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bolivia / peru / ecuador / chile / miscellaneous / opinión / análisis Saturday March 09, 2024 00:40 byFederación Anarquista Santiago

(...) la destrucción de lo que nos oprime no vendrá de una de las instituciones que sostiene el sistema de dominación, ningún tipo de Estado ni de proyectos que pacten con él podrán aterrizar cambios significativos en la autonomía de nuestras cuerpas, derechos sociales para las de abajo o construcción de espacios seguros. El caso de Argentina es ejemplificador de aquello, de qué sirve tener un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad o decretar el uso del lenguaje inclusivo en todos los documentos de las instituciones estatales si basta con un cambio de gobierno para desmotar estas medidas con los mismos instrumentos con los que se “ganaron”. Como lo mencionamos en nuestra matriz de análisis, el Estado es una institución central para el actual sistema de dominación, de ahí que las medidas de corto plazo que surgen desde él siempre tenderán a reforzar su legitimidad. Mientras no sean los movimientos sociales, en el marco de la lucha de clases, los que logren conquistas sociales y políticas, prefiguren la sociedad libre y den la batalla ideológica que se contraponga al modelo actual, ningún cambio será duradero ni podrá movilizar y articular a las de abajo por su defensa. En síntesis, no será garantía ni certeza de nada.

CARTA DE OPINIÓN
MARZO 2024

Llega marzo con su acelerado ritmo; los gastos y deudas relacionadas con el inicio del año escolar señalan el retorno, sin tregua, a la producción que echa andar la máquina del capital. La lucha tampoco da tregua, empezamos el año resintiendo a la devastación producida por el cartel del fuego en la quinta región. El incendio arrasó con territorios donde habitan comunidades de personas, animales y bosque eco protegido que son vistos como obstáculos para el avance de proyectos como la ruta periférica Valparaíso impulsada por el Estado, en cabeza del Ministerio de Obras Públicas, y por los intereses del empresariado que explota, día a día, la tierra. Ante esta alianza perversa, que no le importa arrasar con la vida, fue la comunidad la que se levantó con sus diversas formas de resistencia. Así como el bosque va germinando, las redes de acopio se activaron, las voluntades se juntaron para mover escombros, las manos se dispusieron para cocinar grandes ollas y creció la convicción de que solo el pueblo ayuda al pueblo.

Durante esos días, donde se desbordaba la solidaridad de clase, evidenciamos nuevamente que para ciertos sectores de la sociedad y para la prensa burguesa, hay vidas que son más valiosas que otras. La vida de Piñera importaba más que las arrebatadas por el fuego, una vez más, los medios mostraron sus verdaderos intereses y dejaron de trasmitir la situación de las zonas afectadas por el incendio e instalaron la idea de que el tirano Piñera fue poco menos que un santo, limpiando su imagen e intentando sepultar las violaciones a los derechos humanos cometidas durante su mandato, la guerra que libró contra el pueblo y el engrose descarado y delictual de su billetera con los fraudes que hizo junto a sus amigos. Tampoco se habló de su misoginia y de las “memorables” frases que dejó al referirse a situaciones como el abuso y el consentimiento: “a veces no sólo es voluntad de los hombres de abusar, sino también la posición de las mujeres de ser abusadas”, “todas las mujeres se tiran al suelo y se hacen las muertas y todos nosotros nos tiramos encima y nos hacemos los vivos”, “cuando una dama dice ‘no’ quiere decir ‘tal vez’, cuando dice ‘tal vez’ quiere decir que ‘sí’, cuando dice que ‘sí’ no es dama”.

Y entre tanta ceniza y descaro mediático, veremos este 8 de marzo el patético saludo a la bandera que “celebra a las mujeres en su día”, enunciándolas como delicadas y hermosas, invisibilizando las infinitas identidades y diversidades. Nuestras cuerpas y realidades distan mucho de esa imagen de mujer que se publicita, no nos compramos ese cuento de la mujer empoderada mientras se sigue persiguiendo nuestra autonomía y repudiamos el consumismo que promueve el retail, mientras el costo de la vida se encarece haciendo más difícil suplir nuestras necesidades básicas y la de nuestros hogares. Más que celebrar, merecemos conmemorar las luchas de nuestras muertas y la organización de las mujeres trabajadoras que en todo el mundo se han levantado contra el patriarcado y el capital.

Pero ojo ahí: la destrucción de lo que nos oprime no vendrá de una de las instituciones que sostiene el sistema de dominación, ningún tipo de Estado ni de proyectos que pacten con él podrán aterrizar cambios significativos en la autonomía de nuestras cuerpas, derechos sociales para las de abajo o construcción de espacios seguros. El caso de Argentina es ejemplificador de aquello, de qué sirve tener un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad o decretar el uso del lenguaje inclusivo en todos los documentos de las instituciones estatales si basta con un cambio de gobierno para desmotar estas medidas con los mismos instrumentos con los que se “ganaron”. Como lo mencionamos en nuestra matriz de análisis, el Estado es una institución central para el actual sistema de dominación, de ahí que las medidas de corto plazo que surgen desde él siempre tenderán a reforzar su legitimidad. Mientras no sean los movimientos sociales, en el marco de la lucha de clases, los que logren conquistas sociales y políticas, prefiguren la sociedad libre y den la batalla ideológica que se contraponga al modelo actual, ningún cambio será duradero ni podrá movilizar y articular a las de abajo por su defensa. En síntesis, no será garantía ni certeza de nada.

Por lo anterior, y ante la avanzada del fascismo y de sectores ultraconservadores, debemos responder con internacionalismo, apoyo mutuo, lucha y organización. Ante la agenda de los antiderechos hay que seguir fortaleciendo las redes de apoyo, la movilización y el trabajo de base. Este 8M volquémonos a la tarea de visibilizar nuestras luchas, encontrémonos en los territorios, porque es ahí donde cada día hacemos malabares para enfrentar lo costoso de la feria o donde nos apañamos entre vecinxs para sentirnos más segurxs, donde nos damos ánimo con nuestras ideas creativas, donde vemos mayoritariamente a mujeres organizándose para luchar por una vida digna, porque entre nosotrxs hablamos de nuestros problemas y nos sanamos, día a día, para sostener emocional y materialmente a nuestras familias, porque hemos aprendido, en el cotidiano, que la dureza de nuestra realidad se alivia encontrándonos y fortaleciendo nuestras comunidades.

Marzo también conmemora a la juventud combatiente, tanto a aquellxs que con sus luchas del pasado nos inspiran el futuro, como a quienes hoy se organizan y dan esperanza a la construcción de un mundo sin opresiones. Nuestro mejor homenaje es seguir luchando con el ímpetu y la radicalidad de aquellxs jóvenes revolucionarios, teniendo claro que los atajos institucionales impulsados por demócratas y progresistas nos dejaron peor de lo que estábamos y que, por lo tanto, la alternativa de transformación es y será autogestiva y revolucionaria.

Finalmente, mientras en el mundo de la guerra las mujeres defienden a sus hijxs de las masacres y vejámenes en Palestina, en el Wallmapu, en el Congo y en cada hogar donde abunda la injusticia y muerte capitalista, mandamos fuerza y aguante a cada unx de nosotrxs.

¡Arriba lxs que luchxn!

international / history of anarchism / review Wednesday February 28, 2024 08:50 byWayne Price

A review of the writings and speeches of Errico Malatesta, the great Italian anarchist and comrade of Bakunin and Kropotkin. Material is taken from the 13 years he spent in London exile. His views remain relevant--and controversial among anarchists.

The Italian Errico Malatesta (1853—1932) was a comrade and friend of Michael Bakunin and Peter Kropotkin. Calling himself an anarchist-socialist, he was respected and loved by large numbers of anarchists and workers, in Italy and other countries. He was closely watched by the police forces of several nations. He had escaped imprisonment in Italy and lived in various countries in Europe, the Middle East, the U.S.A., and Latin America. Four times he spent time in Britain. This volume has collected works from his longest stay there, from 1900 to 1913, from when he was 48 to 61.

Britain, secure in its wealth and imperial power, was the most open European country in providing asylum to political refugees—so long as they obeyed local laws. As a result, the UK had communities of anarchists and other socialists from all over Europe. There was also an overlapping colony of Italians. Malatesta lived in London, supporting himself by running a small electrician’s shop. Only at one point, in 1912, did the police and courts make a serious effort to expel him. This set off massive demonstrations of British and immigrant workers and outcries from liberal newspapers and politicians. The attempt at expulsion was dropped.

However, Malatesta was frustrated by being penned up in Britain. He made several efforts to produce an anarchist-socialist paper which would circulate in Italy, but with limited success. He participated in anarchist activities in Britain, but his English, while apparently serviceable, was not fluent (when not speaking Italian, he preferred French). This volume includes his translated articles, pamphlets, and written speeches, as well as interviews of him by both bourgeois and radical newspapers. There are also reports by police spies (at least one of whom passed as a close comrade). They faithfully recorded his speeches and private comments and passed them on to their superiors.

In the course of Malatesta’s lengthy sojourn in London, he discussed a number of topics which were important to anarchists then and are still important. He was not an major theorist of political economy or history, but he was brilliant about strategic and tactical issues of the anarchist movement. This makes the study of Malatesta’s collected work valuable even today.

Terrorism

Around the time the book begins, in 1900, an Italian anarchist who had been living in the U.S., went back to Europe and assassinated Humbert, the Italian king. Apparently Malatesta had met the assassin, Bresci, briefly while in Patterson NJ. Otherwise he knew nothing about the affair. However the press continually tried to interview him about it, seeking to tie anarchism to assassination.

Malatesta always opposed indiscriminate mass terrorism (such as throwing bombs into restaurants). Nor did he call for assassination of prominent individuals, whether kings, presidents, or big businesspeople. In general, it did not advance the cause. His approach had become one of building revolutionary anarchist organizations, to participate in mass struggles. However, he was understanding of the motives of individual anarchists driven to assassination—and not sympathetic at all to the rulers and exploiters whom they killed. The Italian king, he noted, had previously ordered soldiers to massacre peasants and workers.

When US President William McKinley was shot dead by Czolgosz, who claimed to be anarchist, Malatesta called the president, “the head of [the] North American oligarchy, the instrument and defender of the great capitalists, the traitor of the Cubans and Filipinos, the man who authorized the massacre of the Hazelton strikers, the tortures of the Idaho miners and the thousand disgraces being committed in the ‘model republic.’” (Malatesta 2023; p. 75) He felt no sorrow for the death of this man, only compassion for the assassin, who “with good or bad strategy,” sacrificed himself for “the cause of freedom and equality.” (p. 75)

However, he did not advocate this as a political strategy. It was more important to win workers to reliance upon themselves rather than kings, bosses, and official leaders. “…Overthrowing monarchy…cannot be accomplished by murder. The Sovereigns who die would only be succeeded by other Sovereigns. We must kill kings in the hearts of the people; we must assassinate toleration of kings in the public conscience; we must shoot loyalty and stab allegiance to tyranny of whatever form wherever it exists.” (p. 59)

In another incident in London, a small group of Russian anarchist exiles was interrupted in the process of robbing a jewelry store. There was a shoot-out with the police (led by Home Secretary Winston Churchill) which ended in the death of some officers and all the robbers. As it happened, one of the thieves had met Malatesta at an anarchist club, and ended up buying a gas tank from him, claiming a benevolent use for it. In fact it was used to break open the jewelry safe.

Malatesta patiently explained to the police and the newspapers that he had no foreknowledge of the robbery. However he wrote that it was unfair to link the robbers’ actions with their anarchist politics. Was a murder in the U.S. blamed on the murderer being a Democrat or Republican? Were thieves’ thievery usually ascribed to their opinions on Free Trade versus Tariffs? Or perhaps their belief in vegetarianism? No, they were essentially regarded as thieves, regardless of their beliefs on politics, economics, or religion. The same should be true for these jewelry thieves, whatever their views on anarchism.

Syndicalism/Trade Unionism

By the last decades of the 19th century, many anarchists had given up on only actions and propaganda by individuals and small groups. These tactics had mainly resulted in isolation and futility. Instead many turned toward mass organizing and the trade unions. Anarchists joined, and worked to organize, labor unions in several countries. (Often these efforts were called “syndicalism,” which is the French for “unionism.”)

There remained anarchists who opposed unions: individualists and anti-organizational communists. But most turned in the pro-union direction. This gave a big boost to the anarchist movement at the time.

Errico Malatesta had long been an advocate of unions. He had contacts with militant unionists throughout Britain and other countries. In London in this period, he directly participated in unionizing waiters and catering staff. He gave support to the struggles of tailors to form a union, which led to a large strike.

“Syndicalism, or more precisely the labor movement…has always found me a resolute, but not blind, advocate.…I see it as a particularly propitious terrain for our revolutionary propaganda and…a point of contact between the masses and ourselves.” (p. 240)

But once it was decided that anarchists should participate in the labor movement, the next question was how should they participate? What should be the relation between anarchist activists and the trade unions? On this question, differences among anarchists were made explicit at the 1907 anarchist conference held in Amsterdam.

At the conference, Malatesta took issue with the views of Pierre Monatte, who spoke for the French syndicalist movement. Malatesta argued, “The conclusion Monatte reached is that syndicalism is a necessary and sufficient means of social revolution. In other words, Monatte declares that syndicalism is sufficient unto itself. And this, in my opinion, is a radically false doctrine.” (p. 240)

The unions had great advantages, as they brought together working people in enterprises, industries, cities, and regions. They included only workers, and not capitalists or management. They had the potential of stopping businesses and whole economies, in the pursuit of working class demands. They were schools of cooperation and joint struggle.

Yet, the unions’ very strengths also pointed to certain weaknesses. They are institutions within capitalist society. They exist (at least in the short term) to win a better deal for the workers under capitalism. Therefore they must compromise with the bosses and the state. Further, they need as many members as possible, to counter the power of the bosses. They cannot just recruit revolutionary anarchists and socialists. They must take in workers of every political, economic, and religious persuasion. (A union which only accepted anarchists would not be much of a threat to the bourgeoisie.)

These and other factors brought constant pressure on unions to be more conservative, corrupt, and bureaucratic. All anarchists recognized these tendencies among officials of political parties, even among liberals or socialists. But the same tendencies existed for union officials.

Malatesta drew certain conclusions. Anarchist-socialists should not dissolve themselves into the unions, becoming good union militants (as he understood Monatte to be saying). Instead, they should build revolutionary anarchist groups to operate inside and outside union structures. Nor should they take union offices which gave them power over people. But they could take positions which were clearly carrying out tasks agreed to by the membership—but with no wages higher than the other workers. They should be the best union militants, always advocating more democratic, less bureaucratic, and more militant policies, while still raising their revolutionary libertarian politics.

“In the union, we must remain anarchists, in the full strength and full breadth of the term. The labor movement for me is only a means—evidently the best among all means that are available to us.” (p. 241)

A central concept of the syndicalists was the goal of a general strike. Malatesta had certain criticisms. Not that he opposed the idea of getting all the workers of a city or country to go on strike at the same time. This could show the enormous power of the working class, if it would use it—much more powerful than electing politicians. But there is no magic in a general strike. The capitalist class has supplies stored away with which they could outlast the workers—starve them out. The state has its police and armed forces to break up the strike organization, arrest the organizers, and forcibly drive the workers back to their jobs.

In brief, Malatesta did not believe in the possibility of a successful nonviolent general strike (this is not considering a one-day “general strike” set by the union bureaucrats for show). He felt that a serious general strike would require occupation of factories and workplaces, arming of the workers, and plans for their military self-defense. It would have to be the beginning of a revolution. (Hence the book’s title.)

However much he criticized aspects of syndicalism, Malatesta was completely opposed to “…the anti-organizationalist anarchists, those who are against participation in the labor struggle, establishment of a party, etc. [By ‘party,’ he means here an organization of anarchists—WP] ….The secret of our success lies in knowing how to reconcile revolutionary action and spirit with everyday practical action; in knowing how to participate in small struggles without losing sight of the great and definitive struggle.” (p. 78)

War and National Self-Determination

This collection of writings by and about Malatesta ends in 1913. Therefore it does not cover his response to World War I which began the next year—nor his break with Kropotkin for supporting the imperialist Allies in the war.

However, in the period covered here, he could see the increase in wars, both between imperialist powers and between imperial states and oppressed peoples. “…Weaker nations are robbed of their independence. The kaiser of Germany urges his troops to give the Chinese no quarter; the British government treats the Boers…as rebels, and burns their farms, hunts down housewives…and re-enacts Spain’s ghastly feats in Cuba; the Sultan [of Turkey] has the Armenians slaughtered by the hundreds of thousands; and the American government massacres the Filipinos, having first cravenly betrayed them.” (p. 33)

He opposed all sides in wars among imperialist governments—as he was to do during World War I. The only solution to such wars was the social revolution.

But Malatesta supported oppressed nations which rebelled against imperial domination. (Some ignorant people believe that it is un-anarchist to support such wars. Yet Malatesta did, as did Bakunin, Kropotkin, Makhno, and many other anarchists—even though they rarely used the term “national self-determination”.) Malatesta wrote, “…True socialism consists of hoping for and provoking, when possible, the subjected people to drive away the invaders, whoever they are.” (p. 58)

This does not mean that anarchist-socialists have to agree with the politics of the rebelling people. Speaking of the Boers, who were fighting the British empire, he wrote without illusions, “The regime they will probably establish will certainly not have our sympathies; their social, political, religious ideas are the antipodes of our own.” (p. 59) Nevertheless, it would be better if they win and British imperialists are defeated. For the people of the imperialist country, “It is not the victory but the defeat of England that will be of use to the English people, that will prepare them for socialism.” (p. 58) (The British won.)

The Italian and Turkish states went to war over north Africa around 1912. Malatesta condemned both sides, but supported the struggle of the Arab population. “I hope that the Arabs rise up and throw both the Turks and the Italians into the sea.” (p. 321)

He understood that “love of birthplace” (p. 328) was typically felt by people, including their roots in the community, their childhood language, their love of local nature, and perhaps their pride in the contributions their people have made to world culture. But this natural sentiment is then misused by the rulers to develop a patriotism which masks class division and exploitation.

The rulers “…turned gentle love of homeland into that feeling of antipathy…toward other peoples which usually goes by the name of patriotism, and which the domestic oppressors in various countries exploit to their advantage. ….We are internationalists…We extend our homeland to the whole world, feel ourselves to be brothers to all human beings, and seek well-being, freedom, and autonomy for every individual and group…..We abhor war…and we champion the fight against the ruling classes.” (p. 329)

As can be seen, to Malatesta, internationalism did not conflict with support for “autonomy for every…group.” This included groups of people who held a common identity as a nation. Anarchists are internationalist, but
unlike the centralism of Lenin, anarchists do not want a homogenous world state. They advocate regionalism, pluralism, and decentralized federations. This particular passage went on to support the Arabs against Italian imperialism. “…It is the Arabs’ revolt against the Italian tyrant that is noble and holy.” (p. 329)

Yet Malatesta may be faulted for his lack of concern about racism. In supporting the Boers, and even when listing their extreme (antipodal) differences with anarchists, he does not mention their exploitation of the indigenous Africans. Nor does he make other references to racial oppression (such as in U.S. segregation). This must be put beside his fervent anti- colonialism and support for the rebellion of oppressed peoples.

Similarly, he does not mention the oppression of women or its intersection with class and national exploitation. It is not at all that he was misogynist (like Proudhon). I am sure he treated Emma Goldman as an equal at the 1907 international anarchist conference. But, like most male radicals of his time, he had a “blind spot” in thinking about this major aspect of overall oppression.

Imperialism, war, national oppression, and national revolt are issues which are still with us. Look at Palestine or Ukraine or the Kurds, among other peoples. These issues will be with us as long as capitalism survives, as Malatesta knew.

Other Topics

Besides terrorism, syndicalism, and national wars, Malatesta covered quite a lot of topics in the course of these thirteen years, as we would expect.

He condemned a French anti-clerical town council which outlawed the wearing by priests of their cassocks within the municipal borders. Malatesta was an opponent of religion and certainly of the Catholic Church. But he did not believe that people would be won from it by means of police coercion. That would only provoke resistance. At most, it would replace the religious priests with secularist ones, “which would all the same preach subjugation to masters….” (p. 68)

Today, the French government forbids Muslim girls and women from wearing headscarfs in schools and other public buildings—in the name of “secular” government. The left and feminists are divided on how to respond. “Oh, when will those who call themselves friends of freedom, decide to desire truly freedom for all!” (p.68)

Unlike Kropotkin, Elisee Reclus or (more recently) Murray Bookchin, there was not much of an ecological dimension to Malatesta. However he was concerned with the way landlords and capitalists had kept Italian agriculture backward. He believed that under anarchy, the peasants would be able to make the barren lands bloom.

By 1913, his experience with state socialists was mainly with the reformist Marxist “democratic socialists” (social democrats). This was four years before the Russian Revolution, which ended in the dictatorship of Lenin’s Bolsheviks and the rise of authoritarian state capitalism.

Yet he was prescient enough to write: “…Depending on the direction in which competing and opposite efforts of men and parties succeed in driving the movement, the coming social revolution could open to humanity the main road to full emancipation, or simply serve to elevate a new layer of the privileged above the masses, leaving unscathed the principle of authority and privilege.” (p. 102) The validity of this anarchist insight (which goes back to Proudhon and Bakunin) has been repeatedly demonstrated.

All the subjects Errico Malatesta discussed in this period had one guiding social philosophy. Quoting the famous lines written by, but not created by, Marx: “…The emancipation of the workers must be conquered by the workers themselves.…Throughout history the oppressed have never achieved anything beyond what they were able to take, push away pimps and philanthropists and politicos, take their own fate in their own hands, and decide to act directly.” (p. 220) This was the principle of Malatesta’s revolutionary anarchist-socialism and remains true today.

References
Malatesta, Errico (2023).  The Armed Strike: The Long London Exile of 1900—13.  The Complete Works of Errico Malatesta.  Vol. V.  (Ed.: Davide Turcato; Trans.: Andrea Asali).  Chico CA:  AK Press.

 

bolivia / peru / ecuador / chile / miscellaneous / opinión / análisis Monday January 29, 2024 23:40 byFederación Anarquista Santiago

En el plano internacional, el genocidio sobre el pueblo de palestina continúa; el Estado de Israel con el apoyo de EEUU, la Unión Europea y el mundo occidental en general, llevan meses realizando una política sistemática de aniquilación de la población de Gaza. Por nuestra parte no nos extraviamos en laberintos epistémicos y nos solidarizamos con la resistencia palestina en Gaza y Cisjordania. Sin embargo, no hay que mirar solamente al sionismo y su política de muerte, en Wallmapu se vive una guerra sucia sin la extensión y crudeza de Gaza, pero con el mismo objetivo: la erradicación de quienes se oponen a los opresores. En el territorio ancestral mapuche, el gobierno progresista ha sostenido una militarización sin precedentes, buscando desarticular el movimiento autónomo mapuche por medio del terrorismo de Estado. A día de hoy existen más de 60 presxs políticxs mapuche, las comunidades son acosadas constantemente e incluso desalojadas de sus tierras por la “Ley Anti Toma”, a su vez, comunerxs encarceladxs mantienen una larga huelga de hambre, que ya se ha extendido por más de 70 días exigiendo la nulidad del juicio racista que les ha condenado a extensas penas.

La derrota de la propuesta constitucional de la extrema derecha, el 17 de diciembre del 2023, no solo supone un traspié para este sector político, más bien, representa una crisis transversal del sistema de partidos, puesto que, tanto el proyecto progresista como el pinochetista, se han estampado contra una masa electora que les ha rechazado. Lo anterior evidencia que la demanda por una nueva constitución fue instalada por el oportunismo socialdemócrata y jamás por quienes se alzaron desde aquel 18 de octubre del 2019.

Es primordial comprender que existe un espacio de disputa política del cual debemos tomar parte, comprometiéndonos en el desarrollo de organismos de poder popular para sostener un proyecto que nazca desde las comunidades y al calor de la lucha. La lenta recomposición del tejido social es terreno fértil para la instrumentalización y la cooptación de los sectores populares, por ello, es tarea fundamental del anarquismo construir organización desde la autonomía, la independencia de clase y la horizontalidad, para que aquellas perspectivas y herramientas logren desactivar la trampa progresista que solo busca estrujar a los movimientos sociales en pos de sus objetivos políticos. Ejemplo de lo anterior es el vergonzoso despliegue de algunos movimientos de pobladorxs, quienes, instigados por sus dirigencias con nexos en el gobierno, se han movilizado en defensa de Montes, ministro de vivienda y operador político de la Cámara Chilena de la Construcción. Es prioritario que los movimientos sociales nazcan y crezcan con total independencia de clase, lo contrario nos lleva a situaciones como la descrita anteriormente, esto es, pobladorxs que defienden a un representante del gremio que agrupa a los principales especuladores inmobiliarios, responsables de los niveles de hacinamiento, endeudamiento y gentrificación que afecta a nuestro habitad urbano.

Respecto al nefasto gobierno no hay mucho más que resaltar: el Ministerio de Medio Ambiente, dirigido por la “ambientalista”, Maisa Rojas, ha abierto la puerta a múltiples proyectos extractivistas, acelerando la destrucción ecológica de nuestros territorios. Lo anterior se evidencia con la alianza privada-estatal respecto a la explotación del Litio que supondrá la destrucción de los frágiles ecosistemas de los salares, cuestión que ya está provocando la movilización de comunidades indígenas en defensa del salar de Atacama. También, esta alianza ha sido establecida por parte del estado con SQM, empresa ligada a la familia Pinochet y vinculada al financiamiento ilegal de la política, fortaleciendo el pacto estatal-empresarial. Respecto a esto queremos dejar en claro que la oposición entre Estado y Mercado es ficticia, ambos tienen una relación de plena colaboración y este gobierno progresista solo busca crear una relación más armoniosa y estable entre ambos, por ello, la Gestión Comunitaria es la herramienta prefigurativa que ayudará a las comunidades a tomar el control sobre sus cuerpos, territorios y vidas.

En el plano internacional, el genocidio sobre el pueblo de palestina continúa; el Estado de Israel con el apoyo de EEUU, la Unión Europea y el mundo occidental en general, llevan meses realizando una política sistemática de aniquilación de la población de Gaza. Por nuestra parte no nos extraviamos en laberintos epistémicos y nos solidarizamos con la resistencia palestina en Gaza y Cisjordania. Sin embargo, no hay que mirar solamente al sionismo y su política de muerte, en Wallmapu se vive una guerra sucia sin la extensión y crudeza de Gaza, pero con el mismo objetivo: la erradicación de quienes se oponen a los opresores. En el territorio ancestral mapuche, el gobierno progresista ha sostenido una militarización sin precedentes, buscando desarticular el movimiento autónomo mapuche por medio del terrorismo de Estado. A día de hoy existen más de 60 presxs políticxs mapuche, las comunidades son acosadas constantemente e incluso desalojadas de sus tierras por la “Ley Anti Toma”, a su vez, comunerxs encarceladxs mantienen una larga huelga de hambre, que ya se ha extendido por más de 70 días exigiendo la nulidad del juicio racista que les ha condenado a extensas penas.

Retomando lo anterior, los tribunales de justicia han mostrado todo su cariz autoritario, ha quedado en evidencia su compromiso de clase ante las causas judiciales que se le presentan. Por un lado, larguísimas condenas a comunerxs mapuche o las recientes penas de 12 y 84 años impuestas respectivamente a Mónica Caballero y Francisco Solar, mientras que, por otro lado, Kathy Barriga y Camila Polizzi disfrutan los lujos de su “prisión” domiciliaria o Juan Emilio Cheyre, militar vinculado a 15 asesinatos, fue condenado a 5 años de libertad vigilada. La justicia no es más que la herramienta para castigar a quienes se rebelan.

También queremos hacer mención a lo ocurrido recientemente en Ecuador, donde bandas de crimen organizado asolaron ciertas localidades. Esta situación no es un fenómeno exclusivo de este país, también se ha presentado, en mayor o menor medida, en la historia reciente de países como Colombia, Venezuela, México y Brasil. Para el progresismo, el debilitamiento del Estado es lo que genera la proliferación del narcotráfico y la mafia, cuestión que bajo nuestra perspectiva es errónea, ya que es el mismo Estado quien arma y sostiene a estos grupos, transformándose en un brazo subterráneo del aparato estatal. Abundantes son las noticias que nos muestran la venta de armas desde diversas instituciones estatales a estas bandas o la concomitancia entre policías, militares y capos, por ello, es que solo el fortalecimiento de la organización comunitaria, la instalación de valores solidarios y la destrucción del Estado son la garantía para que estas organizaciones que envenenan a nuestra gente, capturan nuestros barrios y disponen de nuestras vidas, sean completamente erradicadas.

En otro escenario, la clase oprimida en Argentina vive momentos cruciales; es fundamental que las organizaciones populares se desprendan de una vez por todas del clientelismo y la tutoría peronista. Milei representa solo un flanco, el más incendiario y radical, pero no deja de ser la punta de lanza de intereses parasitarios de diversos sectores de la economía y la política trasandina. La articulación multisectorial, en clave de lucha, es lo único que puede detener los intereses capitalistas que pretenden hacer de Argentina otro paraíso neoliberal, pero para aquello es fundamental la construcción de un movimiento popular fuerte, desde abajo y por fuera del Estado.

Finalmente, las tareas son claras y no dan espera: primeramente, se debe iniciar una disputa ideológica y cultural frente a los antivalores en que se asienta la “narco cultura”, ideas como el “salvarse solo”, el egocentrismo, la discriminación, el egoísmo, etcétera, solo alimentan los comportamientos que disuelven el sentido comunitario. En segundo orden, la organización popular y comunitaria apostando por la Gestión Comunitaria, significa un salto cualitativo importantísimo en asumir un proceso de autoconstrucción que le arrebate nuestras vidas al Estado, al empresariado y por supuesto al narco. En tercer lugar, la disputa y control sobre el territorio que habitamos es impostergable a la hora de defender un proyecto político revolucionario que se opone a la muerte. En estos momentos de desconcierto, desesperanza y violencia, debemos responder con compromiso, lucha y organización.

venezuela / colombia / miscellaneous / anarchist communist event Tuesday December 05, 2023 23:59 byViaLibre

Miradas anarquistas sobre el libertarianismo de derecha.

Encuentros Ácratas
Miradas anarquistas sobre el libertarianismo de derecha.

Miércoles 6 de diciembre. 4:30 pm
Prosas del Mundo Librería (Cll 43 # 19-08)
Bogotá

Grupo Libertario Vía Libre

france / belgique / luxembourg / impérialisme / guerre / appel / pétition Friday December 01, 2023 03:38 byAnonyme

Ce texte est une traduction et une adaptation collectives d'un texte originellement écrit sur Puget Sound Anarchists à l'attention des anarchistes nord-américain/e/s. La section "cibles" a été adaptée par nos soins à la situation européenne et plus particulièrement française.
Ce texte se propose d'apporter des solutions à la passivité dans laquelle nombre de camarades se sont enfermé/e/s face à l'horreur des crimes d'Israël, leur permettant des sorties par le haut et qui reposent sur des principes horizontaux et anti-autoritaires, sur des modes d'action à notre portée géographique.

Le monde occidental reste sidéré face à l’attaque surprise spectaculaire menée contre une superpuissance coloniale, et les colons autant que les spectateur/rice/s occidentaux/les réclament fanatiquement du sang, craignant que sinon iels « seront les prochain/e/s ». Pour venger cette humiliation mondiale, l’État colonial exige des centaines d’yeux pour un œil, des milliers de dents pour une dent et mène une campagne agressive d’extermination de la population palestinienne qu’il retient prisonnière.

Ce génocide se déroule sous nos yeux, tandis que les idéologues du monde colonial s’empressent de nous expliquer que la vie d’un/e Israélien/ne vaut autant que celles de centaines de Palestinien/ne/s, qu’un/e otage israélien/ne équivaut à des milliers de prisonnier/es/s palestinien/ne/s, et que 70 ans de nettoyage ethnique, 16 années de blocus militaire total sur Gaza, et les bombardements et opérations militaires constantes d’une superpuissance nucléaire ne sont rien face à une offensive à coup d’armes légères et de roquettes bricolées.

Certain/e/s anarchistes, encore pétri/e/s de l’humanisme des Lumières, pourraient être tenté/e/s d’hurler qu'on ne devrait pas soutenir cet acte et qu'on devrait condamner le Hamas et les atrocités qu’il commet ! Mais à l’attention de qui formulent-iels cette condamnation ? Les Gazaoui/e/s ne peuvent nous entendre à travers le blocus, assourdi/e/s qu’iels sont par le grondement de leurs estomacs vides, par les frappes aériennes constantes ou par les pleurs des parents sans enfants et des enfants sans parents. Et même s’iels le pouvaient ? Que leur importerait, puisqu'on ne peut leur envoyer ni cargaisons d’armes, ni nourriture, ni eau potable, ni médecins.

C’est vrai : le colonialisme produit des monstres. Cependant, si on veut vraiment condamner les monstres et leurs atrocités, pourquoi ne pas alors commencer par celles du colonisateur, car c’est bien le colonialisme qui engendre ces monstres, et les modèle à son image.

On ne peut pas se contenter de condamner. Quand les bombes pleuvent, les mots ne peuvent rien. On doit penser, on doit agir. C’est par l’action que se forgent de nouveaux liens. C’est par l’action que se concrétise la solidarité. C’est par l’action qu'on peut avoir un impact tangible sur l’occupation et faire advenir un pôle d’opposition anti-autoritaire conséquent.

Je souhaite partager humblement ces quelques mots avec les anarchistes de France, et peut-être d’Europe, pour qu’iels méditent, réfléchissent, critiquent, adaptent et agissent afin d'étendre la lutte pour la libération du peuple palestinien et s’engagent dans une forme de solidarité plus durable, plus concrète et plus menaçante.

Sensibiliser, Agiter, Attaquer – Multiplier les modes d'actions
La guerre n’est pas aussi lointaine qu’il n’y parait. Israël est précurseur dans le développement de techniques de contre-insurrection et de maintien de l’ordre qui s’exportent ensuite dans le reste du monde. Ce qu’Israël fait à la Palestine, notre police et notre gendarmerie nous le fera subir. Mais cet échange n’est pas à sens unique. D’une part, de grands groupes français et européens fournissent l’infrastructure qui contribue à l’apartheid et au génocide tandis que d’une autre, nos impôts financent le terrorisme d’État si directement que ça fait de nous, plus que de simples complices, de véritables coupables.

Si on veut considérer sérieusement la question de la solidarité, on doit abandonner notre attitude de soutien passif et faire nôtre leur lutte en s'y impliquant pleinement, avec tous les risques que ça entraîne. Je souhaiterais proposer un modèle d’analyse et d’action adapté à notre échelle géographique. Tirez de cet outil ce que vous trouvez pertinent et débarassez-vous du reste. La stratégie que je vous soumets repose sur trois piliers : Sensibiliser, Agiter, Attaquer. Ces trois aspects ne doivent pas forcément rester séparés ; la meilleure sensibilisation est parfois l’agitation et l’attaque peut contribuer à l’agitation tout autant qu’à la sensibilisation. Avec un peu de créativité, ces trois aspects peuvent être articulés de nombreuses manières fascinantes.

Il est important de noter que ces trois aspects ne sont pas les étapes distinctes d’une stratégie, mais des outils individuels qui se combinent aisément, ne doivent pas nécessairement être séparés, et gagneraient au contraire à être mobilisés simultanément. N’attendez pas pour passer à l’attaque et ne vous engluez pas dans la sensibilisation en étant persuadé/e/s qu’il faille, pour agir plus efficacement, atteindre un certain degré de quelque conscience abstraite.

Sensibilisation et Contre-Information
Je pense que de nombreux/ses anarchistes prennent pour acquis notre degré d’information sur les actualités mondiales et s’imaginent que tout/e un/e chacun/e est autant informé/e que nous. Non seulement est-ce tout bonnement faux mais ça revient à oublier que la majorité des informations auxquelles la population a accès sont soumises à des intérêts idéologiques privés (rappelons qu’en France, 90 % des médias sont détenus par de grands groupes privés dirigés par exemple par Bolloré, Niel, Lagardère…), des intérêts idéologiques étatiques, ou, plus fréquemment, à un déluge de fausses informations qui inondent les réseaux sociaux. S’il y a bien une chose sur laquelle les anarchistes ont 20 ans de retard, c’est sur la guerre de l’information, devenue pourtant un aspect incontournable de la lutte révolutionnaire.

Chaque jour, les canaux d’informations de l’ennemi débitent des absurdités, les idéologues en ligne rédigent leurs tweets et leurs petits blogs ridicules, et les officines militaires et autres agences de renseignement déploient leurs armées de bots pour inonder de conneries et polluer l’écosystème informatif. Le faux bon sens nous commanderait alors de faire la même chose, mais en mieux ! Ce serait cependant une impasse pour les anarchistes. On n'est pas là pour produire un flux constant de contenu pour un public passif, et on ne dispose pas non plus des capacités de financement pour entretenir l’infrastructure qu’exigerait un réseau national d’information en continu ou une armée de bots (quoique, pour celleux qui s’y connaissent en informatique, des armées de bots sont peut-être à notre portée, mais c’est une question qui mérite sa propre réflexion). Non, on doit être plus créatif/ve/s et favoriser les interventions visant à sensibiliser dans l’espace physique.

Ça inclut par exemple les traditionnels graffitis et collages (à faire régulièrement, environ tous les deux-trois jours, pour conserver une présence dans l’espace public, pas juste une fois de temps en temps), ou encore installer une table dans un parc, en pleine rue ou dans un autre lieu public et y disposer des zines ainsi que des tracts sur les évènements en cours et à venir pour tenter d’interpeler les passants. Sinon, on peut également passer à des modes d’action plus originaux quoique, c’est vrai, un peu plus embarrassants peut-être. Si vous voulez faire un collage, pourquoi ne pas le faire en pleine journée dans des costumes outranciers ou masqué/e/s et habillé/e/s tout en noir pour attirer ouvertement l’attention ? Pourquoi ne pas aller avec quelques ami/e/s et un mégaphone dans une zone très fréquentée (dans l’idéal en bloquant une route ou en perturbant un lieu, par exemple en tirant des feux d’artifice) pour parler de la situation ? Il peut alors être utile de distribuer des tracts aux gens ou même d'en lancer en l’air par centaines. Et pourquoi pas même du théâtre de rue ? Idéalement en perturbant autant que possible. Ou plus généralement, n’importe quoi qui sorte les gens un instant de leur routine et les interpelle.

Sinon, on peut aussi se lancer dans quelque chose d’un peu plus osé. Peut-être est-il temps que les radios pirates fassent leur grand retour ? Vous pourriez essayer de diffuser des informations sur les évènements actuels et sur où s’informer en piratant les ondes d’autres stations sur les heures de grande écoute. À l’occasion d’une manifestation massive, pourquoi ne pas scinder une partie de la manif vers une station de radio ou de télé et y forcer le passage jusqu’au plateau pour diffuser un message ? Ça peut sembler risqué et invraisemblable, mais merde, un génocide est en cours !

Cependant, la sensibilisation et la contre-information ont leurs limites. Idéalement, on devrait chercher à toucher directement la population, ou bien l’inviter à assister à une rencontre ou une assemblée offrant un point d’accroche concret. Il est essentiel de disposer de tracts avec de plus amples informations et des liens renvoyant à des sites permettant d’en apprendre plus et de se tenir au courant des prochains évènements.

Pour le dire clairement : il faut diffuser l’information et offrir un horizon tangible.

Agitation et perturbation
Mais on ne peut se contenter de sensibiliser. La liberté se conquiert, elle ne s’apprend pas, et on n’arrête pas un génocide seulement en informant de son déroulement. Il est vrai que, la plupart du temps, l’agitation et la perturbation n’y font pas grand-chose non plus mais c’est un début. Par agitation, j’entends mettre les gens en mouvement : motiver les personnes et leur donner une liste concrète de cibles et d’actions potentielles. Par perturbation, j’entends particulièrement la perturbation de la vie économique normale. C’est un élément essentiel, à la fois pour la lutte anarchiste en général, et parce que la France est si banalement et étroitement liée au financement et au soutien logistique du génocide en cours en Palestine.

Quand on se questionne sur la manière de perturber, on doit réfléchir à comment bloquer les échanges commerciaux : empêcher les transactions dans les magasins et les banques, perturber le fonctionnement quotidien des entreprises et des institutions qui soutiennent ou profitent de l’apartheid et du génocide, ou encore bloquer le transport des personnes et le fret. On doit également réfléchir à la manière de briser la routine de la normalité, le sentiment que tout va bien. Penser l’impact économique et psychologique. Toute perturbation est une opportunité de communiquer et de sensibiliser. Des banderoles et des tracts avec des mots d’ordre clairs, des slogans entraînants et de la bonne musique. Un discours peut parfois être utile pour enflammer les foules, mais attention, car il peut également rendre cette même foule passive. Voyez les choses en grand : comment pousser les gens à agir ? La clé est de propager et généraliser le conflit.

Certaines tactiques de perturbation ont fait leurs preuves depuis longtemps. Par exemple, les mobilisations visant à bloquer la circulation et les intersections, ou mieux encore, directement à l’intérieur des entreprises et des institutions pour les forcer à fermer le reste de la journée. Les grèves dans les entreprises et institutions qui soutiennent et s’enrichissent du génocide. Bloquer les autoroutes et les rues les plus empruntées peut se montrer une excellente idée, mais il est peut-être plus efficace encore d’installer une véritable barricade hérissée de drapeaux en ne laissant qu’une seule file ouverte de sorte à ralentir assez la circulation pour pouvoir distribuer des tracts aux conducteur/rice/s. Sinon, mettre en place des déviations, saboter les rails ou bloquer physiquement les trains sont autant de moyens d’entraver les transports ferroviaires afin de perturber efficacement les flux commerciaux.

Il existe encore d’autres moyens percutants, ceux-là exigeant bien plus de coordination et d’efforts, tels que les boycotts ou les blocages. On peut par exemple se rattacher à Boycott Divestment and Sanction (BDS), une campagne de boycott de longue date disposant de nombreuses ressources. Sinon, on peut tout bonnement perturber voire faire fermer continuellement les lieux ciblés par le boycott, voire voler leurs marchandises, idéalement via une action de masse, ou au moins les saboter.

Le point commun entre toutes ces initiatives est qu’elles permettent d’amener un conflit qui paraît lointain au contact direct de la population, de sorte qu’il ne soit plus possible de l’ignorer et de faire comme si de rien n’était ou comme si ça ne nous regardait pas. En outre, notre approche doit être mûrement réfléchie afin que nos actions et notre message incitent la population à s’engager par elle-même, sans attendre un jour bien précis de manifestation ou d’en recevoir l’ordre. Il nous faut constamment insister sur l’idée qu'on est toustes les protagonistes de ce conflit, qu'on ne peut pas attendre que les autres agissent à notre place, que de nombreuses cibles sont à notre portée et qu'on dispose d’un large éventail de tactiques pour s'y attaquer.

Passer à l’attaque !
Fondamentalement, être solidaire signifie attaquer ; détruire physiquement l’infrastructure oppressive et génocidaire. C’est ça qui inflige le plus de dégâts et est le plus à même d’entraver le bon fonctionnement de la machine génocidaire, mais c’est également la tactique la plus risquée. Il y a deux manières, complémentaires, d’approcher cette question : d’une part, en petits groupes, et d’autre part, avec la foule. Les actions en petits groupes ne nous sont pas inconnues puisque les anarchistes ont l’habitude de ce genre de pratiques. Du cassage de vitrine aux incendies volontaires, en passant par les effractions dans les laboratoires et les abattoirs pour en libérer les captif/ve/s ; des tactiques du même genre peuvent sans problème être appliquées dans la lutte pour la libération du peuple palestinien.

Cependant, il nous faut mûrement réfléchir à nos objectifs. Certes, un petit nombre d’entre nous pourrait aller mettre le feu à des infrastructures d’Amazon ou de Carrefour, mais le message envoyé ne serait-il pas bien plus impressionnant si on parvenait à entraîner un millier de personnes avec nous pour vandaliser et piller l’endroit ? On peut et devrait, chaque fois que c'est possible, entreprendre des actions en petits groupes, mais si on cherche à élargir le périmètre de lutte, c’est pour permettre à une masse de personnes de s’impliquer dans des actions enflammées et combattives. Or, forger des relations, organiser des actions et une communication audacieuses, et planifier méthodiquement de telles actions, tout ça est long et fastidieux.

Quelquefois, il pourrait s’agir de prévoir un détachement combattif du cortège de la prochaine manifestation, ou bien alors prendre le risque et faire l’effort de lancer nous-mêmes un appel à une action combattive de masse. Que ce soit à travers des petits groupes ou des actions de masse, toute action expose à des risques et exige des efforts immenses ; c’est néanmoins fondamentalement nécessaire pour ouvrir un nouveau front dans la lutte anticoloniale et prendre de court les colonisateurs.

Il est crucial qu'on cesse de croire à l’idée tenace qu'on ne serait pas capables d’être à l’initiative de grands soulèvements et révoltes, que notre unique rôle se cantonnerait au soutien et à l’intervention. Ce qu’il nous est possible de faire est en grande partie déterminé par l’effort et l’assiduité dont on est en mesure de faire preuve pour une cause déterminée sur une longue période. C’est là notre habituel point faible, mais on peut changer ça et, de toute façon, il faudra que ça change si on veut se montrer à la hauteur de l’immense tâche qui nous incombe au sein de la machine impérialiste.

Définir des cibles
Ce qui suit est une courte liste non exhaustive de cibles qui soutiennent, appuient et/ou profitent de l’apartheid et du génocide en cours depuis la France.

Premièrement, chaque ville de France abrite un certain nombre de personnes dans les administrations, les entreprises, les associations, les institutions, et autres, qui soutiennent l’État d’Israël et se font le relai de sa propagande. En cherchant un peu, on peut aisément les identifier et en faire des cibles prioritaires. On devrait faire de nos espaces des lieux, au moins socialement si ce n’est politiquement, hostiles aux sionistes. N’ayez nul doute qu’iels le font déjà envers celleux qui soutiennent la libération du peuple palestinien, en leur faisant par exemple perdre leur travail ou en les excluant de diverses industries et institutions.

Deuxièmement, de nombreuses institutions et entreprises européennes sont directement impliquées dans la colonisation des territoires palestiniens. Une quinzaine de banques européennes financent ainsi à hauteur de dizaines de milliards d’euros des groupes israéliens opérant dans les territoires colonisés illégalement par Israël. Des sociétés d’Europe exploitent les ressources minières de la Palestine et cherchent également à s'approprier ses ressources pétrolières sans que jamais le peuple palestinien n’en tire aucune retombée économique, tandis que d’autres vendent allègrement du matériel de gros travaux à des projets de démolition des maisons palestiniennes et de construction des infrastructures de la colonisation.

Troisièmement, plusieurs institutions financières françaises (donc davantage à notre portée) financent largement la colonisation, dont notamment AXA, BNP Paribas, Crédit Agricole, Société Générale ou encore BPCE. Les institutions françaises sont les troisièmes d’Europe qui coopèrent le plus avec les banques israéliennes, après celles du Royaume-Uni et d'Allemagne ; sachant que l’intégralité des banques israéliennes sont impliquées de près ou de loin dans des financements d’entreprises colonisatrices. Ce n’est cependant pas une fatalité : de nombreuses institutions européennes ont déjà mis sur liste noire les banques israéliennes après des campagnes de boycott.

Quatrièmement, on ne saurait omettre le sujet du tramway de Jérusalem, construit dans le but de relier Jérusalem-Ouest aux quartiers, illégalement contrôlés par Israël, de Jérusalem-Est et aux colonies alentours. En effet, ce projet a été largement financé par AXA - et d’autres institutions françaises et allemandes - et une importante partie des travaux a été effectuée par les entreprises françaises Alstom et Egis Rail. Plus généralement, Alstom est extrêmement impliqué dans le transport et les infrastructures en Israël et dans ses colonies, ayant par exemple construit des centrales devant les alimenter en énergie, un projet estimé à plus de 300 millions d’euros.

Cinquièmement, le groupe AXA n’est pas en reste puisque l’assureur français commerce régulièrement avec l’entreprise d’armement israélienne Elbit Systems, responsable de la production de drones de combat et de phosphore blanc pour le compte de l’armée israélienne et des colons. Il y a quelques années, AXA a sournoisement feinté de se retirer de cet investissement pour en réalité y réinvestir encore plus d’argent, mais au travers de ses filiales, de sorte que le nom AXA n’y soit plus associé. Elle participe donc toujours activement au meurtre des civil/e/s palestinien/ne/s.

Sixièmement, la campagne NoTechForApartheid explique que les multinationales Google et Amazon ont signé un contrat avec Tsahal d’une valeur de plus d’un milliard d’euros pour fournir à l’armée israélienne la technologie informatique et cloud nécessaires à leurs opérations dans les territoires palestiniens. Autant leurs sièges dans la Silicon Valley nous sont trop lointains, autant leurs sièges et leurs entrepôts en France nous sont plus accessibles.

Septièmement, le géant français Carrefour a fourni bien gratuitement des rations alimentaires aux soldat israéliens qui assaillent actuellement Gaza. Le groupe dispose également de trois magasins dans des colonies illégales en Cisjordanie. C’est à ce titre que la campagne BDS le fait figurer en bonne place dans sa liste d’entreprises à boycotter.

Enfin, le gouvernement français lui-même n’est pas exempt de tout reproche. En effet, la France d’Emmanuel Macron, en s’alignant de plus en plus sur les positions américaines, a rompu ses positions historiques vis-à-vis de la Palestine et en vient à soutenir quasi inconditionnellement l’armée israélienne. En septembre dernier encore, la France organisait un exercice militaire conjoint avec Tsahal et récemment, la France a même dépêché un de ses porte-hélicoptères près des côtes de la région, officiellement pour assister les hôpitaux débordés de Gaza. D’autre part, le ministère de la Défense a signé un contrat de cinq millions d’euros avec Elbit Systems, finançant ainsi la machine de guerre colonisatrice en se servant de matériel testé sur les civils. À travers nos diverses taxes et impôts, chaque fois qu'on achète un produit, qu'on paye notre loyer ou qu'on va au travail, on finance donc la colonisation menée par l’État d’Israël. D'autres pays européens, en particulier l'Allemagne, entretiennent également des liens privilégiés autour du commerce d'armes vers et depuis Israël.

Ces cibles listées ici ne constituent que la partie émergée de l’iceberg. Il nous est nécessaire d’approfondir nos recherches pour obtenir les noms et adresses des individus, entreprises ou autres qui sont également impliqué/e/s.

Être solidaire dans la durée
Ce que j’ai écrit ici s’applique pour le court et moyen-terme, mais la solidarité est un principe qui s’affirme dans la durée et le long-terme et malheureusement, les anarchistes se sont peu illustré/e/s en ce sens. Cela peut et doit changer. On devra continuer de s'impliquer dans le combat quand on n’en entendra plus parler aux informations, et ce jusqu’à la chute d’Israël et la libération du peuple palestinien.

La solidarité entraîne risques et périls, faire nôtre leur combat implique de se mettre soi-même en danger. Nous faut-il alors aller là où pleuvent les bombes pour forger des relations personnelles avec les communautés insurgées ? Les libéraux nous tiennent ici en échec ; il nous suffit de regarder l’exemple de Rachel Corrie qui s’est rendue en territoire occupé et qui a été assassinée par l’armée israélienne quand elle s’est interposée entre un bulldozer et la maison d’une famille palestinienne qui était sur le point d’être démolie. Elle n’aurait pas dû avoir à mourir et la lutte n’a pas besoin de nouveaux/lles martyr/e/s.

Débarquer dans un contexte flou sans avoir aucune connexion nous conduira très certainement à la mort. On doit nouer en amont des relations avec des individu/e/s, des groupes et des organisations qui luttent activement sur place. Le premier pas dans cette direction est d’apprendre leur langue, qui est pour moi l’étape fondamentale à la création d’une solidarité internationale. De là, on peut nouer des liens, parfois favorisés par le biais d’ami/e/s, de réseaux, d’organisations ou d’Internet. Il nous faut ensuite monter des structures, formelles ou informelles, pour faciliter et assumer les coûts de la venue de camarades pour qu'iels puissent nous faire part de leur lutte, et pour nous permettre à nous d’aller sur place pour constater la situation, établir des connexions, nous associer à leur lutte et affronter les mêmes dangers qu’elleux.

À partir de cette base relationnelle et affinitaire, on peut alors se pencher sur des aspects plus complexes de la lutte : Comment falsifier des documents ? Comment faire passer de l’argent, des personnes, du matériel, des informations, de la nourriture et des armes ? Ces propositions peuvent nous sembler lointaines et fantasques mais elles représentaient le b.a.-ba pour nos aînés et sont ce dont a besoin l’internationalisme. Autrefois, les mouvements révolutionnaires et anticoloniaux pouvaient se reposer sur un bloc mené par une superpuissance pour leur fournir l’aide nécessaire, non sans contrepartie cependant. Nous, anarchistes, ne pourrions jamais utiliser un tel ressort, qui de toute façon n’existe même pas. Ce qu'on fait dans notre pays et ce que d’autres font dans le leur (comment on lutte, comment on noue des liens, comment on communique) doit semer les graines d’une Internationale noire, capable d’articuler l’anarchisme comme une force d’opposition mondiale en mesure de fournir une assistance matérielle aux luttes d’émancipation afin que les peuples n’aient pas à choisir entre deux ou trois tyrans différents.

Ça représente un projet à long-terme, comprenez cinq, dix, peut-être vingt ans. Mais c’est ce qu’exigent une véritable solidarité et un internationalisme antinationaliste. La tâche qui nous incombe est immense ; il nous faudra donc être à la hauteur ou sombrer à nouveau dans les bas-fonds de l’Histoire. À nous de choisir.

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