunas zonas rurales. La jornada finalizo con nuevas concentraciones sobre vías en diferentes zonas del país y algunas expresiones limitadas de cacerolazos.

La protesta continuo en los días subsiguientes, convirtiéndose en un autentico estallido social, que pese a no lograr convertirse en una huelga general, si genero fuertes afectaciones sobre el transporte y las actividades laborales, en buena parte de las grandes ciudades, así como algunas zonas rurales y carreteras nacionales. La movilización pronto se reforzó por el rechazo a la represión Estatal y fue incorporando nuevas demandas sociales, políticas y culturales, así como actores colectivos como el movimiento de mujeres y de disidencias sexuales que alcanzaron altos niveles de visibilidad y protagonismo.

En la capital, la Pesonería llego a registrar durante el primer mes del estallido, un promedio de 9 acciones colectivas de protesta diarias. Así mismo, aunque se siguieron presentando grandes movilizaciones, el eje de la actividad paso a los bloqueos de calles, que para mayo el diario El Tiempo calculaba en 90 diarios a nivel nacional, actividades que en muchas ocasiones llevaron a choques con la Policía y elementos del Estado.

La protesta, que algunos han llamado una primavera democrática, llego a contar con un 75% de apoyo entre la población, que subía a 81% entre los jóvenes, en diversas encuestas periodísticas realizadas el mes de mayo. La misma se concentro sobre todo en el sur occidente del país,particularmente en el departamento del Valle y el área metropolitana de la ciudad de Cali, donde los bloqueos de calle sobre vías estratégicas en cercanías de barrios populares, se hicieron continuos en cerca de 30 puntos de resistencia. Esta ciudad, donde se sumaron a la movilización delegaciones del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), también fue aquella donde la represión estatal y para estatal fue mas violenta.

Al tiempo, durante la movilización se presentaron múltiples actos de derrumbamiento de estatuas y monumentos de lideres coloniales por parte de pueblos indígenas y organizaciones comunitarias en ciudades como Bogotá donde un grupo del pueblo misak derribo la estatua de Gonzalo Jimenez de Quesada, así como Cali, Cartagena, Pasto y otras ciudades. En paralelo se presentaron diversas concentraciones de solidaridad frente a embajadas y consulados de Colombia en el manos 21 países extranjeros.

Se produjeron así, tres meses de intensa actividad política, entre el 28 de abril y finales de julio, si bien el primer mes registro los mayores niveles de movilización, el segundo supuso ya una contracción con algunos repuntes esporádicos y el tercero fue de repliegue general. En este periodo se presento la huelga nacional de un mes de los educadores estatales organizados en la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) en adhesión a la protesta, así como el paro estudiantil de dos meses en manos de las 18 universidades públicas del país, que continuo en algunas instituciones locales como la Universidad Pedagógica y Tecnológica (UPTC) por mas tiempo, por reivindicaciones propias.

El movimiento que consiguió abrir un amplio debate nacional sobre el derecho a la protesta, logro forzar el retiro del proyecto de la reforma tributaria y la posterior renuncia de Carrasquilla uno de los hombres fuertes del gobierno Duque, así como el retiro del paralelo proyecto de reforma a la salud y la renuncia de la canciller Claudia Blum, tambien defensora de la represión gubernamental.

Las políticas de represión
La violencia estatal y para estatal contra la protesta alcanzo niveles extraordinariamente altos, no vistos desde hace años, todo bajo el liderazgo y el respaldo del Ministro de Defensa Diego Molano, comprometido con múltiples crímenes de guerra. La represión incorporo la actividad tradicional ejercida por el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) y otros organismos de la Policía Nacional, que llevaron a niveles muy altos la violencia, incluyendo múltiples disparos de escopetas antidisturbios y armas de fuego por agentes, atropellos por parte de vehículos policiales y aún disparos desde helicópteros. Una de las expresiones mas crueles de estos hechos fue la masacre de Siloe el 3 de mayo donde en la represión contra una velatón fueron asesinadas 5 personas por la fuerza pública.

En paralelo, también aumentaron las acciones represivas de organismos no tradicionales como la Dirección de Investigación Criminal (DIJIN), la Fiscalía General o el propio Ejercito Nacional, desplegado por diversas zonas rurales y urbanas del país. Al tiempo, desde el gobierno se estimulo la formación de guardias cívicas de apoyo a la Policía, bloqueo el servicio de internet temporalmente en la ciudad de Cali y simulo un multimillonario auto ataque cibernético contra las páginas de las agencias de ciber seguridad.

Además, hubo una amplia participación de fuerzas para estatales en las labores de represión, coordinadas de múltiples formas con agentes del Estado. Esto incluyo el paso de las infames camionetas blancas de alta gama, protegidas por la Policía, desde donde se graba material de inteligencia, se efectuaban disparos y se realizaban detenciones ilegales, así como la circulación de sicarios en motocicletas. También se presentaron cortes ilegales de energía que facilitaban la acción represiva, francotiradores acostados en edificios y civiles armados, custodiados por la Policía, que en varias ocasiones dispararon contra la protesta.

La represión contra el movimiento dejo un saldo de 80 victimas mortales entre los manifestantes según Indepaz, en su gran mayoría jóvenes de clase trabajadora, concentrados en mas de la mitad de los casos en Cali y su área metropolitana, así como ciudades como Bogotá o Pereira. Además se presentaron 129 casos de desaparición de personas para el mes de mayo, 82 victimas de violencia ocular, 1.200 heridos de diferentes magnitud, 2.005 detenciones arbitrarias y 28 victimas de violencia sexual por parte de la fuerza pública, según el reporte conjunto de Indepaz, Temblores y PAIIS, la vasta mayoría de hechos, hoy impunes. También se registro la muerte durante las protestas de 3 policías.

Legados y tareas pendientes
La del 28 de abril es posiblemente la protesta social mas grande y duradera de la historia del país. El paro parece haber combinando elementos del masivo paro del 21 de noviembre de 2019, con elementos de la revuelta contra la brutalidad policial de 2020, en una síntesis contradictoria marcada por un liderazgo sindical débil, una movilización continua aunque no siempre coordinada de sectores estudiantiles, obreros y campesinos, asi como un gran protagonismo de la juventud popular.

Igual que en 2019, el estallido social de 2021 trajo la aparición de múltiples asambleas populares a nivel local y en menor medida sectorial, que sin embargo, no lograron mayores niveles de desarrollo y coordinación. La llamada Asamblea Nacional Popular liderada por el Congreso de los Pueblos, no logró agrupar las fuerzas vivas de la movilización, desarrollar un movimiento de abajo hacia arriba o plantearse profundizar la organización de base. Del mismo modo, las asambleas estudiantiles no lograron estructurarse en una perspectiva gremial mas unitaria y las obreras mas reducidas, tampoco motivaron una nueva dinámica de renovación democrática de las organizaciones sindicales.

Alrededor de la expansión espontanea de las primeras líneas, que centraban su acción sobre todo en resistir la represión policial, surgieron organismos diversos como los campamentos humanitarios, las ollas comunitarias, las asociaciones de madres y los comités jurídicos. Sin embargo, aunque se dieron intentos de transformar las primeras líneas en auténticos organismos de auto protección popular al servicio de la organización social, como la guardia urbana en Bogotá, en general esta orientación no prospero y estos organismos se mantuvieron actuando como dispersos grupos de choque, exclusivos de jóvenes varones adictos al riesgo, marcados por multitud de prácticas patriarcales, sin muchas perspectivas de futuro ni mayor ligazón con los movimientos comunitarios.

Paradójicamente, la retorica triunfalista tan fuertemente instalada en la izquierda y los movimientos populares, desde mucho antes de estos hechos, sirvió como una barrera teórica y práctica para sopesar con espíritu reflexivo y auto crítico las propias debilidades y falencias de un movimiento, que despertó una enorme simpatía popular, que sin embargo, no logro movilizar y organizar.

Tras el paro no se produjo un autentico salto social, que podría entenderse como un aumento del nivel y la fuerza de las organizaciones sociales y populares, ni necesariamente aumentaron los conflictos sectoriales y territoriales. Tampoco hubo un cambio de la cultura político, pues aunque las tradiciones verticales y burocráticas hegemónicas en la izquierda volvieron a ser duramente cuestionada, como lo fueron en 2019, tal y como lo simbolizan las críticas al Comité Nacional de Paro, las alternativas de participación horizontal y federativa fueron débiles y no se profundizo la gestación de una nueva cultura política libertaria.

En cambio si parece haber producido un salto electoral, pues el movimiento fue clave para reforzar el sentimiento uribista de la población y fortalecer la candidatura de la oposición de centro izquierda de Gustavo Petro y el Pacto Histórico. Sin embargo, tampoco parece haberse producido un mayor desarrollo político en sentido orgánico y programático, que ligara el rechazo al uribismo, el ajuste y la represión estatal con perspectivas anti capitalistas o anti autoritarias mas generales.

El paro del 28 de abril y el estallido social, mostraron ante millones de personas la enorme capacidad de auto organización de la población, la eficacia política de la protesta y la importancia de diversas formas de acción directa popular. Sigue pendiente la tarea de fortalecer los niveles de organización y movilización en todos los espacios de trabajo, estudio y vivienda, de profundizar entre las que luchan un programa político socialista libertario y de construir alternativas de vida digna para la juventud trabajadora mas empobrecida

¡Ahora a organizar, esta gran rebeldía en fuerza popular!
¡Arribas las que luchan!

Grupo Libertario Vía Libre

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Venezuela / Colombia

Fri 19 Apr, 17:43

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